Cada
uno tiene su propio método de escritura, algo con lo que se siente cómodo e
identificado y que le permite avanzar en las historias. Me he estado
preguntando qué es lo que hago yo y es un poco caótico, la verdad. De hecho
creo que en cada novela varío las estrategias, en función de lo que me apetece
o de lo que me pide el cuerpo.
Su chico de alquiler la escribí a mano y en pasado. Después la pasé al ordenador,
haciendo algunos cambios y sólo un montón de años después decidí cambiar el tiempo de la narración. Toda la novela fue reconducida, del pasado al
presente y aproveché para actualizarla. En el momento en el que la escribí un
teléfono móvil era ciencia ficción e internet algo a lo que no tenía acceso
todo el mundo. Es la que sufrió un cambio más radical de todas.
La arena del reloj fue escrita desde el primer momento en el ordenador. Para ella
me apoyé en la grabadora que conservaba de mis tiempos de locutora de radio.
Fue quizá la más tecnológica, escribía con los cascos puestos, dándole a la
pausa, llamando a mi padre por teléfono cada dos por tres para preguntarle
cosas. Es un tiempo que costó por las circunstancias pero que recuerdo con
cariño porque me hizo vivir con intensidad sus últimos meses, apretando ese
lazo que siempre fue fuerte entre los dos hasta el punto de que siento que
siempre está conmigo.
El medallón de la magia la escribí toda seguida, del principio al final,
utilizando el ordenador. Ni siquiera la separé por capítulos en archivos
distintos, fui uno detrás de otro. Cuando terminé y la leí necesité recolocar
una parte pequeñísima de la historia, el primer capítulo es el último que
escribí. Me documenté para los pequeños datos históricos que contiene y todas
las notas están en un cuaderno de tapas rosas, casi todos relacionados con el
Siglo de Oro y que sigo usando para la segunda parte, que digo yo que terminaré
algún día. Otra que estoy escribiendo seguida, sin pausas, arrastrando
cada vez que guardo el archivo todos los capítulos.
Detrás del cristal la empecé a mano. Después la pasé al ordenador y la abandoné años.
Luego la retomé. Borré ochenta páginas de un plumazo porque estaba segura de
que había errado el camino. Un día la retomé y salió sola pero cuando se la di
a mis lectores cero me comentaron todos lo mismo: no estaba terminada. La
historia que la distanciaba de una novela romántica al uso no la había
terminado de contar. ¡Llevaban toda la razón! Era la primera vez que una de mis
novelas pasaba un juicio antes de ser publicada y si lo pedí, pensé que lo
sensato era pensar en lo que me habían contado. Varios fragmentos fueron
escritos al final y otros modificados. Estuve haciendo correcciones hasta el
día antes de publicarla. También escribí a mano algunas escenas que están en un
cuaderno naranja que es para verlo. Empieza con párrafos de la novela, sigue
con ejercicios de vectores, hay notas de la novela que acabo de terminar,
incluso algún capítulo entero. Correcciones de erratas del medallón, alguna
canción, frases para analizar, un eje cronológico, un relato corto, unas
cuentas, apuntes para crear un marcapáginas, proyectos de novelas, la reseña de
un libro, apuntes sobre narración, resumen de ventas de amazon…
La que
acabé en el verano ha sido escrita a saltos, desordenada. Teniendo clara la
estructura pero ya no he tenido un único archivo sino uno por cada capítulo.
Tengo un esquema en unas cartulinas que me ayudó a organizar la información.
Así
que, si me paro a pensar cómo escribo, la conclusión es... que escribo como me
da la gana.
¿Tú cómo lo haces?