Esto.
Pues sí, se me han roto las gafas. No he tardado diez minutos en volar a la óptica, porque, aunque tengo lentillas, no me gustan nada. No veo de cerca con ellas, necesito otras gafas sobre las lentillas para poder medio leer y, de pronto, me he dado cuenta de que hoy era miércoles. Si no me daba prisa, las gafas nuevas no estarían listas antes del fin de semana.
Cosas de no vivir en el centro del mundo, sino en la periferia de la nada.
No habré escrito el capítulo 40, pero fijo que me habré probado más de 40 gafas y me he venido con unas que no me gustan.
No es porque no las haya, sino porque mis gafas favoritas son exactamente las que se me han roto. Son de titanio, no pesan, pero son muy frágiles para alguien que lleva cristales especiales como yo. Se rompen con tanta facilidad que hace 9 meses solo desde la última vez que hubo que reparar otro accidente, así que no era práctico seguir usando la montura. Había más como esta, pero todas con el mismo problema, así que me he decidido por unas que me quedan como el culo, pero que no se van a romper porque son fuertes.
Feas, pero resistentes.
La verdad es que no necesito estar guapa, necesito ver.
Estoy disgustada. La verdad es que gafas nuevas justo el día en el que empiezan tus "vacaciones" (esto es una manera elegante de decir que estoy sin trabajo y sin perspectivas) no motiva mucho para ponerte a escribir porque la mente se te va. Tengo que matar a alguien desde hace tiempo y no paraba de pensar en maneras de hacerlo sin dejar huella, no de escribir una escena que no puede incluir muerte, y que tiene que ser especialmente bonita.
Así que cuando he visto que no era capaz lo he dejado para mañana.
Me he dedicado a seguir con la documentación y a ver fotos. He empezado por las que necesito para recrear la época, pero después he sacado un álbum. Y otro. Y otro. Y no podía parar de pensar que ha habido en mi vida etapas muy bonitas en las que he sido muy feliz.
Etapas largas en las que no pensaba en matar ni a personajes.