Sinopsis:
Una mujer acaba de perder a su marido y vela el cadáver durante la noche. Sobre la mesilla hay un libro —la Biblia— que la esposa hojea, leyendo los párrafos subrayados por el hombre que se ha ido para siempre. Una oleada de recuerdos le viene a la mente y empieza un lento desordenado monólogo en el que la vida pugna para hacerse real otra vez. La pobre vida llena de errores y torpezas, de pequeños goces e incomprensiones. ¿Ha conocido Carmen alguna vez a Mario? Escuchemos el irritante discurrir de la pequeña y estrecha mentalidad de la esposa. Otro hombre irá poco a poco descubriéndose, para todos menos para ella, con toda su desesperanza y su fe en la vida. Cinco horas con Mario es una novela de gran penetración psicológica que, a través de un alma femenina puesta al descubierto, llega hasta el fondo de la sociedad española del siglo XX. Sólo un escritor de la categoría de Miguel Delibes podía enfrentarse con este difícil tema y resolverlo tan brillantemente.
La novela arranca en marzo de 1966. Carmen Sotillo, de 44
años, se encuentra que su marido Mario muere de forma inesperada. Ya a solas
con él, cuando todos se marchan, vela su cadáver aunque de manera un tanto
particular. Refugiada en saber que nadie la escucha, inicia un monólogo con el que vamos descubriendo lo
conflictos del matrimonio. Toda la novela es una crítica hacia la sociedad del
momento, puesta en boca de una protagonista que no siempre sale bien parada.
El armazón de esta novela se sostiene en el soliloquio de
Carmen. La vamos conociendo a través de sus palabras, y deducimos que tiene una
ideología conservadora, la que corresponde a una mujer de clase media alta. Frente
a ella, su marido: Mario, que no responderá a ninguna de sus cuestiones dado
que está muerto. Por ella sabemos que ha sido catedrático de instituto, además
de periodista e intelectual.
Carmen va poniendo delante del lector recuerdos, los de una
vida que no ha sido nada satisfactoria para ella. Con este sencillo plan de
acción, Delibes retrata la España provinciana de la época, la falta de
comunicación en el matrimonio e incluso se puede apreciar un aspecto mucho más
profundo, el conflicto que en aquella época aún no estaba resuelto, de un país
fragmentado en dos ideologías. La de Carmen se corresponde con la de los ganadores
de la Guerra Civil (1936-1939), mientras que Mario representa a los perdedores.
La novela tiene un prólogo,
veintisiete capítulos donde la única voz es la de Carmen, y un epílogo. El autor
elige para empezar cada uno de los capítulos una cita bíblica, los pasajes que
nos dice que Mario había subrayado en una Biblia. Tomándolas como punto de
partida, Carmen empieza a hilvanar pensamientos y reproches constantes; según
Carmen, por culpa de Mario, por su escasa ambición, no ha logrado alcanzar una
posición social acorde con lo que esperaba. De recuerdo en recuerdo, saltando
sin un orden cronológico concreto, va desvelando su vida en común, valiéndose
de un tono coloquial que refleja perfectamente la manera de hablar del momento.
Carmen, Menchu para los amigos, no queda demasiado bien
después de leer la novela. Es clasista, envidiosa, se preocupa mucho más por el
qué dirán que por su propia familia. El autor, en este sentido, elige para ella
los peores atributos, dotando al personaje de cierto maniqueísmo, perfectamente
comprensible si se es capaz de ver el plano más profundo al que nos quiere
llevar: Carmen no es Carmen, Carmen es un reflejo de una forma de pensar y de
actuar, un personaje en el que confluyen los peores defectos para destacarlos.
Cinco horas con Mario tiene el valor de ser una de esas
obras literarias que trascienden a su tiempo, que quedan para presentarnos el
retrato del pasado, en el que aparecen costumbres, elementos
cotidianos (el seiscientos, por ejemplo) y una vívida imagen de cómo nos
expresábamos en este país a finales de los años sesenta.