Ya iba siendo hora. Después de más de un mes que hace que está en casa, he podido leer esta novela. Este libro ha sido galardonado con el premio Círculo de Lectores de novela 2011.
Víctor Monteoscuro es un médico rural en excedencia. La muerte de su esposa no sólo ha afectado a su vida personal, sino que también le ha hecho replantearse si es realmente bueno en su oficio, pues no fue capaz de hacer un diagnóstico precoz del cáncer que se la llevó. Por eso emprende un viaje por el norte de África con el objetivo de recorrer la ruta de un antiguo viajero, pero que es sólo una excusa para no pensar. En ese viaje tropieza con el momento en el que en Monte Arruit, durante una obra, desentierran los restos de militares españoles muertos en 1921. Víctor recoge una botella de entre los huesos y descubre en ella una carta, escrita por el capitán Gimeno Trester, con una destinataria a quien Víctor se empeña en devolver esta parte de su pasado.
El autor elige un modelo narrativo poco frecuente para contar la historia, pero que a mí me sonaba mucho porque uno de los últimos libros que he leído es Nivaria, de Óscar R. Arteaga y es el mismo: intercalar pasado y presente en capítulos sucesivos. En este caso, sin embargo, no se trata del pasado del protagonista y su presente, sino el pasado de los hombres que aparecen en la fosa común del Monte Arruit y la aventura de Víctor tratando de encontrar a la destinataria de la carta que ha encontrado. Con los capítulos del pasado el autor trata de rescatar del olvido una de las etapas más desconocidas de nuestra historia, la época del Protectorado de Marruecos y con ello un incidente que, debido sobre todo a la Guerra Civil, mucho más dolorosa para la conciencia colectiva, quedó en el olvido: el desastre de Annual. Para su búsqueda, Víctor se apoya en la capitana Claudia Navarro, a la que conoce el día que encuentra la botella y que le ayudará. Ambos acabarán viviendo una historia de amor que sacará al protagonista de la apatía en la que vive. La carta, al final, le servirá también de ayuda a él.
La novela en general me ha gustado. Está muy bien documentada y pone luz sobre asuntos que se han ido olvidando pero que marcaron a muchas familias a principio del siglo XX. Como único pero tengo que decir que me costaba entrar en la historia, sobre todo debido a esa estructura dual de la que hablo. Cuando parecía que había logrado seguir las andanzas de los militares, su lucha diaria con el sol y los piojos, su resistencia desesperada sin agua… me iba de viaje de repente con Víctor, en busca de la dirección de la carta. Y cuando creía que estaba ya dentro de su aventura detectivesca (me costaba, lo siento no me he podido creer su idilio con la capitana Navarro) de pronto habíamos vuelto a Chemorra. Me ha gustado descubrir al final del libro unas cuantas páginas en las que la ciudad de Segovia es el escenario. Esto no tiene la más mínima importancia pero me apetecía contarlo.
Por lo demás, está bien escrito y hay momentos muy brillantes, pero que quedan un poco disueltos en esa confusión que, a mí y solo a mí, me ha provocado la organización del relato.