En esta entrada os traigo una noticia: El medallón de la magia, mi última novela, ya está en Amazon.
Me ha costado mucho dar este paso porque soy de natural inseguro, pero finalmente lo he logrado. En realidad, esta entrada es para agradecérselo a las personas que lo han hecho posible.
Empezaré por el principio.
Ana Esteban. Ana es mi prima, casi mi hermana pequeña. Los diez años que tenemos de diferencia nunca han sido un obstáculo para que nos entendamos a la perfección. Supongo que Ana, por sus propias circunstancias vitales, ha sido siempre muy madura y yo un poco lenta en eso de crecer. En muy poco tiempo alcanzamos el punto de equilibro para entendernos. Por eso Ana fue la primera persona que tuvo en sus manos El medallón de la magia, cuando todavía no era más que un boceto de la novela. Sus comentarios y su entusiasmo abrieron una puerta que siempre había mantenido con siete llaves: dejé que alguien leyera lo que escribo. No sólo eso, consiguió que acumulase la confianza suficiente para presentarme a un concurso de cuentos.
El segundo empujón llegó de allí. Presenté un relato y quedé en segundo lugar. Al año siguiente logré el primer premio.
A partir de ahí, como ya he dicho muchas veces, se desencadenó todo esto. Autoedité La arena del reloj para mi familia, con el dinero del premio, y fue mágico en cuanto mi madre, gran responsable también de todo esto, me fue consiguiendo lectores. Los libros en papel volaban de mis manos y Eva Ortiz, la bibliotecaria de Azuqueca, organizó una charla con lectores. Su chico de alquiler está aquí gracias a eso.
Si hay alguien que se ha empeñado en que no me rinda es Alberto. Si yo me canso él me empuja un poco más. Si yo decido que he alcanzado mi techo, lo pone más alto para que siga luchando. Nunca se da por vencido. Supongo que en esta vida lo mejor es tener a alguien que nunca deja que te acomodes. Aunque estresa a veces.
En los últimos tiempos han aparecido también personas maravillosas que han creído en mi capacidad, y que me lo han hecho saber. Me refiero a la gente de los blogs. Bárbara Daniela Jiménez Pastrana, Barby, para quien está dedicado este libro, fue la primera. Se fue sin poder disfrutar conmigo de todo esto, pero se marchó con una promesa: iba a cuidar de mis “niños”. Yo empiezo a creer que lo está haciendo, y muy bien. Los siento protegidos por su magia.
Además de Barby hay otras personas especiales. Kyra, desde México, siempre me manda su energía. Tatty, Marga, Margari, Sandra… sois muy especiales. Amigas blogueras que reservan espacio y palabras en sus blogs para mis libros. Eso no se paga con nada.
En este tiempo he conocido a escritores que se han convertido en amigos. Ángels Om, con quien comparto más cosas de las que ninguna de las dos nos imaginábamos cuando nos encontramos en un grupo de Internet; Enrique Osuna, de quien siempre recibo buenos consejos y con quien es un placer escribir y Emilio Casado Moreno, casi de los primeros que conocí, a quien me unen proyectos comunes y que no se corta si me tiene que mandar collejas virtuales para que espabile. Pero no son los únicos, hay muchos más nombres en esta lista: Blanca Miosi, Félix Jaime, Luis Miguel Morales Peinado, su hermana Koncha,… seguro que me estoy dejando a alguien. Me animan con sus palabras, me empujan a su manera.
También, por supuesto, están las personas que comentan en este blog, que me envían palabras que emocionan siempre: Paloma, a quien conocéis porque hizo una reseña sin tener blog, mi amiga Dácil, madre desesperada a veces y excelente persona siempre, Astarielle, que siempre tiene tiempo para comentar algo… aquí sé que me dejo a mucha gente.
Si hay alguien a quien a quien le debo de verdad la noticia de hoy es a Armando Rodera. Ha sido mi apoyo en este último mes, me ha ido dando instrucciones para que no me perdiera. Sin su ayuda y la de Arantza Soto creo que no habría sido capaz. Ya sabéis que os debo una.
En el último momento, cuando una duda enorme me asaltó, otro escritor me echó un cable: Carlos Moreno Martín. Gracias, miles de gracias, me desatascaste.
Este es el enlace, por si os queréis pasar.