domingo, 29 de octubre de 2017
¿ERES ESCRITOR?
Escribir es un acto solitario de introspección, paciencia, tiempo y calma. Es un acto privado, íntimo y al que no le hacen falta espectadores hasta que se llegue al final del proceso de creación de la novela. Con esto no quiero decir que si tienes una persona de tu más absoluta confianza y con la que tienes una relación personal íntima, no le dejes ver en algunos momentos fragmentos de tus progresos. Puede ser bueno, útil y motivador, pero no es necesario en las primeras etapas.
Es más, creo que es hasta contraproducente.
¿A qué primeras etapas me refiero? Pues a los más o menos veinte años que se necesitan para llegar a medio dominar las herramientas de la escritura -palabras, ortografía, sintáxis, manejo de los signos gráficos- y a leer los libros que debe incluir en la maleta nuestro subconsciente.
Viene muy bien que nos haya pasado la vida un poco por encima.
Y mejor si has viajado, has bebido y comido en muchos lugares, porque entonces serás rico en paisajes, en olores y sabores que trasladar al papel.
Es esencial haberse enamorado y también conviene saber qué se siente cuando no te corresponden.
Hay que haber sentido el pellizco físico del dolor, la alegría en el alma, esa que te desborda cuando la vida te premia. Haber llorado por las cosas perdidas y por aquellas que mereciste perder.
Haber aprendido a ver.
Haber aprendido a escuchar.
Uno es escritor cuando, tras todo eso, escribe por pasión y publica. Pero hace falta más. Por ejemplo, saber que borrar es tan importante como guardar, que emocionar no es opcional, que es una responsabilidad que tus palabras se conviertan en cosquillas en los corazones de personas que ni siquiera te conocen.
Supongo que cabe preguntarse cuándo no es escritor, y voy a deciros lo que a mí me parece. Uno no es escritor cuando no ha escrito nada. No es escritor cuando se sienta sin planificar y solo llena páginas y páginas, sin brújula o sin mapa. O sin ninguno de los dos. Uno no es escritor cuando no es capaz de borrar una palabra porque todas sus frases le parecen el colmo de la maravilla. Uno no es escritor cuando dedica más tiempo a decir que es escritor que a serlo.
Uno no es escritor solo porque su nombre se haya impreso en la portada de un libro.
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