Siempre lo hago.
Siempre me digo que voy a cumplir una promesa y después se me olvida.
Es verdad que he estado liada con la novela, con todo el rollo del registro de la propiedad intelectual, pero también es cierto que desde que terminé de escribirla no hay nada en proceso. Si acaso una pequeña gran historia, de esas que soy capaz de concentrar en diez líneas, y que quiero que pase a ser un relato corto. Con eso de haber ganado un premio tonto en un concurso, he perdido un poco el miedo de mandar a mis hijos a la guerra. Para quien no me conozca, es como llamo yo a presentar mis relatos a concursos.
Lo de publicar cada día está más complicado. Me estoy planteando lo de la autoedición en serio. En realidad sólo quiero que se lo lean mis amigos y siempre será mejor que lo que les presente tenga un aspecto más agradable que unos simples folios encuadernados en espiral.