500 gramos de harina
25 gramos de levadura de panadero
250 cl de agua
sal
Me he puesto manos a la obra y, a lo tonto a lo tonto, me ha salido un pan. Os cuento el proceso. He puesto la harina en una ensaladera, he añadido la sal, la he mezclado y, a continuación, he puesto el agua con la levadura disuelta. El agua estaba tibia.
He mezclado los ingredientes y cuando llevaba unos diez minutos amasando he puesto la bola resultante en la misma ensaladera, la he tapado y me he ido al parque. Esto ha sido clave. No ha habido presión y la levadura ha hecho perfectamente su trabajo.
Cuando he vuelto a la hora y pico, he encendido el horno. He vuelto a amasar la bola (que era enorme) y la he dejado encima de un papel de hornear. Al rato, cuando ha vuelto a subir (esta vez ha sido clave que me haya ido a limpiar el baño), la he metido dentro, a unos 200 grados unos 40 minutos. Antes me he entretenido en hacerle unos cortecitos para que quedase más mono.
El resultado, ahí lo veis. Un pan que estaba delicioso. Ha durado un suspiro en la cena que teníamos en casa. Así soy yo. Salto al vacío sin red. Podía haber sido un desastre absoluto pero ¡no había comprado otro pan!