Sinopsis:
Premio Pulitzer de Ficción 2015
Un corazón puro puede brillar aun en la noche más oscura.
Y en el más terrible de los tiempos.
Marie-Laure vive con su padre en París, cerca del Museo de Historia Natural, donde él trabaja como responsable de sus mil cerraduras. Cuando, siendo muy niña, Marie-Laure se queda ciega, su padre le construye una perfecta miniatura de su barrio para que pueda memorizarla gracias al tacto y encontrar el camino a casa. A sus doce años, los nazis ocupan París y padre e hija tienen que huir a la ciudad amurallada de Saint-Malo. Con ellos se llevan la que podría ser la más preciada y peligrosa joya del museo.
En una ciudad minera de Alemania, el joven huérfano Werner crece junto a su hermana pequeña, cautivado por una rudimentaria radio que ambos encuentran. Werner se convierte en un experto en construir y reparar estos aparatos cruciales para los nuevos tiempos, un talento que no pasa desapercibido a las Juventudes Hitlerianas.
Siguiendo al ejército alemán, Werner deberá atravesar el corazón en guerra de Europa. Hasta que en la última noche antes de la liberación de Saint-Malo los caminos de Werner y Marie-Laure por fin se crucen. Y sus vidas cambien para siempre.
Mis impresiones:
Compré esta novela en Círculo de Lectores. En casa tenemos turnos, a veces toca que sean mis hijos los que piden algo en la revista y otras es a mí a quien corresponde ese privilegio. Después de echar un vistazo me decanté por esta novela, de la que había visto algún comentario positivo en las redes. Me pareció interesante la sinopsis y la encargué.
¡Casi me da algo cuando me la trajeron!
Últimamente me está costando muchísimo leer libros largos y, como no miré en la revista, se me pasó por alto que este tiene más de seiscientas páginas. Ahí me tenías, mirando el libro con pereza, preguntándome si sería capaz ni siquiera de abrirlo con la vaguería que me inunda con este calor veraniego.
Sin embargo, unos malos días personales, la necesidad de escapar un poco a través de la lectura y el haber leído las primeras páginas hizo que se me olvidasen todos los temores. De hecho lo terminé en menos de una semana, y eso que hubo algún día en el que no pude leer apenas. Lo que me atrapó fue la prosa de la que hace gala Anthony Doerr. Sin llegar a ser recargada, está llena de musicalidad, con una cadencia suave por la que te dejas llevar. Además, los dos niños protagonistas enseguida despertaron mi interés y mi empatía.
Marie-Laure, sin vista, es capaz de "ver" más allá que el resto de las personas. Su mundo de oscuridad, ese en el que la tiene sumida la ceguera, como lector se percibe lleno de luz, de colores y de matices. Sabemos cómo pierde la vista y cómo su padre, el responsable de las cerraduras del Museo Natural de París, talla para ella cajas de intrincadas formas, con compartimentos secretos que ella debe descubrir en cada cumpleaños, porque guardan un regalo, que a veces no es más que un chocolate. La sencilla vida entre ese padre solo y su hija ciega, el amor de ambos, el esfuerzo que hace él para que Marie-Laure sepa algún día valerse por sí misma, construyendo maquetas de la ciudad para que se aprenda todos sus recovecos, se ve frustrado cuando estalla la guerra y se ven obligados a salir de París por la Guerra. Acabarán en Saint Malo, en casa de un tío abuelo.
Werner vive en Alemania junto a su hermana, en un orfanato al lado de la mina en la que perdió la vida su padre. Está al cuidado de una francesa bonachona que le habla de los paisajes de su infancia y les cuenta historias en francés, por lo que acaban entendiendo el idioma. Es un niño despierto, apasionado por aprender y por arreglar todo aquello que caiga en sus manos. Un día será una radio que desmontará hasta encontrar la manera de hacerla funcionar. La radio le traerá las palabras de un francés también apasionado por la ciencia, a quien escuchará con devoción con su hermana pequeña. Pronto todo el mundo sabrá de su habilidad arreglando radios y eso le hará acabar formando parte de las Juventudes Hitlerianas. Werner solo quiere aprender, pero ha nacido en un momento poco oportuno, así que lo que le va a tocar vivir está muy lejos de lo que soñaba.
Una cosa que llama la atención, al menos a mí, es que los personajes tardan mucho en encontrarse en la novela y es muy poco el tiempo que coinciden, pero tienen la sensación de que se conocen desde siempre porque hay un vínculo entre ellos muy potente: la radio. Esa misma sensación, Anthony Doerr la ha sabido transmitir al lector.
La novela, narrada en presente, está armada en capítulos cortos que no siguen una secuencia cronológica. A veces da saltos al pasado, en los que vamos conociendo muy bien, no solo a los dos niños protagonistas, sino a la multitud de personajes de la novela, todos ellos muy ricos y llenos de matices. La trama principal, el presente de la novela, coincide con el bombardeo de Saint Malo, que destruye casi por completo la hermosa ciudad amurallada. Werner queda sepultado en el sótano de un hotel y Marie-Laure sola en la casa familiar, que milagrosamente queda intacta. No ha podido salir, no sabe que en las octavillas que han llovido del cielo ponía que debía abandonar la casa porque ella no las puede ver. Ese hilo argumental el autor lo interrumpe con fragmentos del pasado de los niños, lo que les ha ido llevando hasta ahí, y en medio nos cuenta la leyenda de un diamante embrujado que tiene una importancia capital en la historia.
De todo el libro, lo único que no me ha convencido es el final, quizá porque no es tranquilizador. Pensándolo bien, habla de la guerra y esta, en ningún momento, lo es. Pero supongo que no a todo el mundo le tiene que pasar esto, que habrá quienes lo consideren perfecto y no creo que eso reste nada a lo que me ha gustado el libro, que ha sido mucho.
No conocía al autor, pero estaré atenta porque me ha gustado muchísimo cómo escribe.