El sábado día 20 estuve dos horas con el Club virtual de Lectura de Marrakech. Este club reúne estudiantes de español de todo Marruecos. Leen la obra de un autor y después lo citan virtualmente para charlar de las obras.
Lo condujeron Rachid y Bárbara, y en algún momento me fijé que éramos 24 las personas conectadas. Los integrantes del club leyeron dos de mis obras: Detrás del cristal y Oasis de arena y tuve todo el tiempo la sensación de que lo habían leído con tanto mimo que las entendieron mucho mejor que algunas personas que tienen el español como lengua materna.
Me encantó hablar con ellos, solo recuerdo un nombre al margen de Rachid y Bárbara, Karim, quien me impactó por lo bien que habla y lee español.
El encuentro duró dos horas y me gustó mucho escuchar de ellos como lo que algunos consideraban la fortaleza de las novelas, para otros era su debilidad, y al contrario. Estuvimos reflexionando sobre la capacidad que tienen los libros de transformarse una vez que alguien los lee y lo distintos que son dependiendo de quién haga el análisis. Por ello, creo que no hay libros malos, o casi no los hay.
Quizá solo los que no te hacen sentir nada.
Estas son unas fotos del encuentro que me hicieron llegar.
El siguiente encuentro fue el domingo 21, en la piscina de Cantalejo.
Para mí era la primera vez que iba a hacer una presentación de libro en una piscina, pero creo que no soy la única que no había vivido hasta entonces esa experiencia. Estuve sentada al lado de Ana Rosa Zamarro, actual alcaldesa de Cantalejo, que también presentaba libro: Garleamos, un libro de juegos en gacería.
Esto, la gacería, y el hecho de que somos vecinas de Cantalejo, es lo que nos une a Ana Rosa y a mí. Hace tiempo ella presentó El pitoche engrullón, la traducción de la inmortal novela El Principito al argot de Cantalejo. Acudí a la presentación y mientras estaba allí decidí hablar con ella. En aquellos momentos yo estaba escribiendo una novela en la que un personaje hablaba en gacería, pero por lo escuchado allí, me di cuenta de que era como si mi personaje solo dijera "yes" en medio de una frase y yo pretendiera que estuviera hablando en inglés. Para darle más realismo, debería mirar esas frases alguien que la conociera como ella.
Se lo propuse y me dijo que sí enseguida. Lucía, el personaje de La lectora de Bécquer, por fin hablaba como yo quería.
Era como cerrar un círculo presentar las novelas juntas.
En una de las fotos sale el final de la fila de personas que vinieron a que les firmase libros. Fue una pasada, sobre todo porque la novela lleva ya dos meses en el mercado y precisamente en Cantalejo (en Segovia en general) es donde más novelas se han vendido.
La tercera de las citas volvió a ser virtual y la organicé yo. Estoy medio afónica desde hace meses, así que temí que no pudiera hablar, pero al final me llegó la voz. Este encuentro fue muy divertido, yo asumí el papel de entrevistadora y mi invitada fue la escritora Nuria Llop.
Hablamos de su novela Un asunto delicado (por favor, leedla, os va a encantar) y después me dediqué a preguntarle por el tema de la entrevista, manías de escritoras. O escritores. Estuve buscando esas manías de escritores famosos que se salen de lo típico y encontré algunas desternillantes, que nos dieron pie a una larga conversación.
Voy a repetirlo este verano, lo prometo. Estoy esperando a que Pilar Muñoz me diga cuándo puede, porque la entrevista ya la tengo.
La última de las citas fue el sábado 27 de julio en un pequeño pueblo de Segovia, Navares de las Cuevas.
Tengo que dar las gracias a Eva por invitarme y a la gente que acudió, porque me hicieron sentir muy cómoda. Los pueblos pequeños son muy acogedores, me gusta mucho cómo es la gente en ellos. No me extraña que después quiera escribir novelas en las que se convierten en protagonistas.
Estas son las fotos del encuentro.
Julio se termina, no sé si en agosto tendré más encuentros (algo se ha quedado pendiente), lo que sí sé es que esta novela, La lectora de Bécquer, está siendo inolvidable en la calle.