Esta tarde, viendo una película mala en un canal del que raramente soy audiencia, he visto el anuncio de una nueva serie, que será estrenada el cuatro de julio. No habría llamado mi atención (este canal en cuestión hace tiempo que no lo consigue, no suelo parar en él ni cuando hago zaping) si no fuera por el malestar que me ha causado el tema que trata esta serie: está basada en hechos reales. Reales y dolorosos. Se pueden amparar en que se trata de un hecho "histórico" pero es que esa historia sólo tiene siete años, y mucho dolor detrás para quienes la vivimos de cerca. No hace falta estar dentro de un tren para que una bomba te reviente por dentro. Hace falta solo haber compartido infancia con quien tuvo la mala suerte de sí estar ahí. Hace falta solo haber hecho esa ruta a diario durante cinco años para sentir un mareo al recordar.
Odio que aprovechen las desgracias para sacar un rendimiento en forma de audiencia. Me dan mucho asco las hienas que esperan la carroña después de que se produce cada ataque del león. Lo hicieron antes, con el avión que se estrelló en Barajas, y me imagino que lo harán siempre si nadie se lo impide. Lo estoy viendo: cuando suceda algún crimen salvaje o una desgracia extrema, en lugar de periodistas van a mandar a guionistas, para valorar si el material es de calidad suficiente para convertirlo en ficción.
No creo que quejarme sirva de algo, pero quiero que recuerden a los muertos y los heridos (no las víctimas, de esas hay más, aunque no sufrieran rasguños en el cuerpo). Todos ellos tienen familias, gente que siente y a quienes no les viene bien que les repitan constantemente una fecha. Para todos ellos no es ficción.