Cuando
lees un libro, las sensaciones que te produce no son solo las que vienen
implícitas en él, sino que dependen en gran medida de tu momento vital.
Eso lo
he dicho muchas veces.
Me puse
a repasar reseñas, un poco por saber cuántos libros he leído en los últimos
tiempos (son bastantes más de los que veis; hay algunos que no están reseñados
porque no me gustaron). En mi repaso, al releer una de ellas, me di cuenta de
una cosa de la que no había sido consciente hasta entonces: la impresión de un
libro depende, en gran medida, de la sensación que te produjo el libro que
leíste inmediatamente antes.
Nunca
jamás seremos objetivos cuando expresemos una opinión. Nunca. Ni en los libros,
ni en nada en la vida. Pero es de libros básicamente de lo que trata este blog,
así que hablaré de una experiencia lectora. Hubo un libro que me gustó mucho,
me pareció muy bueno, bien contado, bien argumentado… le perdoné incluso
algunos fallos que eran obvios porque hasta entonces hablaba mi parte emotiva
más que la racional.
En mi
opinión había entusiasmo.
Bueno,
pues tiempo después mi impresión sobre ese libro cambió ligeramente. ¿Por qué?
Las palabras están dispuestas en el mismo orden, ¿no? ¿Qué ha pasado entonces?
Investigando, descubrí la respuesta: el libro que había leído justo antes. En
mi caso, los libros.
Eran
malos de solemnidad.
No sé
si es la expresión más correcta, pero es que eran libros muy, muy malos. De
hecho me negué a poner el título de uno de ellos, del que hablé en abstracto en
una entrada porque eran demasiadas las cosas negativas que se me ocurrían y muy
pocas las positivas. No tengo ningún interés en cargar contra nadie aunque
tenga argumentos, por más que vea por ahí críticas que no los tienen y se
lanzan con la alegría que repartes una mano de cartas en una partida de
piscina. Para decir por qué no te gusta algo tienes que poseer una elegancia
que no abunda, salvo en algunos blogs que por eso tienen las visitas que
tienen. En los muros de FB, por ejemplo, se carece de ella de manera alarmante.
Pero no sólo se carece de elegancia para las malas críticas, sino también hasta
para hacer una buena. Como mucho encuentro peloteo puro y duro, muchas veces
por parte de lectores bienintencionados y otros que no sé qué intenciones tendrán
considerando sus cambios de opinión sobre los mismos libros dependiendo del
lugar donde las viertan (no es lo mismo la visibilidad de FB que el
"anonimato" de un comentario en Amazon, pero ese es otro asunto).
Retomemos
el tema. ¿Qué me pasó al leer este libro? Pues que la comparación involuntaria
hizo que en mi mente el libro obtuviera una puntuación más alta de lo normal.
Repasando
mis estanterías he visto varios libros, casi todos best sellers, que tienen un
marcapáginas dentro. No están terminados. En algún momento me atasqué y no
acostumbro a perder el tiempo con libros que no me llenan.
Abandoné.
No sé
qué habría leído antes de ellos, nunca hasta ahora se me ocurrió pensar en
esto, pero sospecho que llegaron en un pésimo momento.
Justo
detrás de algún libro que me encantó.
¿Solución?
Volveré a ellos después de tropezar con un libro horroroso, a ver qué pasa.