Sinopsis
Anar teme por su clan. Todo lo que los rodea se ha vuelto hostil: los
animales han desaparecido, los frutos escasean y varios compañeros han sido
devorados por las fieras. Además, el implacable y violento invierno se cierne
sobre ellos. Todos los miembros de la tribu desean emigrar. Todos menos unos
pocos. Entre ellos, Kamu, el líder de los cazadores. Ellos prefieren esperar a
la siguiente primavera. Pero Anar, el chamán de la tribu, insiste en buscar una
tierra maravillosa y pacífica, un valle donde el agua fluye, donde abundan los
frutos y donde megaceros y manadas de caballos pastan. Un valle en el que el
grupo podría establecerse de forma permanente y al resguardo de las amenazas de
la naturaleza y de otros homínidos. Con sus compañeros, y pese a la infinidad
de riesgos que habrán de afrontar durante el trayecto —entre ellos el encuentro
con tribus rivales—, Anar emprenderá un azaroso y peligroso viaje en busca del
mágico lugar. La llegada de otra tribu permite al líder de los cazadores, Kamu,
cumplir su deseo de fortalecer el clan con nuevos y poderosos miembros. Sin
embargo, el nuevo grupo trae consigo a una extraña y atractiva hembra pelirroja
que amenaza la supervivencia de todos aquellos que decidan acogerla. Ocurrió
hace 400000 años y La tribu maldita lo narra en esta excelente primera novela
sobre el mundo de Atapuerca. Anar, Kamu y Numu, junto al resto de la tribu y a
la extraña pelirroja Kanai, vagaron por la península en busca de una tierra
soñada. Fue una travesía repleta de amenazas que finalizó en la fatal Sima de
los Huesos.
Mis impresiones
Los libros ambientados en la
Prehistoria ejercen una especial fascinación sobre mí. Supongo que tiene que
ver con que la profesora que tuve en la universidad, Primitiva Bueno Ramírez,
que vivía todo lo que nos contaba en clase. Su manera de transmitir
conocimientos la recuerdo repleta de pasión y, quizá por ello, desde el
principio se convirtió en mi asignatura de Historia favorita. Coincidió además
que leí en aquel momento El clan del oso cavernario y la novela terminó de
despertar mi interés por nuestros primeros pasos por el planeta.
Por eso, cuando tropecé con una
reseña de La tribu maldita en el blog El búho entre libros, comenté que me
apetecía mucho leerla. La sinopsis me resultaba atractiva y la valoración que
se hacía del libro también. Lo que no me esperaba es que Víctor leyera mi
comentario y la novela acabase en el buzón de mi casa. Me hizo tanta ilusión
que se saltó toda la lista de pendientes y a punto estuvo de pasarle por encima
al libro que estaba leyendo en esos momentos. Tuve que contenerme porque ya no
soy capaz de simultanear lecturas; si lo intento alguna acaba abandonada.
Así que, cuando finalmente pude
empezar, descubrí algo que me he guardado, que no le he comentado a él todavía:
¡no había visto la dedicatoria! ¡Muchas gracias! A veces parezco idiota y otras
lo soy directamente. Menos mal que la evolución humana no dependió de mí,
apañada estaba la especie con mi despiste monumental… Tenía que haberme
imaginado que el libro llegaría personalizado.
La historia que plantea Víctor
está situada cronológicamente en el Pleistoceno medio, una época que coincide
con el Paleolítico en el desarrollo humano. Es un momento en el que los homínidos
que habitan el planeta son nómadas que se desplazan constantemente en busca de
recursos para su supervivencia. El autor elige precisamente este período porque
coincide con la datación de los restos que existen del homo heidelbergensis,
los individuos que poblaron la Sierra de Atapuerca, en Burgos, hace más o menos
cuatrocientos mil años.
La tribu maldita pretende ser un
reflejo del modo de vida de una tribu y para ello el autor hace una profunda
investigación de su modo de vida, pero no se conforma con eso, sino que crea
una trama de novela que nos va llevando de la mano. La realidad se pone el
traje de la ficción pero no la perdemos nunca de vista porque estos personajes
no viven vidas extraordinarias, más allá de lo extraordinario que es sobrevivir
en las tremendas condiciones en las que lo hacen. Y es que, un elemento clave
para subsistir es el fuego. En La tribu maldita, el clan protagonista no ha
alcanzado aún su dominio, lo que convierte la supervivencia en algo todavía más
sorprendente. Cazan, pero sobre todo viven de la carroña, de los restos de
animales abandonados por los lobos o leones. Sienten frío, hambre, dolores que
no son capaces de calmar. Nacen y mueren, completando el ciclo de la vida sin apenas
dilemas morales. No entienden por qué morimos, pero tampoco les preocupa
demasiado cuando ocurre. Hay un pasaje que a mí me produjo un tremendo
desconcierto. Unas hembras recolectoras están en su tarea cuando aparece una
pantera (una especie que habitaba la península). Se ven rodeadas y una de las
hembras sufre su ataque. La pantera se lanza a su cuello y la arrastra para llevársela
como alimento mientras los demás… no sienten nada… salvo que tienen hambre. Es
la misma sensación que el autor logra transmitir cuando mueren niños tras el
parto o los primeros años de vida: no hay dramas, hay supervivencia de los más
fuertes y la vida que sigue adelante completando su ciclo.
Víctor Fernández Correas
documenta los escenarios, los animales, las herramientas, las formas de caza,
la vestimenta, el paisaje y lo hace tan bien que escribe una novela rigurosa, sin dejar de ser una historia de ficción. Da un paso más y elige fabular sobre seres humanos
concretos, reales, que habitaron en la Sierra de Atapuerca. Así, el conocido
como Miguelón, el cráneo número 5 que podemos contemplar en el Museo de la
Evolución humana de Burgos, se convierte por obra y gracia de su pluma en Kamu,
líder de esta tribu. Sabemos la causa de la muerte de este individuo y Víctor
la usa para recrear una hipotética situación sobre cómo se pudo producir
(tomándose alguna licencia narrativa). Y no solo él. El dueño de la pelvis
mejor conservada que existe aquí se llama Anar, un anciano que ha sido líder
de su tribu hasta que sus achaques le impiden seguir siéndolo y cede el mando a
Kamu. Y así, unos cuantos personajes más son construidos a partir de lo que
sabemos de los restos fósiles encontrados en la Sima de los huesos. A su vez,
se permite también imaginar sobre excalibur,
un bifaz de cuarcita roja encontrado en Atapuerca, extremadamente raro por la poca frecuencia de ese material en la
zona.
No os voy a contar cómo acaba,
qué hipótesis elige el autor para hablar sobre la causa de la muerte de todos estos
individuos, cómo acabaron todos en esa Sima de los Huesos, porque quiero que, si podéis, la descubráis vosotros mismos. Lo que sí os diré es que toda la novela transmite la dureza de un tiempo en el que la mayor preocupación era seguir vivo.
La novela se sustenta en
descripciones, tanto de paisajes como de sentimientos, teniendo el diálogo escasísima
importancia. Cuando aparece no son más que palabras muy cortas, gruñidos que
incluyen ideas muy básicas (hay una lista al final para no perderse pero no
hace falta, la vi después de haber terminado la novela y deduje siempre qué
significaban los términos por el contexto). A pesar de la ausencia de diálogos
se lee muy rápido porque está muy bien escrita. El epílogo es una auténtica clase de historia (prehistoria).
Ah, y además esta novela está prologada por Eudald Carbonell, prehistoriador, arqueólogo, antropólogo, geólogo y paleontólogo, así que supongo que tratando el tema que trata no puede traer mejor aval.
Hace años visité Atapuerca. Me
gustó la visita guiada por el yacimiento, pero me gustó mucho más el parque
arqueológico, la explicación in situ de técnicas de pintura, el tallado de
herramientas o cómo encendían fuego. Creo que una vez que has leído la novela
la explicación sobre el terreno cobra otra dimensión. Entre mis planes está
volver. No creo que tarde, cuando haga un poco mejor en Burgos, que ahora hace
un frío que pela.
Sobre el autor, para quienes no
le conozcáis, Víctor Fernández Correas nació en Saint Denis (Francia) en 1974
mientras sus padres trabajaban allí; una familia de tantas, de emigrantes que
buscaban ganarse la vida. Sin embargo él se declara extremeño casi por los
cuatro costados. En la actualidad vive en Getafe (Madrid).
Comenzó a escribir a mediados del
año 2000, animado al ganar un certamen de relato corto en Valverde de la Vera
(Cáceres). En el Primer Certamen de Relato Corto ‘Princesa Jariza’ de Jaraíz de
La Vera, en 2001 se alzó con el premio, con una historia de templarios y semana
santa en Jerez de los Caballeros.
Un relato escrito en 2001,
Epílogo imperial, se transformó, ampliado y documentado, en La conspiración de
Yuste, su primera novela, editada por La esfera de los libros en 2008. Cuatro
años después, en 2012, reapareció en el
mercado literario con La tribu maldita, editada por Temas de hoy.
Actualmente trabaja en su tercera
novela, mientras que escribe cada mañana efemérides con las que nos da los
buenos días en Facebook y que yo, particularmente, disfruto como una enana. Tengo
que decir que si en esta novela muestra grandes dotes narrativas, en los textos
que ha escrito últimamente ha evolucionado hasta encontrar una voz
personalísima que a mí, particularmente, me tiene enganchada.
No hay que
perderle la pista.
Con esta novela inicio mi reto
2015 en el apartado de novela histórica. Prehistórica no hay. ¡Sólo me quedan
19 para conseguirlo!