Hoy es uno de esos días en los que hacemos una muesca en la
memoria. Echamos la vista atrás para averiguar
qué ha sido de nosotros desde aquella vez que nos sentamos, cerramos los ojos,
tomamos aire y nos dejamos llevar a otros momentos que nos dejaron huella.
Marcamos un final y otro principio, sin pararnos a pensar si
ha ocurrido algo hoy realmente importante.
Es absurdo, en realidad. Yo tengo etapas que empezaron y
acabaron un 11 de julio; otras un 13 de febrero o un 6 de septiembre.
Verdaderos cambios que sí hubieran merecido un resumen pero que, en su momento,
pasaron desapercibidos ante mis ojos. Hoy, salvo que tengo unas agujetas
espantosas por haberme pasado el día de ayer caminando, no hay nada y a pesar
de todo aquí estoy, rindiéndome a la costumbre, amoldándome a ella con la misma
docilidad con la que meteré una docena de enormes uvas en mi boca cuando el reloj de la
Puerta del Sol dé las doce de la noche.
Aunque sepa que no soy capaz de tragarlas a tiempo y no necesite
recordármelo año tras año.
Mi 2014 ha sido uno de esos años que será difícil que
olvide. No ha sido muy bueno, en general. Demasiados problemas cotidianos se
acumulaban día a día, demostrando eso que dice que si algo puede ir mal… irá
peor. Una despedida de las de para siempre, de las que sabes que llegarán, pero
que llegó por sorpresa una madrugada. El trabajo que escasea. La paciencia que
no necesita más pruebas, pero que se ve obligada a pasar una tras otra, cada
día. Ha sido el año de la corrupción, de
los demagogos que huelen a rancio, de casta y de caspa discutiendo en su eterno
discurso de “y tú más”, cuando no creo que a estas alturas quede nadie que dude
que en cuanto puedan, los perros nuevos se acabarán poniendo el mismo collar. Y
cansancio por todo esto, por constatar que la Historia se repite y lo que vino
tras los Felices Años Veinte, tras la Crisis del 29, tras el ascenso al poder
de quienes le decían a la gente lo que quería oír, fue algo salvaje que no
quiero que se repita mientras los míos y yo sigamos vivos. Nunca.
Pero no os quiero aburrir; éste es un blog que se centra en
los libros, y es precisamente un libro lo que dejará su muesca en mi memoria de
este 2014. Detrás del cristal. Ha sido el año en el que ha visto la luz en
papel, en el que por primera vez he pisado la Feria del Libro de Madrid como
autora, en el que he recibido un premio por ella (Mejor novela sentimental para
la web RNR) y estoy nominada para los premios DAMA 2014 en la categoría de
Mejor novela romántica sentimental.
En el que ha sido reseñada, leída, comentada, disfrutada… En
el que a través de ella he conocido a lectores de todas partes. Para mi sorpresa, han sido muchos los hombres que han descolgado
prejuicios y se han dejado llevar de la mano para que les contase mi historia.
Y ellos, quizá porque no son madres, son los que mejor han entendido ese
artificio de ficción que empleo para poner a mi personaje entre la espada y la
pared, para que me dejase llegar donde quería llegar con ella.
No sé nada de sus ventas, ya me lo dirán cuando sea. Sé que
he firmado cientos de ejemplares. Sé que he visto muchísimos. Sé
que ya no se encuentra en bastantes librerías. Sé que en algunas distribuidoras
aparece con la etiqueta de agotado.
También, cómo no, este año he leído.
En el blog hay referencia de 26 novelas, diez de ellas consumidas el mes de enero. Estaba tan nerviosa por la salida en papel de Detrás del cristal el 12
de febrero, que cambié comerme las uñas por leer. Si hubiera seguido ese ritmo
quizá hubiera batido mi propio record, pero no. Se quedó en un ataque de
hiperactividad producto del estrés. Para compensar, el resto del año me lo tomé
con calma.
Con mucha calma.
Estas han sido mis mejores lecturas de este año; no siguen
un orden de preferencia, simplemente según he ido recordándolas. Está bastante
equilibrado entre novelas escritas por un hombre o por una mujer. A mí eso me
da lo mismo, la verdad. Igual que veo que hay mujeres bastante misóginas en sus
blogs, que no dan ni media oportunidad a autoras, yo elijo en función de la
novela. Creo es más inteligente.
¿A qué llamas tú amor? De Pilar Muñoz Álamo. El éxito en las redes con su anterior novela, Los colores de una vida gris, provocó
que enseguida una editorial, Palabras de agua, se interesara por su trabajo y
quisiera publicarlo. Pude acompañar a Pilar en su presentación en Madrid, algo
muy emocionante para mí, porque a pesar de los años de complicidad en las redes
no nos habíamos visto nunca. En esta novela hace una reflexión sobre lo que consideramos que es el amor; ¿sexo? ¿complicidad? ¿compañía? Enfundada dentro de un género llamativo, como es el erótico, pero manejada con todo el talento que falta en este tipo de novelas en estos días, Pilar Muñoz se marca una novela que se desmarca de la vulgaridad que ha presidido el estante de romántica de las librerías en este año.
Los muertos no aceptan preguntas, de Antonia Romero. Nela es un personaje que no esperaba
cuando abrí la novela. Es una historia paranormal donde lo inusual está tratado
con tanta naturalidad que tú, como lector, lo insertas tranquilamente en la
realidad que ha creado la autora, como si fuera lo más normal. Se presentó al
concurso organizado por Amazon y El Mundo, y me hubiera encantado que quedase
finalista. De momento, su premio son los miles de lectores que atesora, a los
que se siguen sumando a diario porque sigue entre las más vendidas de Amazon.
Un hotel en ninguna parte, de Mónica Gutiérrez. Me enamoré del hotel en El bosc de les Fades en
cuanto puse un pie en el camino que necesita un arreglo para que los clientes
no se pierdan. Yo me iría a vivir allí, para llevarle el té a un gruñón
escritor Premio Nobel o para probar los menús que se servirán cuando lleguen
los clientes en temporada alta. Es un libro con una escritura original a través
de correos sin respuesta, que te acaricia y que tiene la magia de una mujer que
sabe transportarte donde quiera (siempre que no tengas la sensibilidad de un
taladro y los mails solo los leas en la oficina).
Un amor para Rebeca,de Mayte Uceda. ¿Sabéis cuando una novela te atrae desde el segundo uno?
Pues eso me pasó con la novela de Mayte. Ella estaba entre mis eternos pendientes
del Kindle, esos libros a los que nunca llegas. Los ángeles de la torre se iban atrás cada vez que elegía una
lectura. Y llegó Rebeca, con su sencilla portada, con su sinopsis atractiva y
la leí. Sin listas. Sin pensar en los libros que me esperaban desde hacía meses
en la mesita de noche. No necesité demasiadas páginas para darme cuenta de que
estaba ante una novela que iba a dar guerra. Ahí sigue, consagrando a su
autora, mi tocaya, transportándote a Escocia (aunque a mí a veces me lleva a
Irlanda, cosas de esta cabecita mía que se lía con los nombres).
Memento Mori, deCésar Pérez Gellida. Es la reseña de la que me siento más orgullosa. Cuando
la escribí no tenía ordenador, se me había roto y funcionaba con el de mi hijo.
Un verdadero suplicio porque tenía instalada publicidad emergente que me ha
costado meses enterarme de cómo se quita. Por eso hice algo que no hacía desde
hace años: escribir a mano. Curiosamente empecé a dejarme llevar y, en lugar de
seguir el esquema habitual que uso para las reseñas, lo reventé, me reinventé y
me lo pasé genial con ella. Igual que con la novela. César es otro de los
autores a los que he descubierto este año, con una voz narrativa muy personal
que tengo que seguir escuchando en otras historias que tengo en mi estantería.
La ciudad de los ojos grises, de Félix G. Modroño. Un libro pendiente desde 2012 al que por fin he podido llegar.
Un libro que va de menos a más, en el que una ciudad es tan protagonista que
logra trasladarte a ella a través de una sobresaliente ambientación.
Oficialmente es mi último libro terminado este año.
El amo del fuego, de Enrique Osuna. Una novela que me da mucha rabia que se haya perdido en el maremágnum
de Amazon. Es una historia fantástica ambientada en la Prehistoria, con una
parte muy fuerte de reflexión sobre nosotros mismos y nuestro papel en la
Tierra, sobre qué estamos haciendo con el planeta y con nuestras vidas. Enrique
lo aborda desde un brillante sentido del humor y creo que el libro se merecía
alguna lectura más de las que ha tenido.
Un millón de gotas, de Víctor del Árbol. Ha sido casi, mi
libro del año. Digo casi porque mi libro del año, por razones obvias es el mío.
Es uno de esos libros que te sacuden. Me gustó la historia. Me cautivaron las
frases. Me dolió. Víctor escribe como querría escribir algún día, por eso, tras
leer esta novela, estuve unos días tirando todo a la basura, hasta que
comprendí que un gorrión nunca puede cantar como un ruiseñor, por mucho que se
esfuerce y volví a aceptar mis palabras.
Lo malo es que los Reyes me van a traer otro libro suyo, ya
veremos cómo lo supero.
Además de estas lecturas, todas en el blog, hay una cero, de
la que no puedo hablar aún. Su autor me tiene muy sorprendida. Es la voz
narrativa más potente que he escuchado en años. He visto su evolución desde que
empezara a escribir y a esto le llamo yo aprender. Ojalá al finalizar 2015, si
estoy aquí, si tengo ganas de hacer un resumen, pueda deciros que hablaba de
una novela que ha sido todo un éxito y de un autor que camina a lo grande.
Sed felices, si os dejan.