jueves, 16 de mayo de 2013

ALGO MÁS QUE VECINOS DE ISABEL KEATS



Sinopsis:

Leopold Gallagher, un rico hombre de negocios inglés de familia aristocrática, serio y obsesionado por el trabajo, conoce una noche en la terraza de su casa a la que, en un principio, toma por la amante de su viejo vecino. Catalina Stapleton, la nueva habitante del piso de al lado, es una joven extrovertida y generosa que disfruta ayudando al prójimo. En cuanto cruza dos palabras con su estirado vecino decide que, aunque él mismo no lo sepa, el señor Gallagher es un hombre infeliz que necesita ser salvado de sí mismo. A pesar de la arrolladora atracción que surge entre ellos, Leopold trata de mantener a la impertinente y alocada Cat a distancia; no está dispuesto a que su irritante vecina, por muy adorable que sea, derribe las barreras que tanto le ha costado erigir a su alrededor. Sin embargo, el destino parece tener otros planes... 

Mis impresiones:

Tengo que decir que Algo más que vecinos es un libro de lectura muy absorbente. Sin darte apenas cuentas vas pasado las páginas y cuando te quieres enterar ya se ha terminado. En mi caso, sin embargo, tuve que hacer una pausa obligada por las circunstancias.

Yo creo que no hace falta que explique más veces que hay dos cosas que me definen.

La primera es que me caigo constantemente. Incluso cuando no hay obstáculos aparentes yo me las arreglo para tropezar, no digo nada cuando se cruza conmigo una escalera… La de mano de mi casa acabó peor que yo hace un año, cuando me precipité desde ella. Tiempo después descubrí que yo no me había roto una pierna de milagro pero un peldaño de la escalera lo había partido en la caída. Y es de madera maciza. Hace un par de meses, por comentar la más reciente, rodé con mucho estilo por la escalera de la buhardilla…

La segunda, que mi despiste a veces es colosal. Ayer me puse a leer Algo más que vecinos a la vez que cocinaba y… se me olvidó que había dejado la olla al fuego, a tope. ¡La que lié! El vapor se rebeló, se puso a salir de allí con una fuerza sobrenatural y el techo de mi cocina acabó hecho una pena, goteando, porque daba tanto miedo acercarme que me quedé paralizada.

Todo porque en algún momento me había traslado a Londres, muy lejos de mis guisantes, mucho más cerca de las andanzas de Cat y Leo.

Este libro es puramente una novela romántica. A pesar de lo que pueda parecerle a alguien que me haya leído a mí, no soy mucho de este género. Lo leo de manera esporádica, fundamentalmente porque creo que siempre hay que conocer las cosas de primera mano y no por lo que nos cuenten, experimentar las sensaciones en primera persona. El libro ha logrado varias cosas conmigo (aparte del pequeño desastre en mi cocina): que no soltase la novela, que me reconciliara un poco con el género después de alguna que otra lectura bastante decepcionante y que un libro me haya durado un suspiro. De verdad que hacía tiempo que no me encontraba con algo así, una novela de esas que no quieres soltar.

La historia está narrada en tercera persona y sigue casi de manera única la relación entre Leopold y Cat, sin apenas escenas que se alejen de la presencia de los protagonistas. Leo es un cuarentón de muy buen ver y ella su vecina treintañera medio loca y guapísima a su manera, y desde el principio se percibe la química entre los dos. Isabel Keats juega con la tensión sexual entre ambos, estableciendo una relación en la que los dos pretenden quedarse sólo en amigos, pero que acaba explotando (como es normal y cualquiera que elija una de estas novelas está buscando leer) como fuegos artificiales.

Los tópicos del género se repiten pero yo creo que eso no le resta ningún encanto a una escritura fluida a la que yo sólo le pongo un "pero", pero que no es tal. La ambienta en Londres y el personaje masculino lo define como alguien estirado. Para ello se vale del narrador y, sobre todo, del lenguaje que él emplea, de los giros expresivos que entiendo perfectamente pero que a mí me sonaban raros (a mí) como de otro tiempo, no como me imagino que habla la gente inglesa estirada del XXI, que ahora que lo pienso, yo qué sé cómo hablan que en el XXI no he estado en Londres. Mi última visita a la capital británica se remonta al siglo XX y no tuve el gusto de codearme con la alta sociedad londinense.

Dicho esto, si os apetece una novela romántica, si queréis leer un libro de un tirón, os la recomiendo. Eso sí, no pongáis la olla mientras leéis, la cocina corre peligro.