miércoles, 23 de enero de 2013

UN AÑO DE MAGIA: EL MEDALLÓN...


Esta entrada nocturna tiene un poco de nostálgica. Hace un año que redacté estas líneas. Hace un año estaba todo decidido para que El medallón de la magia empezara a dar sus primeros pasitos en papel. Para llegar a Amazon todavía le quedaba un poquitín.


     Salío con una portada curiosa, una en la que vemos la marca de bruja de Amanda. Poco después, cambié de idea y utilicé la portada original, la primera que hice para esta novela, en la que el medallón toma protagonismo. Entre todos los colores que usé, al final me quedé con el morado, que no sé por qué, en pantalla se ve azul...

Os he contado de qué va, entresijos de su creación, escenarios en los que sucede...



      Me falta enseñaros las dos últimas páginas, los agradecimientos...


Esta novela nació, sobre todo, por Alejandro, mi hijo mayor. Él, con su imaginación y sus ganas de leer una historia de espadas y magia hizo que arrancase en mi cabeza este cuento de una bruja y un soldado. Me ayudó a ponerle nombre a los personajes; se llaman, salvo los que debían tener un nombre concreto, como sus amigos. Algunos reúnen en su nombre a dos o más personas que los dos queremos. También me ayudó a buscar los escenarios en los que debían transcurrir las aventu­ras de Amanda y Alonso y me fue sugiriendo la trama. Por supuesto, en esta historia no podía faltar Turé­gano, donde él tiene sus raíces y su corazón.

Quiero darle las gracias también a Ana Esteban, que leyó la pri­mera el manuscrito y dibujó el medallón. Eres una luchadora, la mejor derrotando a coco­drilos, tú sí que mereces una historia. Gracias por tu insistencia para que no dejase esta aventura escrita, como tantas otras, abandonada en un cajón, con la excusa de que a mí no se me dan bien los finales.

Gracias a Estela y a Rubén por hacer que mi trabajo sea uno de los motores de mi vida. Vuestro esfuerzo y lo que conseguís con él es la mejor recompensa. Habéis aprendido que estudiar es sólo para voso­tros, para haceros crecer como personas, pero repercute en mí porque me hace sentir que vale la pena el esfuerzo diario. Me dais mucha envi­dia, yo también quiero tener la edad de Amanda…

A Aitana, que va entendiendo que también escribo para ella.

Gracias a Pilar, bibliotecaria de Cabanillas del Campo, por molestarse en buscar muchos de los errores que contenía el manuscrito y por suge­rir correcciones. Su entusiasmo se contagia. Gracias a Verónica, a la que literalmente atraqué para que se lo leyera y que curó mi mano iz­quierda para que pueda seguir escribiendo.

Un millón de gracias Eva Ortiz, bibliotecaria de Azuqueca de Henares, que lleva años creyendo en mí, teniendo menos dudas que yo misma. Gracias por la presentación de La arena del reloj, fue muy emocionante y por empeñarte en que detrás de mi nombre ponga es­critora. Dicho por ti suena grande. Te inventaste muchas cosas que hicieron que mi adolescencia fuera muy intensa.

Muchas gracias a todos mis amigos blogueros, que han compartido con entusiasmo mi mundo en esos universos tan suyos y tan mágicos que son los blogs. Llenáis de calor el frío mundo virtual. Gracias por no dejar que me acomode, por exigirme un poco más.

Una mención especial a Barby, que se quedó en el camino, lleván­dose con ella toda la magia. Siento haber tardado tanto en compartir esta historia contigo.

Este año, a través de El espejo de la entrada, he conocido a mu­chos escritores que están empezando y que, estoy segura, van a ser muy grandes. Lo mejor es que algunos de ellos puedo acoplarlos también en mi lista de amigos. Sois bastantes, así que, como no quiero dejarme a nadie, igual que en el caso de los blogs, no pondré nombres: vosotros sabéis quiénes sois, al fin y al cabo sois expertos en leer entre líneas.

Sobre todo, gracias a Alberto, que me quiere, me escucha y, cuando me doy por vencida, me empuja para que siga adelante. Te quiero.

Gracias a ti, que no me has dejado abandonar y has estado siempre ahí, empujándome.

Pido perdón desde aquí por los errores de maquetación pero mis conocimientos llegan hasta donde llegan y he sido incapaz de casar a las viudas y consolar a las huérfanas.

Prometo seguir intentándolo.

Felices sueños...

¡Por cierto! Un pajarito me ha soplado que lo empiezan a leer en el instituto!!!