En una entrada, no hace mucho, comentaba la importancia que
tiene que otros ojos analicen tu trabajo antes de exponerlo al público. El
escritor, de tanto repasar el texto, lo acaba interiorizando, de tal modo que a
veces resulta imposible ver una errata por muy obvia que esta sea.
Con Brianda. Elorigen del medallón tuve un problema bastante serio. Por un problema de
conversión de archivos desconfiguré el corrector de Word. No en todo el texto:
a tramos, que creo que es aún más complicado. Era una locura porque, a mi ceguera, se unía que nada de lo que
escribía le parecía mal al programa. Daba lo mismo que escribiera burro con “v”,
me lo pasaba como si estuviera bien. Así, montones de tildes desfilaron por mis ojos sin
estar, y otras que estaban mal puestas, directamente no las vi. Incluso escribí
esta palabra y me quedé tan ancha:
Dífícíl.
Tres tildes por falta de una, se ve que ese día estaba muy
generosa. Menos mal que siempre hay gente buena y apareció Montse Martín Domínguez -para quienes tenéis Twitter @almaprendida - que tuvo el coraje de
repasar conmigo la novela en un solo día. ¡Y tiene más de 400 páginas! De no
ser por sus ojos, que ven más allá de lo que es casi normal, hubiera sido un
completo desastre, porque yo era ya incapaz de detectar ningún error más.
Fue un trabajo de locos, todo el día (todo el día se dice
pronto pero no lo es) estuvo conmigo repasando, página por página. Corriendo
contra un plazo que yo misma había marcado sin darme cuenta de que necesitaba
esa última revisión exhaustiva.
Me señaló, además, una incoherencia histórica, un nombre que
había cambiado. Mariana, Margarita… me debieron parecer igualitos y cometí un
error con una reina que, de no ser por ella, se habría cargado el tiempo de
investigación que empleé con esta novela.
Desde hace unos meses, Montse está al frente de una empresa
que se dedica a la maquetación y corrección de textos. Pero no solo eso, también
realizan informes literarios y corrección de estilo, para que tu obra salga lo
mejor posible al mercado. Esto no es una tontería. Seas autoeditado o tengas una editorial detrás que respalde tu trabajo, las cosas siempre hay que intentar hacerlas del mejor modo posible. Yo leo muchos libros descargados de Amazon (siempre menciono a esta plataforma porque tengo un kindle y no pirateo, compro) y algunos dan pena. Hubieran necesitado un pulido antes de exponerse al público. Hay un dicho: "Nunca tendrás una segunda oportunidad de causar una buena impresión", que no deberíamos perder de vista. En un mundo tan lleno de posibilidades como es este, donde lo que no falta son libros, si alguien se decide por el tuyo y lo encuentra lleno de errores es muy posible que nunca más te vuelva a leer.
Todo lo referente a las tarifas de estas correcciones profesionales podéis
consultarlas en su página web y es sencillo encontrarlos a través de Twitter,
Facebook, Google + y su blog.
Yo sé que trabajan muy bien, que son muy serios y se
comprometen con el autor. No tengo ninguna duda en deciros que, si necesitáis
alguien que eche un vistazo a vuestros textos, son una magnífica opción.
¿No os he dicho cómo se llaman? ¡Qué despiste!
Un nombre perfecto para su cometido.