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viernes, 25 de noviembre de 2016

EL ÚLTIMO EMPUJÓN




Esta tarde he terminado una primera vuelta por las galeradas de Entre puntos suspensivos (Febrero, 2017, HQN, HarperCollins Ibérica, ya lo sabéis). En lo que queda de fin de semana espero poder hacerlo al menos un par de veces más, para que cuando llegue la novela a vuestras manos esté perfecta. Es un trabajo que me tomo muy en serio, porque para mí significa respeto para los lectores, mucho respeto por la oportunidad que se me brinda desde una editorial de las grandes de publicar un segundo libro con ellos en los tiempos que corren y respeto por la literatura.

(No sé si alguna vez llegaré a escribir literatura, pero al menos espero no ser una terrorista de la ortografía y la sintaxis.)

Creo que en el proceso de creación de una novela todos los momentos son muy importantes, pero pueden quedarse en nada si a este último esfuerzo, la corrección, no se hace con el interés que se merece.

Sé que la novela no necesita muchos más repasos, porque lleva unas cuantas correcciones. Las mías. Las que hice tras las impresiones de mis lectores cero. La de la editorial. La que he hecho yo hoy mismo. Y queda lo que me dé tiempo a mí hasta el lunes. No será la última porque no podré dejar la historia de Paula y Javier hasta que no tenga más remedio.

Así que, ahí estoy, en el último empujón, a punto de soltarla ya para que empiece el camino sola.

¡Qué ganas tengo de enseñárosla!

Esta tarde, leyendo, me he vuelto a enamorar de Javier.


martes, 21 de julio de 2015

¿NECESITAS UNA CORRECCIÓN PROFESIONAL PARA TUS TEXTOS?

En una entrada, no hace mucho, comentaba la importancia que tiene que otros ojos analicen tu trabajo antes de exponerlo al público. El escritor, de tanto repasar el texto, lo acaba interiorizando, de tal modo que a veces resulta imposible ver una errata por muy obvia que esta sea.

Con Brianda. Elorigen del medallón tuve un problema bastante serio. Por un problema de conversión de archivos desconfiguré el corrector de Word. No en todo el texto: a tramos, que creo que es aún más complicado. Era una locura porque, a mi ceguera, se unía que nada de lo que escribía le parecía mal al programa. Daba lo mismo que escribiera burro con “v”, me lo pasaba como si estuviera bien. Así, montones de tildes desfilaron por mis ojos sin estar, y otras que estaban mal puestas, directamente no las vi. Incluso escribí esta palabra y me quedé tan ancha:

Dífícíl.

Tres tildes por falta de una, se ve que ese día estaba muy generosa. Menos mal que siempre hay gente buena y apareció Montse Martín Domínguez -para quienes tenéis Twitter @almaprendida - que tuvo el coraje de repasar conmigo la novela en un solo día. ¡Y tiene más de 400 páginas! De no ser por sus ojos, que ven más allá de lo que es casi normal, hubiera sido un completo desastre, porque yo era ya incapaz de detectar ningún error más.

Fue un trabajo de locos, todo el día (todo el día se dice pronto pero no lo es) estuvo conmigo repasando, página por página. Corriendo contra un plazo que yo misma había marcado sin darme cuenta de que necesitaba esa última revisión exhaustiva.

Me señaló, además, una incoherencia histórica, un nombre que había cambiado. Mariana, Margarita… me debieron parecer igualitos y cometí un error con una reina que, de no ser por ella, se habría cargado el tiempo de investigación que empleé con esta novela.

Desde hace unos meses, Montse está al frente de una empresa que se dedica a la maquetación y corrección de textos. Pero no solo eso, también realizan informes literarios y corrección de estilo, para que tu obra salga lo mejor posible al mercado. Esto no es una tontería. Seas autoeditado o tengas una editorial detrás que respalde tu trabajo, las cosas siempre hay que intentar hacerlas del mejor modo posible. Yo leo muchos libros descargados de Amazon (siempre menciono a esta plataforma porque tengo un kindle y no pirateo, compro) y algunos dan pena. Hubieran necesitado un pulido antes de exponerse al público. Hay un dicho: "Nunca tendrás una segunda oportunidad de causar una buena impresión", que no deberíamos perder de vista. En un mundo tan lleno de posibilidades como es este, donde lo que no falta son libros, si alguien se decide por el tuyo y lo encuentra lleno de errores es muy posible que nunca más te vuelva a leer.

Todo lo referente a las tarifas de estas correcciones profesionales podéis consultarlas en su página web y es sencillo encontrarlos a través de Twitter, Facebook, Google + y su blog.

Yo sé que trabajan muy bien, que son muy serios y se comprometen con el autor. No tengo ninguna duda en deciros que, si necesitáis alguien que eche un vistazo a vuestros textos, son una magnífica opción.

¿No os he dicho cómo se llaman? ¡Qué despiste!






Un nombre perfecto para su cometido.