El domingo me fui a la cama con una sonrisa. Almudena
Gutiérrez publicó en su blog una pequeña reseña de Brianda que me emocionó por
muchas razones, la principal es que ella venía de leer una novela densa,
difícil, comprometida y muy buena, y había elegido a mi bruja para relajarse,
esperando solo encontrar una historia ligera con la que pasar el rato. Sin
embargo, se llevó una grata sorpresa y me lo contó entusiasmada, contagiándome
a mí ese entusiasmo suyo.
Brianda es mi gran desconocida, mi novela menos leída.
Supongo que lo tiene todo para serlo, pero ha tenido que
pasar el tiempo para que asuma las razones de que eso suceda. Después de leer
las opiniones que ha suscitado, unánimes por otra parte, creo que voy sabiendo
algo de lo que le ocurre, que no tiene nada que ver con la historia que cuento
en ella.
1.- Es la segunda parte de otra novela.
En un tiempo en el que proliferan las sagas, las trilogías y
demás historias vinculadas a otras, el público lector empieza a hacerse
perezoso con novelas que de alguna manera te obligan a leer otra. Eso, que
también puede jugar a favor de una novela, en este caso ha ido en su contra. No
es la razón más importante, es solo una de ellas.
2.- Es juvenil.
Mi público lector, la mayoría, me identifica con el género
del que menos novelas he escrito, el romántico, y escuchar que esta es una
historia juvenil (y encima de magia) echa para atrás. ¿Alguien de sesenta años, por ejemplo, disfrutaría con esta historia? La respuesta la tengo: sí. La tengo porque tengo
varios lectores de esta edad (alguno se la ha leído dos veces), pero son fieles
desde siempre, así que no me fíe mucho de su opinión. Me quieren mucho y cuando
te quieren pones las opiniones (al menos yo) en cuarentena.
3.- Es gordísima.
Tiene casi cuatrocientas cincuenta páginas de historia. Sé
que hay quien busca tochos, pero otros huyen de ellos como de la peste. Suma
que es una segunda parte y que es juvenil y de magia. La respuesta a si la lees
es, directamente, no. Rotundo.
4.- Tiene una portada que no es atractiva.
Ahí la culpa es mía. La portada tiene todos los elementos
que yo quería, pero creo que no llama la atención lo suficiente. Me encantó
cuando me la mandó Iván, pero le faltó el plus de entusiasmo de otras veces en
las personas que la vieron conmigo, al cual no atendí como merecía. No escuché. Sin embargo, en mi defensa diré que no tuve tiempo. Lo que
sucedió con esta novela se llama precipitarse. No tenía que haberla publicado
en el momento en el que lo hice, tenía que haberme dado más tiempo para pensar
y decidir. Y, sobre todo, debería haberme fiado de mi instinto, lo que me lleva
a la otra razón, pero es tarde para lamentarse y no sirve de nada. Solo sirve asumir que me equivoqué.
5.- Su publicación se solapó con el premio de La chica de
las fotos.
Craso error por mi parte, no esperar a saber el fallo del
concurso. Si lo hubiera sabido antes, por supuesto que no la hubiera publicado entonces. Quizá
seguiría en el cajón, o habría hecho con ella lo mismo que con Oasis de arena,
una edición limitada a quien a mí me dé la gana, que para eso los tiempos que
corren me dan la libertad de decidir. Pasaron apenas dos meses y medio entre
una cosa y otra y le retiré mi atención plena.
6.- No he sabido venderla.
No sé explicar qué es Brianda. Si bien es cierto que es una
novela juvenil y de fantasía, en ella la realidad tiene un gran peso, la
realidad social del siglo XVII en España. Eso, el que la fantasía de la
historia se incruste en la Historia sin que chirríe no he sabido explicarlo
bien. Hay que leerla para entender lo que digo, sacudirse muchos prejuicios y
dejarse llevar por ella. Por el paseo por Madrid, por la función en el corral
de comedias, por el ambiente de caminos, ventas y tabernas, por el incendio de
la catedral de Toledo… y por esa otra historia de un medallón que va de mano en
mano, decidiendo el destino de los personajes.
7.- No me dejaron venderla.
Y aquí pensaréis que soy tonta. Y os daré toda la razón.
Desde el minuto uno que Brianda se puso a la venta, hubo voces diciéndome: te has equivocado, te has equivocado, te has equivocado. La
gente te identifica con otro género. La has cagado. Es una cagada de novela. No
es lo que tenías que publicar. Te vas a estrellar con ella…
Eso duele y pesa. Tanto que sé que no la he empujado como en su día
hice con las otras, que perdí la confianza en ella antes de empezar. La he ido dejando a su suerte, sin darle casi ni siquiera
oportunidades. De hecho, en algún momento eso pesó tanto que ni siquiera la
incluí en el programa de préstamos de Amazon y, quizá para bloquear su lectura,
le puse un precio desorbitado para ser una novela mía. Sigue teniendo un precio raro, algún día tengo que decidir algo al respecto.
8.- Las dichosas erratas.
Pues sí, las erratas de las narices. Me pasaron mil cosas
inexplicables con este archivo, que espero haber solucionado ya. Como no había
manera de deshacerse de los errores empecé de nuevo. Creé un nuevo Word, de la
primera a la última palabra y quité de en medio las confusiones que por más que
tocaba el antiguo no lograba que se fueran. Quedarán, siempre quedan, pero
estoy segura de que ni la décima parte de las que aparecieron en la primera
versión.
9.- He estado a punto de quitarla de Amazon varias veces.
No me compensaba. No me refiero a económica, sino
emocionalmente. No me compensaba verla languidecer, sin que apenas le prestasen
atención, así que estuve varias a veces con el dedo preparado para retirarla de
la venta. Al final hice lo contrario, la incluí en el unlimited. Muy coherente.
O muy visceral, como en realidad soy yo, de dejarme llevar por las emociones.
Seguro que me dejo algo negativo, pero me guardo un punto
para poner lo bueno de ella, que lo tiene:
10.- Unanimidad de opiniones.
Si hay una cosa de la que me siento orgullosa en este camino
que un día tomé es la de no haber pedido opiniones para mis novelas. Al
principio sí, me parece que los primeros meses estaba tan despistada como el
que más y me aconsejaron que pidiera a mis conocidos que opinaran, pero
enseguida me di cuenta de que eso no te hace crecer como autor, sino que infla
un globo que al final te estalla en los morros.
Nunca eres tan bueno como crees y si encima no paran de
echarte flores, jamás mejorarás.
Por eso no se me ocurrió volver a hacerlo y podéis estar
seguros de que todo, lo bueno y lo malo que tengo en los comentarios, ha
llegado solito. Y sin la intervención de mi familia que ni comentan ni falta
que hace, ya me lo dicen a mí en persona.
Brianda tiene en la página española 16 comentarios, tres de
cuatro estrellas y 13 de cinco, de los cuales solo uno no se corresponde con
una lectura. En Amazon USA tiene dos comentarios más
de cinco estrellas. En ellos lo que percibo es que la han disfrutado y viéndolos
juntos me doy cuenta de que, solo por esas personas, solo por gente que ha
disfrutado con ella y que ha sentido el impulso de venir a contármelo, como
hizo el otro día Almudena, merece la pena el tiempo que empleé en escribirla.
Merece la pena que Brianda esté aquí.
Aunque siga siendo mi novela menos leída.