Cuando uno fantasea con la posibilidad de ser escritor se
imagina a sí mismo encerrado en una buhardilla, rodeado de papeles o sentado
frente a un ordenador, trazando historias en mitad de la noche e imaginando
personajes. Cree que cuando termine el ímprobo trabajo de encajar todas las
piezas, que cuando la novela haya pasado esa fase de reposo necesario y
corrección posterior, cuando un editor haya dado el visto bueno para su
publicación… entonces descansará y podrá dedicarse a encerrarse de nuevo en la
buhardilla, volverá la magia de escribir y el proceso se repetirá con una
secuencia parecida en otra novela.
Pero esto no son más que fantasías.
En el improbable caso de que la novela llegue a término, de
que tengamos la paciencia de dejar que repose, de que aparezca un editor
interesado en ella y acabe bien colocada en una mesa de novedades de la más
selecta librería, el trabajo del escritor actual no habrá hecho nada más que
empezar.
Yo ni siquiera me atrevía a soñar, que alguna de mis novelas
iba a seguir los pasos de mi imaginación pero sucedió (menos lo de la
buhardilla que no tengo). Salió de mi fantasía para plantarse en el mundo
editorial, incluso se atrevió a cruzar el océano en busca de nuevos lectores.
Todo se cumplió, salvo el último paso.
Descansar.
Eso, hoy en día, lo hemos perdido. No sucede, al menos, si
eres uno de los cientos de miles de nuevos escritores que surgimos al amparo de
las redes. Si quieres que el sueño continúe es necesario empujarla, imaginar
estrategias de marketing (tú que no tienes ni idea de marketing) que además
tienen que ser las más acertadas para llegar a los lectores. Tienes que tirar
del carro, con lo que pesa, sin perder el aliento (ni la conexión a internet)
ni un solo día porque si lo haces estás muerto.
Nada de volver a escribir en tu buhardilla al amparo de la
soledad de tus pensamientos.
Ya os digo yo que estresa mucho.
Sin embargo, algo tendrá esto de escribir, algo de droga
dura de la que es imposible desengancharse porque yo sigo cada día reuniendo
palabras, desesperándome si no aparecen las que necesito.
Limando, puliendo,
limpiando, reescribiendo.