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jueves, 2 de mayo de 2019

LA SUERTE DE LOS IDIOTAS DE ROBERTO MARTÍNEZ GUZMÁN



Sinopsis:

Lastrado por una última misión policial en Madrid que no acabó de la mejor manera posible, el policía Lucas Acevedo regresa a Galicia para poner en orden su cabeza. Cuando cree que lo ha conseguido, una noche conoce a una mujer que hará que se plantee abandonar la solitaria existencia que ha llevado hasta entonces. Sin embargo, pronto se complican sus planes. Mucha gente comienza a morir a su alrededor y, en el momento en que se da cuenta de que él también está en el punto de mira, se verá obligado a librar una batalla de la que no conseguirá salir indemne.

Sé que hace tiempo que no hago reseñas, pero iba a colgar mi opinión en el muro de Facebook sobre esta novela y he pensado que mejor la guardaba también en el blog.

Es una novela que me ha durado un suspiro y que os recomiendo.

La suerte de los idiotas  (si pulsas el título te lleva a la página de compra) empieza fuerte. Lucas Acevedo es un policía que trabaja infiltrado en grupos de narcotraficantes y ha visto demasiadas cosas que le han obligado a tomarse un respiro. En eso está cuando toma la decisión repentina, la de parar en el arcén de una carretera de Vigo e intervenir en un conflicto que no le compete, y que descoloca el retiro que está tomándose. Primero, porque se siente atraído por la mujer a la que ayuda; segundo, porque un hecho fortuito que sucede en los escasos minutos que transcurren entre su parada y la salida de ahí con la mujer en su coche rumbo al hospital, va a desencadenar una matanza en la ciudad gallega, una ciudad que de pronto se llena de cadáveres.

Roberto Martínez Guzmán plantea una novela de lectura ágil, en la que lo fácil es meterse en la trama y lo difícil abandonarla. Escrita en primera persona, desde el punto de vista de Lucas, no solo nos cuenta los hechos, sino que también salpica la narración de reflexiones. En unos puntuales flash back conoceremos su pasado y las razones de su excedencia y, al final, asistiremos a una resolución del conflicto condicionada por ese mismo pasado.

En cierto modo, la novela me ha recordado la obra de Buero Vallejo, no por la trama, que ni se le parece a ninguna de las de este autor, sino en ese final que no juzga los actos del protagonista, sino que deja al lector la tarea de plantearse si las decisiones que toma son buenas o malas. Deja ese poso de preguntas, lo que no quiere decir que el conflicto no se cierre.

Lo hace, aunque dejando la puerta abierta para que conozcamos aventuras de este policía. En la foto, Edward, su mejor amigo. Bueno, el de verdad no se deja fotografiar...




¿La recomiendo? Por supuesto, es una de esas lecturas que se te escapan de entre las manos, que cuando te quieres dar cuenta has llegado al final. Si no conoces al autor, es una buena puerta por la que colarte en su mundo. Si ya lo has leído, aunque en esta novela deje de lado Ourense, donde transcurren sus otras novelas, y a Eva Santiago, la protagonista de las mismas, vas a encontrar ese tipo de escritura ágil y adictiva, que no solo te invita a leerlo a él, sino que abre el apetito lector en general.

¿Existe algo mejor que encontrarte con libros que te devuelven las ganas de leer?

Yo creo que no.

Otras novelas del autor:

Siete libros para Eva

Muerte sin resurrección

Café y cigarrillos para un funeral (gratis en Amazon)

También tiene una obra de no ficción:

Cartas desde el maltrato.

martes, 1 de agosto de 2017

TRES MINUTOS DE COLOR DE PERE CERVANTES



Sinopsis:

Tres minutos de color la estéril lucha contra el tiempo y la muerte cobra un significado muy distinto. 

Coque Brox, el protagonista de la historia, es un inspector de policía de mediana edad, separado, parco en palabras, amante de todo aquello que conserve su esencia y acromatópsico, o lo que es lo mismo, percibe la vida en blanco y negro. Herido de por vida tras sufrir una pérdida irreparable, solo le alienta la lucha por recuperar el cariño de su hija adolescente. En una Barcelona en caída libre, cuyos locales de diseño no logran acallar la apremiante nostalgia de sus habitantes, investigará la violenta desaparición de Palma, amigo y compañero de profesión. Durante el tiempo que duren las pesquisas se las verá y deseará para mantener engañado a un suspicaz comisario que no lo quiere en la investigación, sufrirá los persistentes intentos de suicidio de su exmujer, y conocerá muy de cerca qué es una ECM (experiencia cercana a la muerte). Lejos de las clásicas novelas de procedimiento policial, el inspector Coque Brox se verá obligado a visitar un terreno verdaderamente desconocido para él y para el resto de los mortales. Lo que un descreído como él nunca imaginaría es que hay lugares sobrenaturales que albergan la verdad, aunque el camino que conduce a ellos todavía siga siendo un misterio. Y como dijo Jorge Luís Borges: «Lo sobrenatural, si ocurre dos veces, deja de ser aterrador».

Tres minutos de color explora una cuestión para todos inevitable: ¿qué hay después de la muerte? No es una novela escrita solo para que te guste, sí lo es para que te estremezca, te haga dudar y reflexiones. 


Mis impresiones:

Hay libros que llegan a ti por caminos especiales. Este es uno de ellos.

Tengo dos amigas con las que comparto un chat. No me acuerdo de cuándo lo abrimos, ni quién de las tres lo hizo (¿María José tal vez?), pero el caso es que desde hace años se ha convertido en algo especial en mi vida. En él intercambiados impresiones sobre lecturas y escritura, ya que las tres compartimos esas dos pasiones. Nos recomendamos libros porque, aunque lo que reflejamos al escribir sea muy diferente, leemos parecido.

Somos  distintas, pero perfectamente compatibles.

Mis dos amigas se llaman María José Moreno y Pilar Muñoz, seguro que os suenan, porque son dos excelentes escritoras cordobesas. María José Moreno es psiquiatra, autora de La Trilogía del Mal y Bajo los tilos y Pilar Muñoz, psicóloga, acaba de publicar Un café a las seis, una obra de corte intimista y tiene otras dos novelas contemporáneas, Los colores de una vida gris y ¿A qué llamas tú amor?, así como un libro de relatos.

Además de cuidar de mi salud mental (es broma), como os he dicho asesoras literarias de primera. Hace un tiempo, María José nos habló en el chat de esta novela de Pere Cervantes y Pilar enseguida mostró interés por ella, porque ya había leído La mirada de Chapman y le había gustado mucho. Ambas son más de novela negra que yo (aunque también la leo) y estaban entusiasmadas. Como me encontraba en plena recta final del curso no presté demasiada atención al libro, hasta que Pilar lo leyó y nos contó que le había durado solo dos días entre las manos. Me dejó un mensaje:

"Mayte, te va a gustar".

Me picó la curiosidad, lo anoté, pero no me dio tiempo ni a ir a la librería, porque al poco llegó la cartera con un paquete. En su interior, un libro: Tres minutos de color.

Como voy a ir a Córdoba a finales de agosto, me quise dar prisa en leerlo, para poder comentarlo cuando las vea. Y así fue como esta novela llegó a mí y se coló en mis lecturas, dejando atrás esa pila de libros que siempre tengo en mi mesilla.

Lo hizo, estoy convencida, en un buen momento.

Pero, ¿qué es Tres minutos de color? Es una novela dividida en tres partes de distinta longitud, en las que un narrador omnisciente, en pasado, nos plantea una trama que en principio no deja de ser la de una novela negra. Sin embargo, casi desde el principio, varios sucesos extraordinarios les ocurren a los personajes secundarios, Oliver y Nadia, que hacen que se planteen una cuestión que quizá todos nos hemos hecho en algún momento: ¿hay vida después de la muerte? A Nadia, un paciente, Antonio Carrascosa, que le cuenta una experiencia cercana a la muerte le hace plantearse toda su formación científica, si no será cierto que somos algo más que química que cesa en el instante en el que respiramos por última vez.

La verdad es que conjugar una trama de novela negra con un tema así es delicado, porque puedes correr el riesgo de que al final todo se resuelva por obra y gracia del deus ex maquina, pero no es el caso de esta historia. Al final, todas las piezas que el autor ha ido diseminando a lo largo de la trama acaban encajando.

Un planteamiento clásico encuadra esta historia en una primera y una tercera partes que no se salen de lo que es una novela negra, y es a segunda parte, la esencia de esta novela, la que rompe moldes y arriesga con algo que es completamente innovador (en un género que hay tanto escrito que innovar se está convirtiendo casi imposible). Sin embargo, es esa segunda parte la que le da una potencia inusitada a esta historia, la que la hace especial y la vuelve reflexiva y profunda.

 Es la que más me ha mantenido enganchada.

A lo largo de 350 páginas, Pere Cervantes nos muestra una colección de personajes desencantados de la vida, que se mueven en la Barcelona de 2005. La unidad de Desaparecidos de la Policía está a punto de extinguirse en Barcelona, cuando los Mossos de Escuadra tengan plenas competencias en la ciudad. Coque Brox, el protagonista, no sabe qué será de él, pero lo que sí tiene claro es que quiere resolver una desaparición que no le deja en paz: la de su compañero Palma. Su situación personal no es la mejor: con una hija adolescente esquiva, una exmujer suicida y una pérdida irreparable a sus espaldas, Coque además tiene que lidiar con una acromatopsia que le hace ver el mundo en blanco y negro.

Tanto él como Nadia, la neurocirujana, o el mismo Oliver, el forense compañero de piso de Brox son seres solitarios. O el Aspas, un personaje muy particular que me encantó. O Rodri, el dueño de la taberna. O Marga, que no tiene ganas de vivir porque hay pérdidas en la vida que te las quitan y te impiden ver que sigue siendo en color.

Si ha habido algo que he sentido en esta novela, que se mastica, es la soledad de todos los personajes.

Me ha gustado la ambientación, esa sensación de estar pisando una Barcelona que quizá hasta se parezca a la que recuerdo (mi última visita se remonta a 2007). Un homenaje a la ciudad, que creo que de algún modo lo hacemos todos los que escribimos con los sitios que amamos.

Sobre el final, creo que no me ha sorprendido nada y me ha sorprendido que no me sorprendiera. A ver si me explico, que en lugar de una frase parece que he escrito un trabalenguas. Es un final fantástico y me parece que encaja a la perfección. Si esto fuera un puzle, podría pasar la mano por encima y no se notaría la diferencia entre una pieza y otra porque está tan bien tramada que resultaría suave y liso como tocar el cristal de una ventana. Pero pude anticiparme, pude saber dónde iban las piezas mucho antes de terminar la lectura. Mi mente se iba adelantando, planteando hipótesis y todas las cumplía. Por eso digo que no me sorprendió, porque si hubiera tenido que escribir el final, quizá las hubiera puesto todas en el mismo sitio que Pere Cervantes.

Eso me ha encantado. Es notorio lo torpe que soy para anticiparme cuando se trata de una novela negra.

Hay quien valora de manera muy positiva los finales sorprendentes. Yo prefiero los que pide cada historia y esta tiene el que mi cuerpo me pedía, así que no puedo decir nada más que me quito el sombrero.

Sobre la narrativa, no había leído a Pere Cervantes, así que no sé mucho de cómo escribía antes de este libro. Pero respecto a este, me han entrado ganas de subrayar frases, he compartido alguna en Twitter y alguna ha ido a parar a mi agenda de frases. Eso es una de mis buenas señales. Otra, que la prosa me iba gustando cada vez más a medida que avanzaba. Al principio no la noté tan envolvente como al final.

Antes de terminar la lectura ya sabía que le iba a poner un pero: la portada. No me llama nada la atención, ni el tipo de letra, ni el dibujo, ni entendía qué me estaba tratando de contar. Después de leída la novela, igual que pienso que el título es perfecto, la portada la entiendo, pero sigue sin convencerme mucho. Pero es lo de menos. Olvidaos de portadas y leed.

Merece la pena.




sábado, 5 de noviembre de 2016

A IRA DOS MANSOS DE MANUEL ESTEBAN



La reseña están en castellano, aunque mantenga la sinopsis en gallego. No me atrevo a traducirla y a escribir alguna burrada.

Sinopsis (en gallego):

Premio Xerais de Novela, 2016 - O cadáver dunha nena con síndrome de down aparece nos terreos do edificio Bandeira en Vigo. Para resolver o crime, o inspector Carlos Manso ten que percorrer os intestinos da delincuencia viguesa e internacional. O inspector móvese habilmente polos diversos escenarios da cidade e vive, ao tempo, un proceso que derruba as súas barreiras emocionais. 

A ira dos mansos é unha magnífica novela policíaca, cun acusado enfoque social, que propón unha viaxe de superación de moitos prexuízos, cuestionando a normalidade e a perfección e obrigando á reflexión. 

Escrita cun estilo directo, rápido, eficaz, sen adobíos, a novela apóiase nun gran sentido do humor, ás veces ácido e cínico, e nunha trama que nos atrapa, e que nos obriga a seguir lendo, colocándonos contra as cordas á hora de percibir o que é e non é pertinente dentro das convencións sociais, e poñendo en valor as persoas que traballan con colectivos con síndrome de down. 

A ira dos mansos é unha novela negra cunha historia trepidante que trata sobre a inclusión, a dignidade e o respecto.

Mis impresiones:

Para hacer algo, lo que sea, siempre hace falta tener las herramientas necesarias, aunque solo con ellas, aunque las domines, no sirve. También hace falta motivación. Si esta es fuerte, el resultado llega y esta novela es un ejemplo de ello. El autor, que manejaba las herramientas necesarias para trasladar una historia al papel, tenía motivaciones personales para arrancarse con la novela, como ha dicho él mismo en varias entrevistas. La escritura fue su manera de sanar heridas, de expresar su punto de vista ante cómo la sociedad no permite que las personas con discapacidad encajen en ella. Su hijo, con Síndrome de Down, supuso para él la chispa para arrancar y desde la ficción, usando al personaje principal de esta novela, el inspector Carlos Manso, poner sobre el tapete prejuicios que se ha ido encontrando, ante los que reflexiona, enmarcado dentro de una trama de novela negra.

La ficción tiene ese poder de remover conciencias que muchas veces es más fuerte que una charla documentada.

Esa fuerte motivación ha tenido como resultado esta novela, A ira dos mansos, que he leído por otra motivación. La mía. No ha sido fácil. Como la sinopsis que os dejo, está en un idioma que ni hablo ni escribo, y en el que apenas había leído algo más que noticias de prensa, pero que ahora sé que entiendo. Aunque por el camino se me queden palabras y más de una vez haya tenido que recurrir al diccionario (maravillosa tecnología que me permite llevar todos los diccionarios del mundo en el móvil y conocer la respuesta al instante). Quería leerla porque él es quien es, mi primo, porque cuando supe que había ganado el Xerais me sentí como todos en la familia, orgullosa y feliz, pero me faltaba saber cómo escribía.

Lo resumo: impresionante.

Es que no se me ocurre otra palabra. Incluso con la barrera del idioma, la prosa de Manuel Esteban es impecable, ácida y en algunos puntos cínica. El personaje del inspector Carlos Manso transmite verdad por los cuatro costados y es uno de esos protagonistas redondos que de vez en cuando aparecen en las novelas y a los que apetece tanto conocer. Quizá es el que mejor retrata el autor, porque para contar la trama escoge la primera persona y es a él a quien escuchamos prácticamente en toda la narración, salvo en algunos párrafos de la segunda parte. Desde la limitación técnica que supone el uso de esta persona, que no te deja como autor asomarte a lo que piensan o viven el resto de los personajes, construye una novela en la que dos investigaciones, en principio separadas, acaban confluyendo en una idea. He visto en esas dos historias a dos padres opuestos. Protección y desapego, dos maneras de enfrentarse a una realidad que les ha tocado cuando la vida les ha puesto en los brazos un niño con Síndrome de Down.

Y he visto a un hombre, el inspector, a en quien esas dos historias le provocan que salten por los aires sus ideas preconcebidas, que quizá son las de muchos, ante las personas con Síndrome de Down. A Carlos Manso nos lo presenta como un cuarentón solitario, adicto al café y con problemas para conciliar el sueño. Descreído, algo antisocial y con un humor ácido.

La historia arranca con el asesinato de Violeta, una joven con Síndrome de Down cuyo cadáver aparece en los terrenos del edificio Bandeira en Vigo. De madrugada, Carlos Manso recibe una llamada para presentarse en el lugar y los rasgos especiales de Violeta no le pasan desapercibidos. La investigación comienza y toma contacto con la Asociación a la que pertenecía la víctima, Alza Down. Descubre un mundo al inspector que enseguida se da cuenta de que no se corresponde con los prejuicios que estaban asentados en él, que se van plantando frente a sus ojos y ante los nuestros como lectores. Carlos Manso resuelve el caso, pero el conflicto interno, lo que se ha despertado en él conocer un mundo del que se da cuenta de que no sabía nada en realidad, se queda flotando y, cuando aparece otro relacionado con la Asociación, él ya no es el mismo. Hay un personaje femenino, Lorena, la directora de la Alza Down, que al autor le sirve de excusa para dos cosas: que arranque en él un interés personal en la mujer y que sus propias barreras emocionales se vayan derrumbando cuando ella le sirva de guía en este universo.

El mundo que encuentra tras las paredes de Alza Down, difuso, imperfecto, extraño, empieza a enfocarse en su mente y encuentra en las personas que conviven allí mucha más humanidad que fuera.

Como novela policíaca, es muy interesante, pero añadido ese plus que le dan las reflexiones del personaje, aderezado con una prosa sobresaliente (incluso, lo repito, aunque no esté en mi idioma), me ha parecido magnífica.

Una buena apuesta lectora.

Podéis pensar que es pasión de prima. Creo que no, que es más bien pasión de lectora. Es cierto que la he leído por ser él, pero lo que he encontrado ha superado las mejores expectativas.

Y sabéis que en esta casa no se miente sobre los libros. Solo os cuento lo que me encanta.

Por cierto, es el libro más vendido en gallego estas semanas. Eso también da una pista de que os estoy contando algo que es cierto.

lunes, 4 de julio de 2016

SIETE LIBROS PARA EVA DE ROBERTO MARTÍNEZ GUZMÁN



Sinopsis:

Cuando en una calurosa noche del verano de 1999, la joven Eva aparece en una gasolinera, malherida y ensangrentada, todo el mundo se sorprende de que siga con vida. Desapareció quince días antes, tras pasar la noche con un compañero de universidad y todas las pistas apuntan desde un primer momento a un crimen pasional. En la novela viviremos las dos tensas semanas de duelo, en las que su ausencia sacará a la luz secretos familiares, mentiras guardadas durante años y una estudiada trama de corrupción política.


Mis impresiones:

Siete libros para Eva es la última novela de Roberto Martínez Guzmán, la tercera de la saga de la inspectora Santiago, aunque esta tiene una particularidad, es más bien una precuela, una historia en la que conoceremos a la policía de Muerte sin resurrección y Café y cigarrillos para un funeral cuando era joven.

El autor da un salto hacia atrás en el tiempo y nos presenta a una Eva universitaria. Es el verano de 1999 cuando, una noche de viernes, la muchacha se esfuma de Santiago de Compostela, donde estudia. Las pistas apuntan a que con ella se ha cometido un crimen pasional, pero su cadáver no aparece, por lo que pronto se organiza una búsqueda incesante de la chica. Durante dos semanas, asistiremos a la angustia de su familia por encontrarla, a la investigación policial y todas las emociones que eso genera en las personas que la quieren. Y, cómo no, también estará presente la prensa, que cubre el suceso.

Pero eso no es todo.

En paralelo a esta historia, Roberto Martínez Guzmán desgrana secretos familiares que llevan ocultos mucho tiempo y, por si nos parecía poco, una trama de corrupción política, centrada en un pequeño partido emergente en Ourense, la UDO, del cual es miembro Manuel, el padre de Eva. Aunque la novela date de finales de los noventa, el tema de la corrupción lo tenemos presente en nuestra sociedad. Todos los días lo vemos en las noticias, por lo que la trama, en ese sentido, se vuelve actual. La manera de actuar de estos políticos nos va a recordar a muchos de los casos que copan las portadas de los diarios de este 2016 en el que vivimos.

Si bien Siete libros para Eva puede clasificarse como novela negra, creo que tiene una particularidad destacable. Es también una novela donde los sentimientos están a flor de piel. El personaje que lo consigue es Lina, sobre todo, la madre de Eva. Transmite su angustia por la desaparición de su hija, a la que todos dan por muerta aunque no la encuentren, y desgrana ante nosotros su vida, sus miedos, la falsedad en la que vive envuelta. El cautiverio de Eva, su secuestro, vamos a vivirlo con ella, pero también veremos cómo transforma a Lina.

Me ha gustado, sobre todo, la parte del secuestro de Eva. El título de la novela tiene mucho que ver con el tiempo que pasa encerrada y en él vamos a descubrir a una muchacha que, a pesar de la angustia de verse encerrada, no se resigna a morir a manos de su secuestrador. Durante ese tiempo irá ideando maneras para escapar viva. Y de reunir pruebas para que el secuestrador no salga inmune de la situación. El carácter fuerte y analítico que conocemos de ella de otras novelas en esta se está forjando y es interesante conocerlo.

Los libros, esos que le lleva el secuestrador para que pase mejor los días, serán su compañía y un punto en el que Eva reflexiona con una frase certera:

«¿Por qué me traes libros? –preguntó Eva-. ¿No sabes que un libro es la mayor arma de insumisión del mundo?»

Durante el libro, mientras haces la lectura, en tu mente se suceden los sospechosos del secuestro de Eva. Los detalles que deja caer el autor, medidos con mimo, te hacen decantarte a veces por uno u otro y, al final, como siempre me pasa con Roberto, es alguien que no esperaba. Tampoco esperaba el último capítulo, pero eso es algo a lo que nos tiene acostumbrados.

Igual que no imaginaba que las tramas, sin aparente conexión, confluyeran en una explicación que las incluye a todas. Sin dejar cabos sueltos. Mezclando lo personal con la política, en una venganza redonda.

A nivel narrativo, creo que el autor ha dado un salto. Esta novela está llena de frases memorables, de las que se te quedan en la cabeza (de las que me anoto en mis libretas). Es fluida y en apenas dos días tenía la novela leída, aunque no es precisamente corta.

Esta novela participa en el concurso de Amazon de este verano. Le deseo mucha suerte con ello. Lectores sé que tendrá, y que pasarán un buen rato de lectura con ella. Ya estáis tardando en leerla.

Podéis adquirirla en Amazon siguiendo este enlace.

jueves, 15 de octubre de 2015

LA NOVELA DE REBECA DE MIKEL ALVIRA



Sinopsis:

Solo un escritor tramposo puede escribir la novela perfecta.
Simón Lugar es un autor de éxito que, encerrado en su apartamento de la costa vasca, lucha por dar forma a su primera novela negra. Melancólico y misántropo, se siente presionado por su agente literaria y sus cientos de miles de lectores. Buscando la inspiración en un largo paseo por la playa, conoce a «Eme» una joven enigmática que influirá en él de un modo inesperado al tiempo que una serie de sangrientos asesinatos van conformando la trama del libro dentro de su cabeza.


Mis impresiones:

¿Sabéis esos libros de los que nunca has oído hablar y de pronto, cuando eres consciente de ellos, aparecen en todas partes? Algo así es lo que me pasó con La novela de Rebeca. Quizá estaba ahí, pero tuvo que llegar Mari, de La isla de las Mil Palabras, para que me diera cuenta de que lo estaba viendo sin prestar la más mínima atención. Mari me decía: “Tienes que leer esta novela. Te va a gustar mucho”.

Un imperativo. Una orden lanzada con tanta seguridad que no necesitó de más palabras para convencerme.

Fui averiguando sobre ella e incluso me di cuenta de que sabía quién era su autor, porque había leído alguna frase suya en Twitter que me había llamado la atención.

Este mes de octubre me sobran deseos de leer, me sobran libros pendientes y me falta tiempo. Aun así, un sábado por la tarde de los que viajo para visitar a mi madre, entré en una librería de Guadalajara y salí de ella con La novela de Rebeca en mis manos. Tenía otra empezada y tuve que guardarme las ganas de abrirlo. Dos horas aguanté.

“Hay días en los que las horas no son horas, son cuadernos”.

La frase hizo tambalearse mi voluntad y a punto estuve de abandonar la novela anterior, pero fui capaz de serenarme y meter el libro en la maleta. Lo más escondido que pude, para que me dejase cumplir con mi propósito lector y esperase su turno.

El día 10, terminada la otra, me senté con dos libretas al lado y empecé a leer. Sabía que iba a ponerme a anotar frases; esa que mis ojos recorrieron nada más comprar el libro me lo había gritado fuerte. Sabía que me iba a gustar porque Mari me conoce y ella seguía insistiendo en sus mensajes.

Esta novela, al empezar, puede parecer compleja. No es tanto por lo que cuenta, sino por cómo está estructurada, cómo ha elegido el autor hacernos llegar la historia. Tan pronto encuentras fragmentos contados por un narrador omnisciente en tercera persona, como otros en segunda, en el caso de las introducciones de cada capítulo, como alguno en primera persona en la novela que está escribiendo Rebeca. Sin embargo, para mí esto no fue obstáculo, creo que este puzle, esta historia en la que al final nada es lo que parece, tiene un ritmo y una capacidad de absorber que, enseguida, me sentí dispuesta a entrar en su juego. No es el qué me cuenta, es el cómo lo que me ha dejado las mejores sensaciones.

«Una cosa era contar historias y otra cómo contarlas».

Quizá ese desorden que contrasta con el obsesivo comportamiento de Simón Lugar, el protagonista, ese desorden que al final te das cuenta de que solo es aparente, junto con un final que te deja pensando y una escritura de calidad es lo que hace muy recomendable su lectura.

Reviso mis notas para seguir con esta reseña y descubro la razón por la que Mari insistía tanto. Las frases anotadas en la libreta de las frases. Dieciséis de ellas contienen la palabra escribir o escritor. Media docena hablan de poesía. Todas están llenas de emoción. Todas, sin excepción, dan para sentarse y pensar un rato, mientras tiras palos al mar –o le das patadas a las piñas-.

Me he sentido muchas veces Simón Lugar. Porque bebo tónica sin ginebra. Porque, lo he escrito mil veces en este blog «no sé no escribir». Porque «escribo una cosa y me gustaría escribir otra. No sé lo que quiero». Porque yo no tengo «mi» playa, pero soy igual de territorial con «mi» pinar, hasta el punto de que este verano he visto amanecer casi todos los días, buscando no encontrarme con nadie. Porque «bloquearse es no satisfacer la demanda del cerebro, no encontrar la agilidad necesaria en los dedos, no hallar el umbral del dolor hasta comenzar a padecerlo». No sentir música en tus dedos.

Me he hecho preguntas. ¿Hay que seguir los pasos de la intuición o amarrarse a una estructura mientras escribes? ¿Escribir es en realidad una huida? ¿Hay más maneras de escribir que desde las tripas? ¿Las novelas son un puzle de fragmentos que se deben ordenar al final? ¿De verdad la gente reacciona cuando cuentas que eres escritor?

Pero quizá esto que me ha pasado a mí no le ocurra a todo el mundo que la lee. Quizá ni siquiera a quien escribe, porque cada uno procesa las emociones de manera diferente. Todas son válidas, por más que en muchas ocasiones no sean coincidentes. Habrá quien se detenga a analizar las dos historias. La de Simón Lugar, que encuentra en esa muchacha misteriosa de la playa, Eme, el empuje necesario para terminar la novela. Quizá la de Rebeca Leeman, la protagonista de la novela que está escribiendo Simón, una novela negra de asesinatos en serie en Uribe Kosta. Quizá se pare en los personajes de Luz y Rebeca, la niña que miró a los ojos a Simón en Buenos Aires y estableció con él un vínculo de esos «imposibles de evitar».

No lo sé.

Solo sé que a mí la novela me ha gustado mucho. He buscado momentos para ponerme a leerla, incluso en unos días en los que mis dedos han recuperado la necesidad de danzar por el teclado vertiginosos, empujando con brío a una historia atascada desde hacía meses.

No sé si a ti te gustará, si te apetecerá, si te provocará lo mismo que a mí porque, ya lo he dicho, está llena de emociones y las emociones son muy personales. Ni siquiera estoy segura de que hayas entendido nada de la novela después de leer esta reseña.

Solo puedo darte el mismo consejo que Mari: léela. 

martes, 15 de septiembre de 2015

LA CARICIA DE TÁNATOS, NOVEDADES VERSÁTIL.


Me alegra mucho publicar este post. La caricia de Tánatos, de María José Moreno es una de esas novelas que te preguntas por qué no estarán en papel cuando las lees en digital y, aunque haya transcurrido mucho tiempo desde que la autora la puso a la venta en Amazon, al final le ha llegado una oportunidad más que merecida.

En octubre de 2013 me descargué la versión digital de esta novela. Era el primer libro que leía de ella, a pesar de que ya tenía en el kindle la que en ese tiempo era su novela estrella era Bajo los tilos, con la que había alcanzado en 2012 el primer puesto de ventas de la plataforma digital y que le había permitido fichar con Ediciones B.

Estaba esperando a que Bajo los tilos saliera en papel, porque sabía que había sido ampliada y quería tener la lectura completa, así que, mientras llegaba enero, quise conocerla como autora y empecé por esta novela, una historia que podemos catalogar como thriller psicológico. No me decepcionó en absoluto, como no ha vuelto a hacerlo en la relectura que he hecho de la versión que desde el  lunes 14 de septiembre está a la venta en papel, de la mano de Off Versátil.



Después de leer sus dos libros, las casualidades de la vida quisieron que coincidiéramos en la presentación de nuestras novelas publicadas con Ediciones B en Madrid y esto nos ha convertido en amigas y compañeras de aventuras literarias. Mi alegría es doble, pues, porque el libro es muy bueno y porque es suyo. María José Moreno es psiquiatra y profesora de la Facultad de Medicina de la Universidad de Córdoba. Sus casi 30 años de sesiones en la atención de trastornos mentales y de la personalidad le dan un extra de solvencia a la Trilogía del Mal que empieza por La caricia de Tánatos, puesto que su propia experiencia profesional la vuelca en la creación de situaciones y personajes.

Sinopsis:

“Una coincidente cadena de sucesos viene a enturbiar la rutinaria y tranquila existencia de la psicoterapeuta Mercedes Lozano.

Inquietantes llamadas telefónicas anónimas y cartas; el inicio de una relación afectiva con Miguel Vergara, un psiquiatra que ejerce de médico forense, con una traumática infancia de la que no termina de desprenderse; un complicado tratamiento psicoterápico de una paciente, Marina Daroca, y la aparición en escena de un hombre que solicita su ayuda profesional y cuya mirada «hiela la sangre», ponen su vida boca abajo y la sitúan al borde del precipicio emocional
.
Un thriller psicológico que recrea con gran realismo el escabroso viaje de la psicoterapeuta a través de sí misma y de sus pacientes para identificar el tejido del Mal, su origen y la forma de manifestarse a través de sus múltiples máscaras: la manipulación, la perversidad, la culpa autoimpuesta, el maltrato psicológico… poniendo el acento en las vidas de unos personajes marcados por su infancia, mostrándonos el lado más oscuro de sus mentes.”

Mis impresiones:

En la mitología griega, Tánatos es la personificación de la muerte no violenta. Su toque era suave, como el de su hermano gemelo Hipnos, el sueño. En la teoría psicoanalítica, Tánatos es la pulsión de muerte, que se opone a Eros, la pulsión de vida.”

Así, con esta preciosa cita, arranca La caricia de Tánatos. Es solo el aperitivo de lo que el lector encontrará más adelante, una novela que, además de mantenerte en vilo, te hace pensar.

La caricia de Tánatos tiene como tema de fondo el maltrato, pero no el físico, ese que deja huellas visibles en las víctimas, sino otro mucho más perverso, el psicológico, el que poco a poco destruye a la persona, aniquilando su seguridad y su voluntad, y convirtiéndola en una marioneta de quien lo ejerce.

Lo primero que sucedió cuando empecé a leer La caricia de Tánatos es que enseguida me sentí identificada con Mercedes Lozano, la psicóloga cordobesa protagonista de la novela. Me sumergí en su vida y me angustié con ella cuando empezó a recibir unas misteriosas llamadas telefónicas en las que el interlocutor no contesta.

La vida de Mercedes no ha sido fácil. Desde que nació, siente que su madre no tiene con ella la relación que sería normal entre una madre y una hija, y sufre por ello aunque se empeñe en decir algunas veces que lo tiene asumido. Para ella, el personaje esencial de su familia fue su padre y nos cuenta cómo es la relación que tiene con sus tres hermanos. Todos, diez años antes del inicio de la novela, la arropan cuando José Luis, su novio de toda la vida, la abandona a pocos días de la boda para marcharse con Lola, su mejor amiga de la infancia. Decide centrarse en su profesión de psicóloga, después de pasar una temporada en Estados Unidos donde un compañero de profesión le sirve de ayuda para superar el trauma.

Ya en la actualidad, Mercedes conoce a Miguel Vergara, psicólogo que trabaja de forense, por el que se siente inmediatamente atraída. Ambos vienen de relaciones que no han ido demasiado bien y se muestran cautos en cuanto a sus sentimientos. Por otro lado, Mercedes no puede evitar sentir en algunos momentos que su relación con Miguel tiene ciertas similitudes con la que está viviendo una de sus pacientes, Marina, que se convierte en el centro de la preocupación de la psicóloga. Y no es para menos. Después de haber logrado salir de una relación en la que sufría malos tratos y en la que era fuertemente dependiente, ha caído en las redes de otro manipulador.

Pero no es esa la única trama de la novela, hay otra que circula en paralelo, una que habla de descubrimiento de secretos familiares que han permanecido sepultados por un pacto de silencio familiar y que le acabarán dando la clave de lo que le toca sufrir.

La novela se estructura en cuatro partes. Empieza por una introducción, fechada el 18 de septiembre de 2010, pero enseguida la historia que nos esboza, una anticipación del final, se interrumpe para empezar a contarla desde que comenzó.  La primera parte arranca en enero de 2010, la segunda va de marzo a mayo de este mismo año, la tercera parte transcurre entre junio y julio 2010 y la cuarta en los dos últimos meses de ese verano. Todas tienen una extensión similar, alrededor de quince capítulos muy dinámicos, enlazados de manera que vas pasando página casi sin darte cuenta. Finaliza con un epílogo en el que nos queda claro que aunque la historia que cuenta La caricia de Tánatos ha terminado, no lo ha hecho del todo, hay una parte, la que tiene que ver con la recuperación sentimental de la protagonista, que se ha quedado colgada. Y algo más…

Los escenarios elegidos para la novela se centran sobre todo en la ciudad de Córdoba. Yo, que he tenido la suerte de visitarla este verano, recordaba las descripciones de las calles por las que se mueven los personajes. Creo que quienes conozcan la ciudad y sobre todo los que viven en ella van a tener un plus añadido en la lectura. Es algo que me gusta, que los autores se atrevan a ambientar las novelas en espacios poco frecuentes. Me sucedió lo mismo cuando leí la trilogía de César Pérez Gellida, Versos, canciones y trocitos de carne, ambientada en Valladolid o Muerte sin resurrección, que transcurre en Ourense. Muchas de las novelas están ambientadas en los mismos lugares de siempre, Madrid, Barcelona… Valoro de manera muy positiva que se apueste por cambiar esto y que ciudades más pequeñas se conviertan de algún modo en protagonistas de novela.

Los personajes tienen mucha fuerza, no solo los principales, sino también los secundarios están trazados con maestría. No en vano, María José Moreno es psiquiatra y el perfil de cada uno de ellos es minucioso. Podemos sentir que sienten. Marcos, Marina, Marta… cada uno tiene una personalidad definida, unas preocupaciones vitales diferentes que van perfilando su personalidad a lo largo de las páginas del libro.


Esta novela es la primera de una Trilogía sobre el Mal, cuya segunda parte tardará muy poco en estar disponible, en marzo del año que viene. Se titula El poder de la Sombra y la tercera será La fuerza de Eros, cuya publicación está prevista para septiembre de 2016. Las portadas de las tres, que rescato de la página de la editorial Versátil, son una verdadera delicia, creo que han hecho un trabajo fantástico con ellas.



Además, si te apetece, puedes descargarte el formato imprimible del punto de libro en la página de la editorial. Me ha parecido una idea muy original. Pincha aquí para verlo.

jueves, 6 de agosto de 2015

MUERTE SIN RESURRECCIÓN DE ROBERTO MARTÍNEZ GUZMÁN



Sinopsis:

 Una serie de asesinatos amenazan la tranquila ciudad de Ourense, sin aparentemente relación alguna entre ellos. Pero una señal de identidad de la asesina deja claro que se trata de la misma persona, Emma, una mujer sumamente inteligente con un plan elaborado y un motivo que la lleva a actuar de esa forma. Eva Santiago, inspectora de policía, es la encargada del caso. Así comienza una carrera contrarreloj para evitar más muertes. 

Antes de empezar:

Esta reseña, la revisaré antes de publicarla, pero su base lleva escrita más de un año. La redacté cuando leí la novela, para publicarla cuando considerase oportuno, pero se quedó en una intención que se frustró cuando mi anterior ordenador falleció el verano pasado, asesinado por una dueña que no lo apagaba jamás. Al revisar los archivos que rescataron de él la vi, pero, aunque he pensado muchas veces publicarla, al final siempre pasaba algo que hacía que decidiera posponerlo. Hoy ha llegado el día.

Mis impresiones:

No sé que esperaba encontrar cuando abrí Muerte sin resurrección. A finales de 2012, si no recuerdo mal, recibí un email del autor invitándome a participar en la lectura conjunta de la novela, pero rechacé el ofrecimiento. Había participado en algunas y la experiencia no me gustó, porque soy de las que abandonan libros o no hablan aquellos que no me convencen. Una lectura conjunta honesta me obligaría a decir si el libro me había llegado o no, buscar sus puntos fuertes y sus debilidades y, la verdad no me apetecía nada escribir sobre un libro que no me gustase. Y podía ocurrir.

Me olvidé del tema.

Meses después de esto el autor me escribió para preguntarme si había leído el libro y me faltó muy poco para mandarle a paseo. Me sorprendió tanto que consiguió... que lo descartase de mis siguientes lecturas. Si tenía alguna posibilidad de que lo leyera se la había cargado con su impaciencia.

No fue la última vez que me preguntó, aunque en medio hubo otras conversaciones, pero yo seguía en mis trece: si seguía preguntando yo seguiría sin abrir el libro, del que, por otro lado y como ya he dicho, no sabía nada. No me había enterado de que se había publicado por capítulos primero en Facebook y que esa era la razón por la que eran cortos, para poder ser leídos del tirón sin que decayera el interés. No tenía ni idea de que se habían vendido miles de ejemplares de la novela en Amazon, siendo uno de los libros autoeditados con mejores resultados en cuestión de ventas. Tampoco tenía constancia de que el autor tuviera cientos de miles de seguidores en las redes.

Yo, a mi aire.

¿Por qué la leí entonces? Porque dejó de preguntar.

Así de sencillo, así de tonto, así de normal. La leí porque un día la abrí y me apeteció. Sin imposiciones ni peticiones. Yo sola. Como leo todos los libros, decidiendo por mí misma. Como hago, en realidad, todo en la vida: cuando estoy convencida.

Me encontré con una historia que arrancaba fuerte: una mujer está confesándose en la iglesia de Santa María, en Vigo. Es Domingo de Ramos y el sacerdote le explica que no puede darle la absolución, de momento. Ella consigue que le prometa que estará una semana después en un lugar que ellos han pactado, pero que el lector desconoce. En el primer capítulo de ella solo sabremos que se llama Emma.

El misterio ya está servido, ya te ha enganchado y no queda más remedio que continuar leyendo.

¿Qué tiene de particular esta novela? Lo primero, que desde el principio sabemos quién es la asesina. Sabemos que ha trazado un plan y que está dispuesta a llevarlo a cabo, y durante la novela iremos viendo cómo, uno por día de esa trágica semana, ejecuta a cada una de sus víctimas. Visto así podría pensarse que la lectura no tiene mucho sentido. Si sabemos qué va a pasar, ¿por qué seguimos leyendo? Precisamente por eso, porque desconocemos, hasta el final, el porqué. Esa única pregunta es la que mantiene la intriga del lector y le arrastra por las páginas de la novela. Y la palabra arrastrar no es casual porque es un libro que se hace corto. Además de que es complicado dejar de leer, dada esa estructura en episodios cortos, la forma de escribir, sin artificio alguno, casi periodística, empuja al lector a seguir un poco más. Y así, poco a poco, van pasando los días de esa terrorífica semana en Ourense.

Ah, que eso no lo he dicho.

Otra de las características de esta novela es que transcurre en Ourense, un escenario poco habitual en las novelas (no me suena haber leído otra que suceda allí)* y que el autor decide quizá porque se trata de su ciudad y puede que quisiera hacerle un homenaje. O que la conoce muy bien, que también podría ser la razón, eso habría que preguntárselo a él.

Las palabras que me venían a la cabeza mientras leía este libro eran dos: rencor y venganza. Son las dos sensaciones que laten con fuerza en las motivaciones de Emma, y están muy bien plasmadas.

En el otro lado de la balanza, si decidimos que Emma encarna al mal de esta novela (que eso después lo hablamos), estaría la inspectora Eva Santiago, que es la encargada de investigar los crímenes. Es una mujer inteligente, pero, durante la fatídica Semana Santa en la que transcurre la historia, va siempre un paso por detrás de la asesina. No he sentido mucha empatía con este personaje, me ha parecido muy normal, pero también bastante fría. No sé qué esperaba, la verdad, quizá un poco más de sangre en las venas, algo de pasión en su vida, un poco de... sal. Es inteligente, resolutiva, analítica y hace bien su trabajo, pero lo tocante a su vida y la relación con su marido me ha parecido un poco floja. Quizá queriendo centrar todo en la investigación, el autor ha dejado de lado otras facetas que podrían haber enriquecido el personaje.

Una de las cosas interesantes de la investigación es que la autora de las muertes, Emma, quiere que la policía no tenga ninguna duda de que los asesinatos los está cometiendo la misma persona. Para ello deja su firma, una pelota de golf.

Al final de la historia, por sorprendente que parezca, no he sentido rechazo por la asesina. Averiguar su por qué, aunque no esté para nada de acuerdo con su manera de proceder, la vuelve más humana y más cercana, incluso aparece un punto de comprensión en el lector bastante inesperado.

Si tú eres todavía uno de los que no han leído esta novela, ya sabes, en Amazon.

*He leído después Café y cigarrillos para un funeral, del mismo autor, ambientada en la misma ciudad, pero no lo había hecho cuando redacté esta reseña.

El autor anuncia para antes de que acabe 2015 que estará disponible otra novela que tiene como protagonista a la inspectora Santiago, Siete libros para Eva. La leeré cuando sea.




sábado, 5 de julio de 2014

MEMENTO MORI DE CÉSAR PÉREZ GELLIDA

VERSOS CANCIONES Y TROCITOS DE CARNE I



Sinopsis:

Septiembre de 2010. Aquella mañana de domingo nada hace presagiar al inspector de homicidios de Valladolid, Ramiro Sancho, que acaba de dar comienzo una pesadilla que lo dejará marcado para el resto de sus días: la investigación del asesinato de una joven ecuatoriana a la que le han mutilado los párpados y en cuyo cuerpo han encontrado unos versos amenazantes.

Antecedentes.

¿Cómo llegué hasta ella?

Dando un rodeo, os lo cuento.

Algunos blogueros decidimos quedar este año en la Feria del Libro de Madrid para desvirtualizarnos. No había manera de ponernos de acuerdo, así que al final decidimos vernos en la presentación de Consummatum est, la última parte de la trilogía que inicia este libro: Versos, canciones y trocitos de carne. Como quería llevar hechos los deberes (era la única que no se había leído una línea de lo que escribe César Pérez Gellida) el 6 de junio, al pasar por delante de la caseta donde estaba firmando, pensé que comprándome un libro lo solucionaría de cara a la charla.

Tenía una semana, tiempo de sobra.

De vez en cuando me pasan cosas absurdas porque creo que mi sensatez vive en Burgos y yo en Segovia. ¿A qué viene esto? Pues a que yo, en la lógica trastocada que preside mi cerebro, como llevaba retraso de lecturas con respecto a los demás, decidí empezar a leer la trilogía por el final.

Así, a lo bruto y sin encomendarme a nada.

Me compré Consummatum est, César amablemente me lo firmó y me volví tan pichi a la caseta de Ediciones B donde firmaba en ese momento María José Moreno. Allí estaban charlando con ella Pedro, de El búho entre libros, y Teresa, de Leyendo en el bus, y no me llevé una colleja por tratar de hacer trampas en los “deberes” (menudo ejemplo de profe estoy hecha) porque son los dos personas pacíficas.

Así que el día 14 aparecí en la charla habiendo leído solo el fragmento de muestra de esta novela en Amazon y sabiendo, solo con esas primeras líneas, que aunque éste no sea mi género favorito, la novela me iba a gustar porque la escritura desde el principio es brillante.

No me equivoqué.

Una vez en la Feria compré la novela de la que hoy hablamos y César también me la firmó.

Recogida de datos.

Si se pretende hacer un análisis serio de un libro, la lectura debería ser minuciosa, acompañada de apuntes a los que acudir cuando llegase el posterior análisis. Para ello me hice con las herramientas indispensables: lápiz y papel.

¡No tomé ni una miserable nota!

Acabé haciendo lo mismo de siempre, doblando las esquinas de las páginas y memorizando lo que me había llamado la atención.

La escena de los hechos.

Memento Mori está ambientada en Valladolid, una ciudad que no es desconocida para mí porque vivo relativamente cerca y por circunstancias familiares durante algunos meses tuvimos que frecuentar uno de sus hospitales. Se hacía eterno estar en un edificio tan deprimente, así que los paseos por la ciudad formaban parte de la rutina hospitalaria y he sido capaz de mantener claro en mi mente por donde se movían los personajes. No creo que sea imprescindible para la lectura de la novela conocer la ciudad pero, al menos en mi caso, la ha hecho más amena y, sobre todo, me ha ayudado a poner en el plano lugares por los que había pasado sin prestar demasiada atención.

Los hechos.

En las novelas policíacas o en el género negro, uno de los alicientes que suele tener la lectura es que el lector no conoce al asesino. Va de la mano de los investigadores moviéndose a la vez que ellos y estableciendo hipótesis. En Mememento Mori, en realidad en toda la trilogía, esta máxima queda fulminada desde el principio. César Pérez Gellida nos cuenta quién es el asesino y gran parte de la novela se centra en él, en conocer a este personaje que está lleno de capas y pliegues.

Memento mori narra los esfuerzos del inspector Ramiro Sancho por darle caza en la capital castellana, a la vez que vamos conociendo a Augusto Ledesma, su pasado, su fría manera de actuar cuando elimina a sus víctimas. Todo al potente ritmo de la música que pone banda sonora a esta novela. A medida que avanza la lectura los giros que da provocan que sea imposible soltarla.

El equipo de investigación.

Al principio de la novela aparece una relación de personajes. Aunque no me ha sido muy necesaria durante la lectura, en el momento de hacer esta reseña (o lo que sea esto) la reviso y veo que son bastantes más de los que pensaba. Para conocerlos a todos  hay que leer el libro, por eso yo solo elijo los tres que me apetecen.

Encabeza el reparto el inspector Ramiro Sancho, del grupo de Homicidios de Valladolid, encargado de la investigación: pelirrojo, divorciado, destinado en la capital castellano-leonesa después de su paso por el País Vasco. A medida que la novela avanza evoluciona al ritmo de los acontecimientos. Me ha gustado mucho el personaje, sobre todo por su manera de expresarse.

Armando Lopategui, «Carapocha. Exagente del KGB y la Stasi. Albino, con la cara marcada por la viruela, lo que le ha agenciado el apodo. Es hijo de uno de los niños enviados a Rusia durante la Guerra Civil, de esos que nunca volvieron, y experto en perfiles psicológicos. Aparece para trazar un retrato de personalidad que ayude a atrapar al asesino en serie. Es el personaje que más me ha fascinado de la novela. De principio a fin porque en él nada es como parece (¿o sí?).

Martina Corvo, Doctora en Psicolingüística. Ayuda en la investigación analizando los poemas que el asesino va dejando en cada una de sus víctimas y mantiene una relación algo más que profesional con Ramiro Sancho. Eso la colocará en el punto de mira de...

El asesino.

Augusto Ledesma sustenta él solo la mitad de la novela. Es un personaje oscuro, un sociópata narcisista que se siente por encima de los demás y que se enorgullece de sus hazañas. El comienzo de su vida fue muy duro, un niño maltratado que es separado de su madre para acabar en una familia adoptiva que tampoco se muestra espléndida en cariño con él. Esto podría explicar su evolución negativa. Lo tiene todo en cuanto a lo material pero es incapaz de sentir afecto hacia sus semejantes  (bueno, él no ve a nadie semejante a él, ahora que lo pienso, se siente por encima de los demás). Es un personaje complicado, redondo, consecuente en su delirio y cuya voz se distingue perfectamente del resto. Como dije antes está lleno de pliegues, matices y dobleces…

Creo que merece la pena conocerlo (literariamente hablando, en persona ya me lo pensaría).

Las víctimas.

María Fernanda es un entrenamiento para asegurarse de que es capaz de matar sin dejar cabos sueltos. Una joven ecuatoriana con la que se cruza una noche y que acaba siendo su víctima de iniciación. Mercedes es su primer objetivo serio, la tortura como hizo ella con él puesto que se trata de su madre biológica a quien le es retirada la custodia debido a que lo maltrataba. El único de sus crímenes que podría tener justificación, si fuera posible justificar el asesinato como solución a un problema.

Y hay más, claro está, pero creo que no debo seguir desvelándolas…

La autopsia.

La novela comienza in media res, lanzando el disparador de la trama para que el lector quiera saber más inmediatamente. La escena narrada tiene tal fuerza que se hace necesario seguir leyendo. ¿No me creéis? Descargad el fragmento gratuito aquí si no tenéis el libro y empezad. A ver si sois capaces después de no ir a comprarlo… Posteriormente, aunque avanza siguiendo una línea temporal continua, incluye algún capítulo en racconto trasladando escenas completas al pasado, algo necesario para que vayamos componiendo el puzle.

El libro se divide en capítulos con su título correspondiente y estos a su vez en escenas. Cada una aparece con su datación: lugar, fecha y hora, un recurso cinematográfico que además ayuda a que el lector no se pierda. Al no ser demasiado largas y la sensación lectora es de querer avanzar otro poquito más. Sin darte cuenta estás en mitad de la novela casi del tirón.

El narrador elegido por César Pérez Gellida nos cuenta la historia en tercera persona. Es un narrador omnisciente, que mantiene una posición de focalización externa, sin entrar a formar parte de la trama. Esto distancia los hechos y sitúa al lector como espectador. Se va trasladando desde la investigación hasta las andanzas del asesino, de modo que siempre, mientras leemos, sabemos más que los mismos personajes. (No, siempre, siempre, no).

No me gustan nada las descripciones. Tiendo a aburrirme y hago lectura vertical, por eso creo que las evito al escribir, huyo de ellas normalmente como lectora. Pues en este libro no ha sido así. Algunas juegan con metáforas de una manera magnífica. Un ejemplo cortito, y prometo que no pongo ni un spoiler más:

“En la urna de cristal, sobre los tres pilares de hielo, vertió cuatro segundos de sabiduría. Dejó que el frío envolviera los conocimientos ancestrales antes de instruirse de un trago”.

¿Se puede decir mejor? Yo creo que no.

Los diálogos de la novela están muy logrados, no son nada forzados. En todo momento tiene en cuenta el decoro poético, asignando a cada personaje el lenguaje que mejor encaja con su personalidad o el ambiente en el que se mueve. Me ha gustado cómo caracteriza a cada uno a través de las palabras, como reserva para Sancho los refranes y los latinajos los escuchamos en boca de Augusto, una manera más de establecer distancia entre el asesino y el lector (yo, sin las notas a pie de página, no me habría enterado de ninguna expresión y eso que se supone que estudié latín cuatro años. Rectifico: fui a clase, estudiar no lo recuerdo).

Me han encantado los guiños personales y eso que apenas he podido ver media docena en la novela. Muchas veces yo misma lo hago, incluyo elementos cercanos en las novelas pero procuro que sean muy, muy sutiles. Estoy convencida de que escribimos en primer lugar para nosotros mismos y quizá eso es lo que nos empuja a “inmortalizar” elementos de nuestro entorno, personas, situaciones vividas o que nos han contado. En este caso los he visto a veces hasta divertidos (ese César Pérez entre la lista de posibles sospechosos que maneja la doctora Corvo me hizo sonreír, por ejemplo). De todos modos pienso que hay que tener cuidado con ellos porque a veces son un arma que se te puede disparar en las manos. Algún guiño de estos (en otra novela), estaba tan mal manejado que me provocó acidez de estómago. Pero no ha sido así en este caso.

Hay algo en la novela que no me gusta nada de nada y que no he podido evitar ver. Ahora se os abren mucho los ojos porque apenas pongo pegas a los libros que atraviesan el espejo pero… es que esto me puede. La novela tiene leísmos. Ya, ya sé que me vais a decir que César es de Valladolid y allí es lo más normal del mundo. No hace falta, vivo en Segovia y tengo dos hijos leístas a los que corrijo constantemente aunque sin resultados. Más bien se me están escapando a mí de vez en cuando, algo que me empieza a preocupar. Hace solo unos años no tenía dudas porque los sentía como patadas en el oído pero ahora tengo que hacer a veces la prueba del algodón para asegurarme (cambiar la oración a pasiva).

Banda sonora.

La música es otro de los protagonistas de la novela. Lo reconozco, soy una completa analfabeta musical, apenas me suenan vagamente los nombres de los intérpretes. Sin embargo, la banda sonora de esta trilogía no ha sido complicado encontrarla, recopilada y todo. La tienes aquí. Mientras preparaba la reseña, César la colgó en Facebook, así que solo tuve que copiar el enlace. Gracias porque no sabía qué poner en este apartado y sé, por lo que he leído de ella, que es uno de los puntos fuertes de la novela. Creo que me he perdido algo…

Referencias literarias.

La literatura es una parte esencial de este libro. Hay referencias mitológicas, a obras clásicas, a la poesía del 27, a James Joyce… siempre enredadas en la trama y perfectamente justificadas.

Algo que me llamó la atención desde el primer vistazo del plano que incorpora el libro, antes incluso de empezar la lectura, fue que aparezca un hito como: residencia de Gregorio Samsa. Pensé, ¿qué hace el protagonista de La Metamorfosis de Kafka viviendo en Valladolid? Tiene su explicación, por supuesto, pero tendréis que averiguarla.

A esto hay que sumar un montón de frases en latín que siempre salen de boca de Augusto. Me ha hecho gracia que el asesino se llame Augusto, el padre Octavio y el autor César. Yo, que siempre acabo pensando cosas raras mientras leo.

Conclusión.

Memento Mori me ha gustado mucho. Creo que es una novela redonda, con una fuerza extraordinaria, que te arrastra desde la primera página. La mezcla de intriga, literatura y música enganchan al lector, aunque este no sea su género. Va creciendo a medida que avanzas en la lectura, enredándose y enredándote en una trama que deja sin aliento. César Pérez Gellida se maneja con las palabras como un experto en malabares, me ha dejado muchas veces con la boca abierta en las descripciones.

Sin duda, de lo mejor que he leído este año.

La siguiente, Dies Irae, tengo ganas de leerla pero aún no la tengo en mis manos por lo que he contado al principio, aunque sí la tercera. Dependerá de mi verano, de lo que trabaje, para que pueda comprármela (o de si algún alma caritativa me la presta). En principio lo del trabajo es escaso así que hay pocas posibilidades de andar comprando libros. Se han puesto primeros en la fila los huevos, la leche, las galletas y los yogures. Cosas que pasan en la vida real, que no hay asesinos (en serie) entre el vecindario pero sí una enorme crisis que está arrasando con los caprichos tontos.

Como leer.

Ahora voy a buscar un libro muy malo para recuperar la confianza en mí misma. Después de leer esta novela he acabado pensando que no sé escribir. Que tengo millones de cosas que aprender.

¡Hay que joderse!



lunes, 22 de octubre de 2012

GETAFE NEGRO

Del 20 al 28 de este mes de octubre se celebra la V edición del Getafe Negro, el festival de novela policíaca de Madrid. El comisario de la edición es Lorenzo Silva, último premio Planeta y a él están invitados muchos de los escritores más interesantes del panorama literario actual, como Eduardo Mendoza o José Luis Sampedro.



Atentos a la actualidad, a los nuevos caminos que va encontrando la literatura para ponerse en contacto con los lectores, además de las mesas redondas y las charlas que años anteriores han ido conformando el programa, este año traen algo nuevo que nos toca de cerca a quienes en algún momento tomamos el camino de la autoedición: el día 24, el próximo miércoles a las doce de la mañana, hay programada una charla que lleva por título: AMAZON 0,95: MÁS ALLÁ DEL PAPEL, en la que varios de los autores con más éxito en esta plataforma, moderados por Javier López Tazón, debatirán sobre la nueva plataforma que ha hecho que muchos autores encuentren un camino para poner sus obras al alcance del público.

Los autores invitados en esta ocasión, a los que podréis ver si tenéis la suerte de estar cerca y poder asistir, serán Armando Rodera, Magüi Cabral (La Rubia de la Bici) y Juan Gómez-Jurado. Creo que es una buena ocasión para conocer el trabajo que se está llevando a cabo y los cambios que necesariamente se están produciendo debido a esta nueva vía de publicación.

El Salón de actos del Colegio Mayor Fernando de los Ríos estará abierto para quienes quieran sumarse a escuchar a los autores hablar de su experiencia de primera mano.

Hay muchas más actividades programadas, que podréis consultar si queréis a través de la página de la organización del Getafe Negro.

Me encantaría poder estar en alguna, veremos qué se puede hacer...