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viernes, 22 de junio de 2018

SE LLAMABA MANUEL DE VÍCTOR FERNÁNDEZ CORREAS



Sinopsis:

El cuerpo del joven Manuel Prieto aparece en el Cerro Garabitas de la Casa de Campo de Madrid el día de Nochebuena de 1952. Gonzalo Suárez, inspector de segunda del Cuerpo General de Policía, se hace cargo del caso. Un caso que, sin saberlo, cambiará su vida tal y como la conoce.

El teniente Arturo Saavedra negocia los términos del acuerdo que permitirá a Estados Unidos establecer bases militares en España. Y lo hace por convicción, pero también por interés personal: las negociaciones son la puerta abierta a la nueva vida que ansía por encima de todo.

Marga Uriarte vive con odio. En el pasado coqueteó con el entorno del Partido Comunista de España. Ahora, un viejo conocido le pide ayuda en nombre del partido. Lo que parecía un mero trámite para ganar algo de dinero se convierte en una oportunidad inmejorable para saldar cuentas con su pasado.

Tres historias que se desarrollan en una España en la que, se aseguraba, había empezado a amanecer. Aunque no para todos.

Mis impresiones:

Leí las primeras palabras de esta novela hace mucho tiempo, cuando Víctor, con quien mantengo contacto de manera habitual, me preguntó qué me parecían. Recuerdo perfectamente la sensación que se me quedó prendida en la piel, la de estar presenciando el germen de una gran historia. Había algo intangible, algo que iba más allá de las palabras ordenadas en una secuencia, formando frases. Había una atmósfera que me envolvió y me trasladó al escenario que él estaba construyendo. Me fascinó su voz, algo que creo que ya he repetido más veces, y quise saber en qué quedaría aquel principio que apuntaba tan bien.

Poco a poco, lo fui sabiendo.

Algunos días, después de una de nuestras charlas, él me dejaba ver algún fragmento en el que había estado trabajando. Para mí era un acto de confianza y un regalo, que me apresuraba a beberme. No me llegó en principio una novela completa sino una especie de adelantos que lo que consiguieron es que tuviera muchas más ganas de leer la novela entera. De degustarla toda. De dejar que mi piel respondiera a sus palabras, como responde siempre ante los grandes narradores y las grandes historias.

Cuando llegó la novela completa, la leí y solo pude darle la enhorabuena. Sentí que frente a mis ojos asombrados se había gestado una novela enorme. Y estuve segura de que, en algún momento, encontraría el camino para llegar hasta los lectores.

Tenía que lograrlo.

Había sido un viaje fascinante por un Madrid desconocido para mí y supongo que para la mayoría, una ciudad que se ocultaba bajo esa otra que la oficialidad de la época pretendió hacernos pasar por la única existente. Me descubrió las sombras de la ciudad, y me llevó a otra ciudad, a otra novela y a otras sombras, aquellas que dejaba el viento en la de Zafón. No por el estilo ni por la historia, que ni se parecen, sino por el descubrimiento de Madrid que supuso para mí, como en el otro caso sucedió con Barcelona.

Me imaginé -a imaginar no hay quien me gane- que un día de otoño, ligeramente lluvioso y frío, Victor me servía de cicerone por los escenarios de la novela, emulando la visita que hice al lado de Helena Tornero (no sé por qué me acuerdo del nombre de la guía) hasta los de La sombra del viento.

Ya me dirá él si esto se queda en mi imaginación o un día lo hacemos realidad.

Si os habéis fijado, no estoy hablando nada del contenido de la novela. Pensaba hacerlo, pensaba analizarla como en cualquier reseña, fijándome en el narrador omnisciente, en la magnífica y realista ambientación o en la personalidad de los personajes, pero me vais a perdonar que esta vez no pueda. Esta no es una novela más para mí, sé que hoy peco de no ser nada objetiva. Da lo mismo, ya os lo digo yo, no quiero serlo porque me resulta imposible desprenderme de todo lo que ha supuesto esta novela para mí. Con ella he vivido como espectadora privilegiada el proceso entero hasta que ha llegado a mis manos.

Desde la idea, hasta el papel.

Con todas las luces y las sombras que esto conlleva, con todas las charlas, las dudas, las incertidumbres hasta que se hizo real. Con los avatares inesperados y las alegrías inmensas.

Todo.

Lo más bonito, la confianza que él depositó en mí Victor compartiendo tantos momentos. El aprendizaje vital. La constatación de que en este mundo de egos desmedidos y de relaciones interesadas -a ver qué puedo sacar de ti me lo he tenido que encontrar muchas veces- quedan personas magníficas. Autores con los que compartes dudas, miedos, alegrías a lo largo de los años, por muchos que pasen. Lectores también, como tú, con quien entusiasmarte con un ensayo de Delibes y que lo viven como el mismo descubrimiento que hiciste cuando tropezaste con él.

Algo impagable por lo extraordinario que resulta.

Por eso no puedo ser objetiva con Gonzalo, con Marga y con Arturo. No puedo hablar de El Canelita desde la distancia necesaria, ni puedo mantenerme al margen de los sentimientos que provoca la muerte de Manuel. Ni sé decir sin que se note que tengo mis emociones comprometidas, que la trama me parece perfecta y que no soy capaz de ponerle un pero a la historia que ha escrito. Porque es de eso, del contenido, de lo que quiero hablar, de lo que en realidad nos remueve y nos conmueve.

Será mejor, pues, que le hagáis poco caso a esta loca que lleva un rato escribiendo sin pensar mucho más allá de lo que siente y juzguéis a solas, pasando cada página de las 357 de esta novela y decidáis por vuestra cuenta si os gusta.

De él, de Victor, también os puedo hablar un rato. La primera vez que estuvimos en el mismo lugar, él no me vio. Yo sí, lo reconocí entre el público en una sala a la que habíamos acudido a una charla y ni se me ocurrió acercarme. Al fin y al cabo, en ese momento yo solo era una lectora que escribía y él era un escritor que publicaba con grandes editoriales.

Después, cuando un amigo común nos puso en contacto al cabo de los años, se lo conté. Nos reímos bastante con esto, con mi torpeza para las relaciones humanas que muchas veces me cuesta dejarlas pasar. Rompimos el hielo y desde entonces estamos ahí,descongelados, listos para cuando necesitemos ojos extra. No todos los días, a veces ni todas las semanas, pero con la tranquilidad y la confianza de saber que el otro siempre estará. A un silbido o a un mensaje.

Se llama Víctor, en presente.

Víctor Fernández Correas.

Se llamaba Manuel.

domingo, 13 de marzo de 2016

EL PODER DE LA SOMBRA: RESEÑA Y PRESENTACIÓN EN MADRID

El 10 de marzo, a las 19:30, en la librería (Paseo de la Castellana, 154), María José Moreno tenía una importante cita dentro de su carrera literaria: la presentación de El poder de la Sombra (ed. Versátil), la segunda parte de esta Trilogía del Mal. Después de La caricia de Tánatos, la novela en la que conocimos a Mercedes Lozano y en la que de manera tan magistral aborda el tema de los malos tratos psicológicos, le toca el turno a esta segunda parte. En ella, la psicoterapeuta protagonista de la trilogía, se enfrenta a la amnesia de Rosa María Luque, a quien todas las pruebas acusan de varios asesinatos. Mercedes tendrá que bucear en su mente para reconstruir su pasado y así plantear su defensa. Para entender el puzle de su vida contará con la ayuda del psiquiatra Miguel Vergara, a quien ya conocimos en la primera parte y cuya relación con Mercedes es otro de los puntos atractivos de esta trilogía. El poder de la Sombra, una novela con ritmo trepidante, trata el tema de los abusos en la infancia y sus secuelas en la vida adulta. Entre otros, porque si algo tiene María José Moreno es capacidad para condensar en muy pocas páginas multitud de enfoques.



En cuanto me enteré de la cita, supe que acudiría. Desde la primera vez que estuvo en Madrid para presentar Bajo los tilos, he acompañado a María José cuando ha venido a la capital. Me cuesta mucho esfuerzo cuadrar horarios, todavía mis hijos son relativamente pequeños como para irme tan feliz de casa, pero por ella busco la manera. El destino quiso que compartiéramos la primera presentación, hace dos años, y entre nosotras surgió una amistad que se ha ido haciendo fuerte. A diario, a través de las redes. Esporádicamente, cuando nos hemos ido viendo: en Madrid y en Córdoba, ciudad que visité con mi familia en septiembre y en la que, tanto ella como Pilar Muñoz, hicieron de anfitrionas de lujo. Puedo decir muy orgullosa que ambas son mis amigas, de las mejores que se pueden tener. Y por las amigas que nunca te fallan, se mueven montañas. Y de las amigas que escriben como ellas dos solo se puede hacer una cosa: presumir.

Por cierto, ya he leído la novela.

Como siempre, no os la voy a destripar, porque mi objetivo aquí, en esta que es mi casa, es dejar pinceladas sueltas de las lecturas que hago por varias razones. La primera, para mí misma, para que cuando pase un tiempo y quiera volver a recordar un libro, tenga unas notas en las que apoyarme. La segunda, porque me gusta compartir las lecturas satisfactorias con quienes cruzan el espejo, me gusta decir: «Oye, que este libro a mí me ha merecido la pena. He pasado con él unas horas estupendas y ha sido por esto, por esto y por aquello». La tercera, porque estoy segura de que las 342 páginas del ejemplar con sobrecubierta que ahora tengo a mi lado son de las que merece la pena hablar.

De El poder de la Sombra os diré que, además de una portada preciosa, muy en sintonía con la de La caricia de Tánatos, tiene multitud de cambios de giro, de esos que te van dejando sin aliento. Cuando te haces una composición, estableces hipótesis sobre lo sucedido con Rosa María en el pasado y sobre su culpabilidad o inocencia… algo sucede o que concluyen te descoloca. Y dudas tanto que te obliga a pensar de nuevo. Pensar y disfrutar leyendo… una combinación fantástica.

La acusada es un personaje complejo, con mil matices que María José Moreno nos va desvelando poco a poco en una novela que literalmente te bebes. La estructura en capítulos cortos, introducidos por la fecha y la hora, te empuja a eso que se conoce como «un poquito más y lo dejo». Cuando quieres dejarlo… te falta ya tan poco para terminarla que no lo dejas. Te acaban dando las tantas pegada al libro. Hace poco leí que el sueño de un autor es ese, escribir una novela que el lector no pueda soltar hasta que se acabe y que, cuando lo haga, se quede con la sensación de que quería más. 

Ella lleva ya tres así.

El narrador de esta novela, en primera persona, es la misma Mercedes Lozano. A través de ella conoceremos la trama, salvo al final, en el que otro narrador, que no voy a desvelar, toma la palabra para terminar de contarnos la historia.

A algunos personajes que aparecen en esta novela los conocemos ya de La Caricia de Tánatos, sobre todo a Mercedes y a Miguel, pero también hay otros nuevos, la misma Rosa María y Felipe, viejo amigo de la familia de Mercedes, abogado, que le pide colaboración profesional para construir la defensa de una mujer amnésica acusada de varios asesinatos. La habilidad narrativa de María José Moreno consigue entrelazar sus vidas personales con esa trama de investigación, dotando a la novela de una magnífica solidez.

Y luego está cómo escribe.

Siempre lo digo, las historias no son lo que cuentan -que también-, sino cómo lo cuentan. De ello depende que te mantengan pegado a las páginas, que vuelvas la última diciendo que es una pena que se te haya acabado el libro, o que te pases desde el principio lanzando suspiros de desesperación. El poder de la Sombra pertenece a la primera categoría, a esos que cuando se acaban querrías que continuase. Que te saben a poco y no porque no se cierre la historia, sino porque quieres que la autora te cuente más. Se trata de la segunda parte de una trilogía, así que en un pequeño punto se queda abierta, pero la trama principal cierra del todo, pero dejando esa sensación de quiero más.

Menos mal que después del verano nos enteraremos del final.

¿Habéis visto en booktrailer? Os dejo el enlace, por si acaso. Versátil ha hecho algo magnífico, y es rodarlo especialmente para el libro, con dos actrices que encarnan a las dos protagonistas femeninas de la novela: Rosa María Luque y Mercedes Lozano. Para el papel de esta última contrataron a la actriz Marta Bascuñana, que estuvo en la presentación en la librería. Estaba emocionada con el personaje y encantada de haber sido elegida para el papel porque lo que ha leído sobre el libro le ha encantado. María José quería que viéramos el booktrailer en la presentación, pero no pudo ser. A cambio, tuvimos a la mismísima Mercedes sentada entre el público. 

Por cierto, ¿a que sería genial una serie sobre la trilogía? Señores de A3 Media, aquí hay material y del bueno, no digo más…

¿Os apetece saber algo más de esa tarde? Os voy a contar una anécdota que emocionó a la autora, y de paso a mí, como espectadora.

Llegué a Madrid por la mañana, porque tenía un compromiso profesional. Después de la reunión, y hasta las siete y media que era la charla, no había nada que hacer y lo fácil hubiera sido coger el teléfono y llamar a María José, a quien estaba deseando ver, pero no podía porque le había dicho que tenía otras cosas pendientes. Desde hacía más o menos un mes llevaba contándole pequeñas mentiras para que no se diera cuenta del regalo que le teníamos preparado para momentos antes de la presentación Pilar, Alberto y yo. Yo le había dicho que no me iba a perder la presentación. Alberto y Pilar, sin embargo, se habían disculpado con ella porque sus trabajos no les permitían acudir y le habían deseado que todo fuera bien. Y seguro que incluso le habían pedido fotos y crónica del día para vivirlo desde la distancia, que los conozco.

Una trola detrás de otra…

Si es que parecemos niños, a pesar de la edad, porque la verdad es que los dos se las habían arreglado para conseguir días libres. Querían acompañar a María José en esta cita y, de paso, darle la sorpresa del día.

¡Y vaya si se la dieron!

Un par de horas antes de la presentación María José me llamó para ver dónde estaba, yo creo que un poco extrañada de que no hubiera dado señales de vida hasta entonces, y le contesté que en Atocha. Era cierto, pero a medias, estaba frente a la estación, pero iba a bordo de un coche en marcha (y con la radio a tope, que no sé ni cómo no la oyó). Un coche particular, no un taxi. Quedamos en la librería para tomarnos algo las dos y charlar un rato hasta que llegase la hora.

Cuando le dije dónde estaba, no pensé en distancias: aparecí muy pocos minutos después de hablar con ella. Al fin y al cabo, en coche, no se tarda tanto desde Atocha hasta el 154 del Paseo de la Castellana, al contrario que si te desplazas en metro. Fue lo único que mosqueó a María José que, aunque no se explicaba cómo había llegado en tan pocos minutos, estaba tan contenta que lo obvió. Nos fuimos a un hotel cercano a tomar un café y en ello estábamos cuando Alberto me llamó para que le contase dónde estábamos. Le había mandado un mensaje disimuladamente, pero necesitaba confirmación de la ubicación exacta. Yo tenía que decírselo sin que se notase, así que nuestra conversación fue de besugos, llena de lagunas y algún «¿pero qué dices?» por su parte. Tan dispersa estaba que María José me decía que le diera recuerdos y no la escuché. Bueno, sí, cuando él ya había colgado, así que me tocó hablar con el teléfono: «María José te manda recuerdos… Sí, yo se lo digo… Qué pena que no hayas podido venir…» Y cosas por el estilo que le dije a un teléfono que al otro lado no tenía a nadie.

Vale, ahora es gracioso, pero yo me sentía idiota en ese momento.

Unos minutos después, me hubiera gustado grabar la cara de María José cuando los vio entrar en la cafetería. Vinieron hacia nosotras y, como no se lo esperaba, tardó un poco en reconocerlos. Se emocionó de verdad, el abrazo con el que saludó a Pilar tendría que haberlo fotografiado por lo menos. Al final, lo logramos. La sorprendimos de verdad. Me confesó que durante los últimos días había estado pensando si me pasaría algo porque estaba un poco rara, más callada de lo habitual.

Normal, era la mejor manera de no meter la pata.

Con María José Moreno y Pilar Muñoz. Foto robada a Marina Collazo. 


Nos tomamos algo los cuatro juntos y cuando se acercó la hora salimos de allí. Al llegar a la librería, empezó a acercarse la gente. Mucha, como siempre que ella presenta una novela. Entre las personas que vinieron, voy a destacar a dos que tenía muchas ganas, a uno de volver a ver y a otro de conocer por fin: Víctor Fernández Correas y Enrique Laso. Dos escritores, distintos completamente, pero que forman parte de este grupo de gente con la que me relaciono en las redes y que me sacan una sonrisa cada vez que tropiezo con ellos.

María Loreto Navarro me envió esta foto. En primer plano, Almudena con su hermana. Detrás se puede ver a Marta Bascuñana y al fondo, junto a Marina Collazo, la única foto que tengo con Enrique y Víctor a la vez.


Acudieron lectores, blogueros, escritores, clubs de lectura, actrices… un grupo de medio centenar de personas que abarrotaban el espacio que la librería tiene en el sótano para las presentaciones de libros. Se presentó la novela y al final empezó un turno de preguntas del público que abrió un interesante debate. Porque, si algo tiene esta novela, como todas las de María José en general, es que despiertan reflexiones. Se habló de lo esencial que es la educación desde la infancia quizá como algo a lo que deberíamos prestarle más importancia de la que se le da: es mejor educar que tener que resolver los problemas que surgen de no hacerlo. Del machismo, de los traumas infantiles, y de un tema que genera polémica: las víctimas de malos tratos cuando no son mujeres. Yo estoy convencida, desde hace mucho, que algo estamos haciendo mal en este tema. Hay muchas víctimas hombres a las que no se les da voz porque no es políticamente correcto. Que no hablan por vergüenza. Que no cuentan en las estadísticas de maltrato, pero existen y sufren tanto o más que las mujeres, porque además está la soledad, el no tener a quien acudir porque no te van a escuchar. También se habló de las denuncias falsas y se dijo algo que me parece muy sensato: que no se castigan con la suficiente contundencia cuando se demuestra que lo son. Y debería ser así si queremos ser justos de verdad.

Foto robada del muro de Facebook de María José Moreno


Hubiéramos seguido, pero tenía que firmar libros, charlar con sus lectores y poner la guinda a esa noche maravillosa, que acabó con un refrigerio con el club de lectura Tardes en sepia, al menos con gran parte de sus componentes. Con ellas nos reímos mucho, sobre todo por ese «camarero infiltrado» que tuvo la poca vergüenza de tomarse una caña con nosotras e integrarse en la conversación como si alguien le hubiera invitado.


Ah, y María José me regañó porque hablé mucho, pero es que creo que estaba tan feliz ese día que no me di ni cuenta.

Nos vemos en la próxima: en septiembre.

martes, 15 de septiembre de 2015

LA CARICIA DE TÁNATOS, NOVEDADES VERSÁTIL.


Me alegra mucho publicar este post. La caricia de Tánatos, de María José Moreno es una de esas novelas que te preguntas por qué no estarán en papel cuando las lees en digital y, aunque haya transcurrido mucho tiempo desde que la autora la puso a la venta en Amazon, al final le ha llegado una oportunidad más que merecida.

En octubre de 2013 me descargué la versión digital de esta novela. Era el primer libro que leía de ella, a pesar de que ya tenía en el kindle la que en ese tiempo era su novela estrella era Bajo los tilos, con la que había alcanzado en 2012 el primer puesto de ventas de la plataforma digital y que le había permitido fichar con Ediciones B.

Estaba esperando a que Bajo los tilos saliera en papel, porque sabía que había sido ampliada y quería tener la lectura completa, así que, mientras llegaba enero, quise conocerla como autora y empecé por esta novela, una historia que podemos catalogar como thriller psicológico. No me decepcionó en absoluto, como no ha vuelto a hacerlo en la relectura que he hecho de la versión que desde el  lunes 14 de septiembre está a la venta en papel, de la mano de Off Versátil.



Después de leer sus dos libros, las casualidades de la vida quisieron que coincidiéramos en la presentación de nuestras novelas publicadas con Ediciones B en Madrid y esto nos ha convertido en amigas y compañeras de aventuras literarias. Mi alegría es doble, pues, porque el libro es muy bueno y porque es suyo. María José Moreno es psiquiatra y profesora de la Facultad de Medicina de la Universidad de Córdoba. Sus casi 30 años de sesiones en la atención de trastornos mentales y de la personalidad le dan un extra de solvencia a la Trilogía del Mal que empieza por La caricia de Tánatos, puesto que su propia experiencia profesional la vuelca en la creación de situaciones y personajes.

Sinopsis:

“Una coincidente cadena de sucesos viene a enturbiar la rutinaria y tranquila existencia de la psicoterapeuta Mercedes Lozano.

Inquietantes llamadas telefónicas anónimas y cartas; el inicio de una relación afectiva con Miguel Vergara, un psiquiatra que ejerce de médico forense, con una traumática infancia de la que no termina de desprenderse; un complicado tratamiento psicoterápico de una paciente, Marina Daroca, y la aparición en escena de un hombre que solicita su ayuda profesional y cuya mirada «hiela la sangre», ponen su vida boca abajo y la sitúan al borde del precipicio emocional
.
Un thriller psicológico que recrea con gran realismo el escabroso viaje de la psicoterapeuta a través de sí misma y de sus pacientes para identificar el tejido del Mal, su origen y la forma de manifestarse a través de sus múltiples máscaras: la manipulación, la perversidad, la culpa autoimpuesta, el maltrato psicológico… poniendo el acento en las vidas de unos personajes marcados por su infancia, mostrándonos el lado más oscuro de sus mentes.”

Mis impresiones:

En la mitología griega, Tánatos es la personificación de la muerte no violenta. Su toque era suave, como el de su hermano gemelo Hipnos, el sueño. En la teoría psicoanalítica, Tánatos es la pulsión de muerte, que se opone a Eros, la pulsión de vida.”

Así, con esta preciosa cita, arranca La caricia de Tánatos. Es solo el aperitivo de lo que el lector encontrará más adelante, una novela que, además de mantenerte en vilo, te hace pensar.

La caricia de Tánatos tiene como tema de fondo el maltrato, pero no el físico, ese que deja huellas visibles en las víctimas, sino otro mucho más perverso, el psicológico, el que poco a poco destruye a la persona, aniquilando su seguridad y su voluntad, y convirtiéndola en una marioneta de quien lo ejerce.

Lo primero que sucedió cuando empecé a leer La caricia de Tánatos es que enseguida me sentí identificada con Mercedes Lozano, la psicóloga cordobesa protagonista de la novela. Me sumergí en su vida y me angustié con ella cuando empezó a recibir unas misteriosas llamadas telefónicas en las que el interlocutor no contesta.

La vida de Mercedes no ha sido fácil. Desde que nació, siente que su madre no tiene con ella la relación que sería normal entre una madre y una hija, y sufre por ello aunque se empeñe en decir algunas veces que lo tiene asumido. Para ella, el personaje esencial de su familia fue su padre y nos cuenta cómo es la relación que tiene con sus tres hermanos. Todos, diez años antes del inicio de la novela, la arropan cuando José Luis, su novio de toda la vida, la abandona a pocos días de la boda para marcharse con Lola, su mejor amiga de la infancia. Decide centrarse en su profesión de psicóloga, después de pasar una temporada en Estados Unidos donde un compañero de profesión le sirve de ayuda para superar el trauma.

Ya en la actualidad, Mercedes conoce a Miguel Vergara, psicólogo que trabaja de forense, por el que se siente inmediatamente atraída. Ambos vienen de relaciones que no han ido demasiado bien y se muestran cautos en cuanto a sus sentimientos. Por otro lado, Mercedes no puede evitar sentir en algunos momentos que su relación con Miguel tiene ciertas similitudes con la que está viviendo una de sus pacientes, Marina, que se convierte en el centro de la preocupación de la psicóloga. Y no es para menos. Después de haber logrado salir de una relación en la que sufría malos tratos y en la que era fuertemente dependiente, ha caído en las redes de otro manipulador.

Pero no es esa la única trama de la novela, hay otra que circula en paralelo, una que habla de descubrimiento de secretos familiares que han permanecido sepultados por un pacto de silencio familiar y que le acabarán dando la clave de lo que le toca sufrir.

La novela se estructura en cuatro partes. Empieza por una introducción, fechada el 18 de septiembre de 2010, pero enseguida la historia que nos esboza, una anticipación del final, se interrumpe para empezar a contarla desde que comenzó.  La primera parte arranca en enero de 2010, la segunda va de marzo a mayo de este mismo año, la tercera parte transcurre entre junio y julio 2010 y la cuarta en los dos últimos meses de ese verano. Todas tienen una extensión similar, alrededor de quince capítulos muy dinámicos, enlazados de manera que vas pasando página casi sin darte cuenta. Finaliza con un epílogo en el que nos queda claro que aunque la historia que cuenta La caricia de Tánatos ha terminado, no lo ha hecho del todo, hay una parte, la que tiene que ver con la recuperación sentimental de la protagonista, que se ha quedado colgada. Y algo más…

Los escenarios elegidos para la novela se centran sobre todo en la ciudad de Córdoba. Yo, que he tenido la suerte de visitarla este verano, recordaba las descripciones de las calles por las que se mueven los personajes. Creo que quienes conozcan la ciudad y sobre todo los que viven en ella van a tener un plus añadido en la lectura. Es algo que me gusta, que los autores se atrevan a ambientar las novelas en espacios poco frecuentes. Me sucedió lo mismo cuando leí la trilogía de César Pérez Gellida, Versos, canciones y trocitos de carne, ambientada en Valladolid o Muerte sin resurrección, que transcurre en Ourense. Muchas de las novelas están ambientadas en los mismos lugares de siempre, Madrid, Barcelona… Valoro de manera muy positiva que se apueste por cambiar esto y que ciudades más pequeñas se conviertan de algún modo en protagonistas de novela.

Los personajes tienen mucha fuerza, no solo los principales, sino también los secundarios están trazados con maestría. No en vano, María José Moreno es psiquiatra y el perfil de cada uno de ellos es minucioso. Podemos sentir que sienten. Marcos, Marina, Marta… cada uno tiene una personalidad definida, unas preocupaciones vitales diferentes que van perfilando su personalidad a lo largo de las páginas del libro.


Esta novela es la primera de una Trilogía sobre el Mal, cuya segunda parte tardará muy poco en estar disponible, en marzo del año que viene. Se titula El poder de la Sombra y la tercera será La fuerza de Eros, cuya publicación está prevista para septiembre de 2016. Las portadas de las tres, que rescato de la página de la editorial Versátil, son una verdadera delicia, creo que han hecho un trabajo fantástico con ellas.



Además, si te apetece, puedes descargarte el formato imprimible del punto de libro en la página de la editorial. Me ha parecido una idea muy original. Pincha aquí para verlo.