Las trincheras, a medida que avanzaba la guerra, se convirtieron en ciénagas infectas en las que los soldados malvivían, compartiendo el espacio con el barro, los gusanos, las ratas, la nefritis, la gangrena y la multitud de infecciones que provocaba toda aquella falta de higiene. La muerte, compañera indeseada de todo conflicto, rodeaba a los hombres y les robaba también el descanso en un lugar donde el insomnio se volvió crónico. Por las noches, cuando las tinieblas servían de protección y cesaba el ruido de las ametralladoras enemigas, era el momento de dar sepultura a los muertos y trasladar a los heridos en las ambulancias. Estas llegaban por caminos de tierra con las luces apagadas, sorteando los obstáculos como podían. (...) James se había acostumbrado al ritmo del puesto. Dormían cuando podían, casi siempre hacia la mitad del día y en función de cómo evolucionasen los heridos, pero estaba a cubierto de la intemperie y, aunque hacía frío, aquello parecía el paraíso comparado con la primera línea del frente, donde había pasado los últimos meses. La amenaza de la muerte se había distanciado un poco en su ánimo, había mejorado su salud, pero no se sentía bien. Mary no había contestado a su última carta. Se preguntaba qué podía haberle sucedido, o también, en otros momentos, si algo de lo que le escribió pudiera haberle molestado. La verdad era que no lo recordaba, las palabras de aquella carta se habían perdido en su memoria. No así las que ella le mandó, que seguía guardando con celo al lado del corazón y releía sin descanso, como salvavidas improvisado en aquel mar de desesperación. —Estás muy pensativo —le dijo Elsie, cuando lograron terminar por fin la tarea de aquella noche. Por fortuna, no habían tenido que amputar ningún miembro, que siempre era lo más desagradable. —Estoy cansado —contestó él. —Todos lo estamos. Esto está durando mucho más de lo que nos contaron, y la sensación que tengo es que tardaremos en ver el final. Eso, si llegamos vivos. Miró a los ojos al doctor, que a su vez se perdió en las pupilas grises de Elsie. «Si llegamos vivos». Lo había pensado mil veces, que quizá nunca volvería a casa, a Londres, que jamás se sentaría de nuevo en una mesa con mantel y cubiertos de plata y que, probablemente, no tendría la oportunidad de que Mary le perdonase. —¿Quieres un té? —preguntó Elsie. —Sí, gracias —contestó él. Elsie puso agua a calentar y después agarró una manta. Aproximó una silla a la del doctor y colocó la tela sobre las piernas de ambos, algo que James agradeció con una media sonrisa. No había con qué calentar aquel sótano que hacía de improvisado hospital, y las madrugadas se volvían gélidas. En el sótano, solo se escuchaban los gemidos de algún herido que pasaba la noche inquieto por las heridas y sus respiraciones, por lo que ambos empezaron a hablar casi en susurros. —¿Tienes ganas de volver a Londres? —preguntó Elsie. —Tengo ganas, sobre todo, de que esto acabe. _________________________________________________________ Lo dice James Payne de la Primera Guerra Mundial, en La colina del almendro. Cuando lo escribí, no me imaginaba que la sensación de James la íbamos a entender todos de una manera insoportablemente real. Esta novela es preciosa, de esas que se merecen no leer en vertical. ¿Le das una oportunidad?
Páginas
martes, 22 de diciembre de 2020
lunes, 21 de diciembre de 2020
COSAS QUE (NO) ME PASAN
Durante estos meses que llevamos siendo víctimas del virus, me han pasado algunas cosas: he publicado una novela y un relato, autopublicado otra novela y otra de mis obras de editorial se ha tirado siete meses en el top de Amazon. He vuelto a experimentar qué es que te llegue feedback positivo y motivador todos los días, lo cual es de agradecer muchísimo.
Y también que se siga diciendo de mí que soy una autora que no le suena de nada ni siquiera la gente que dice leer con asiduidad el género que frecuento (lo que me recuerda que puedo poner todo el spam que me dé la gana porque no voy a molestar en realidad a nadie).
Pero durante estos meses de enclaustramiento involuntario, no me han pasado otras cosas.
A lo largo de este tiempo, varios de mis compañeros escritores, de los que tengo en el entorno más próximo y que también destacaron en el top, me han ido contando cómo recibían ofertas editoriales y varios agentes literarios se han interesado por ellos.
Mira que pensaba que en este mundo me había pasado de todo, bueno y malo (véanse solo los dos ejemplos que he puesto arriba), pero lo del agente literario no me ha sucedido nunca. No me he encontrado ningún correo de ninguno volviéndose loco para que trabajásemos juntos.
Hace tiempo me puse a investigar cómo se hace para llegar a un agente y descubrí que es más complicado de lo que parece, porque no eres tú quien lo tiene que buscar, son ellos los que te buscan a ti si te ven con potencial. Supongo que eso les ahorra mucho trabajo: solo tienen que fijarse en quienes destacan y pasar por alto a todos aquellos que lleguen de otro modo.
Es como un "reservado el derecho de admisión", pero a lo literario.
Al final, en la lista que llevo de las cosas que no me van a pasar después del tiempo que llevo publicando, además de lo de la adaptación cinematográfica y la traducción a otros idiomas he tachado lo del agente. No pasa nada, todos sabemos que hay techos que no se pueden romper a cabezazos y yo el mío ya lo toqué. Todo lo que me suceda en adelante será repetido y poco importante.
Lo dije en Facebook, después de leerme un especial sobre Delibes: solo soy un pececito insignificante en un mar saturado de tiburones.
Bastante será conseguir que no me devoren.
domingo, 13 de diciembre de 2020
DICHOSO HIGHLANDER DE JOANA ARTEAGA
Sinopsis:
LECCIÓN NÚMERO UNO PARA APRENDER A VIVIR: hazlo, aunque dé miedo.
Georgia Danvers se perdió en París y hace tiempo que necesita saber cómo vivir.
Cómo volver a sostener un pincel.
Cómo dejar de tener miedo.
Necesita un cambio de aires y entender que, aunque los nuevos comienzos pueden ser aterradores, también suelen venir cargados de esperanzas.
De propuestas de trabajo interesantes.
Del verde de Escocia.
De lecciones de vida.
Y, quizá, con suerte, de un dichoso highlander que se empeñe en que la luz vuelva a encenderse en su interior.
Georgia comprobará entonces que la vida se abre paso en Skye, entre leyendas sobre hadas y princesas, un mural en un castillo ancestral, secretos del pasado y un amor que parece desafiar todos los miedos.
Cuando dos corazones destrozados se encuentran, ¿puede el amor sanarlos o acabará por condenarlos completamente?
Mis impresiones:
Antes de que empieces a leerlas, vuelve atrás y lee la sinopsis. Sé que muchas veces, al hacer un copia pega de las sinopsis que extraemos de las plataformas digitales, mucha gente se las salta. En este caso estarías cometiendo un error, porque en la sinopsis de esta novela está la esencia de su prosa. No solo es un pequeño marco de lo que te vas a encontrar para darla a conocer. Hay la misma cadencia de frases, ese ritmo y esa poesía que envuelve a la novela.
Voy a empezar a contar algo por el principio.
Este verano, superando mis prejuicios por las novelas de higlanders, descargué la que había publicado Joana Arteaga, con la que se presentó al concurso de Amazon, Maldito highlander. No había encontrado en este tipo de novelas, que me venden uno de los tópicos más manidos de la romántica, mucho atractivo en el pasado, pero yo había leído ya a Joana y quería saber qué me iba a contar. La verdad es que ella situaba esa circunstancia del personaje en un segundo plano, se trataba de una historia contemporánea en la que el origen del personaje -de los dos, en realidad-, no tenía más importancia que ese paisaje maravilloso que aparecía de vez en cuando en la novela. Era un elemento más.
Fue la primera vez que oí hablar de la isla de Skye, me gustaron los personajes, me pareció una trama muy agradable y muy entretenida, que me duró un suspiro. Por supuesto, cuando poco después Joana publicó Bendito highlander, la historia de la hermana mediana de la protagonista, ni me lo pensé.
sábado, 5 de diciembre de 2020
ESTE MALDITO SILENCIO
Hay personas que tienen un mundo interior tan rico que no necesitan mucho para sentirse tranquilos.
Un libro.
Unas tijeras, papel y pegamento.
Un horno, harina, sal, agua y levadura.
Un cuaderno viejo y un bolígrafo...
Cualquier cosa llena, evade y distrae y son capaces de dedicarle horas y horas. Solo hay una condición: estar a solas. Que nada disturbe esa paz serena que nace de lo pequeñito y deja un sitio a los erráticos y locos pensamientos. Espacio y tiempo a solas y el silencio que habita ahí.
El virus lo robó.
Se ha llevado la libertad, encarcelada en un toque de queda, nos ha dejado sin poder ver a la familia, que es lo único que nos queda al final, se ha robado respirar y ver por la calle (a quienes llevan gafas, para quien el mundo es bruma ahora). Todo eso es duro por sí mismo. Suma que también se ha llevado a gente que apreciabas mucho.
A mi me ha robado mi silencio.
La casa ya nunca está vacía. Ya no tengo ni siquiera un sitio itinerante para mí y ya no existe ese silencio mágico. Ya no estoy a gusto en ningún lado y tampoco puedo buscarlo porque no me dejan ir a ninguna parte.
Aunque hay silencio, eso es cierto.
Es ese otro que aparece cuando no te queda nada que contar al otro, sabes que no le interesa lo que has hecho ese día y mucho menos cómo está tu corazón. Quéda ese silencio que ese compañero incómodo porque ocupa un lugar al que no había sido invitado. Y ya no quieres nada más que los días se vuelvan noches y vengan otros días y otras noches y esto acabe.
Que acabe de alguna manera.
Que se largue este maldito silencio y me devuelvan a la primavera.
Entonces, no existía este silencio.
martes, 1 de diciembre de 2020
BRIANDA, UNA BRUJA EN TIEMPOS DE LA INQUISICIÓN EN PRIME READING
Esta mañana he dudado sobre la conveniencia o no de hacer esta entrada en el blog, dado que tiene tan poco tráfico (culpa mía, que solo lo actualizo cuando me acuerdo y además no polemizo). Después lo he pensado mejor y he decidido que sí, que debo reseñar esto, porque como tengo tantas cosas en la cabeza, capaz soy de olvidarme de cuándo arrancó Brianda en el programa Prime Reading de Amazon y después hago promociones diciendo que va a salir ya y falta un mes.
El despiste no venía de serie, lo he ido cultivando a base de tener muchísimos frentes abiertos y una incapacidad increíble de perder la agenda pasado el mes de marzo.
Dejo constancia, pues, de que Brianda, una bruja en tiempos de la Inquisición entra en el programa. Todos los clientes de Amazon que dispongan de la suscripción a Prime la tendrán gratis.
Pero, además, todos los clientes de Amazon con la suscripción a Kindle Unlimited, la tendrán gratis.
Y por si era poco, durante el mes de diciembre, si alguien quiere quedársela en su biblioteca, ha entrado en una promoción al 50% de su precio, lo que significa que costará 1,50€.
Brianda es la historia de dos brujas separadas en el tiempo por varios siglos. Brianda, la protagonista de toda la primera parte, se ve abocada a ciertas circunstancias que no le es posible resolver antes de su muerte, así que deja una parte de su misión a una de sus descendientes, Amanda, una adolescente que se encontrará con la compañía del fantasma de un soldado de los Tercios para solucionar ese legado.
Es una ficción histórica, en la que las ciudades de Madrid y Toledo son los escenarios principales, junto con una aldea. Hago un recorrido por las calles de ambas en el Siglo de Oro, y en esta historia, por supuesto, se cuelan los libros, hay una magia muy especial.
La historia tiene 500 páginas, aunque veáis que pone 711. No os asustéis, en realidad son dos novelas que yo he revisado hasta convertir en una, pero es que además os entrego un extra de otro de mis trabajos, por eso es tan gordita. Obviamente ese extra no está en la versión en papel, que también existe. Por cierto, quedó chulísima, es una pena que por culpa de la pandemia no haya podido presentarla en ninguna parte.
viernes, 13 de noviembre de 2020
OASIS DE ARENA
Hoy me he acordado de este relato. Habla de una circunstancia muy concreta, pero me he dado cuenta de que, si lo trato como una metáfora, este año lo he vivido.
Todavía estoy en el parque, sentada en un banco, con un libro en las manos, observando la felicidad desde la distancia y tratando de sanar.
Quiero creer que llegará un día en el que esto pasará.
Todo pasa.
Oasis de arena: https://www.amazon.es/Oasis-arena-Mayte-Esteban-ebook/dp/B07GN3867M
miércoles, 11 de noviembre de 2020
ACUÉRDATE DE RAMÓN GARCÍA
Hace una semana, y después de meses en los que escribir ha sido una tarea plagada de altibajos, empecé el borrador de otra novela. Eso es bastante normal en mí, en medio de bloqueos de otras historias más complejas, voy a mi carpeta donde guardo ideas para novelas, tramas trazadas sobre un folio o dos, y empiezo a escribir sin preocuparme mucho del destino que le voy a dar a lo que salga. De algo así nació La chica de las fotos, de un ejercicio que estaba haciendo, lo he contado muchas veces: aprender a poner la raya, que no sabía.
Por cierto, recomiendo este ejercicio a un alto porcentaje de las autoras (y autores) de romántica que se autopublican, que no dan ni una. Nadie nace enseñado, pero ahí está nuestro empeño en solucionarlo. En aspirar a ser escritor o simplemente en quedarnos, como tengo la sensación en muchas de las novelas que abro y cierro aterrorizada por el caos que encuentro, en encontrar una fuente facilita de ingresos pasivos.
El caso es que, tras una semana de euforia, esta mañana me he quedado pensando. No he terminado, en mis notas falta gran parte de lo que planifiqué, pero al sentarme y llevar una hora, en la que apenas he puesto palabras, me he empezado a hacer preguntas, me he cuestionado a mí misma y me he hecho pensar en qué pasaría si de pronto ya no tengo nada más que contar.
No pasa nada.
No es obligatorio que me siente y escriba, porque me he guardado muy mucho de conservar una vida al margen de esto y de cuidarla, porque desde siempre he tenido la certeza de que esto es temporal. Es una sensación basada en algo que existe en algunas personas, aunque a veces parezca, cuando entras en Twitter sobre todo, que ha muerto: el sentido común. Mi "modelo" a valorar es Ramón García, y ahora seguro que os estáis preguntando por qué me ha dado por poner a este señor en mis pensamientos, si no lo conozco de nada. ¿Quién es Ramón García?, se podrá decir alguien más joven, porque seguro que no se acuerda.
Ramón García es él.
Y si se acaba el escribir, que se acabe, pero que no acabe contigo.
lunes, 26 de octubre de 2020
QUERIDA SEÑORA
En Las tinieblas y el alba, la última de las novelas de Ken Follet, los hermanos se llaman Edgar, Eadbald y Erman. Existía una costumbre en Inglaterra de que los hermanos llevasen nombres con fonética semejante, como explica el autor. Un coñazo, desde mi punto de vista en esta novela, porque no son los únicos hermanos que comparten esto y me está costando la vida no liarme.
viernes, 23 de octubre de 2020
LOS MAESTROS LIENDRE
El otro día hice una pregunta muy sencilla en mis redes, relacionada con el tema literario. No esperaba muchas respuestas, porque cuando planteo algo interesante la gente lo ignora mucho más que si cuelgo una foto de Ulises, pero en este caso se ve que pillé a la gente con ganas de hablar de algo que no fuera coronavirus, cagadas de los políticos o inminentes toques de queda, y contestó un número significativo de personas.
Las respuestas fueron tan variadas que llegué a una conclusión: si escribes, que sea para ti, jamás contentarás a todo el mundo, porque los prismas con los que se mira el mundo son tan infinitos como las personas y, además, estamos rodeados de gente que de nada sabe, pero de todo entiende.
Observé, fascinada, que las respuestas menos "sabias" se correspondían con comentarios muy largos. Observé que prácticamente nadie apoyaba sus razonamientos en "estudios sobre el tema" sino en sus propias emociones, algo que en cualquier trabajo científico es una aberración, pero a lo que nos tienen acostumbrados los tiempos que vivimos. "Lo que yo siento es la verdad, tanto cuando leo un libro, como cuando veo una película, cuando valoro una ley o leo una sentencia." Y nos quedamos tan anchos, ignorando que hay leyes, normas, estudios... que tal vez nos desmienten y que, si los conociéramos y tuviéramos la mente abierta, nos enseñarían que la nuestra no es una verdad absoluta, sino solo la nuestra. Que a veces ni se acerca a la sombra de lo demostrable. Que es solo un gusto que no tiene por qué ser ni medio lógico.
Yo sé la respuesta a mi pregunta, la sé no porque la sienta, sino porque llevo toda la vida estudiando literatura y cómo se escribe la ficción, cuáles son sus mecanismos internos y qué la diferencia de la historiografía, de las biografías o de la vida. Es un matiz tan claro y que brilla tanto que no me cabe duda de qué es lo correcto, pero Dios -o lo que sea- me libre de defenderlo a voz en cuello, que yo solo soy un ser humano del montón.
Para mí me la quedo, porque a pesar de lo sepa también sé algo: puedo estar equivocada, me puede faltar un estudio por leer, un libro por descubrir, un enfoque que encienda una nueva luz.
Estas respuestas me hicieron pensar en varios autores en los que llevo mirándome toda la vida y me reí yo sola con mis elucubraciones sobre cuáles serían sus reacciones ante este mundo literario que se nos está quedando. Insisto, mías, tan verdaderas como esas respuestas que recibí -o sea, nada. Soy muy fan de la generación del 98. De su espíritu crítico y su sencillez narrativa que esconde muchísima profundidad. De esa visión que admira un paisaje -no dejando de lado ninguno de los elementos que lo conforman, incluidas las personas-, que lo idealiza, pero que no pierde la perspectiva de sus carencias y las señala, con la esperanza de que haya una reacción y en algún momento se corrijan.
Me imaginaba a estos autores publicando en Amazon, al fin al cabo eran bastante autodidactas, por qué no iban a tener algo de aventureros como muchos de nosotros. Al pobre Baroja cayéndole comentarios de una estrella, diciéndole cómo tenía que haber escrito sus libros, y tampoco se librarían de ellas Unamuno o Valle Inclán por muy Marqués de Bradomín que acabara siendo, título ganado por méritos literarios. Me imagino al primero medio deprimido por esos comentarios hirientes que recibimos, a Unamuno inventándose conceptos literarios para justificar sus nivolas y a Valle cagándose en los muertos de los imbéciles que no entienden nada. Me imagino a Machado, negando con la cabeza, diciendo que no tenemos remedio. Estarían todos escandalizados si pudieran observar la selva en la que hemos convertido algo tan hermoso como la literatura y no descarto que alguno se muriera de la impresión al ver los tops.
Bueno, no pueden, por fortuna para ellos ya están muertos.
A veces me aburro y miro reseñas malas de gente buena. Pero buena de verdad, de los que no cabe duda alguna, y me encuentro torpes que atizan a Delibes con saña o idiotas perdidos que no entienden Nada y que se quedan tan anchos al decir que es una mierda de novela. Y suspiro, y sonrío, y me voy pensando que se ha perdido el criterio, que nadie se acuerda de lo que es una figura literaria, que ya no se entiende la ironía y que para qué nos molestamos es crear metáforas si a veces hay quien las lee literales y no es capaz de llegar a su significado verdadero.
Sonrío y me vuelvo a mis libros y, como ese Machado imaginario, niego con la cabeza y me resigno. No nos ha servido de nada la cultura para todos, porque no hemos aprendido mucho si lo que prima es nuestra opinión que a veces no sabemos ni razonar.
Al final va a ser verdad que tenemos lo que nos merecemos.
lunes, 19 de octubre de 2020
DÍA DE LAS ESCRITORAS
Hoy lunes 19 de octubre es el día de las escritoras. No siempre es 19, es el lunes más cercano al 15 de octubre, fecha en la que se recuerda a Teresa de Jesús, una de las primeras mujeres escritoras reconocidas.
Puede decirse que soy escritora.
A día de hoy llevo siete títulos publicados con editorial y tres premios (uno pequeñito, de pueblo, otro que otorgó Penguin Random House a un microrrelato que siempre se me olvida y ser finalista en el HQÑ en 2015). Tengo otras cuatro obras autoeditadas. He colaborado en antologías, revistas, he hecho entrevistas, vídeos, he dado clases durante años en un taller de narrativa. Todas mis novelas han ocupado lugares destacados de ventas en digital, algunas de ellas (más de la mitad) durante medio año seguido de media. Y sin embargo...
Sé que no soy escritora.
No estoy hablando de que padezca el síndrome del impostor, no. Este texto no va de esto. Sé que por mucho que me esfuerce, por mucho que pula mis palabras, por mucho interés que ponga o por muchos libros que venda, no soy escritora a los ojos de mucha gente. Porque me muevo en un género menor, porque mis palabras jamás van a tener el valor que las de otras mujeres -y no digamos de hombres- a las que les han puesto otros sellos en la frente, aunque en esencia yo esté diciendo lo mismo y, muchas veces, incluso, haya elegido mejor las palabras.
Qué soberbia al decir esto, ¿verdad?
Me da un poco lo mismo ya lo que piensen los demás, vivo a la sombra de mil prejuicios y de ella no voy a salir. Plantadme otro adjetivo, la espalda ya soporta lo que sea.
Sin embargo, aunque en el fondo crea que no es mi día, porque no me lo he ganado aún ni me lo voy a ganar nunca, quiero celebrarlo. Porque las palabras son mi motor y en mi mundo pequeñito, ese que está hecho de muchas horas a solas, muchos libros leídos, muchas palabras escritas, ahí sí lo soy.
Ahí soy escritora porque ahí puedo ser lo que yo quiera.
martes, 6 de octubre de 2020
PRESENTACIÓN VIRTUAL DE AÑOS DE MENTIRAS
sábado, 26 de septiembre de 2020
DOCE HORAS, CUANDO PASE EL TIEMPO
Doce horas es una fotografía de un instante, del espíritu que nos unió para, por lo menos, reponernos del shock que nos metió a todos en casa y nos sacó de lo que hasta entonces habían sido nuestras vidas.
No fui dura, no era el momento, quizá hoy sería más crítica y menos dulce, pero ahora sé muchas más cosas que hace unos meses. Sé de incompetencias, de olvidos, de faltas de respeto que no puedo entender hacia quienes se dejaron la piel, la salud y hasta la vida mientras otros horneaban pan y se hacían vídeos con Tik Tok.
Pero hay una cosa que nadie va a poder negar jamás a ese relato, y es que es una fotografía de un instante. Porque fuimos así, porque eso salió todo de observar: en la televisión, en las conversaciones telefónicas, en las redes. Dentro de mucho tiempo, si alguien tropieza con él, va a saber cómo fuimos. Durante un instante. Durante doce horas de uno de los peores años que recuerdo.
sábado, 19 de septiembre de 2020
LOS MANDAMIENTOS DE LAURA DE ERIKA FIORUCCI
Sinopsis:
Laura Moore tiene tres mandamientos en su vida: Vivir libre de drama, nunca enamorarse de un jugador de béisbol y evitar decirle que no a su hermana mayor. Construyó estas reglas para mantener su corazón a salvo tras una mala experiencia y ha vivido cinco años siguiéndolas, consiguiendo así una existencia tranquila y ordenada. Es la chica que escribe cosas en la oscuridad mientras los que están a su alrededor se cubren de gloria. No le importa, así se siente segura.
Sin embargo, el ofrecimiento de su empleo soñado durante una crisis existencial la obligará a flexibilizar su rígido sistema, una pequeña concesión a la vez, y gracias a ello aprenderá que vivir implica riesgos, que sentir nos hace humanos y no parte de una estadística, y que siempre es mejor ensuciarse el uniforme que vivir a medias.
Mis impresiones:
Nada más saber que Erika Fiorucci tenía libro nuevo, me fui a buscarlo. Vi, sorprendida, que lo había ambientado en el mundo del béisbol. Mi experiencia con este deporte es que era obligatorio en la ronda deportiva que hicimos en tercero de BUP, en el instituto. Montaron un campo improvisado en un descampado que estaba entre el instituto y un trigal y cuando me tocó batear le di a la bola y la mandé tan lejos que no la recuperamos. Se acabó jugar, porque no teníamos más...
Todo este rollo es para deciros que no entiendo una palabra de ese deporte, no sé nada de equipos americanos, jugadores, puntuaciones... Pero todo lo que me ha contado Erika en esta novela me ha parecido absolutamente verosímil. Tal vez si supiera podría ponerle alguna pega, pero como no sé, he creído a pies juntillas que Laura Moore sabe muchísimo de este deporte, hasta el punto de manejar un blog, tras un seudónimo, del que todos se fían.
Y no es para menos, sus análisis son de lo más acertados.
La novela arranca con Laura siendo despedida por un influencer para el que trabaja manejando sus redes sociales. En ese momento también ha sido despedido Dallas Ousborne, un jugador de béisbol de otro equipo, que en medio de la temporada se ha quedado sin trabajo. Ella, que además es hija del dueño de un equipo de Las Vegas, sabe que para él va a ser complicado volver a la primera liga y empatiza por el momento que está pasando aunque no lo conoce, así que se las arregla para convencer a su hermana, la implacable Lorena, que lleva esos asuntos en el equipo, para que lo contrate. Lorena se lo debe porque en el pasado fue la responsable de que el equipo contratase al jugador que la acababa de dejar plantada por otra a la que, además, había dejado embarazada.
Este planteamiento tiene pinta de drama, ¿verdad?
Pues nada más lejos. Uno de los mandamientos de Laura es "nada de drama". Y ella es así, vital, divertida, con un punto sexi pero también demasiado buena, demasiado compasiva con los demás, y eso hace que se vaya enredando entre dos historias: Bobby, su ex, que regresa del pasado, y Dallas, por quien siente mucha atracción, pero con quien no quiere involucrarse porque rompería otro de sus mandamientos: "nunca más salir con un jugador de béisbol".
La novela está contada en primera persona por Laura, que ejerce de narradora protagonista y salpicada de guiños sobre béisbol, cada capítulo arranca con una cita de este deporte y es de esas novelas que uno lee con la sonrisa puesta. Es la Erika luminosa que vemos en sus vídeos del canal de YouTube que lleva, la novela tiene esa energía cargada de positividad que transmite como nadie y creo que ha sido una idea maravillosa ponerme con ella y no dejarla en cola.
Necesitaba una novela así justo ahora.
Está ambientada en algún momento del presente, no me he fijado si se data en concreto en algún año, pero da igual. No lo considero relevante para la historia, que es divertida hasta el final.
Voy a hacer un apunte sobre la portada. Creo que podemos intuir al verla que el béisbol tiene una importancia en la trama, aunque el título no haga alusión a ello, la bola, el marcador, las palabras en segundo plano... Se ve bien el título y su nombre (aunque yo lo habría puesto un poco más grande, no por ego, porque en las miniaturas de Amazon se tiene que ver). Pero tiene un fallo.
Sí, Erika, no me mates por lo que voy a decir ahora.
Creo que a esa portada le falta un torso desnudo.
Ya sé que quienes frecuentáis el espejo ahora mismo estáis poniendo cara de "Mayte se ha bebido algo con mucho alcohol y escribe bajo sus efectos", pero no. Solo me he comido un caramelo de regaliz. Es que justo al terminar la lectura, la aplicación de kindle me sugirió novelas que han leído los lectores de esta y ¡casi todas tienen un torso desnudo!
Soy anti eso, pero me temo que mis gustos y el marketing se dan de cabezazos, porque me fijé que la mayoría de esas novelas están muy bien posicionadas. Erika hubiera sabido hacerlo con elegancia, esa no se puede perder, con esa misma elegancia que narra las escenas de sexo, chispeantes, divertidas y sin perder de vista la pasión.
Aunque Erika suele publicar con editorial, esta novela es autoeditada y a mí me ha gustado mucho. Felicidades.
Te seguiré leyendo.
miércoles, 9 de septiembre de 2020
PUBLICAR EN TIEMPOS DEL CORONAVIRUS
¿Os cuento un secreto? No entraba en mis planes publicar absolutamente nada en 2020.
Hace justo un año, en septiembre de 2019, me encontraba emocionada por la publicación de mi cuarta novela con editorial, La colina del almendro. También estaba un poco preocupada, porque había dejado de lado la romántica contemporánea, después de tres novelas, y me había arriesgado con una novela de corte histórico. No tenía ni idea de cómo lo iban a procesar los lectores que tengo y tampoco si otros desconocidos se atreverían a leerme.
Salió todo rodado con la gente, aunque no puedo decir lo mismo de la visibilidad en redes.
La colina del almendro me ha dado muchísimas alegrías, todo un año de buenos comentarios en los que solo hay unas poquitas excepciones: el primero que recibí, de dos estrellas, en iTunes, al ratito de publicarla -es la costumbre, hay alguien que si no intenta tirar mi trabajo al momento de salir, no es feliz- y un par de ellos en Amazon que dicen que he escrito un tostón, pero el 90% de consenso, y lo que yo misma siento, son suficientes como para agradecer a esta gente que haya bajado las expectativas, que no es bueno que estén muy altas para nadie.
miércoles, 2 de septiembre de 2020
QUERIDO PAPÁ
Hoy ha sido un día raro. Hoy ha vuelto a suceder; por extraordinario que suene, he vuelto a publicar otra novela con editorial. Esta es la... deja que cuente... la séptima. La sexta con HarperCollins.
Un porcentaje muy pequeño de autores puede decir eso.
Te lo has vuelto a perder, como todo lo importante que me ha pasado en los últimos años, aunque esta vez no ha sido nada emocionante. Ya sabes, este segundo confinamiento que me tiene atada a casa y este maldito virus que se ha cargado las posibilidades de hacer de esto algo grande. Por lo demás, sé que te gustaría la novela, que nos daría para hablar horas. Es más "masculina" que las otras.
Tú me entiendes.
He tenido a mucha gente a mi lado, a través de las redes, y también han faltado las felicitaciones de los de siempre. A veces quiero creer que las personas cambian, pero qué va. Siempre somos iguales. Los hay que se esfuman en cuanto huelen problemas y los hay que, cuando algo te va bien, desaparecen.
Igual no lo soportan... porque en el último año ya van tres veces.
Pero hoy eso ha pesado mucho menos que otras veces. Este año, en realidad empezó en 2019, he aprendido que la única persona que no me va a dejar sola nunca soy yo. Que la única que siempre me hablará con respeto y se preocupará por mí sin condiciones, soy yo. Y con eso he solucionado un problema enorme que tenía, esa inseguridad que sentía cuando alguien importante para mí me fallaba.
Hoy ya nadie me falla, porque solo una persona puede hacerlo, yo, y no sería inteligente si dejase que eso sucediera. Tú decías que era inteligente. Lista no, pero inteligente sí. Hay una gran diferencia entre una palabra y la otra.
Pues eso, que aquí está mi novela. Que no la he visto aún, porque no me la han mandado y aquí no ha llegado, pero no falta una bruja buena para sujetarla por mí.
viernes, 28 de agosto de 2020
ESCRIBIR BAJO PRESIÓN
Hasta ahora, pensaba que escribir bajo presión era tener una fecha de entrega señalada en el calendario, tener que echar mano de horas de sueño y forzar la creatividad. Tiene que ser jodido, y digo tiene que ser porque una de las primeras cosas que me impuse cuando entré en el mundo editorial fue no aceptar plazos. Supongo que ponerme enferma cuando empecé y perder 20 kilos en seis meses establecieron prioridades en mi vida que a otros no les suponen problema, pero a mí sí.
Ahora he descubierto que escribir bajo presión, bajo verdadera presión, es otra cosa.
No tiene nada que ver con fechas ni con esforzarte tú, tiene que ver con situaciones externas que te desborden por completo. Quedarte sin trabajo. Contraer una enfermedad grave. Plantarte delante de tu cuenta bancaria y darte cuenta de que, o mejoran las cosas y no serás capaz de salir a flote más allá de tres meses.
Esa es la presión, ese miedo es el que atenaza el estómago e impide que las palabras se coloquen en el orden preciso. Supongo que porque, en el fondo, sabes que esto da igual, que lo importante no es esto aunque se hubiera colocado como urgente. Que lo importante es lo cotidiano, porque si todos entramos en crisis quién coño se va a comprar un libro. Nadie. Será un objeto de lujo, prescindible mucho más que una caja de ibuprofeno o un paquete de lentejas.
lunes, 17 de agosto de 2020
AÑOS DE MENTIRAS, LA NOVELA DE UN IMPOSTOR
lunes, 3 de agosto de 2020
CUANDO LA LLAMASTE CLAUDIA DE PILAR MUÑOZ
Hay historias que es preferible abordar sin conocer lo que aguardan, sin prever el impacto que pueden tener sobre ti. Como quien se aproxima al vacío con los ojos cerrados.
La de Aitor y Teresa es una de ellas.
Jamás pensaron que tuvieran que enfrentar un giro vital tan fuerte. Que un acontecimiento así cambiara el orden de sus sentimientos y su magnitud. Que los obligara a confesar verdades, a defender sus deseos, a tomar decisiones con el tiempo en contra. Con el presente en jaque y el futuro incierto.
Creían tenerlo todo controlado, pero… algo se les escapó de las manos.
jueves, 23 de julio de 2020
¿PAPEL O DIGITAL? LO QUE HE DESCUBIERTO ESTOS DÍAS
viernes, 10 de julio de 2020
BENDITO HIGHLANDER DE JOANA ARTEAGA
Sinopsis:
Charlotte Danvers ha vivido toda su vida a la sombra de su fastuosa y excesiva hermana mayor, Skye, lo que le ha acarreado una existencia sin seguridad y con la confianza en sí misma por los suelos. Pero la mediana de las Danvers no sabe lo que le espera…
Una boda, una decisión alocada y consecuencias, muchas consecuencias que la ayudarán a salir de ese agujero donde lleva metida toda la vida.
A Charlotte solo le hace falta dar un giro de ciento ochenta grados a todo lo que creía sobre sí misma, la ayuda no siempre requerida de su insistente hermana mayor y la aparición de un highlander triste que la conmueva y la anime a bailar en sus brazos mientras suene la música.
Lo demás… Lo demás ya depende de sí misma.
Acabo de terminar la segunda novela que ha publicado Joana
este verano y lo he hecho con la emoción a flor de piel. No solo porque la
historia es bonita, sino porque ha sabido elegir las palabras para que, en
algunos momentos, pareciera casi poesía. Para mí, ante el qué, siempre el cómo,
siempre lo digo, que cualquier historia me va a llenar si me la sabes contar, si me llevas de la mano, si me
siento cómoda entre las palabras.
Antes de leer esta novela, leí Maldito highlander y pasó una de esas cosas extraordinarias que a
veces narramos, una pirueta tonta del destino que hizo que Joana y yo nos
conociéramos. Yo ya había leído uno de sus libros y me había gustado, así que,
cuando vi su libro, coincidiendo con que había concluido la lectura del que tenía en mis manos, lo
descargué. Antes de que me diera tiempo a terminarlo, Amazon, vete tú a saber por qué, lo retiró de
la venta. Yo leía a Joana desesperada en las redes y le escribí un mensaje. Durante
esos once días intenté darle apoyo moral, porque la verdad es que se nos
agotaron todas las ideas para intentar que hicieran algo más en la plataforma que mandar correos diciendo que estaban en ello. Por
fortuna el Highlander apareció de nuevo, pero en esos días ella, que es una
luchadora, no se rindió. Haciendo gala de un carácter decidido que para mí
querría, se puso a teclear furiosa (eso dice) y sacó de su interior una
historia en tiempo récord que me ha gustado casi más que la otra.
Lo digo en serio.
En esta novela, contemporánea, no es una ficción histórica, conocemos a la segunda de las hermanas
Danvers, Charlotte. Está en la boda de Skye, en Escocia, rabiosa porque su
novio le está tirando los trastos a una camarera. Decidida a que ese idiota no
domine más su vida y espoleada por el amigo de su hermana,
Scott, con un valor que no sabe de dónde ha salido, porque ella es todo lo
contrario, decide hacer una tontería. Sin embargo, en el camino tropieza con James,un hombre que tiene una infinita tristeza
en su mirada, pero que la atrae sin remedio. Sintiéndose observada por Scott, le pide al desconocido que por favor
le siga la corriente, pero una cosa es lo que uno pretender hacer y otra muy distinta las emociones que de pronto se apoderan de tu ánimo cuando te encuentras con alguien que, de alguna manera, forma parte de ti.
A partir de este momento no cuento más,
tendréis que ser vosotros quienes os adentréis en las páginas de la novela. Yo
me he sentido muy cómoda, he podido entender a los personajes, ese carácter de
James, esa postura en la vida de Charlotte, es temperamento de Skpe, esa paciencia con ella de Ewan. Me ha gustado el paisaje de la
novela, he disfrutado con ese fenómeno meteorológico que siempre he anhelado contemplar. Y la música. No me refiero a la banda sonora que tienen muchas novelas, a las canciones que recorren el libro (que las hay), sino a esa
música y ese ritmo que crean en muchos momentos las palabras de Joana. ¿Sabéis?
No me la imaginaba tecleando en el ordenador (furiosa), sino sentada frente a un piano,
tocando una melodía que le nacía de dentro, tan nítida que salía sola, sin
partitura, casi sin haberlo planeado, solo dejándose llevar por lo que los
personajes necesitaran contar.
Con esa magia que de pronto sentimos los que escribimos, que logra crear hermosas historias en tiempo récord.
Es la tercera novela suya que leo, y no será la última. Lo
dije el otro día, a veces pierdo mucho tiempo dando vueltas por libros que no
terminan de encajar conmigo. Por eso, cuando encuentro uno que es música, corro a mi espejo para contármelo. Quizá esa música solo la escuche yo de este modo, pero es
tan hermosa que me he sentado en mi teclado-piano para escribir estas palabras.