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sábado, 12 de agosto de 2023

HAZ LO QUE TE DÉ LA GANA

Hoy he salido a pasear, pero no era temprano y la verdad es que el calor ha hecho que ese rato de ejercicio necesario para mi cuerpo dolorido no haya sido placentero.

Ha sido un paseo silencioso, donde solo un pensamiento ha puesto brillo a este día feo de agosto, el mes más horrendo del calendario para mí. Le leí hace poco, el verano sin vacaciones y sin paga extra simplemente se convierte en el infierno, y no puedo estar más de acuerdo. El pensamiento brillante es que, a lo sumo, al infierno le quedan un par de semanas. Yo no sé lo que son unas vacaciones de verano desde que las hacía con mi padre y mucho menos lo que significa una paga extra, así que solo me queda el calor que no soporto.



Qué le vamos a hacer, no tengo nada de caribeña, gracias al dios que haya que dárselas. A pesar del color del pelo y de la piel, mi espíritu procede de Noruega. Si no es del Polo Norte.

En este paseo incómodo, he ido pensando en lo que quería escribir, pero al llegar a casa apenas me he sentado diez minutos. Mi yo del espejo, la única persona que me cuida, me ha dicho que hoy no corra. Que si no está la comida a las dos, no se va a hundir el mundo. Si hay polvo en los muebles, que lo interprete como que tengo una pizarra para pintar corazones con el dedo.

He sacado una botella de vermú y unas aceitunas, he hablado con una amiga de Tarazona por WhatsApp y me he sentado en el sofá mientras no hacía nada.

Me he dicho lo que sé que me diría Ana, que me quiera y que me cuide. Que si tengo ganas, escriba. Si no, que toque las narices. Y, que si lo veo bien para mi ánimo, pierda el tiempo. O dibuje ojos, o narices, o un pato del revés.

"Haz lo que te dé la gana", lo he escuchado perfectamente en mi cabeza con la entonación de su voz. Y eso es lo que estoy haciendo hoy.

Lo que me da la gana.



ROMPERSE Y RECONSTRUIRSE

 Ayer hizo cuatro meses que Ana se marchó, que su sonrisa eterna se quedó congelada en las imágenes que de ella conservo.



Cuatro meses sin sus mensajes, sin la sabiduría de esta niña que nació con el don de cambiarte los problemas por sonrisas.

No he podido hacer el duelo como sé que se hace para que sea sano. Como necesito hacerlo. Recordando nuestros momentos felices frente alguien que simplemente me escuché. Ahora mismo mi entorno se centra en otro problema muy serio y esto es como si fuera una página de un libro que pasas y te olvidas.

Pero yo no la puedo olvidar.

He pedido ayuda varias veces, no sé si hay algo más valiente que reconocer que no puedes solo. Eso y pedir perdón definen para mí a una persona. No me fío de quien no sabe hacer ninguna de las dos cosas.

He pedido ayuda, pero no la he encontrado. No digo que no haya habido nadie, pero no todo el mundo te sirve.

Entonces he recordado este espejo. 

En estos meses no paro de repetirme que necesito a alguien como yo, alguien que me tenga paciencia, que me quiera y que me escuche, que me tienda la mano para que ahora que van pasando los años y no soy capaz de levantarme de un salto, pueda ponerme de pie.

Que no me meta prisa, cuatro meses son un suspiro cuando se trata de despedidas que implican reconstruirse.

Hace poco aprendí lo que es Kintsugi.

Es una técnica japonesa que se emplea en la reparación de cerámica. Las grietas de la pieza fragmentada se rellenan con oro y de ahí surgen obras mucho más bellas, pues cada cicatriz se convierte en su parte más valiosa.

Yo ahora soy una taza rota. Mis fragmentos los he reunido ya, los tengo sobre la mesa, pero no puedo contener ninguna cosa. Necesito pegamento y buscaba un artesano que, con paciencia, me ayudase a extenderlo. Buscaba centrarme en cada unión para aprender y crecer, pero cometí el error de pensar que, como otras veces, iba a tener la suerte de encontrar ayuda.

No ha sido así, en este viaje de despedida al fin he comprendido que estoy sola. Pero lo voy a hacer bien, porque el espejo me ayudará a sentir que tengo alguien que me escucha.

Yo misma.

Y si me caigo y me levanto despacito, no hay prisa. Nadie me espera para escucharme.

Solo yo.