El otro día escuché que cada minuto se suben a Youtube nada más y nada menos que 24 horas de videos. Es alucinante. Si quisiéramos ver todos los de un solo año necesitaríamos varias vidas. La mayoría de los contenidos no tienen la más mínima relevancia para el funcionamiento del mundo, pero nadie puede negar que reflejan una verdad: la de quien puso ahí esas imágenes, al alcance de todos.
A menudo leo los titulares de prensa de todos los periódicos del día (tengo una amiga que tiene un kiosco) y alucino con lo que se considera la verdad. Tiene tantas caras como las que aparecen en los videos de Youtube. Una verdad por persona, si soy sincera. Cuando le puse nombre a este blog ya lo advertí. Se llama el espejo de la entrada porque no es más que el reflejo del mundo que entra en mi cerebro y que proceso con las herramientas que Dios me da a entender. Ni mejores, ni peores que las de nadie, simplemente las mías. Mi verdad, una gota de agua en este océano virtual de ideas que no creo que nadie pueda resumir jamás.
El mundo está cambiando, de eso no hay dudas, y lo que más ha cambiado es que los mundos interiores se exponen a los ojos de quienes se quieran asomar a echar un vistazo, sólo con un golpe de ratón. El mundo ya no es como nos quieran hacer creer, es simplemente otro, tan lleno de matices que los análisis se hacen imposibles. Conocer a una sola persona en su totalidad es complicado; penetrar en los cerebros de todos una tarea imposible. Para que luego vengan los de Nike y nos digan que "imposible is nothing".
Salto a otro pensamiento que tiene que ver con la verdad, como casi siempre. El orden y yo que no nos compatibilizamos mucho. Gran Hermano. El otro día me paré a escuchar el eterno discurso de la Mila: "tenemos las imágenes, sabemos lo que pasó, no nos puedes contar otra cosa porque sabemos la verdad". Y me admira que alguien tan competente pase por alto que eso es poco menos que imposible. Si cinco personas, por poner un número, observamos el mismo hecho, en la misma habitación, al mismo tiempo, sin ninguna interferencia, y después se nos pregunta por separado por ello, habrá cinco versiones. Se parecerán, probablemente, pero todos le habremos aportado los matices que aparecen cuando se aporta el filtro de nuestro espejo. Y son reales, contradictorias como el mismo hecho de ser humanos. No me parece que sea justo que se juzgue, en ese programa o en cualquier otro sitio, nuestra comprensión del mundo. Si tú crees que algo pasó porque tu análisis es ese, ¿por qué es menos válido que el de otro? Uno puede pensar que darle un abrazo a otro es sólo un gesto de cariño, pero a la vez el de al lado puede pensar que es el primer paso hacia el adulterio. Y habrá quien lo juzgue en un término medio. ¿Quién lleva razón? Todos y nadie. Los juicios dependen de cada uno pero también de la edad, de las circunstancias que has vivido... La verdad tiene tantas caras que sentar a alguien para interrogarle sobre ella y juzgarle es injusto. E innecesario si no has cometido ningún delito. Sé que es un juego de audiencias pero, sinceramente, no me gusta.
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viernes, 24 de diciembre de 2010
LAS DESCARGAS DE INTERNET Y EL CANON DE LAS BIBLIOTECAS.
Con el revuelo que está causando la nueva ley que pretendía regular esta marabunta que es internet, sobre todo en lo que se refiere a las descargas ilegales, me ha venido a la cabeza el canon con el que se pretende gravar a las bibliotecas públicas. Fue porque un chico, preguntado en un informativo qué opinaba de las nuevas medidas ministeriales, dijo que le parecía tan ridículo como que te cobraran por sacar un libro de una biblioteca. Inocente. No sabía qué eso ya está inventado. No sé si es una medida que ya se ha puesto en marcha, ni siquiera si todo el mundo es consciente de ella, pero es escandalosamente abusiva. Por lo que escuché en una conferencia, se han sacado de la manga un canon que pretende que, las bibliotecas públicas, paguen 0´20 euros por cada libro que entreguen en préstamo. ¿En concepto de qué? Supongo que como todo es en concepto de crisis, que justifica los abusos más injustificables. No entro en las pensiones ni demás derechos sociales que también han costado años y mucho esfuerzo y están siendo mutilados sin piedad, enfundados sus verdugos en la bandera de la defensa del bien común. Y del estado del bienestar...
Volvamos al tema mucho más trivial que he elegido hoy y calculemos un poco. Una biblioteca de poco tránsito, pongamos que preste 10 libros al día, al cabo del mes, con 20 días de apertura, debería pagar 40 euros. Eso, doce meses al año, supondrían 480 euros. Y este ejemplo es de una biblioteca que apenas se mueva. Prefiero pensar que la gente lee poco porque si en lugar de 10, los libros son 100, las cifras marean. ¿Cuántos libros nuevos que jamás llegarán a las estanterías suponen eso? Miles de libros que se dejarán de comprar porque hay que pagarle al Ministerio de Cultura por difundir nuestra cultura. Raro, ¿no? Y creo que tardarán poco en trasladarnos ese gasto a los usuarios, lo estoy viendo.
Estamos viviendo malos tiempos para la cultura. El arte, aunque nuestros gestores no lo sepan porque no se acercan ni de lejos a la sensibilidad de un artista, por mucha subvención que les haya hecho creer que lo son, necesita libertad para crecer. La cultura no combina bien con ninguna prohibición y, hoy por hoy, no sé si nos queda algún espacio sin un cartel de prohibido.
Volvamos al tema mucho más trivial que he elegido hoy y calculemos un poco. Una biblioteca de poco tránsito, pongamos que preste 10 libros al día, al cabo del mes, con 20 días de apertura, debería pagar 40 euros. Eso, doce meses al año, supondrían 480 euros. Y este ejemplo es de una biblioteca que apenas se mueva. Prefiero pensar que la gente lee poco porque si en lugar de 10, los libros son 100, las cifras marean. ¿Cuántos libros nuevos que jamás llegarán a las estanterías suponen eso? Miles de libros que se dejarán de comprar porque hay que pagarle al Ministerio de Cultura por difundir nuestra cultura. Raro, ¿no? Y creo que tardarán poco en trasladarnos ese gasto a los usuarios, lo estoy viendo.
Estamos viviendo malos tiempos para la cultura. El arte, aunque nuestros gestores no lo sepan porque no se acercan ni de lejos a la sensibilidad de un artista, por mucha subvención que les haya hecho creer que lo son, necesita libertad para crecer. La cultura no combina bien con ninguna prohibición y, hoy por hoy, no sé si nos queda algún espacio sin un cartel de prohibido.
domingo, 19 de diciembre de 2010
¿DE MÁS O DE MENOS?
Tengo un problema: kilos de más. Come menos, me regaño todos los días, y lo consigo por la mañana, a medio día y por la tarde pero por la noche no hay manera. Hay a quien, la ansiedad, le cierra la boca del estómago, o la boca simplemente, y adelgazan casi sin esfuerzo. A mí, el estrés diario, el que me ataca hacia las ocho y media, cuando termino de trabajar, lo que hace es darme un hambre de lobo en tiempos de posguerra. Conclusión final: engordo y no me vale nada nuevo. O eso creía. Porque he descubierto que me había equivocado. Mi ropa de siempre me sigue quedando bien, lo cual tira por tierra la teoría de que he engordado, pero no soy capaz de comprarme nada de lo que las tiendas exponen. Esta semana, por ejemplo, el problema se ha llamado botas. Creo que me habré probado dos mil, par arriba, par abajo, y ¡ninguna! me valía. Ni una sola cremallera era capaz de realizar su recorrido completo. Algunas, a la mitad, se habían rendido. Me miro las piernas, miro mis viejas botas que me entran sin ni siquiera bajar la cremallera (se ha roto arriba, por cierto) y no entiendo nada. A lo mejor estoy mucho más gorda pero el caso es que me veo exactamente igual. Y ahí coincido con la báscula.
Cada vez que voy de compras me siento una foca, aunque mis pantalones digan que tengo una 42 y el espejo me devuelva una imagen de la que no me siento en absoluto descontenta. Me gustan mis curvas, aunque me sobre algún kilito. Pero es necesitar algo nuevo, ir a una tienda, y ponerme enferma. Las cosas que tienen mi talla tienen el diseño ideal para una abuela, y la ropa que me gusta está diseñada para gente de menos de cincuenta kilos.
Yo, de la liga antichandal de toda la vida de dios, me veo ahora vestida de arriba a abajo de Decatlón, como única solución para no vestirme de jubilada. Lo siguiente será salir a la calle, a por el pan, con las zapatillas de estar por casa. Lo estoy viendo.
Cada vez que voy de compras me siento una foca, aunque mis pantalones digan que tengo una 42 y el espejo me devuelva una imagen de la que no me siento en absoluto descontenta. Me gustan mis curvas, aunque me sobre algún kilito. Pero es necesitar algo nuevo, ir a una tienda, y ponerme enferma. Las cosas que tienen mi talla tienen el diseño ideal para una abuela, y la ropa que me gusta está diseñada para gente de menos de cincuenta kilos.
Yo, de la liga antichandal de toda la vida de dios, me veo ahora vestida de arriba a abajo de Decatlón, como única solución para no vestirme de jubilada. Lo siguiente será salir a la calle, a por el pan, con las zapatillas de estar por casa. Lo estoy viendo.
lunes, 6 de diciembre de 2010
PONER EL ACENTO EN LO IMPORTANTE.
El otro día me desperté y puse la televisión. No suelo hacerlo porque mi día a día es tan acelerado que me resulta imposible sentarme a ver nada, pero tenía que pasar unos minutos en la misma habitación y la encendí. En un informativo estaban hablando de la rectificación que propone la Real Academia de la Lengua Española sobre las nuevas normas que lanzaron al aire en semanas anteriores. Donde dije digo, digo Diego, como se suele decir. Supongo que la presión, sobre todo la que ejerce este nuevo mundo virtual, ha hecho que se vean en la obligación de rectificar.
Ahora resulta que "sólo" sí que llevará tilde, pero truhán y guión, no. Yo se la pongo porque me pone nerviosa que el corrector me la subraye, pido perdón por ello. Por cierto, que la i griega se va a poder seguir llamando así, a criterio del que la nombre.
Todos los días veo en la televisión mensajes que se mandan a los programas, donde las faltas de ortografía se cuentan por millones, y en internet... bueno, para qué hablar: frases a medias, palabras imposibles salidas de la imaginación más inquieta, haches desaparecidas porque no suenan y para qué entonces... Es normal que quien se ha tomado la molestia de aprender, no sólo a escribir, sino a hacerlo bien, se ponga de los nervios con los cambios. El problema es que van quedando pocos que realmente sepan escribir.
Según las estadísticas, en España el analfabetismo casi ha desaparecido. El analfabetismo entendido como gente que es capaz de leer y escribir. Hoy en día eso es cierto, pero hay otro mucho más grave, el analfabetismo funcional. Ahora todos leemos y podemos escribir, pero no todo el mundo es capaz de entender lo que lee y mucho menos es capaz de escribir un texto mínimamente coherente. Después de muchos años en esto de lograr que los niños recuperen la ilusión por aprender, me he dado cuenta de dónde está el problema, y me sorprende que los planes de estudio, hechos por personas sesudas a quienes se les paga por pensar soluciones, no lo hayan ni siquiera intuido.
Creo que la solución se llama redacciones. Mi hijo está en quinto de primaria y no sé si habrá hecho media docena en toda su etapa escolar, y aunque saca unas notas brillantes, estoy segura de que, cuando acceda a niveles superiores, bajarán en picado, porque no sé si sabe redactar tres líneas seguidas. En exámenes que son poco más que test se puede averiguar si un niño se ha leído el tema y lo comprendido, pero de ahí a que sepa expresarlo con sus palabras va un mundo. Es por eso que encuentro alumnos que vienen de sacar de media sobresaliente en primaria y que, en el primer examen de primero de E.S.O. que se les pide que redacten, por ejemplo, el proceso de la fotosíntesis, sacan un uno. Siempre les pregunto si creen que se han vuelto tontos de repente, y algunos, inocentes, me responden que quizá sí.
Vamos a ver. De todo lo que se aprende en la escuela, la mitad no vale para nada en la vida. Centrémonos en lo importante, en las asignaturas que sirven. Vamos a dejarnos de música, de religiones o de asignaturas vacías y redactemos. Si los contenidos de asignaturas como ciudadanía son importantes, pues incluyámoslos en redacción pero que no nos quiten tiempo para entrenarnos en el laborioso proceso de escribir diez líneas con sentido. Si hacemos esto quizá no estemos perdiendo el tiempo. Si no, seguiremos a la cola de Europa, siendo no los más tontos sino los menos preparados. Y creo que ningún niño tiene la culpa de su falta de preparación. Será, más bien, culpa de quien no pone el acento en lo importante.
Ahora resulta que "sólo" sí que llevará tilde, pero truhán y guión, no. Yo se la pongo porque me pone nerviosa que el corrector me la subraye, pido perdón por ello. Por cierto, que la i griega se va a poder seguir llamando así, a criterio del que la nombre.
Todos los días veo en la televisión mensajes que se mandan a los programas, donde las faltas de ortografía se cuentan por millones, y en internet... bueno, para qué hablar: frases a medias, palabras imposibles salidas de la imaginación más inquieta, haches desaparecidas porque no suenan y para qué entonces... Es normal que quien se ha tomado la molestia de aprender, no sólo a escribir, sino a hacerlo bien, se ponga de los nervios con los cambios. El problema es que van quedando pocos que realmente sepan escribir.
Según las estadísticas, en España el analfabetismo casi ha desaparecido. El analfabetismo entendido como gente que es capaz de leer y escribir. Hoy en día eso es cierto, pero hay otro mucho más grave, el analfabetismo funcional. Ahora todos leemos y podemos escribir, pero no todo el mundo es capaz de entender lo que lee y mucho menos es capaz de escribir un texto mínimamente coherente. Después de muchos años en esto de lograr que los niños recuperen la ilusión por aprender, me he dado cuenta de dónde está el problema, y me sorprende que los planes de estudio, hechos por personas sesudas a quienes se les paga por pensar soluciones, no lo hayan ni siquiera intuido.
Creo que la solución se llama redacciones. Mi hijo está en quinto de primaria y no sé si habrá hecho media docena en toda su etapa escolar, y aunque saca unas notas brillantes, estoy segura de que, cuando acceda a niveles superiores, bajarán en picado, porque no sé si sabe redactar tres líneas seguidas. En exámenes que son poco más que test se puede averiguar si un niño se ha leído el tema y lo comprendido, pero de ahí a que sepa expresarlo con sus palabras va un mundo. Es por eso que encuentro alumnos que vienen de sacar de media sobresaliente en primaria y que, en el primer examen de primero de E.S.O. que se les pide que redacten, por ejemplo, el proceso de la fotosíntesis, sacan un uno. Siempre les pregunto si creen que se han vuelto tontos de repente, y algunos, inocentes, me responden que quizá sí.
Vamos a ver. De todo lo que se aprende en la escuela, la mitad no vale para nada en la vida. Centrémonos en lo importante, en las asignaturas que sirven. Vamos a dejarnos de música, de religiones o de asignaturas vacías y redactemos. Si los contenidos de asignaturas como ciudadanía son importantes, pues incluyámoslos en redacción pero que no nos quiten tiempo para entrenarnos en el laborioso proceso de escribir diez líneas con sentido. Si hacemos esto quizá no estemos perdiendo el tiempo. Si no, seguiremos a la cola de Europa, siendo no los más tontos sino los menos preparados. Y creo que ningún niño tiene la culpa de su falta de preparación. Será, más bien, culpa de quien no pone el acento en lo importante.
CORTINAS DE HUMO
El otro día escuché que, cuando los políticos no quieren que se les preste atención, lanzan cortinas de humo. La semana pasada, la cortina de humo se llamaba Madrid-Barça. El partido socialista de Cataluña sabía, como cualquiera con sentido común y que sea capaz de pensar un poco, que tenía las elecciones perdidas. El de Cataluña y el nacional cuando nos toque votar, por cierto. Supongo que las elecciones se convocan cada cuatro años pero da igual domingo antes que después, y qué mejor domingo que el 28, al que sigue el lunes 29, con partido "histórico" incluido. Hasta la hora del partido quizá los medios presten atención a los resultados electorales, pero, llegada la hora del choque de colosos, la gente estará mucho más predispuesta a debatir sobre el cinco cero, la actuación arbitral, la última tontería que haya dicho Mouriño o la rabieta que se pueda pillar el niño (CR9) que sobre las elecciones catalanas. Somos muy fácilmente manipulables. Y me da una pena tremenda.
sábado, 13 de noviembre de 2010
LAS NUEVAS NORMAS DE LA RAE
Mis alumnos me llegaron el otro día con una duda: ¿van a cambiar las normas de ortografía?
Yo, que a veces empleo tanto tiempo en preparar mi rutina, me había saltado las noticias durante varios días, y no sabía de lo que me estaban hablando.
Ellos, preocupados por saber si lo que habían aprendido les iba a servir, o necesitaban aprender cosas nuevas, sí que le habían prestado atención a la noticia.
Me contaron que la y griega, ahora se iba a llamar "ye" y que desaparecía la tilde de la palabra "sólo" cuando equivale a solamente. O eso habían entendido. Yo, aluciné. Por los cambios y porque les preocuparan.
No sé qué fue lo que me dejó más perpleja.
Siempre he tenido a los académicos de la lengua como personas cabales, atentos a los cambios de la sociedad, los que afectan al lenguaje, y siempre me ha parecido loable que se incluyan en el diccionario usos y palabras que están en la calle. Hasta ahí, me parece que se justifican los cambios. La lengua está tan viva como nosotros y ha evolucionado con los tiempos, de manera que hoy no hablamos ni parecido a como lo hacíamos en el XVII. Y eso, claramente, hay que regularlo.
Me pareció perfecto cuando incorporaron no hace mucho palabras como "muslamen" o cuando, hace años, acordaron que las mayúsculas debían llevar tilde. Me pareció sensato que desaparecieran como letras la "ll" y la "ch", porque siempre había pensado que, de igual modo, deberían existir la "pr", "br", "bl",... y no era así. Pero lo de la "y"... sinceramente, me parece innecesario. ¿Por qué cambiarle el nombre? Supuestamente para que tenga un nombre con una sola palabra. Supongo que después harán lo mismo con la uve doble, ¿no?
Para igualarlas todas.
En una sociedad que se interesa tanto por la igualdad habrán pensado que las letras también la merecen.
Con respecto a la palabra "sólo", me lo temía desde hace años. He encontrado en muchos textos escolares esta palabra sin tilde en multitud de ocasiones, y ahora sé que es porque desde 1959 la Academia acordó que la tilde de la palabra 'sólo' y de los demostrativos no era obligatoria y a partir de entonces dejó de añadirla en sus publicaciones. Ahora aconseja no usarla porque "es innecesaria", aunque matiza que "no se condena usarla". ¡Menos mal! Mira que si acabo en Alcalá-Meco por empollona... Porque en mis libros decía que tenía que ponerla...
El problema es que yo creo que, sin tilde, se corre el riesgo de dobles interpretaciones en determinados contextos.
Un ejemplo:
Luis venía solo los martes.
¿Solo sin compañía? ¿Solamente los martes? Tendremos que hacerle la pregunta a quien exprese la oración...
Si la lengua ya es ambigua en muchas ocasiones, nosotros, con los cambios que se proponen, vamos a ponérselo todavía más fácil. Si ahora, tratando de ser claros, no nos entendemos, en adelante todavía menos.
Será que lo moderno, lo mejor, es que no nos entendamos.
Yo, que a veces empleo tanto tiempo en preparar mi rutina, me había saltado las noticias durante varios días, y no sabía de lo que me estaban hablando.
Ellos, preocupados por saber si lo que habían aprendido les iba a servir, o necesitaban aprender cosas nuevas, sí que le habían prestado atención a la noticia.
Me contaron que la y griega, ahora se iba a llamar "ye" y que desaparecía la tilde de la palabra "sólo" cuando equivale a solamente. O eso habían entendido. Yo, aluciné. Por los cambios y porque les preocuparan.
No sé qué fue lo que me dejó más perpleja.
Siempre he tenido a los académicos de la lengua como personas cabales, atentos a los cambios de la sociedad, los que afectan al lenguaje, y siempre me ha parecido loable que se incluyan en el diccionario usos y palabras que están en la calle. Hasta ahí, me parece que se justifican los cambios. La lengua está tan viva como nosotros y ha evolucionado con los tiempos, de manera que hoy no hablamos ni parecido a como lo hacíamos en el XVII. Y eso, claramente, hay que regularlo.
Me pareció perfecto cuando incorporaron no hace mucho palabras como "muslamen" o cuando, hace años, acordaron que las mayúsculas debían llevar tilde. Me pareció sensato que desaparecieran como letras la "ll" y la "ch", porque siempre había pensado que, de igual modo, deberían existir la "pr", "br", "bl",... y no era así. Pero lo de la "y"... sinceramente, me parece innecesario. ¿Por qué cambiarle el nombre? Supuestamente para que tenga un nombre con una sola palabra. Supongo que después harán lo mismo con la uve doble, ¿no?
Para igualarlas todas.
En una sociedad que se interesa tanto por la igualdad habrán pensado que las letras también la merecen.
Con respecto a la palabra "sólo", me lo temía desde hace años. He encontrado en muchos textos escolares esta palabra sin tilde en multitud de ocasiones, y ahora sé que es porque desde 1959 la Academia acordó que la tilde de la palabra 'sólo' y de los demostrativos no era obligatoria y a partir de entonces dejó de añadirla en sus publicaciones. Ahora aconseja no usarla porque "es innecesaria", aunque matiza que "no se condena usarla". ¡Menos mal! Mira que si acabo en Alcalá-Meco por empollona... Porque en mis libros decía que tenía que ponerla...
El problema es que yo creo que, sin tilde, se corre el riesgo de dobles interpretaciones en determinados contextos.
Un ejemplo:
Luis venía solo los martes.
¿Solo sin compañía? ¿Solamente los martes? Tendremos que hacerle la pregunta a quien exprese la oración...
Si la lengua ya es ambigua en muchas ocasiones, nosotros, con los cambios que se proponen, vamos a ponérselo todavía más fácil. Si ahora, tratando de ser claros, no nos entendemos, en adelante todavía menos.
Será que lo moderno, lo mejor, es que no nos entendamos.
domingo, 7 de noviembre de 2010
PRIMERA PARTE
Ya sé que no es lo normal, ya sé que primero va lo primero y después, seguidito, lo segundo. Pero yo soy yo, y siempre voy contra corriente. Escribí un libro, una pequeña historia para mi niño que creció con él y se hizo novela. Hace un tiempo, no sé por qué, decidí retomarla. Y empezar por el principio. Así que así estoy ahora, inmersa en una segunda novela que es la primera parte de la primera. Un trabalenguas que no logra explicar ni a medias mi mundo interior. Adoro este mundo informático que te permite lanzar tus pensamientos más allá de tu cerebro. Para que crezcan al aire, para que no acaben volviéndote loco.
lunes, 1 de noviembre de 2010
TONTERÍAS
He descubierto que no me gustan las tonterías. Ni la gente tonta que vuelca sus frustraciones encima de ti para no reconocerse enfermo. No me gusta que jueguen conmigo, no soy una muñeca.
domingo, 10 de octubre de 2010
OTROS LIBROS PARA LEER.
A Mari Carmen le dije que aquí pondría libros para que se fuera leyendo, libros de esos que no te decepcionan. Supongo que cuando no tienes tiempo para elegir tú solo y no te apetece dejar nada a medias necesitas que alguien te oriente. Son libros que leí hace tiempo, de los que nada más diré el título y autor. Y que los dos últimos me los ha traído a la cabeza el próximo estreno de la serie de Antena 3. No sé si la veré, no me gusta nada Belén Rueda.
El barón rampante. Ítalo Calvino. (Mi madre lo tiene en su impresionante biblioteca)
La princesa de Éboli. Almudena de Arteaga.
Esa dama. Kate O´Brien. Es también sobre Ana de Mendoza, y me gustó más que el otro.
El barón rampante. Ítalo Calvino. (Mi madre lo tiene en su impresionante biblioteca)
La princesa de Éboli. Almudena de Arteaga.
Esa dama. Kate O´Brien. Es también sobre Ana de Mendoza, y me gustó más que el otro.
LOS INTERESES CREADOS
Jacinto Benavente.
He pasado de la prosa al teatro, a lo mejor porque tardo casi lo mismo que asistiendo a una representación, y me hacía falta entretenimiento para no pensar en lo que me sucede realmente. Con esta obra he aprendido que algunos temas que se trataban hace un siglo siguen ahí, sin visos de desaparecer.
En Los intereses creados, Leandro y Crispín, los protagonistas, se van inventando una historia sobre su pasado que les permite vivir como reyes, mientras que en realidad son sólo dos delincuentes. Al final, en lugar de recibir un castigo, todos encubren sus faltas porque han creado tal trama de intereses que, si alguien abre la boca, sale también perjudicado. Veo en las noticias alusiones al caso Malaya y, de repente, me doy cuenta de por qué esa bola creció tanto.
En un momento, Jacinto Benavente dice que en esta vida no hay que crear afectos, que lo que hay que crear son intereses. Y creo, ahora, que debería aprender un poco de los maestros y aplicarlo al día a día. Aunque fuera solo para no llevarme tantos palos.
He pasado de la prosa al teatro, a lo mejor porque tardo casi lo mismo que asistiendo a una representación, y me hacía falta entretenimiento para no pensar en lo que me sucede realmente. Con esta obra he aprendido que algunos temas que se trataban hace un siglo siguen ahí, sin visos de desaparecer.
En Los intereses creados, Leandro y Crispín, los protagonistas, se van inventando una historia sobre su pasado que les permite vivir como reyes, mientras que en realidad son sólo dos delincuentes. Al final, en lugar de recibir un castigo, todos encubren sus faltas porque han creado tal trama de intereses que, si alguien abre la boca, sale también perjudicado. Veo en las noticias alusiones al caso Malaya y, de repente, me doy cuenta de por qué esa bola creció tanto.
En un momento, Jacinto Benavente dice que en esta vida no hay que crear afectos, que lo que hay que crear son intereses. Y creo, ahora, que debería aprender un poco de los maestros y aplicarlo al día a día. Aunque fuera solo para no llevarme tantos palos.
LOS PAZOS DE ULLOA.
Emilia Pardo Bazán.
Hay veces que me parece que la tienda y la biblioteca están muy lejos (días en los que me vence la vaguería) y me busco lectura entre los libros de una colección que compré hace mucho con un periódico. Todos ellos son libros con una edición super barata, libros de aquellos que nos mandaban leer en nuestros tiempos de estudiantes de secundaria, y que en ese momento odiamos sólo por el hecho de tenerlos que leer por obligación. Este es uno de ellos.
Me ha sorprendido, en esta segunda lectura, que me gusta el estilo de esta mujer increíble, y soy capaz de ver con otros ojos ese mundo que era el suyo, pero que ahora nos resulta tan lejano. Algunas de sus reflexiones son tan inteligentes que fue capaz de darse cuenta, muchos años antes de que ocurriera, de que este país iba derechito hacia el desastre. Para su fortuna se murió en el 21, y no tuvo que vivirlo en primera persona. Después, con lo que nos cayó, no le hubieran dejado contarlo. Ni la censura ni la edad, pensándolo bien.
Los Pazos de Ulloa, escritos en un estilo comprensible, retratan la Galicia de finales del XIX, el caciquismo, la crueldad de la sociedad vista a través de los ojos del protagonista, el párroco Julián. Es un personaje imposible hoy en día pero hay temas en el libro que no han caducado.
Hay veces que me parece que la tienda y la biblioteca están muy lejos (días en los que me vence la vaguería) y me busco lectura entre los libros de una colección que compré hace mucho con un periódico. Todos ellos son libros con una edición super barata, libros de aquellos que nos mandaban leer en nuestros tiempos de estudiantes de secundaria, y que en ese momento odiamos sólo por el hecho de tenerlos que leer por obligación. Este es uno de ellos.
Me ha sorprendido, en esta segunda lectura, que me gusta el estilo de esta mujer increíble, y soy capaz de ver con otros ojos ese mundo que era el suyo, pero que ahora nos resulta tan lejano. Algunas de sus reflexiones son tan inteligentes que fue capaz de darse cuenta, muchos años antes de que ocurriera, de que este país iba derechito hacia el desastre. Para su fortuna se murió en el 21, y no tuvo que vivirlo en primera persona. Después, con lo que nos cayó, no le hubieran dejado contarlo. Ni la censura ni la edad, pensándolo bien.
Los Pazos de Ulloa, escritos en un estilo comprensible, retratan la Galicia de finales del XIX, el caciquismo, la crueldad de la sociedad vista a través de los ojos del protagonista, el párroco Julián. Es un personaje imposible hoy en día pero hay temas en el libro que no han caducado.
lunes, 13 de septiembre de 2010
EL TIEMPO ENTRE COSTURAS
María Dueñas.
Los libros que aparecen en los estantes de superventas de los centros comerciales me provocan cierta desconfianza. He visto como, al día siguiente de salir a la venta, hay libros que ya son número uno. ¿Quién se los ha leído y ha hecho la crítica? ¿Cómo sabemos si son buenos si no ha habido tiempo para que reposen en la mente de los lectores? Fácil. Las distribuidoras (quienes realmente ganan pasta en esto del mundo editorial) se dedican a mandar cientos de ejemplares, o miles, atendiendo a criterios diversos: el nombre del autor, la oportunidad del libro, el tema de moda... Una vez introducidos en el mercado se cuentan como ventas, da igual si al día siguiente de su recepción, el gestor de turno decida devolverlos. Las listas de devoluciones, de momento, parece que son alto secreto. Por eso he tardado tanto en leer este libro. Creía que era uno más de esos libros que quieren que se vendan. O de esos que la gente compra para que los demás piensen que leen si los ven en sus estanterías. Tipo premio Planeta.
Me equivoqué, lo reconozco. El tiempo entre costuras es una novela con mayúsculas, un relato que te engancha, te arrastra y te obliga a leer sin descanso. Me ha pasado algo curioso. Cuando me quedaban cien páginas comencé a obligarme a leer más despacio, me salté momentos en los que me habría podido sumergir en la historia de Sira Quiroga, todo por prolongar en el tiempo el placer de seguir descubriendo este libro increíble. Justo lo contrario que me pasó con Un mundo sin fin, de Ken Follet; prácticamente me estaba obligando a leerlo, sólo porque Los pilares de la Tierra me pareció maravilloso. Hasta que me di cuenta de que nadie me ponía una pistola en el pecho y que si quería podía abandonar. Y lo hice.
No voy a adelantar nada del argumento porque a mí no me gusta que me cuenten mucho de un libro antes de leerlo. Sólo hablaré de sensaciones. Mientras lo leía he notado como el personaje de la protagonista crecía. Y eso me ha gustado. Al principio parece una pobre chica que se deja arrastrar por las circunstancias y, poco a poco, aprende a tomar las riendas de su destino. Me ha gustado cómo está todo ambientado, lo fácil que resulta imaginar los escenarios en los que transcurre la novela y el tratamiento del período histórico. Leí Invierno en Madrid y, a lo mejor es porque el autor no es español, pero no me enteré de la mitad. Claro, que puede ser por eso o porque yo sea muy tonta, que no lo descarto.
Los libros que aparecen en los estantes de superventas de los centros comerciales me provocan cierta desconfianza. He visto como, al día siguiente de salir a la venta, hay libros que ya son número uno. ¿Quién se los ha leído y ha hecho la crítica? ¿Cómo sabemos si son buenos si no ha habido tiempo para que reposen en la mente de los lectores? Fácil. Las distribuidoras (quienes realmente ganan pasta en esto del mundo editorial) se dedican a mandar cientos de ejemplares, o miles, atendiendo a criterios diversos: el nombre del autor, la oportunidad del libro, el tema de moda... Una vez introducidos en el mercado se cuentan como ventas, da igual si al día siguiente de su recepción, el gestor de turno decida devolverlos. Las listas de devoluciones, de momento, parece que son alto secreto. Por eso he tardado tanto en leer este libro. Creía que era uno más de esos libros que quieren que se vendan. O de esos que la gente compra para que los demás piensen que leen si los ven en sus estanterías. Tipo premio Planeta.
Me equivoqué, lo reconozco. El tiempo entre costuras es una novela con mayúsculas, un relato que te engancha, te arrastra y te obliga a leer sin descanso. Me ha pasado algo curioso. Cuando me quedaban cien páginas comencé a obligarme a leer más despacio, me salté momentos en los que me habría podido sumergir en la historia de Sira Quiroga, todo por prolongar en el tiempo el placer de seguir descubriendo este libro increíble. Justo lo contrario que me pasó con Un mundo sin fin, de Ken Follet; prácticamente me estaba obligando a leerlo, sólo porque Los pilares de la Tierra me pareció maravilloso. Hasta que me di cuenta de que nadie me ponía una pistola en el pecho y que si quería podía abandonar. Y lo hice.
No voy a adelantar nada del argumento porque a mí no me gusta que me cuenten mucho de un libro antes de leerlo. Sólo hablaré de sensaciones. Mientras lo leía he notado como el personaje de la protagonista crecía. Y eso me ha gustado. Al principio parece una pobre chica que se deja arrastrar por las circunstancias y, poco a poco, aprende a tomar las riendas de su destino. Me ha gustado cómo está todo ambientado, lo fácil que resulta imaginar los escenarios en los que transcurre la novela y el tratamiento del período histórico. Leí Invierno en Madrid y, a lo mejor es porque el autor no es español, pero no me enteré de la mitad. Claro, que puede ser por eso o porque yo sea muy tonta, que no lo descarto.
domingo, 29 de agosto de 2010
EL TIEMPO...
No he puesto el título entero porque no he terminado el libro pero, sin haberlo hecho, puedo decir sin equivocarme que es de lo mejor que he leído en los últimos tiempos. Me está encantando. Ya pondré el título completo cuando termine. Y hablaré de las sensaciones que me ha dejado.
domingo, 22 de agosto de 2010
HISTORIA DEL REY TRANSPARENTE
Rosa Montero
He aquí un libro, LIBRO. Así, con mayúsculas, contundente. Un libro que habría que leerlo veinte veces y todavía se nos escaparían cosas. El título, por ejemplo, todavía estoy pensando en él y en lo que en realidad significa. Supongo que si busco un poco en internet alguien lo habrá pensado por mí, pero eso no vale. Quiero averiguarlo sola o, al menos, pensar qué significa para mí. Me llevará algún tiempo y quizá jamás sepa la verdad. Un día discutí con una profesora porque no compartía mi interpretación de un poema de Machado, y pretendía convencerme de que la suya era la correcta. Si Machado no hubiera visto seguro que ninguna llevaba razón pero, por eso mismo, yo quería que me escuchara, que se planteara mi punto de vista. Lo logré después de mucho esfuerzo (lo burros que son algunos que se creen con la responsabilidad de enseñar algo a los demás) y al final el resto de mi clase estuvo de acuerdo con que mi explicación era mucho más plausible. Y la profesora se pilló una baja por depresión. Tiene que ser duro que una mocosa te demuestre que la literatura no es cuadriculada como las matemáticas. Y humillante si no tienes el reflejo de escuchar. Por eso jamás menosprecio lo que piense cualquiera de mis alumnos, por tonto que me parezca a priori. Yo también estoy aprendiendo.
Pero, a lo que iba, me ha gustado esta historia en la que hay una especie de Don Quijote femenino, Leola, disfrazada de caballero para sobrevivir, acompañada de su propia escudera, Nyneve, una mujer rechoncha y sabia que también se viste de hombre, y que dice ser una bruja. En el libro se suceden sus andanzas y las reflexiones que hablan de universales. Me ha gustado sobre todo una anécdota que le cuenta la bruja a Leola. En ella, una mujer muere de parto y el padre se desentiende de la niña por pena pero, como todo el mundo le dice que es muy especial, y que hará grandes cosas en el futuro, decide verla. Al final él también cree ciegamente en el potencial de la niña. Lo mejor, lo que responde Nyneve cuando Leola le pregunta qué ocurrió al final con la niña. Nada. Me hizo pensar en las esperanzas que ponemos en nuestros hijos y en el convencimiento que tenemos todos de que serán grandes y, en la mayoría de los casos, se quedan en nada. Me vi en esa niña y vi a otras niñas a las que, como a mí, la vida no les regaló un pedestal. Aunque alguien pudiera pensar en algún momento que potencial había.
He aquí un libro, LIBRO. Así, con mayúsculas, contundente. Un libro que habría que leerlo veinte veces y todavía se nos escaparían cosas. El título, por ejemplo, todavía estoy pensando en él y en lo que en realidad significa. Supongo que si busco un poco en internet alguien lo habrá pensado por mí, pero eso no vale. Quiero averiguarlo sola o, al menos, pensar qué significa para mí. Me llevará algún tiempo y quizá jamás sepa la verdad. Un día discutí con una profesora porque no compartía mi interpretación de un poema de Machado, y pretendía convencerme de que la suya era la correcta. Si Machado no hubiera visto seguro que ninguna llevaba razón pero, por eso mismo, yo quería que me escuchara, que se planteara mi punto de vista. Lo logré después de mucho esfuerzo (lo burros que son algunos que se creen con la responsabilidad de enseñar algo a los demás) y al final el resto de mi clase estuvo de acuerdo con que mi explicación era mucho más plausible. Y la profesora se pilló una baja por depresión. Tiene que ser duro que una mocosa te demuestre que la literatura no es cuadriculada como las matemáticas. Y humillante si no tienes el reflejo de escuchar. Por eso jamás menosprecio lo que piense cualquiera de mis alumnos, por tonto que me parezca a priori. Yo también estoy aprendiendo.
Pero, a lo que iba, me ha gustado esta historia en la que hay una especie de Don Quijote femenino, Leola, disfrazada de caballero para sobrevivir, acompañada de su propia escudera, Nyneve, una mujer rechoncha y sabia que también se viste de hombre, y que dice ser una bruja. En el libro se suceden sus andanzas y las reflexiones que hablan de universales. Me ha gustado sobre todo una anécdota que le cuenta la bruja a Leola. En ella, una mujer muere de parto y el padre se desentiende de la niña por pena pero, como todo el mundo le dice que es muy especial, y que hará grandes cosas en el futuro, decide verla. Al final él también cree ciegamente en el potencial de la niña. Lo mejor, lo que responde Nyneve cuando Leola le pregunta qué ocurrió al final con la niña. Nada. Me hizo pensar en las esperanzas que ponemos en nuestros hijos y en el convencimiento que tenemos todos de que serán grandes y, en la mayoría de los casos, se quedan en nada. Me vi en esa niña y vi a otras niñas a las que, como a mí, la vida no les regaló un pedestal. Aunque alguien pudiera pensar en algún momento que potencial había.
LOS GIRASOLES CIEGOS
Alberto Méndez.
Me leí el libro en una tarde de tormenta y creo que entre la climatología y la historia salí a la calle un poco deprimida. Los Girasoles ciegos habla de un tiempo oscuro de nuestra historia, repite acontecimientos que conocemos, describe un Madrid de posguerra triste y sombrío, y no deja casi ningún hueco a la esperanza. Lo mejor del libro es la prosa, poesía casi en algunos momentos, y lo peor que consintieran convertir esto en una película. Alguien dirá: ya la he visto; y jamás se tomará la molestia de abrir el libro sin saber que se está perdiendo la esencia de lo que escribió su autor.
Mi padre nació el mismo año que Alberto Méndez, lo deduzco por la edad que tenían ambos después de su muerte, y al leer este libro y recordar el suyo encuentro que la posguerra fue muy diferente para quienes la vivieron en el campo y quienes pasaron esta etapa en una ciudad como Madrid. Para mi padre hubo menos secuelas porque las noticias siempre llegaban tarde y mal, casi lo mismo que las oportunidades.
Me leí el libro en una tarde de tormenta y creo que entre la climatología y la historia salí a la calle un poco deprimida. Los Girasoles ciegos habla de un tiempo oscuro de nuestra historia, repite acontecimientos que conocemos, describe un Madrid de posguerra triste y sombrío, y no deja casi ningún hueco a la esperanza. Lo mejor del libro es la prosa, poesía casi en algunos momentos, y lo peor que consintieran convertir esto en una película. Alguien dirá: ya la he visto; y jamás se tomará la molestia de abrir el libro sin saber que se está perdiendo la esencia de lo que escribió su autor.
Mi padre nació el mismo año que Alberto Méndez, lo deduzco por la edad que tenían ambos después de su muerte, y al leer este libro y recordar el suyo encuentro que la posguerra fue muy diferente para quienes la vivieron en el campo y quienes pasaron esta etapa en una ciudad como Madrid. Para mi padre hubo menos secuelas porque las noticias siempre llegaban tarde y mal, casi lo mismo que las oportunidades.
EL BESO DEL HIGHLANDER
Karen Marie Moning
De vez en cuando hay que leer cosas ligeras, y este es uno de esos libros que, después de unos días, olvidas con facilidad. No obstante, una reflexión surge en mí después de su lectura. La intención de la autora, contar un viaje en el tiempo, está documentada con una bibliografía que aparece en las últimas páginas y parece que se planteó un relato serio; al final, lo que te queda del libro, es que es una de esas novelas romántico-eróticas de lo más mediocre. Y mi reflexión tiene que ver con la escasa docena de páginas de este tipo que te encuentras en el libro. Después de caminar siguiendo su lenguaje fluido y más o menos moderado, nos encontramos con las típicas y tópicas (y por qué no, vulgares hasta lo insoportable) descripciones de los encuentros sexuales de los protagonistas. Esto me lleva de nuevo a ese lugar extraño que es una editorial, donde unos señores (o señoras) deciden lo que debe gustarnos. Si soy sincera, esas páginas-pegote no sólo no me gustan nada, sino que me parece que encima entorpecen la trama y me las salto. Claro, que estoy segura de que habrá quien no se lea nada más… Al final, después de leer estos libros, siempre pienso en una peli que vi hace tiempo, una en la que la autora de estas novelas era en realidad un chico que se ganaba la vida con ello, pero en los libros ponían la foto de una mujer madura porque, al parecer, vende más. Mentiras editoriales que cada vez que convencen más de que, en cuestión de caminos, las pistas forestales siempre son más difíciles pero mucho más placenteras para los sentidos que las autovías.
De vez en cuando hay que leer cosas ligeras, y este es uno de esos libros que, después de unos días, olvidas con facilidad. No obstante, una reflexión surge en mí después de su lectura. La intención de la autora, contar un viaje en el tiempo, está documentada con una bibliografía que aparece en las últimas páginas y parece que se planteó un relato serio; al final, lo que te queda del libro, es que es una de esas novelas romántico-eróticas de lo más mediocre. Y mi reflexión tiene que ver con la escasa docena de páginas de este tipo que te encuentras en el libro. Después de caminar siguiendo su lenguaje fluido y más o menos moderado, nos encontramos con las típicas y tópicas (y por qué no, vulgares hasta lo insoportable) descripciones de los encuentros sexuales de los protagonistas. Esto me lleva de nuevo a ese lugar extraño que es una editorial, donde unos señores (o señoras) deciden lo que debe gustarnos. Si soy sincera, esas páginas-pegote no sólo no me gustan nada, sino que me parece que encima entorpecen la trama y me las salto. Claro, que estoy segura de que habrá quien no se lea nada más… Al final, después de leer estos libros, siempre pienso en una peli que vi hace tiempo, una en la que la autora de estas novelas era en realidad un chico que se ganaba la vida con ello, pero en los libros ponían la foto de una mujer madura porque, al parecer, vende más. Mentiras editoriales que cada vez que convencen más de que, en cuestión de caminos, las pistas forestales siempre son más difíciles pero mucho más placenteras para los sentidos que las autovías.
domingo, 15 de agosto de 2010
LIBROS Y MÁS LIBROS
Esta semana me he leído otro libro y estoy terminando ya el siguiente. Se nota que es verano. No he escrito nada sobre ellos pero adelanto que uno es absolutamente superficial y el otro bastante profundo. Siempre ahí, sin término medio.
domingo, 1 de agosto de 2010
VENGANZA EN SEVILLA de MATILDE ASENSI
Segunda parte de Tierra Firme, el primero de la trilogía protagonizada por Martín Ojo de Plata. 300 páginas.
Siempre me ha parecido que esta historia está escrita, desde el principio, en un único volumen y, por motivos editoriales o económicos, se ha convertido en trilogía. Es una sensación, seguro que errónea, pero es la que tengo desde que terminé Tierra Firme.
En esta segunda novela de aventuras me ha enganchado aún más que la primera parte. Yo no soy de destripar libros, prefiero que el lector sea quien descubra la trama, así que sólo diré, como elemento motivador para su lectura, que he tardado sólo dos días. Supongo que ya me había acostumbrado a la peculiar prosa que recrea la forma de expresión del XVII y eso me ayudó a ir más rápido, al margen de que la trama es trepidante.
Me gusta Matilde Asensi y espero algún día verla sentada en un sillón de la Academia. Otros con menos talento ya lo hacen.
MUY RECOMENDABLE
Siempre me ha parecido que esta historia está escrita, desde el principio, en un único volumen y, por motivos editoriales o económicos, se ha convertido en trilogía. Es una sensación, seguro que errónea, pero es la que tengo desde que terminé Tierra Firme.
En esta segunda novela de aventuras me ha enganchado aún más que la primera parte. Yo no soy de destripar libros, prefiero que el lector sea quien descubra la trama, así que sólo diré, como elemento motivador para su lectura, que he tardado sólo dos días. Supongo que ya me había acostumbrado a la peculiar prosa que recrea la forma de expresión del XVII y eso me ayudó a ir más rápido, al margen de que la trama es trepidante.
Me gusta Matilde Asensi y espero algún día verla sentada en un sillón de la Academia. Otros con menos talento ya lo hacen.
MUY RECOMENDABLE
EL SANADOR DE CABALLOS de GONZALO GINER
777 páginas sin contar el apéndice.
El verano es el momento perfecto para leer. Mi momento, claro. Mi trabajo me deja entonces las tardes libres, al contrario que en el invierno, y la obligación como madre de ir al parque. Como mis niños ya casi no me necesitan (salvo para solventar algunos conflictos con globos de agua en la fuente del parque), dedico las horas al aire libre para leer.
El sanador de caballos, de Gonzalo Giner, ha sido un placer. Después de leerme libros hechos con prisas fue una delicia pasear por estas páginas, en las que se nota tiempo y dedicación por parte del autor. Es un libro ameno, bien estructurado y que te arrastra por sus páginas, aunque a priori no te interese demasiado la historia de España durante la Reconquista.
Si le veo algún fallo es en la construcción del protagonista. Demasiado comedido en algunos momentos. Y los héroes, para mí, si tienen que pecar de algo es de temerarios.
En cuanto a la técnica, a veces se le escapa una misma palabra en dos líneas seguidas, pero ¿a quién no?
RECOMENDABLE.
miércoles, 7 de julio de 2010
TOP 100 DE LULU
Estaba enredando por la página de Lulu, para ver si se habían descargado más veces las novelas, cuando me he encontrado un listado de las cien no se sabe qué. El caso es que, mirando en la categoría de adolescentes, Su chico de alquiler está en el número 5.
El mes pasado estaba en el ocho.
El mes pasado estaba en el ocho.
No tengo ni idea de lo que significa, pero me ha hecho gracia y he seguido indagando. La arena del reloj, en la categoría de memorias y biografías, se sitúa en el 21.
Todo esto, que en editoriales reales serían excelentes noticias, no deja de ser una anécdota virtual, porque esta página no ha servido para vender un solo libro impreso. Todo lo más sirve para que la gente se descargue las novelas y puedan compartir mi mundo. Aunque, pensándolo bien, si alguien lee los dos libros en poco tiempo no sabrá qué pensar. Son como los hijos, tuyos pero no se parecen en nada.
Escribo para entender el mundo y como éste en el que vivo está loco me sale cada día una historia diferente...
Todo esto, que en editoriales reales serían excelentes noticias, no deja de ser una anécdota virtual, porque esta página no ha servido para vender un solo libro impreso. Todo lo más sirve para que la gente se descargue las novelas y puedan compartir mi mundo. Aunque, pensándolo bien, si alguien lee los dos libros en poco tiempo no sabrá qué pensar. Son como los hijos, tuyos pero no se parecen en nada.
Escribo para entender el mundo y como éste en el que vivo está loco me sale cada día una historia diferente...
miércoles, 26 de mayo de 2010
PRESENTACIÓN DEL LIBRO: SU CHICO DE ALQUILER
El próximo sábado 5 de junio presentaré en Azuqueca de Henares mi segunda novela, Su chico de alquiler. En realidad no sé qué lugar ocupa en mi ranking de las cosas que escribo, porque, a decir verdad, es la primera que logré terminar.
Esta es una historia escrita cuando terminaba mi adolescencia, una etapa que viví sin grandes sobresaltos, porque siempre he sido una niña buena que no ha dado demasiados disgustos a nadie. Eso se nota en la novela, porque los personajes no viven grandes conflictos sino situaciones inesperadas.
Justo como yo.
Esto de presentar novelas es una de esas situaciones. Nunca me imaginé,cuando me sentaba a escuchar a Almudena Grandes o a Rosa Montero, en sus presentaciones de libros, que un día me iban a dejar su asiento, pero es lo que está ocurriendo ahora. Y sinceramente, me encanta.
A los que os animéis a leer este relato os diré, como adelanto, que la protagonista de la historia, Paula, le cuenta una mentira a su padre y para no enfrentarse a la verdad alquila a un chico que la acompañe a la boda de su progenitor. El problema surge cuando ese chico no es un desconocido del todo...
Mi vida está plagada de casualidades, de cosas imposibles que me han ido ocurriendo, por eso quizá me invento historias inverosímiles que, de alguna manera, en mí podrían ser. No digo que esta en concreto me haya ocurrido (¡qué va!) pero una vez Alejandro Sanz me confundió con alguien que conocía y eso también es un pelín surrealista.
Os espero en la carpa del Ayuntamiento de Azuqueca, en la Feria del Libro, por si os animáis a convertir mis locuras en un tiempo de lectura.
Creo que no os arrepentiréis.
domingo, 2 de mayo de 2010
ODIO LA TECNOLOGÍA
Por lo menos hoy. Llevo cerca de dos horas tratando de subir un archivo a una página, para poder publicar otra de mis novelas, pero no hay forma. Yo soy escritora pero, habiendo tomado la decisión de autoeditarme, creo que acabaré siendo informática. O en urgencias con un ataque de ansiedad.
domingo, 4 de abril de 2010
UNA SEMANA DESPUÉS
Otra semana en la que no dejo de asombrarme. Pensé que con los del otro día, mis libros terminaban su ciclo de ventas, más que nada porque este mundo de la autoedición es extraño y mis medios para publicitar las novelas son más que reducidos. Pero, sorpresa, esta semana se han vendido (digo se han porque lo hacen solos) otros tres libros y tengo tres encargos más. Sé, soy realista, que con esto no se llega demasiado lejos, pero es gratificante.
Me demuestra que no escribo sólo para mí y me obliga a exigirme algo más.
También me han llegado críticas sobre los libros. Las de La arena del reloj son las de siempre, es un libro con el que han empatizado, que les ha llegado al corazón, que les ha hecho llorar y reír. Sin embargo, las de Su chico de alquiler son nuevas.
Me dicen que es un libro que se lee rápido porque te absorbe, y hay quien me ha echado una buena bronca por dejar el final abierto. En el momento en el que lo escribí no se me daban bien los finales... De todas maneras, me han dicho que eso da pie a una segunda parte. Tranquilos, tengo más cosas que contar. Lo de las segundas partes lo dejo para cuando me quede sin ideas.
Afronto las vacaciones de semana santa (que para mí empiezan hoy, aunque parezca raro) con tiempo para acabar el Asedio, de Pérez Reverte y para escribir. No sé, a lo mejor trato de terminar el Medallón o me lanzo a seguir con otra historia que he empezado...
jueves, 1 de abril de 2010
LA CHARLA: 26 DE MARZO DE 2010.
A.G.I. |
A.G.I. |
A.G.I. |
Por fin llegó. Me parecía imposible que el 26 de marzo lograra colocarse en la primera fila del calendario, pero lo hizo. Es lo que tiene el tiempo, dejándole a su ritmo, al final te alcanza.
Tenía pensadas, y escritas, un montón de cosas para poner en esta página y compartir con quien quiera que sea que se asome, pero no es posible. Problemas técnicos podría decirse, pero yo prefiero llamarlo incapacidad. No tengo ni idea de por qué ahora le ha dado por no pegar.
En fin...
Sólo quería compartir que la charla fue genial, que estuve cómoda en todo momento y que se vendieron todos los libros que me llevé. Así, poco a poco, he llegado a los cien ejemplares de La arena del reloj y Su chico de alquiler está muy próximo a los cincuenta. Los pocos libros que me quedan estaban en el coche o en casa de mi madre, pero hay ya quien me los ha pedido. También las descargas en la página web, http://www.lulu.com/ van genial. La arena llevaba 31 la última vez que miré. El otro libro tiene solo una, pero no está en descarga gratuita.
Esto de escribir es un trabajo silencioso y solitario y estos baños de multitud (aunque la multitud sean cincuenta personas) se me hacen raros. Raros y hermosos.
Una experiencia más para mi errática biografía.
domingo, 7 de marzo de 2010
LA ARENA DEL RELOJ. CHARLA.
El día 26 de marzo a las 6 de la tarde en la biblioteca Almudena Grandes de Azuqueca de Henares presento el libro y hablaremos de autoedición. Llevo vendidos unos 80 ejemplares físicos y 31 descargas en internet. Es una buena ocasión para volver a vernos, o para conocernos si no.
¿CUANTOS?
Eso es lo que más he escuchado estos días al confesar mi edad. Lo siento, es así y no me importa. Sé que la gente opina que no es elegante decir la edad pero a mí me da lo mismo. ¡Cómo si fingir ser otro te convirtiera en él!
Yo soy yo con mi edad, mis arruguitas, mis miedos, mis sueños y todo lo que me convierte en única. Igual que el resto de seres humanos del planeta. Lo bueno de estos años (ya los digo, son 40), es que los complejos se han ido de vacaciones y eso te permite ser un poco más feliz.
Brindo por mi edad, por mis ganas de seguir adelante y por todos los que pasan de sentirse mal por estas tonterías.
Yo soy yo con mi edad, mis arruguitas, mis miedos, mis sueños y todo lo que me convierte en única. Igual que el resto de seres humanos del planeta. Lo bueno de estos años (ya los digo, son 40), es que los complejos se han ido de vacaciones y eso te permite ser un poco más feliz.
Brindo por mi edad, por mis ganas de seguir adelante y por todos los que pasan de sentirse mal por estas tonterías.