El espejo de la entrada

Creo que en todas las etapas de la vida, hasta en los peores momentos, si sabes cómo, puedes rescatar algo bueno. Yo en 2006 boqueaba como u...

A veces nos entendíamos a gritos, tan furiosos que cualquiera que no nos conociera bien podría pensar que jamás sellaríamos la paz d...

Ha sido una decisión meditada durante muchos días. Después de pensarlo mucho llegué a la conclusión de que los libros que no se leen se aca...

Ayer estuve dando un paseo por Madrid. El plan era simple: no hacer nada. Llevo mucho tiempo luchando en esta batalla por conseguir mi sueñ...

Ese día hacía un calor mortal. Como en casa eran difíciles de soportar los más de treinta grados en el salón, decidí coger a los niños y baj...

El verano se acerca a su fin, se acaban las vacaciones y es tiempo de volver a encarar la rutina, los días que se suceden uno detrás de otro...

En este blog siempre he reservado espacio para los libros autoeditados, consciente, por mi propia condición, de lo complicado que resulta ll...

Me han preguntado muchas veces por qué escribo y la respuesta siempre es la misma: lo necesito. Da igual que esté construyendo una novela, u...

Hoy no tenía prevista ninguna entrada, pero un correo me ha hecho cambiar de idea. Otro de esos correos automáticos que me llegan para infor...

El buen escritor reinventa el mundo, suscitando en el lector emociones desconocidas o aletargadas, y mostrando la faz profunda de lo cotid...

Aquí os dejo un artículo que ha aparecido en el número 48 de la revista El Cantal. Ana, la autora del artículo, esta viviendo uno de esos ba...