viernes, 17 de febrero de 2012

JORGE MANRIQUE

En estos días estamos analizando las Coplas a la muerte de su padre, de Jorge Manrique, uno de los libros clave de la literatura en lengua castellana. Me encanta Jorge Manrique porque me identifico con lo que dice y, sobre todo, con esa necesidad de expresar el amor hacia su padre. Me pasó lo mismo, ya lo sabéis. Salvando las distancias oceánicas, siendo mucho menos original que él, escribí justo por esa sensación La arena del reloj.

Hoy transcribo las cuatro coplas que me gustan más. Comparto con vosotros poesía, tan necesaria para el alma.

Recuerde el alma dormida,
avive el seso y despierte
contemplando
como se pasa la vida,
como se viene la muerte, 
tan callando,
cuán presto se va el placer,
cómo, después de acordado, 
da dolor;
cómo, a nuestro parecer,
cualquier tiempo pasado
fue mejor.

***
Ved de cúan poco valor
son las cosas tras que andamos
y corremos,
que en este mundo traidor,
aun primero que muramos
las perdemos;
de ellas deshace la edad,
de ellas casos desastrados
que acaecen;
de ellas, por su calidad,
los más altos estados
desfallecen.

***

Los placeres y dulzores
de esta vida trabajada
que tenemos,
no son sino corredores,
y la muerte, la celada
en que caemos.
No mirando nuestro daño
corremos a rienda suelta
sin parar;
desde vemos el engaño
y queremos dar la vuelta,
no hay lugar.


***


Aquel de buenos abrigo
amado por virtuoso
de la gente,
el maestre don Rodrigo
Manrique, tanto famoso
y tan valiente;
sus hechos grandes y claros
no cumple que los alabe,
pues los vieron,
ni los quiero hacer caros,
pues que el mundo todo sabe
cuáles fueron.

La copla de pie quebrado, o copla manriqueña, me conquistó en el instituto, por esa cadencia suave que tiene y estos versos, plagados de metáforas y encabalgamientos, me encantan. Me he dejado una que todos conocéis, una que habla de ríos que van a parar al mar, una que me sirvió para pensar en lo que quería para la portada del libro de mi padre.

¡Buen día!