viernes, 4 de enero de 2019

QUERIDOS REYES MAGOS...

Queridos Reyes Magos:

Este año, como viene siendo costumbre, no espero vuestra visita, sobre todo porque no me he molestado en escribiros. Ni siquiera me he ocupado de lanzar alguna indirecta para que alguien se acordase de incluirme en su carta, así que sé que el día 6, cuando despierte, no habrá nada en mis zapatos.

Sin embargo, quiero seguir creyendo en la magia, y por eso os escribo una carta de última hora. No requiere que vuestros camellos carguen con peso extra, ni que vuestros ayudantes se vuelvan locos buscando algo a toda prisa. No necesito nada material. He echado un vistazo a mi alrededor y, aunque algunas de mis pertenencias están un poco gastadas, a mí me sirven. En cuanto a libretas, voy bien, y bolis y lapiceros no me faltan. El otro día repuse la cinta correctora y tengo dos gomas de borrar. ¿Para qué más? Con eso ya lo tengo todo, porque el resto, la imaginación para crear una historia, la paciencia para armarla, la habilidad para escribirla... en mayor o menor medida, las tengo.

Pero hay algo más que quiero.

No sé si será posible.

Quiero tiempo para escribir o para pensar en nada. Quiero, si se puede, largas conversaciones con mi mejor amigo de vez en cuando. Quiero que, cuando llegue en septiembre, los lectores le den una oportunidad a mi nueva novela. Quiero que mi hija me siga dando esos besos suyos que lo valen todo y que me desmaquille cuando me hago la perezosa, porque nos reímos mucho. Quiero que salga bien la charla sobre María de Zayas. Ah, y quiero ver el mar alguna vez más.

Nada de esto pesa mucho, como os había dicho, y lo más complicado, que es lo del mar, creo que si no lo conseguís no pasará nada; puedo sobrevivir otro año solo con el recuerdo que guardo de los 43 años en los que no me lo perdí.

Se me ocurren más cosas, pero los deseos imposibles me los guardo para mí. Esos no los comparto, solo me permito mirarlos de reojo porque de ellos se nutren mis sueños y los necesito para que la vida sea un poco más emocionante.

Espero no llegar tarde y que, aunque no haya nada el 6 en mis zapatos, dejéis magia para los otros 364 días.

Mayte.