miércoles, 12 de junio de 2024

ÉRASE UNA VEZ UNA CAÍDA

Hubo un tiempo remoto, allá por el principio de la década de los diez, que no eras absolutamente nadie si no tenías un blog.

Todos los escritores o aspirantes a escritores teníamos uno.

Recuerdo maravillada cuando publicar cualquier idiotez de pronto situaba tu entrada en mil visitas en diez minutos, y el pestañeo asombrado al ver que algo recién gestado en tu cabeza había convocado a  tanta gente.

Estando ese ciclo en su punto álgido, me recordó que lo que sube, baja. Lo que triunfa, un día huele a rancio y lo cubre el velo del olvido. Igual que brillas cual purpurina dorada, caes en gracia y te crees un dios sobre la Tierra, después te metes un tortazo descomunal y vuelves al lado oscuro de la vida.  (Igual en esta metáfora se me ha ido la mano). 

Del mismo modo que ese aliento divino te tocó en la punta de la nariz y te hizo "poderoso", un simple estornudo dispersa el brilli-brilli y te baja del trono a la velocidad de la fibra mas potente del mercado.

Ser consciente de que esto va a pasar te mantiene cuerdo y enfocado. Mentalmente sano.

Bueno, igual para esto hay que venir ya así de casa y no con taras como el narcisismo, la bipolaridad y la mala baba, que no es enfermedad mental, pero también te convierte en un monstruo.

He visto caer demasiados ídolos de barro a lo largo de la vida y también he aprendido que, las caídas desde un décimo piso duelen más que si solo tropiezas con el bordillo. Ambas pueden matar (la gente muere de maneras muy ridículas), pero las probabilidades de sobrevivir desde un décimo son infinitamente más pequeñas que si tropiezas a 10 cm del suelo.

Pura estadística.

Y también sé que subir en ascensor mola, porque no llegas cansado, pero hay que usar la escalera para que el cuerpo se active. ¿Se tarda más? Pues sí. ¿Se llega arriba cansadísimo? También, pero siempre te puedes parar un ratito, ver el paisaje y tomar aliento. 

Si hay determinación, llegarás. ¿Convencerás? Y yo qué sé, pero sonaba muy unamuniana la pregunta y no he podido resistirme a escribirla.

Y todo esto es porque me he acordado de que hace poco alguien me preguntó si mantenía el blog. Para esa persona es una perdida de tiempo, pero para mí no. 

Sigo aprendiendo de él cada día.

Del blog, digo, de los pensamientos que activa.