miércoles, 6 de noviembre de 2019

PON UNA ETIQUETA EN TU VIDA

Os voy a contar algo. Acabo de entrar en Amazon, a ver si ha ocurrido un milagro y han unificado mi novela en papel con la digital. No he tenido suerte. Ahí están, cada una por su lado, con los comentarios separados también. Yo creo que es un castigo metafórico por haber escrito sobre un tiempo en el que las cosas de hombres iban por un lado y las de las mujeres por otro, un momento en el que no teníamos los mismos derechos.

Tonterías que se piensan en días de mucho estrés.

Para no enfadarme, he dejado lo de mis novelas y me he ido a ver el top, que es un sitio que no frecuento mucho, y ahí sí que me he enfadado en serio.

Sí, uno se puede enfadar con un top. Bueno, uno se puede enfadar hasta con la esquina de un mueble si se da con ella con el dedo meñique desnudo. El caso es que, mirando novelas, he recalado en una. No me ha llamado la atención en sí misma, sino la bandita naranja y lo que ponía en ella. Sé que hay categorías rarísimas en Amazon (yo una vez me equivoque de casilla y Detrás del cristal se puso número 1 en Bienestar y vida sana nada más publicarla, pero rauda y veloz lo quité, porque entonces me daba mucho apuro que pensaran que soy tonta).

He pensado en un error. Yo soy muy de pensar en que uno es humano y se equivoca muchísimas veces.

No he necesitado nada más que un clic para darme cuenta de que no, que es una argucia para conseguir la codiciada bandita naranja. Porque, si fuera verdad donde está categorizada, yo no habría entendido, como si fuera castellano, cada una de las palabras del fragmento de prueba (bueno, de la primera página, no he sido capaz de seguir).

¿Un error?

Ya...