viernes, 11 de mayo de 2018

RESCATANDO UNA EMOCIÓN

Pixabay


Buscando una emoción que no encuentro, he andado perdida entre las páginas de Rayuela, siguiendo el consejo loco de Cortazar, de leer la novela como me diera la real gana.

No tengo idea de si he recalado en cada una de sus páginas, es probable que no, pero qué más da. Este juego literario solo perseguía encontrarme con esa emoción que solo la lectura sabe provocar en mí, ese placer de conectar con la mente de otro ser humano.

También estuve buscándola con Juan Marsé y me permití unos momentos por si la tenía Cela, pero solo me encontré con su tremendismo y el retrato feo de un tiempo feo en el que era un experto.

No era la emoción que persigo, la que anhelo, así que me volví al presente, por si entre los vivos era capaz de localizarla y, con ella, despertar al ánimo que consigue que no me canses de buscar música entre mis dedos. Fue un estrepitoso fracaso. Tuve una cita con alguien con alma de poeta, pero aquello no cuajó. Sus emociones no lograron conectarse con las mías y el libro regresó a la estantería de los pendientes.

Martes.

Miércoles.

Jueves.

Y sigo buscando entre las estanterías, tratando de rescatar esa emoción que me rescate del silencio. De esa que logre que la música vuelva a sonar.