viernes, 13 de marzo de 2020

EL VIRUS

¿Cómo es posible que algo tan pequeño esté descolocando el mundo?

Nunca habíamos vivido un momento de psicosis tan generalizada como la que tenemos estos días encima de la mesa. Nunca, aunque hayamos leído mucho sobre pestes y epidemias históricas, nos pudimos hacer una idea ni remota de lo que supondría la paralización del mundo unos días a causa de una pandemia. Aviones en tierra, colegios vacíos, pueblos desiertos, supermercados arrasados, calles sin nadie paseando.

La economía se está dando un batacazo de los gordos que no sé cómo arreglaremos, supongo que cuando todo se vuelva a poner en marcha tendremos que arrancar con lo que se ha parado y mejorará. Esperemos, porque lo único que le hace falta a este desastre de mundo que tenemos es otra crisis épica.

He intentado ver algo positivo, y quizá sí lo hay. Van a bajar las emisiones por aviones, habrá menos movimiento de coches, autobuses, camiones... Las fábricas, si tienen que ralentizar la producción, también reducirán su impacto sobre la Tierra.

Al menos el efecto invernadero, de rebote, podrá mejorar unos días. Siendo optimistas. Y, si no lo hiciera, también tendríamos datos valiosísimos para saber qué es lo que le está pasando al Planeta, para ver si estamos en lo cierto y somos los seres humanos los principales responsables de su deterioro, o son otras las causas.

Llevo un rato pensando en esto.

Pero mientras eso sucede, mientras la parálisis no es absoluta como ya lo es en Italia, la gente se ha vuelto loca comprando y han dejado las tiendas sin papel higiénico (?) y leche. Tampoco es fácil encontrar café, aunque esto me descoloca un poco más, porque lo que apetece de verdad no es quedarse despierto viendo noticias que cada vez son peores en la tele, sino echarse un siesta tremenda, que dure mucho, y despertar para seguir con nuestras vidas.

No estoy muy segura de que esto nos vaya a enseñar algo, somos una especie que se presupone inteligente, pero a veces somos muy, pero que muy tontos.

Yo estoy pensando que tengo suerte de alguna manera, tengo suerte por ser alguien que lleva media vida practicando eso de pasar mucho tiempo en casa y no ver la calle muchos días. Sé estar a solas conmigo misma, sé pasar días y días sin poner un pie en la calle nada más que para lo más estrictamente necesario. O ni para eso, depende de si me puedo escaquear de sacar al perro o si deciden que no quieren comer pan. Sé escribir y puedo emplear las horas en un nuevo proyecto, o empezar otro, o leer. Puedo redecorar mi cuarto cambiando las cosas de sitio. Volver a montar un Paddock de Fórmula 1 con las fichas de Lego o pintar la terraza, que le va haciendo falta una manita de blanco (ahí tengo la pintura desde hace tiempo).

O yo que sé.

Hay puzles de mil piezas que requieren un tiempo que nunca tenemos y tal vez es el momento de empezarlos, hay fotos que hace mil años que no he visto, porque siempre voy a la carrera. Hay llamadas de teléfono para las que nunca hay tiempo, que es ahora cuando las podemos hacer.

Se me ocurren tantas cosas que seguro que los días que nos piden pasarán sin problemas.

Vamos a intentar pensar en positivo, en que esto no es más que temporal. Vamos a unirnos y a asumir que el #YoMeQuedoEnCasa no es para tanto.

Es mejor eso que después lamentarse.