sábado, 25 de junio de 2016

ALICIA Y EL TEOREMA DE LOS MONOS INFINITOS DE MAYTE UCEDA



Sinopsis:

Alicia es una joven viuda que dedica sus días al cuidado del viñedo que heredó al fallecer su marido. Tras años de soledad, decide probar suerte en la búsqueda del amor a través de Internet. Después de varias decepciones, irrumpe en su vida Marco, un enigmático y endiabladamente atractivo…¿¡corso!? Bajo el sol mallorquín, surgirá entre ambos una conexión instantánea y darán rienda suelta a su pasión. Sin embargo, algo no encaja, Marco es demasiado bueno para ser verdad. ¿Qué esconde bajo esa maravillosa fachada? ¿Cómo ha podido fijarse alguien tan perfecto como él en alguien tan corriente como ella? Esas cosas no pasan a los 39 años.Alicia y el teorema de los monos infinitos es una cautivadora historia de amor manchada por el vino, la pasión, las mentiras, la intriga y el humor más fresco.

Mis impresiones:

Tenía muchas ganas de leer la novela de Mayte Uceda. La anterior, Un amor para Rebeca, fue todo un descubrimiento (y lo ha sido para miles de lectores, no solo aquí, sino también en Alemania) y tras leer el primer capítulo de esta no tuve ninguna duda. Me encantaba el tono desenfadado de la narración y la historia prometía un buen rato de lectura.

Por cierto, si queréis leer este capítulo y comprobarlo por vosotros mismos, podéis. Solo tenéis que echar un vistazo pinchando en la portada del libro en la página de Amazon. Se abre una nueva ventana que os permite disfrutar del principio.

Como el precio del ebook me parece muy alto (y después de la entrada que dedicamos en el blog a ello y los comentarios, me parece que no soy la única que opina de ese modo) y como también había decidido que quería el libro de Mayte Uceda en papel, no dudé un instante en encargarlo. Hace una semana, ya estaba listo para mí.

Sobre la trama, poco os voy a contar, porque no quiero estropear futuras lecturas. Eso ya sabéis que es línea general del blog. Lo que sí os voy a contar es algo sobre el teorema de los monos infinitos.

No sé a vosotros, pero a mí el dichoso teorema no me sonaba de nada hasta que leí el título de la novela. Y no me sonaba porque tengo menos memoria que Doris, el pez de Buscando a Nemo, porque sí había leído ese teorema antes, aunque sin prestar ninguna atención. ¿Dónde? Pues nada más y nada menos que en Escribir ficción, el libro de Gotham Writers’ Workshop. Hace unos años descargué la muestra gratuita (y vuelta a lo mismo de antes, no descargué el libro entero por el excesivo precio del ebook) y en ese fragmento hablaba del teorema. Hace poco este libro estuvo en kindle flash, entonces sí me hice con él y al leerlo, el teorema volvió a aparecer.

¿Pero qué es eso de los monos infinitos?

(Va spoiler de la novela, tapaos los ojos si no queréis verlo o saltaos este trozo).


En Escribir ficción (un libro que recomiendo a todos los que nos gusta esto de entretenernos componiendo historias con palabras), dice que las semillas de las historias que podemos contar están en cualquier parte y que todos podemos, solo con observar, ir encontrando esas semillas que al final germinarán (o no) en un relato.

A Mayte le germinó el teorema en una novela muy fresca, desenfadada y divertida con la que he pasado unos días estupendos.

Los personajes de la novela me han encantado. La autora ha dotado a cada uno de ellos una personalidad muy bien definida, de manera que no solo vamos a conocer a los principales de la historia, sino que creo que es, en ese sentido, una novela coral.

De Alicia, la protagonista, vamos a saberlo todo. Sus miedos, sus anhelos, su pasado y la manera con la que se enfrenta a la gestión del viñedo que posee, y que heredó de su marido fallecido, Alfredo, al que también conoceremos a través de sus ojos. Esto es así porque la novela está narrada en primera persona, a través de los pensamientos de Alicia que nos hará de narradora de unos hechos pasados. La conexión con este personaje es instantánea y la empatía con ella la refuerza su brillante sentido del humor. Las comparaciones que usa para contarnos las cosas son muy divertidas, lo veréis desde las primeras páginas.

Alicia, como conductora de la historia, también nos pondrá en primer plano el viñedo de Mallorca en el que sitúa la acción, de modo que el paisaje de la isla (y después el de otra isla, Córcega) también tendrán su reflejo, creando una atmósfera donde me gustaría irme a vivir. No se conforma con eso, también nos muestra el funcionamiento de un viñedo, pero de manera muy amena, relacionado en todo momento con la historia, sin que dé la sensación en ningún momento de clase magistral.

En el viñedo, otros personajes tienen su propia historia, como será el caso de Alex, un empleado colombiano, su padre, Enrique, Tomás, Cati... para ellos reserva una segunda trama paralela que se va desarrollando entremezclada con la principal, la de la relación de Alicia con el enigmático Marco, un corso al que conocerá a través de la página de contactos de la excéntrica Nina, una rusa afincada en España que tiene una agencia.

Por cierto, es muy interesante el trabajo que se ha tomado la autora en el tratamiento del lenguaje. En el caso de Alex, el muchacho colombiano, estás leyendo lo mismo que escucharías si tuvieras un colombiano delante, y eso puedo afirmarlo porque cuando lo leía escuchaba las expresiones que siempre salen de los labios de mi amiga Clara (colombiana).

Mención especial merecen dos de los personajes de esta novela que no sé si debo llamarlos así o son simples ensoñaciones, parte de la mente de Alicia. Es verdad que es Nina quien se los "presenta", pero desde el momento en el que los conozca no dejarán de aparecer. Protagonizan algunos de los momentos más hilarantes de la novela. Son Dimitri y Natasha, de los que no digo más, porque quiero que los conozcáis. Tienen tanta personalidad que no descarto que alguna vez se metan en mis propios pensamientos y empiecen a discutir en ellos con tanta fuerza como lo hacen dentro de Alicia...

¿Y qué hay de Marco? Alicia, cuando conoce al corso, no se puede creer lo perfecto que es, y por eso siempre está alerta, porque le parece que detrás de esa perfección que la tiene encandilada por completo seguro que hay algún misterio escondido. Pero es que le gusta tanto... Bueno, es que Alicia no tiene un pelo de tonta y Marco es mucho Marco. Su relación es el eje de la novela, la química que fluye entre los dos. Los misterios que rodean la vida de un hombre que aparece de la mano de Nina.

La narrativa de Mayte Uceda en esta novela es brillante. Está muy bien escrita, es muy fácil de seguir y consigue que no se te borre la sonrisa del rostro porque, aunque los momentos que narre sean duros en apariencia (quedarse viuda a la edad que lo hace Alicia es muy duro), encuentra la manera de contarlo haciéndolo divertido. Bueno, es que esa historia... mejor que leáis cómo murió Alfredo...

Descanse en paz.

Aunque se trate de una comedia romántica, también está escrita por Mayte Uceda. No vais a tropezar con una historia empalagosa, llena de azúcar. No. El tono de la narración lo impide, destaca en ella mucho más el humor y la química entre los personajes. O la no química, porque hay que ver lo que le cuesta a Alicia conectar con Milo. ¿No os he dicho quién es Milo? Averiguadlo...

Si podéis haceros con un ejemplar este verano, ni lo dudéis. Seguro que se coloca enseguida entre las mejores lecturas.

¿A quién no le gusta mantener una sonrisa en el rostro mientras lee?

Mi aportación al álbum de fotos de la novela...







miércoles, 22 de junio de 2016

ESTOY FELIZ


Mis manos hoy se deslizan torpes por el teclado, intentando seguir la secuencia de las palabras que recorren mi cerebro a toda velocidad, sin alcanzar a transcribir las emociones que llevo dentro. Son tantas que se han transformado en un cosquilleo interno que impide que alcance la velocidad media a la que estoy acostumbrada.

Estoy feliz.

En el carrusel de emociones en el que llevo subida desde hace cuatro veranos han sido muchos los momentos de vaivén, de subidas lentas y de bajadas cargadas de adrenalina, y creo que desde hace tiempo he dejado de intentar controlar lo que me sucede.

Me dejo llevar.

Hoy toca un día pleno, un día de resultados después de muchos de espera, de unos meses complicados en los que he ido perdiendo algunas cosas –algunas de las cuales ya son irrecuperables por mucho que me empeñe-, pero también he ganado. Y lo que he ganado llena.

Me guardo esta emoción.

La necesito para afrontar el verano, para subirme a ella y, con su impulso, volver a dejar que salga de mí una historia que conozco porque llevo rumiándola muchísimo tiempo. He ido sentando las bases durante este tiempo y ahora solo queda pasear y, al volver a casa, recuperar las palabras que me susurran los personajes cuando estamos solos en el bosque.


Y seguir siendo yo.

lunes, 20 de junio de 2016

BRIANDA, O POR QUÉ UNAS NOVELAS NO SE VENDEN



El domingo me fui a la cama con una sonrisa. Almudena Gutiérrez publicó en su blog una pequeña reseña de Brianda que me emocionó por muchas razones, la principal es que ella venía de leer una novela densa, difícil, comprometida y muy buena, y había elegido a mi bruja para relajarse, esperando solo encontrar una historia ligera con la que pasar el rato. Sin embargo, se llevó una grata sorpresa y me lo contó entusiasmada, contagiándome a mí ese entusiasmo suyo.

Brianda es mi gran desconocida, mi novela menos leída.

Supongo que lo tiene todo para serlo, pero ha tenido que pasar el tiempo para que asuma las razones de que eso suceda. Después de leer las opiniones que ha suscitado, unánimes por otra parte, creo que voy sabiendo algo de lo que le ocurre, que no tiene nada que ver con la historia que cuento en ella.

1.- Es la segunda parte de otra novela.

En un tiempo en el que proliferan las sagas, las trilogías y demás historias vinculadas a otras, el público lector empieza a hacerse perezoso con novelas que de alguna manera te obligan a leer otra. Eso, que también puede jugar a favor de una novela, en este caso ha ido en su contra. No es la razón más importante, es solo una de ellas.

2.- Es juvenil.

Mi público lector, la mayoría, me identifica con el género del que menos novelas he escrito, el romántico, y escuchar que esta es una historia juvenil (y encima de magia) echa para atrás. ¿Alguien de sesenta años, por ejemplo, disfrutaría con esta historia? La respuesta la tengo: sí. La tengo porque tengo varios lectores de esta edad (alguno se la ha leído dos veces), pero son fieles desde siempre, así que no me fíe mucho de su opinión. Me quieren mucho y cuando te quieren pones las opiniones (al menos yo) en cuarentena.

3.- Es gordísima.

Tiene casi cuatrocientas cincuenta páginas de historia. Sé que hay quien busca tochos, pero otros huyen de ellos como de la peste. Suma que es una segunda parte y que es juvenil y de magia. La respuesta a si la lees es, directamente, no. Rotundo.

4.- Tiene una portada que no es atractiva.

Ahí la culpa es mía. La portada tiene todos los elementos que yo quería, pero creo que no llama la atención lo suficiente. Me encantó cuando me la mandó Iván, pero le faltó el plus de entusiasmo de otras veces en las personas que la vieron conmigo, al cual no atendí como merecía. No escuché. Sin embargo, en mi defensa diré que no tuve tiempo. Lo que sucedió con esta novela se llama precipitarse. No tenía que haberla publicado en el momento en el que lo hice, tenía que haberme dado más tiempo para pensar y decidir. Y, sobre todo, debería haberme fiado de mi instinto, lo que me lleva a la otra razón, pero es tarde para lamentarse y no sirve de nada. Solo sirve asumir que me equivoqué.

5.- Su publicación se solapó con el premio de La chica de las fotos.

Craso error por mi parte, no esperar a saber el fallo del concurso. Si lo hubiera sabido antes, por supuesto que no la hubiera publicado entonces. Quizá seguiría en el cajón, o habría hecho con ella lo mismo que con Oasis de arena, una edición limitada a quien a mí me dé la gana, que para eso los tiempos que corren me dan la libertad de decidir. Pasaron apenas dos meses y medio entre una cosa y otra y le retiré mi atención plena.

6.- No he sabido venderla.

No sé explicar qué es Brianda. Si bien es cierto que es una novela juvenil y de fantasía, en ella la realidad tiene un gran peso, la realidad social del siglo XVII en España. Eso, el que la fantasía de la historia se incruste en la Historia sin que chirríe no he sabido explicarlo bien. Hay que leerla para entender lo que digo, sacudirse muchos prejuicios y dejarse llevar por ella. Por el paseo por Madrid, por la función en el corral de comedias, por el ambiente de caminos, ventas y tabernas, por el incendio de la catedral de Toledo… y por esa otra historia de un medallón que va de mano en mano, decidiendo el destino de los personajes.

7.- No me dejaron venderla.

Y aquí pensaréis que soy tonta. Y os daré toda la razón. Desde el minuto uno que Brianda se puso a la venta, hubo voces diciéndome: te has equivocado, te has equivocado, te has equivocado. La gente te identifica con otro género. La has cagado. Es una cagada de novela. No es lo que tenías que publicar. Te vas a estrellar con ella…

Eso duele y pesa. Tanto que sé que no la he empujado como en su día hice con las otras, que perdí la confianza en ella antes de empezar. La he ido dejando a su suerte, sin darle casi ni siquiera oportunidades. De hecho, en algún momento eso pesó tanto que ni siquiera la incluí en el programa de préstamos de Amazon y, quizá para bloquear su lectura, le puse un precio desorbitado para ser una novela mía. Sigue teniendo un precio raro, algún día tengo que decidir algo al respecto.

8.- Las dichosas erratas.

Pues sí, las erratas de las narices. Me pasaron mil cosas inexplicables con este archivo, que espero haber solucionado ya. Como no había manera de deshacerse de los errores empecé de nuevo. Creé un nuevo Word, de la primera a la última palabra y quité de en medio las confusiones que por más que tocaba el antiguo no lograba que se fueran. Quedarán, siempre quedan, pero estoy segura de que ni la décima parte de las que aparecieron en la primera versión.

9.- He estado a punto de quitarla de Amazon varias veces.

No me compensaba. No me refiero a económica, sino emocionalmente. No me compensaba verla languidecer, sin que apenas le prestasen atención, así que estuve varias a veces con el dedo preparado para retirarla de la venta. Al final hice lo contrario, la incluí en el unlimited. Muy coherente. O muy visceral, como en realidad soy yo, de dejarme llevar por las emociones.

Seguro que me dejo algo negativo, pero me guardo un punto para poner lo bueno de ella, que lo tiene:

10.- Unanimidad de opiniones.

Si hay una cosa de la que me siento orgullosa en este camino que un día tomé es la de no haber pedido opiniones para mis novelas. Al principio sí, me parece que los primeros meses estaba tan despistada como el que más y me aconsejaron que pidiera a mis conocidos que opinaran, pero enseguida me di cuenta de que eso no te hace crecer como autor, sino que infla un globo que al final te estalla en los morros.

Nunca eres tan bueno como crees y si encima no paran de echarte flores, jamás mejorarás.

Por eso no se me ocurrió volver a hacerlo y podéis estar seguros de que todo, lo bueno y lo malo que tengo en los comentarios, ha llegado solito. Y sin la intervención de mi familia que ni comentan ni falta que hace, ya me lo dicen a mí en persona.

Brianda tiene en la página española 16 comentarios, tres de cuatro estrellas y 13 de cinco, de los cuales solo uno no se corresponde con una lectura. En Amazon USA tiene dos comentarios más de cinco estrellas. En ellos lo que percibo es que la han disfrutado y viéndolos juntos me doy cuenta de que, solo por esas personas, solo por gente que ha disfrutado con ella y que ha sentido el impulso de venir a contármelo, como hizo el otro día Almudena, merece la pena el tiempo que empleé en escribirla.


Merece la pena que Brianda esté aquí.

Aunque siga siendo mi novela menos leída.

domingo, 12 de junio de 2016

TE HAS IDO



Te has ido.

Debería haberlo imaginado, la fidelidad es algo tan intangible que por fuerza tiene que ser etérea y finita. Dura mientras dura y, cuando se acaba, queda un vacío oscuro y silencioso, ese el que se ahogan las palabras y solo puedes escuchar a un corazón que va perdiendo sentido a cada latido.

Yo tengo corazón.

Hay quien no lo cree, quien piensa que la gente como yo no somos nada más que una ficción loca, pero no es cierto. Soy palabras que se ordenan, nacen, crecen, sienten, respiran...

Y se enamoran.

Ya sé que todo el mundo está pensando ahora que la historia de amor que se termina no es nada excepcional. Hay miles así, solo hay que fijarse en los ojos de la gente que uno se cruza para cada día. Si sabes hacerlo, descubrirás que detrás de la tristeza que asoma en algunos hay un amor no correspondido que está matándolos poco a poco. Como a mí me está pasando contigo. Mis ojos no lo transmiten, porque no son como los tuyos, pero si pudieras mirarlos verías que es justo lo que me pasa.

Ahora que te has ido, ya no tengo sentido.

No quiero seguir adelante.

Yo te contaba mis aventuras, que se nutrían de sentimientos, de pensamientos, de una vida que poco a poco fue solo para ti. Sin el aliento que suponía para mí esa conexión entre tú y yo, no me siento con fuerzas para seguir existiendo, aunque la mía sea una vida frágil a la que no se le puede poner la palabra real en ninguna parte. Y, sin embargo, yo me siento real, y lo que provocabas en mí, eso que he perdido, eran las mariposas de las que hablan tantas veces, el amor que todo lo puede, que puede incluso lograr algo tan imposible como que un personaje se enamore de su lector.

Si tú no estás, mi lector, nada tiene sentido.

Voy a susurrarle a mi autor el final de mi historia y quizá con eso logre desvanecerme, dejar de lado esta congoja que arde dentro de mí desde que sé que ya no te importa nada de lo que te cuento.
Quizá no me creas, pero es cierto.

Algunos personajes se enamoran de un lector.

Yo lo he vivido.

***

Este pequeño relato es una deuda pendiente con un lector. Un día, hará un par de años, me retó a que escribiera un relato en el que un personaje se enamoraba de su lector. Sabemos que hay lectores que se enamoran de personajes, eso es muy frecuente. Incluso autores que se enamoran de sus lectores, pero ¿los personajes se pueden enamorar del lector?

Llevo siglos dando vueltas a la idea y hasta esta mañana no se me había ocurrido nada. Esto es lo que ha salido, Jorge. 

martes, 7 de junio de 2016

MANUEL ESTEBAN DOMINGUEZ, PREMIO XERAIS DE NOVELA POR A IRA DOS MANSOS

La foto la tomo prestada de La voz de Galicia. No era plan poner una de cuando era pequeño.


Este fin de semana nos enterábamos del fallo de los premios Xerais de novela. Estos premios para literatura en gallego se llevan otorgando desde 1984 y en la edición de este año el ganador ha sido el vigués Manuel Esteban Dominguez, con una novela negra en la que el mismo autor explica que ha intentado volcar los sentimientos derivados del nacimiento de su hijo mayor, que sufre una discapacidad intelectual.

El autor no ha querido mostrar una novela costumbrista, sino valerse de otro modelo narrativo como catarsis para sacar de dentro la angustia cuando se enfrentó al nacimiento de su hijo. Buscaba dejar claro el contraste entre una sociedad que tiene problemas para adaptarse bien a quien busca integrarse en ella. Planteada como una novela negra, en realidad, según sus palabras, es un viaje hacia la comprensión de la situación, una manera de restañar heridas.

La novela se publicará en gallego más adelante y espero leerla (aunque mi nivel de comprensión del gallego es un poco justo, pero los traductores hacen milagros), no solo porque creo que el tema es muy interesante, sino porque conozco al autor.

Desde la más tierna infancia.

Manuel Esteban es mi primo y se suma a los escritores de esta familia, aunque él insista en las entrevistas en que no es escritor, que no se dedica a esto. Y digo que se suma a los escritores porque también su padre, con el que comparte nombre (y es mi padrino) escribe. Y Patricia y Ana, otras de mis primas, aunque ellas quizá ahora lo tienen más abandonado.

Le deseo mucha suerte con la novela y, de manera totalmente egoísta, que la traduzcan al castellano para poder entenderla plenamente.

¡Felicidades!

viernes, 3 de junio de 2016

MIENTRAS ME RECUERDES DE RAQUEL ARIAS



Sinopsis:

Tras la muerte de su abuela Cora, Madison descubre unas cartas que aquella nunca envió al gran amor de su vida en Irlanda, de modo que decide pasar las vacaciones de verano allí para intentar encontrar al hombre con el que Cora nunca pudo ser feliz. El viaje da sus frutos y Madison consigue su cometido, aunque ya sea inútil para su abuela.

Pero no será tarde para ella misma, que se verá envuelta en una historia de amor más fascinante que las clases de Historia que imparte en la universidad, pues en Irlanda conoce a un atractivo médico. Su romance pasará por una red de malentendidos y engaños, al igual que les sucedió a Cora y a su amado en el pasado. Y, como ellos, Madison encontrará un amor inolvidable.

Mis impresiones:

Lo primero que tengo que decir es que esta novela la leí hace varias semanas, pero me pilló en un momento sin acceso al blog, dejé correr la reseña y he tardado más de lo previsto en volver a ella.

Conocía a Raquel, escritora leonesa finalista como yo del HQÑ con su anterior novela, Tres deseos para Isolda, pero he empezado leyéndola por la segunda que ha publicado. Bueno, en realidad con Raquel el proceso casi ha sido inverso en todo, porque antes de leerla la conocí en persona en el RA y os puedo decir que es un encanto de mujer. Alguien que sientes muy de verdad, con quien estás cómoda desde el minuto uno. Vivimos las charlas sentadas juntas, con otra grande, Sara Ventas, y seguro que por la foto veréis mejor lo cómodas que estuvimos y lo bien que lo pasamos las tres.





Mientras me recuerdes es una historia de segundas oportunidades, de secretos familiares ocultos durante muchos años que Madison empieza a destapar al encontrar en un armario de casa una caja con viejas cartas. En ellas redescubre a Cora, su abuela, con la que ha vivido toda su vida en Estados Unidos, pero que es de origen irlandés. Leyéndolas es consciente de un pasado que desconocía, del gran amor que dejó allí cuando se tuvo que marchar a los 17 años. La imagen de su abuela se redibuja en su mente y enseguida su curiosidad se despierta. Es profesora de Historia y la historia de Irlanda siempre ha sido su pasión, por lo que empieza a germinar la semilla del deseo de marcharse allí para averiguar más.

Madison tiene ganas de conocer la tierra de sus antepasados y su situación personal, que en esos momentos no es la mejor del mundo con su novio (mejor no hablamos del novio), le da el empujón definitivo para viajar (a pesar de su fobia a los aviones). Desde el momento en el que pone un pie en Cork se siente como en casa, sensación que se multiplicará al conocer a Kieran, un atractivo doctor al que tiene que acudir al torcerse un tobillo.

Raquel Arias dibuja un pequeño hotel irlandés en el que la familiaridad del trato se cuela entre las líneas y hace que hasta tú, como lector, te sientas tan cómodo como Madison, a pesar de las tormentas (las internas y las externas) que de tanto en tanto se desatan.

Yo me la bebí en poco más de un día.

Me ha quedado la sensación de una historia bonita, de una novela de esas que hacen falta de vez en cuando para soñar, de unos personajes, un paisaje y un clima que apetece sentir. Y de ese primer capítulo de la historia que, desde aquí te lo digo, Raquel, da para una novela entera él solo.

miércoles, 1 de junio de 2016

LEER LIBROS MALOS



El otro día hablaba con una amiga escritora sobre los libros que leíamos. Ella me decía que no le valía cualquier cosa, que últimamente necesitaba libros mejores para sentirse satisfecha y que con el poco tiempo que tiene debía ser un tanto selectiva. Es algo en lo que estoy muy de acuerdo. Cuanto más lees, más despierta tu espíritu crítico y se hacen necesarios libros con más peso para sentir que has realizado una lectura plena.

Aunque a veces apetezca algo más ligero.

Con lo que ella no estaba de acuerdo conmigo, era con leer libros malos. ¿Para qué? Suponen horas lectoras tiradas a la basura, más cuando desde el principio te das cuenta de que aquello que tienes entre manos no conduce nada más que hasta el desastre narrativo.

Y, sin embargo, yo me empeño en leerlos.

Periódicamente descargo libros gratis en Amazon. Poner nuestros libros gratis es una estrategia que usamos los autores por cuatro razones fundamentales (esto lo digo desde mi punto de vista de observadora, ya sabéis, sin validez científica alguna). Hay un tipo de obras que llevan mucho tiempo en la red y sus ventas han decaído tanto, están tan pirateadas que poco importa ya que el autor sea generoso y se lo regale a sus lectores. Incluso se puede aprovechar para corregir alguna errata o hacerle un arreglillo a la maquetación. Hay otro tipo de libros que se ponen gratis porque al autor no lo conocen ni en su casa (a veces se le ha pasado contarle a los suyos que escribe) y es una manera de que le empiecen a leer. Otra tercera opción es con fines promocionales: autores que tienen más obras y quieren que alguna siempre esté disponible para atraer potenciales lectores. Y la última... La última es porque esos libros que costó tanto publicar, hacer la portada, maquetar y subir a la red no han despertado el interés de media docena, no se ha hecho eco de ellos apenas el boca oreja y tampoco hay nada que perder.

Cuando algún libro de los que está gratis me llama la atención lo descargo. Con este método he de reconocer que he encontrado pequeñas joyas que incluso han pasado por el espejo, pero lo más frecuente son los tropezones, esos libros que no reseñaré jamás, pero a los que estaré eternamente agradecida.

Porque son una fuente inagotable de conocimientos.

Quienes me conocen saben que no sé estar quieta. Parar mi cerebro es una actividad que me cuesta tanto que apenas soy capaz de dormir porque ni siquiera entonces desconecto. Sueño con tanta intensidad que me acabo despertando a mí misma, a veces asustada, otras cabreada porque sé que no seré capaz de volver a dormirme. Me cuesta muchísimo relajarme y solo hay tres actividades que lo consiguen: leer, escribir y estudiar.

Por eso, aprovecho que esto me calma y a la vez que leo libros sobre narrativa, me estudio estos libros.

Estudio los personajes, la trama, la narración, los tiempos verbales...  Estas historias imperfectas suponen un campo de reflexión fantástico porque me sugieren muchas preguntas. ¿Por qué no me creo a la protagonista? ¿Qué le pasa a este párrafo que lo he tenido que leer dos veces para comprenderlo? ¿Por qué no me llega la trama? Cada pregunta la analizo y encuentro las respuestas enseguida. Y ese es  el valor que doy a estos libros, porque me permiten ver fallos que quizá yo también estoy cometiendo a veces.

Pero es más fácil ver la mota en el ojo ajeno que la viga en el propio.

Otra cosa que estudio es los comentarios que han dejado los lectores sobre ellos en Amazon. Me resultan muy reveladores. Casi todas estas novelas tienen una cantidad moderada de comentarios (ni muchos ni pocos), pero coincidentes. Es muy raro encontrar dos características en ellos: compras verificadas y opiniones malas. Todo son parabienes, muchas veces halagos personales a los autores (de verdad, no lo hagáis, queda como el culo) y a su perfecta ortografía. Ahí es cuando a mí se me descuelgan los ojos, porque he visto cada burrada que es como para que te dé un mareo y te tengan que despertar con sales aromáticas. Por ver, este verano vi una novela malísima en la que en el prólogo se decía de la persona que lo había escrito que poco menos que le darían el Nobel de literatura en breve. Y varias veces separó con coma sujeto de predicado...

Todo esto me tranquiliza y me cabrea más o menos en la misma medida, porque me parece muy injusto que haya novelas buenísimas a las que los famosos trolls ponen a parir, novelas muy dignas que se tienen que comer barbaridades dichas con quién sabe qué objetivo (vale, yo lo sé y tú también, para qué escribirlo) y esto que no son más que relatos en su mayoría de aprendizaje, que no deberían haber salido de un cajón, tienen valoraciones altísimas.

Engañosas y estériles porque siguen perdidos en las listas, como no podía ser de otro modo.

Al final, no pude convencer a mi amiga de que se leyera estas cosas. Dice que duerme mejor que yo, que le sobra menos tiempo y quiere dedicarlo a lo bueno. La verdad es que, ahora que lo pienso, si durmiera no tendría tiempo para las mil tonterías que se me ocurren.