domingo, 1 de octubre de 2023

SIN FECHA DE CADUCIDAD, 1,89€ EN OCTUBRE

 Si piensas que tatuaje y chico malote van de la mano, no la leas.

Si crees que es imposible que unos correos te asusten tanto como para hacer tonterías, no la leas.

Si no te gustan las novelas con bebés, no la leas.

Si no te crees que existan escritoras de fantasía que lo petan con sus novelas, no la leas.

Si no crees que de la amistad al amor no hay un paso, sino mil tropezones, no la leas.

Este mes de octubre, 1,89€ el ebook.

Pero, si eso, no la leas.



jueves, 14 de septiembre de 2023

LA COLINA DEL ALMENDRO


Otro sueño cumplido.

En poco más de un mes estará a la venta y disponible para suscriptores un una docena de plataformas de Audiolibros. Espero que le deis una acogida tan bonita como a las dos ediciones en papel que lleva esta novela.

***

Ambientada entre el final de una época y los convulsos años que marcan el principio del siglo XX, La colina del almendro es una historia de venganzas, supervivencia, amor y guerra.

El mundo y la vida de Mary Ellen se quiebran cuando su padre, el conde de Barton, decide casarla con un rico comerciante sin rastro de nobleza afincado en Boston. Mary, educada para que todas las decisiones de su vida las tome el varón de la familia, se ve obligada a trasladarse a Londres. Allí descubrirá los secretos de su boda y que al corazón no se le puede atar con un contrato.

Sufragistas, guerra y decisiones personales conforman esta trama apasionante que han disfrutado miles de lectores.

 ***

¿Por qué leer La colina del almendro?

Es apasionante.

Tiene unos personajes potentes.

Mezcla la trama histórica con sentimientos y emociones.

Te durará un suspiro entre las manos.



Texto tomado de la página de Amazon.

viernes, 8 de septiembre de 2023

PENSAR POR UNO MISMO YA NO ESTA DE MODA

Creo que hay que felicitar a los políticos o a los grandes grupos empresariales del mundo porque por fin han conseguido lo que tanto ansiaban, gente con el cerebro virgen, pero que no lo saben, manos útiles para generarles dinero, partirse la cara por ellos (en redes, somos vagos hasta para pegarnos de verdad) y proporcionarles los votos necesarios para que se queden con la pasta mientras a nosotros nos suben tanto los precios de todo que hasta hemos empezado a saltarnos la cena.

Todo esto, es inevitable, me lleva a pensar en las bandas de hace un siglo, organizaciones que se valían de pobres diablos para que otros consiguieran cenar en mesas con cubiertos de plata y cristalería de Bohemia.

Lo de que no pensamos, lo tengo comprobado. Un ejemplo que domino. Si uno iba a las reseñas que se hacían en los blogs hace doce o trece años, cada una tenía un estilo y, sobre todo, analizaban aspectos literarios y no mentían.

Te podía gustar más o menos el libro, pero no ponías "lenguaje sencillo" porque lo pusiera todo el mundo. Solo si lo pensabas. O sea, si no veías figuras literarias o intenciones estéticas.


Y no decías, por ejemplo, que una novela estaba escrita en primera persona si estaba en tercera. Te cuidabas muy mucho de no meter la pata para no desvelar tus escasos recursos. 

Ahora, no.

Ahora da igual.

Lo que cuenta es contar: páginas, libros leídos, libros reseñados, libros ensalzados y libros sacrificados. Porque lo mismo se eleva a los altares al cagarrio del siglo, tóxico o mala copia de otros y se tira al pobre Galdós al fango, cuando ya no caben dudas de que el señor, te guste o no, era muy bueno.

Lo de leer los libros que se "cuentan"... ¿me dejáis que lo dude?  Da igual, lo seguiré dudando o no tengo ni la más mínima duda de lo que pasa. Desde hace tiempo, muchas de las reseñas salen de mezclar, con más o menos disimulo, las palabras que deja seleccionadas el algoritmo al lado de cada novela.

Se usan como los chicos usan GPT chat, qué maravilla, ¿verdad? Revela que eres tonto, pero como tampoco es que quede mucha gente que se dé cuenta, ¿qué más da?

Entre ovejas blancas, solo destaca la negra y pensar diferente nos puede poner en una situación muy comprometida.













miércoles, 6 de septiembre de 2023

NOVEDADES OCTUBRE


 

lunes, 4 de septiembre de 2023

NO ME PIDAS MÁS


Llevo un rato escuchando la lluvia caer, a veces furiosa, otras ralentizando el ritmo y convirtiendo su música en un golpeteo suave que arrulla la noche.

A lo lejos, se oyen los truenos que antes anunció un relámpago, y no sé si el centro de este huracán se acerca o se aleja, porque ya no me fío de mis sentidos.

Me siento abandonada por todo.

Por mí cuerpo y por mi mente en primer lugar.

Llevo meses sometida a fuertes presiones, dolor y duelo compartiendo espacio en un alma que ha dejado de ser elástica. Como la Tierra cuando la presión y la temperatura se alían, se que un día no podré más y reventaré. Alguna de mis grietas deshará mis costuras frágiles de mujer rota y el desastre que ahora solo se intuye arrasará con todo.

No sé los demás, pero yo necesito que me hablen con cariño y respeto. Qué me cuiden y no me anulen, me rebajen o me juzguen a cada instante, interpretando mis razones como excusas que no son. No sé si conozco a alguien más responsable que yo, nunca he eludido nada, cuanto menos, lo que pudiera beneficiarme.

Si digo que no puedo es porque ya no puedo más.

Si digo que ya no puedo más, no me pidas más.

Yo sola encontraré el camino.

miércoles, 16 de agosto de 2023

CUANDO NO ENCUENTRAS LO QUE NECESITAS

O te lo inventas o te lo fabricas tú mismo, no hay más.
Hay un punto en la vida en el que descubres que no se puede esperara nada de los demás, por mucho que tú dés.


martes, 15 de agosto de 2023

HASTA EL FINAL DEL VERANO


Hasta que termine el verano, los cuatro ebooks de estas novelas costarán 0,99€. Después, salvo Oasis de arena, que es un relato y me parece que por su longitud es más justo que no sea así, costarán 3,99€. Así que hoy, por cuatro euros, los tienes todos.





lunes, 14 de agosto de 2023

COSAS QUE HACER SOLO EN CASA CUANDO NO ESTÁS SOLO EN CASA

No tengo una casa para mí sola. Creo que si volviera a vivir, ese sería mi objetivo vital, buscarme la vida para no tener que compartir espacio con nadie, porque a la hora de hacer cosas divertidas, mi gente nunca se apunta.




Por eso me he puesto a buscar por ahí cosas que hacer solo en casa cuando no estás solo en casa. No había, así que he tenido que inventarme mi lista a parte de otra. Quitando cosas. Lo primero que se ha caído ha sido bailar o cantar a voz en cuello, les daría la mejor excusa del mundo para echarme una bronca. Luego se me han caído las series, porque no tengo acceso a la televisión ni al sofá. Esos tienen dueño y yo solo puedo ver lo que se me antoja cuando estoy sola, sola. O sea, prácticamente nunca. Y lo de ver series en compañía está descartado porque no comparto gustos.

Lo primero que he encontrado es que termine un libro. Bien, pero eso ya lo hago, de hecho leo tres a la vez, hay que seguir buscando.

Haz manualidades. Lo hago, incluso incluyo en ellas ganchillo y punto de media, que por una razón que desconozco sé hacer. Pero me da pereza porque ya no tengo la paciencia de antaño. Quiero hacer algo con principio y final en una sesión y eso es imposible. A veces miro la manta de ganchillo que hice cuando nació mi hijo y me preguntó si los días entonces tenían más horas o yo era otra con más paciencia.

Ponte a ver vídeos de YouTube. Bueno, aunque al tercero me canso.

Aprende a usar Tiktok. Estoy en ello, aunque hay que estar solo en casa para grabar vídeos y como que en el baño, que es el único sitio donde me puedo encerrar, no me apetece. Pero los hago. En los cinco minutos que me dejan a solas, lo primero que se me ocurre. Sin filtro...

Cocinar. Tengo ataques de hiperactividad en este sentido. Ayer cociné como para quince personas. Lo tengo casi todo congelado para ir comiéndolo poco a poco yo, en mi casa no aprecian nada la cocina variada, son de sota, caballo y rey.

Cambia de sitio los muebles. Estoy pensando en cambiar mi mesa de habitación. Casi tengo decidido dónde la voy a poner. Me permite más privacidad y podré escribir por las noches.

Limpia las fotos de la galería de tu móvil. Los borré todos en marzo y cada noche dedico unos diez minutos a deshacerme de la mierda que llega por whatsapp, de las capturas de pantalla y de lo que descargo sin querer. Poco entretenido para mí es esto.

Plantea una cita. Vale, la escribo para una novela, porque las citas reales para mí son un recuerdo vago de hace tanto que tendría que hacer un curso de reciclaje de citas para saber por dónde empezar. En la ficción hay mucho margen. Puedes quedar hasta en Noruega si te apetece.

Haz deporte. No te lo crees ni tú. Camino y listo. Me estudio una oposición antes que apuntarme a un gimnasio, fíjate lo que te digo.

Tira la ropa que no quieras. Ya la he tirado, como tire más no tendré nada que ponerme. Bueno, no la he tirado, la doné.

Limpia. Es mi pasatiempo favorito, pero la casa tiene un límite y los rincones también. Y como hago mantenimiento diario, pues tampoco es que haya mucho más que pelos de Ulises por todas partes que da igual que recoja, se sacude y al momento estamos en las mismas.

Sombra aquí y sombra allá, maquíllate. Me encantaba hacerlo, aunque antes de salir a la calle me lo quitaba, pero resulta que ahora le tengo alergia, se me ponen los ojos como un cristo.

Manda un mensaje a los amigos diciéndoles que los echas de menos. Es verdad, he dejado de hacerlo. Hay alguno que me deja en visto desde 2020 y me entró pereza. 

Deshazte de gente en redes. Uf, qué peligroso, me borró Twitter por su cuenta a una individua y se dedicó a insultarme después. Su nombre empezaba por I y el adjetivo que más le pega por g.

Mándale una carta a tu futuro yo. Me lo apunto. Ya se la mandé a la niña del pasado. Me gusta, aunque no la fecharé más allá de tres años.

Haz pizza desde cero. Eso no tiene nada de novedoso, lo hago siempre.

Ordena los libros. Pues aquí tenemos un problema. Yo sé dónde están a pesar del desorden y como los ordene con algún criterio va a ser cuando no los voy a encontrar. Pero siempre puedo sacarlos, limpiarles el polvo y tenerlos en las manos de nuevo.

Mira fotos antiguas. Siempre acabo llorando, así que no. Me falta casi toda la gente importante de mi vida, se han ido muriendo, así que los álbumes no son alegría ahora mismo.

Copia tus frases favoritas. Cierto, tengo una agenda con algunas de ellas que no actualizo hace mucho.

Aprende a dar las gracias en todos los idiomas que seas capaz. Bien, esto es divertido, también me vale.

Hazte rizos con el rizador. Vale, otra cosa que me sirve.

Planea un viaje para cuando todo esto haya acabado. No hace falta, ya lo tengo planeado desde hace mucho tiempo.

Haz 120 abdominales. ¡Estate tú que sí!

Escucha podcast. No encuentro que me entretengan nada. Seguiré buscando.

Inspirado en esta entrada.


sábado, 12 de agosto de 2023

HAZ LO QUE TE DÉ LA GANA

Hoy he salido a pasear, pero no era temprano y la verdad es que el calor ha hecho que ese rato de ejercicio necesario para mi cuerpo dolorido no haya sido placentero.

Ha sido un paseo silencioso, donde solo un pensamiento ha puesto brillo a este día feo de agosto, el mes más horrendo del calendario para mí. Le leí hace poco, el verano sin vacaciones y sin paga extra simplemente se convierte en el infierno, y no puedo estar más de acuerdo. El pensamiento brillante es que, a lo sumo, al infierno le quedan un par de semanas. Yo no sé lo que son unas vacaciones de verano desde que las hacía con mi padre y mucho menos lo que significa una paga extra, así que solo me queda el calor que no soporto.



Qué le vamos a hacer, no tengo nada de caribeña, gracias al dios que haya que dárselas. A pesar del color del pelo y de la piel, mi espíritu procede de Noruega. Si no es del Polo Norte.

En este paseo incómodo, he ido pensando en lo que quería escribir, pero al llegar a casa apenas me he sentado diez minutos. Mi yo del espejo, la única persona que me cuida, me ha dicho que hoy no corra. Que si no está la comida a las dos, no se va a hundir el mundo. Si hay polvo en los muebles, que lo interprete como que tengo una pizarra para pintar corazones con el dedo.

He sacado una botella de vermú y unas aceitunas, he hablado con una amiga de Tarazona por WhatsApp y me he sentado en el sofá mientras no hacía nada.

Me he dicho lo que sé que me diría Ana, que me quiera y que me cuide. Que si tengo ganas, escriba. Si no, que toque las narices. Y, que si lo veo bien para mi ánimo, pierda el tiempo. O dibuje ojos, o narices, o un pato del revés.

"Haz lo que te dé la gana", lo he escuchado perfectamente en mi cabeza con la entonación de su voz. Y eso es lo que estoy haciendo hoy.

Lo que me da la gana.



ROMPERSE Y RECONSTRUIRSE

 Ayer hizo cuatro meses que Ana se marchó, que su sonrisa eterna se quedó congelada en las imágenes que de ella conservo.



Cuatro meses sin sus mensajes, sin la sabiduría de esta niña que nació con el don de cambiarte los problemas por sonrisas.

No he podido hacer el duelo como sé que se hace para que sea sano. Como necesito hacerlo. Recordando nuestros momentos felices frente alguien que simplemente me escuché. Ahora mismo mi entorno se centra en otro problema muy serio y esto es como si fuera una página de un libro que pasas y te olvidas.

Pero yo no la puedo olvidar.

He pedido ayuda varias veces, no sé si hay algo más valiente que reconocer que no puedes solo. Eso y pedir perdón definen para mí a una persona. No me fío de quien no sabe hacer ninguna de las dos cosas.

He pedido ayuda, pero no la he encontrado. No digo que no haya habido nadie, pero no todo el mundo te sirve.

Entonces he recordado este espejo. 

En estos meses no paro de repetirme que necesito a alguien como yo, alguien que me tenga paciencia, que me quiera y que me escuche, que me tienda la mano para que ahora que van pasando los años y no soy capaz de levantarme de un salto, pueda ponerme de pie.

Que no me meta prisa, cuatro meses son un suspiro cuando se trata de despedidas que implican reconstruirse.

Hace poco aprendí lo que es Kintsugi.
Es una técnica japonesa que se emplea en la reparación de cerámica. Las grietas de la pieza fragmentada se rellenan con oro y de ahí surgen obras mucho más bellas, pues cada cicatriz se convierte en su parte más valiosa.

Yo ahora soy una taza rota. Mis fragmentos los he reunido ya, los tengo sobre la mesa, pero no puedo contener ninguna cosa. Necesito pegamento y buscaba un artesano que, con paciencia, me ayudase a extenderlo. Buscaba centrarme en cada unión para aprender y crecer, pero cometí el error de pensar que, como otras veces, iba a tener la suerte de encontrar ayuda.

No ha sido así, en este viaje de despedida al fin he comprendido que estoy sola. Pero lo voy a hacer bien, porque el espejo me ayudará a sentir que tengo alguien que me escucha.

Yo misma.

Y si me caigo y me levanto despacito, no hay prisa. Nadie me espera para escucharme.

Solo yo.



lunes, 7 de agosto de 2023

Y MI BAILARINA SALIÓ DEL ESCENARIO

Hace más de tres meses que esquivo mirarme en este espejo.

No es porque me encuentre mala cara (que también) es que lo que me ha puesto la vida por delante no es para compartirlo con alegría. Primero, porque aunque yo precise la cura de las palabras, sacar fuera los sentimientos y las emociones, hay situaciones que, por mucho que me afecten, no son mías del todo. Segundo, porque es tanto que parece una mala broma.

Queda mucho por procesar, historias que se tienen que quedar en privado, pero hay una que sí puedo contar porque ya sé su final.

 Mi pequeña se ha marchado.

El pasado verano, cuando pasamos la mañana juntas en la piscina, nada hacía presagiar la tormenta que se avecinaba. Fuimos felices contándonos cosas, sentadas bajo la parra, recordando otra, la de la casa de nuestros abuelos. Hablamos, reímos y nos hicimos una fotografía preciosa. ¿Me creerías si te dijera que supe, cuando disparé, que sería la última? No sé por qué, pero lo sentí. Con la violencia de una premonición aciaga, sin ninguna razón aparente para pensarlo más allá de esa enfermedad que llevaba arrastrando mucho más de media vida.

No había datos que la avalasen y me regañé por el pensamiento, que espanté con habilidad  y dejé en un rincón de la mente.

Fue lo primero que pensé cuando, el 13 de enero, me dijo que habíamos llegado al final. Que la guerra estaba perdida, aunque quedasen algunas batallas por librar en las que daría la cara, no sabía comportarse de otro modo. Yo la creí, ella no jugaba con eso, si afirmaba era porque sabía.

En estos tres meses ha estado pendiente de mí, más que yo de ella. Me ha dejado claro que se iba en paz, que estaba todo bien, y solo se ha quedado una conversación en el aire. La tarde que me dijo que me contaría que lo que yo intuía estaba allí no se encontraba bien y dejé la puerta abierta para que me lo contase solo cuando ella estuviera fuerte. "Si quieres, te lo cuento como un cuento", me dijo.

Pero no hacía falta, ni siquiera nos hacía falta escribir todas las palabras, los silencios también los entendíamos. 

Mi niña se ha marchado y yo, que no sé cuándo puñetas me voy a hacer mayor de una puta vez, estoy aquí, enfadada con la vida por las zancadillas de los últimos meses pero, sobre todo, por no tenerla para que me tranquilice. Suena egoísta, ¿no? No lo sé, solo sé lo que me dijo, que ella estaba tranquila, pero yo no sé relajarme. No veo más que un abismo cerca de mis pies y aunque intento mirar al horizonte, mis ojos están demasiado turbios para encontrar nada.

Creo que lleva razón, que hay algo ahí, esperando, algo muy grande que tiene que ser la compensación a tanto dolor, pero, por el momento, lo único que soy capaz es de levantarme cada día y dar pequeños pasos. No me voy a parar, ella se enfadaría mucho por rendirme.

17 de abril de 2023

martes, 4 de abril de 2023

A LA ORILLA DEL MAR

Es extraño. Yo, que soy castellana hasta la médula, que nací tierra adentro y ahí he crecido, a veces añoro el mar. Es extraño porque he pasado temporadas larguísimas sin tocar la arena, sin sentir la brisa o sin pasear por la orilla con las olas rozando mis pies.

Extraño el mar, yo que no soy de mar.

En estos meses en los que los pensamientos fluyen arriba y abajo como las mareas, echo de menos el hipnótico vaivén del agua, el relajante sonido de las olas y me doy cuenta de que hay deseos que se quedan siempre ahí, esperando a que se dé una oportunidad que nunca llega.

Y, a pesar de que sé que extrañar lo que sabes que no está hecho para ti es absurdo, extraño el mar.





domingo, 2 de abril de 2023

UNA CERILLA Y UNA LINTERNA

 Todos vivimos momentos en los que la vida nos empuja a un túnel oscuro. El modo de abordar ese camino tiene que ver con muchos factores: la edad, las experiencias vitales, lo que queda por vivir y lo que has ido dejando atrás...

En mi vida hay tres túneles.

Al primero me enfrenté con el desconcierto de unos dieciocho años recién cumplidos, pero tuve la inmensa fortuna de encontrar en él una mano que, además, llevaba una linterna encendida. Me agarró con fuerza y me acompañó cada uno de los días de ese año largo que tardé en atravesarlo. Me fue poniendo libros en las manos y sonrisas cada día para que viera que, como digo en Aunque te cueste la vida, "la vida despeja". Los túneles se acaban y sales. El día que acabó, había un sol radiante al otro lado, tan fuerte que hasta casi deslumbraba y había ganas, muchas, de empezar ese camino en el que ya no hacía frío.

El segundo túnel lo hice a solas y sin linterna. Pensaba, ilusa de mí, que estaba en un momento vital en el que los vínculos afectivos eran tan poderosos que no podían fallar. Pero fallaron estrepitosamente y tocó transitar durante otro año a ciegas. Tanteando las paredes y tragándome las ganas de gritar. Sin luz. Llené mi agenda hasta que reventaba, porque pensé que era lo único que podría acelerar el tiempo e impedir que toda esa oscuridad me engullera.

Lo conseguí. Salí de allí. Al otro lado había sueños por cumplir, los más grandes que me he permitido tener, pero el sol no brillaba como la otra vez. Es más, un vientecillo incómodo me despeinaba a cada rato y hacía necesaria una chaqueta que no encontraba. Me fui poniendo abrigos, pero ninguno era de mi talla y acabé dejándolos abandonados y acostumbrándome al frío.

Me hubiera quedado para siempre ahí, con mi agenda a medio cubrir y las nubes sobre mi cabeza. Hubiera dado todo porque no hubiera otro túnel en el camino.

Pero dicen que no hay dos sin tres, así que, hace unos meses, cuando menos lo esperaba, me encontré con que me engullía la oscuridad de otro de esos túneles. En este no hay nadie con una linterna y ni siquiera tengo agenda que rellenar. Lo he intentado con mis libretas, he buscado a mi alrededor a ver qué podía hacer para que ese frío y esa oscuridad que hay dentro no se me metieran en los huesos, y solo he encontrado una caja de cerillas.

Menos es nada, pensé.

El problema es que solo había dos.

La primera, después de prepararme bien para que prendiera y me diera tiempo para buscar algo que encender que me ayudase a encontrar una luz para caminar, se apagó sin conseguirlo. Encendió segura, pero no había vela, ni piña, ni madero donde la llama pudiera agarrarse y se desvaneció. Aun así, el tiempo en el que dio luz, lo agradecí. Siempre está bien un poco de luz cuando está tan oscuro.

La segunda cerilla la saqué de la caja hace un par de días. Pensé que quizá había un montoncito de leña cerca y podría encenderlo para buscar algo que hiciera de antorcha. La cerilla chisporroteó un segundo, lanzó un pequeño destello y enseguida me di cuenta de que no había prendido. El rastro del fósforo quemado se había quedado como algo desagradable en mi nariz y encima me sentí culpable porque había sido yo quien lo había provocado. La miré, por si tenía que tirarla, pero aún quedaba la posibilidad de un segundo intento.

Lo hice, claro, el olor ya estaba ahí, no había mucho más que perder.

La cerilla se partió. Me la quedé mirando como se mira a las oportunidades perdidas, a los deseos rotos, a los sueños que se hacen pedazos. A un vaso de agua vacío mientras te estás muriendo de sed.

Así que ahora, sin fósforo y sin led, el túnel sigue ahí. El olor se está disipando, pero queda la humedad de las paredes y un camino incierto que no sé cuánto durará. No sé si habrá respiraderos por el camino, si tendré que aferrarme a ese "un día detrás de otro" o, más bien "una hora detrás de otra". 

No sé qué hay al otro lado, no sé si quedará la posibilidad de un sol brillante o unas nubes que solo amenazan.

Cualquier cosa sería mejor que vivir sin luz.

martes, 3 de enero de 2023

SE HA PERDIDO EL SENTIDO DEL HUMOR

Y la capacidad de quedarte con tu opinión cuando es una estupidez.

Y la de no meterte en casas ajenas a dar por el culo.

Y la comprensión lectora.

Y la vergüenza.

Y así, hasta el infinito.