lunes, 3 de octubre de 2016

ENTREVISTA: MARÍA JOSÉ MORENO, LA TRILOGÍA DEL MAL.

©Alberto Jordán


Mi invitada:

Nombre: María José Moreno (Córdoba, 1958).
Profesión: Psiquiatra, profesora de la universidad de Córdoba y escritora.
Obras publicadas: Bajo los tilos (Ediciones B), La Trilogía del Mal: La caricia de Tánatos, El poder de la Sombra y La fuerza de Eros (Versátil)

La Trilogía del Mal.

Mucho se está hablando -y muy bien- de las tres novelas que María José Moreno ha escrito. La trilogía se cataloga como novela negra, o domestic noir para ser más precisos, pero tiene un elemento diferenciador con la mayoría de los libros publicados. Ese Mal, que ella insiste en llamarlo con mayúsculas, es un mal que nos rodea a todos sin que apenas lo percibamos. No nos muestra en sus novelas un mundo de asesinos en serie o de crímenes sangrientos, sino más bien el mal que está en nuestro entorno sin que seamos muchas veces conscientes de él. Ese matiz es lo que convierte a estas tres novelas en algo mucho más aterrador, puesto que al leer te das cuenta de que es muy posible que tengas el peligro mucho más cerca de ti de lo que crees.

La trilogía tiene mucha reflexión, aunque insertada de tal modo en una narración tan trepidante que apenas te das cuenta de todo lo que deja en ti hasta que la terminas. Es entonces cuando empieza un proceso dentro del lector, cuando te asaltan preguntas que querrías hacerle a María José Moreno. Ella, como psiquiatra con treinta años de experiencia, es la mejor para contestarlas. Como tenía la opción de hacérselas, no me lo he pensado. He buscado a la doctora Moreno y le he planteado un tema que no se toca directamente en esta trilogía, pero que su lectura ha hecho que en mí se despierten cuestiones que quería poner sobre el papel.

¿Estamos los adultos tan expuestos como los niños a los peligros del acoso por las redes?

No sé si vosotros os preguntáis lo mismo que yo pero, por si acaso, comparto la agradable charla que he mantenido con ella.

La entrevista:

La Trilogía del Mal que nos has presentado a lo largo del último año, por la que te felicito de nuevo, tiene muchos puntos que resultan muy atractivos para los lectores. Las tres novelas tienen tramas adictivas, personajes potentes, un entorno reconocible para cualquiera y, sobre todo, llevan al lector a reflexionar sobre ese mal cotidiano que convive muy cerca de todos y al que a veces no prestamos atención porque actúa en silencio.

En la primera novela, La caricia de Tánatos (un título que siempre me ha fascinado, por cierto), trataste el tema de los malos tratos psicológicos. Con El poder de la Sombra diste un giro, centrando el tema en los abusos en la infancia y en la última, la novela que cierra la trilogía, La fuerza de Eros, nos pones sobre aviso de los riesgos que acarrea la mala utilización de internet.

Aparecen personajes que, escondidos tras perfiles falsos, se introducen en el mundo de nuestros hijos con malas intenciones, y eso supone una llamada de atención para los padres, sobre el uso de las redes que hacen los niños. Pero, yo me pregunto si a esto solo los menores están expuestos o los adultos somos igual de vulnerables. ¿Crees que solo les puede pasar algo como lo que planteas a niños?

Por desgracia, nadie está libre de ser acosado. Las redes sociales, en las que exhibimos nuestra imagen, nuestro quehacer y, algunas veces, hasta nuestra vida privada son una fuente de datos para que depredadores de cualquier tipo, no tienen por qué ser sexuales, se hagan con esos datos y a partir de ahí inicien un acoso que puede ir desde robo de identidad, de contraseñas, hackeo de cuentas… Existe una novela que de manera ficcionada nos plantea este grave problema y que recomiendo es: Alterword de Antonia Huertas de ediciones Versátil.  

Cierto. Escuché a Antonia Huertas hablar de su libro en Madrid y me llamó mucho la atención el tema de su novela. Por cierto, me recuerdas que aún no lo he leído. Me parece que tengo que adelantarlo en mi lista cuanto antes. Sigo con las preguntas que me ha generado la lectura de la Trilogía y te lanzo la siguiente. En el caso de que un adulto se vea en esa situación en la que pones a las niñas de la novela, ¿cuáles serían las razones por las que caería en la «trampa»?

La situación que se da en mi novela no suele ocurrir en un adulto, porque el pedófilo solo acecha a la población que comprende su objeto sexual, niñas o niños, casi siempre menores de 13 años. Pero sí podemos ser objeto de otro tipo de acosadores y de hecho lo vemos con frecuencia: el novio despechado que sube fotos de su novia en ropa interior, el marido o la mujer celosa que intenta hackear cuentas de su conyuge para saber si están teniendo aventuras extramatrimoniales, personas que hackean cuentas para realizar spam, compañeros envidiosos que te quieren desacreditar a la vista de todos mostrando tus imperfecciones… o personas solas que abren su corazón y su vida a anónimos que están al otro lado de la pantalla y que creemos a pies juntillas lo que les dicen. Es donde quiero lanzar la alarma para que la desconfianza siempre sea la base que domine nuestras actuaciones en la red, hasta que conozcamos personalmente a esa otra persona.

Y otra cosa que me pregunto. ¿Crees que en el caso de que alguien adulto sea acosado, lo contaría antes que un niño?

Estoy segura de que el adulto posee mecanismos para afrontar este problema más adecuados que un niño, pero también se oculta a veces por vergüenza de haber caído en esa situación, por lo que de un modo u otro siempre los malos salen ganado. La policía insiste en la denuncia, única manera de atajar este problema.

Ya, pero a veces el acoso es leve, sin mucha base para poner una denuncia y, sin embargo, afecta de manera grave a quien lo está sufriendo. Recuerdo a Marina, tu personaje de La caricia de Tánatos. Muchas de las cosas que sufre de su maltratador son muy complicadas de demostrar y a ella la hunden. Entonces, deduzco, deberíamos centrarnos en el tema de la prevención. ¿Cómo podemos intentar que no nos suceda?

Es necesario educar, educar y educar en el manejo de las redes sociales. Cuando el adulto sepa manejarlas adecuada y responsablemente estará en posición de enseñarlo, transmitirlo, a los más pequeños desde muy temprano y así  inculcar mediante el aprendizaje, lo mismo que las normas básicas de educación y de educación vial…etc. 

Ahí veo un problema. Esto va tan rápido que es casi imposible anticiparse a los cambios, ir por delante de las barbaridades que se le pueden ocurrir a mentes enfermas. Nosotros mismos, como adultos, estamos aprendiendo y hay incluso padres que ni siquiera se acercan a las redes. Porque no les interesan, porque no sienten que lo necesiten, pero si tienen hijos, esa es mi opinión, deberían estar atentos a todo.

Volviendo a lo que nos ocupa. ¿Se puede caer en la trampa de los acosadores a través de chantajes emocionales?

Sin duda, es una de las maneras en las que más daño se puede hacer a nivel personal, y por supuesto a través de internet, porque se ataca directamente a la autoestima de la persona, a la parte más vulnerable de su personalidad y los acosadores lo saben y lo utilizan a menudo.

He leído sobre este tipo de gente que se valen de lo que la víctima valora la relación que tienen con ella y aprovechan esa vulnerabilidad para acceder a ellas. ¿Qué tipo de información crees que se debe manejar con cuidado en las redes?

Existen unas reglas básicas entre las que se encuentran las siguientes: 
Prestar atención cuando publiquemos y subamos material:
Pensar muy bien qué imágenes, vídeos e información escogemos para publicar.
No publicar nunca información privada.
Usar un seudónimo y nunca nuestra verdadera imagen.

Escoger cuidadosamente a nuestros amigos:
No aceptar solicitudes de amistad de personas que no conozcamos.
Verificar todos nuestros contactos.

Proteger nuestro entorno de trabajo y no poner en peligro nuestra reputación:
Al registrarnos en una red social, usar nuestra dirección de correo personal (no el correo de la empresa).
Tener cuidado de cómo representamos en Internet a nuestra empresa u organización.
No mezclar nuestros contactos de trabajo con nuestros amigos.
No dejar que nadie vea nuestro perfil o nuestra información personal sin permiso.
No dejar desatendido nuestro teléfono móvil.
No guardar nuestra contraseña en nuestro móvil.
Usar las funciones de seguridad de que disponga nuestro móvil.

Proteger nuestro teléfono móvil y la información guardada en él:
Tener cuidado con lo que publicamos sobre otras personas.
Informarnos:
Leer con atención y de principio a fin la política de privacidad y las condiciones y términos de uso de la red social que escojamos

Protegernos con la configuración de privacidad:
Usar opciones orientadas a la privacidad (comprobar quién puede ver nuestras fotos, quién puede ponerse en contacto con nosotros y quién puede añadir comentarios).
Informar inmediatamente si nos roban el teléfono móvil.
Tener cuidado al usar el teléfono móvil y estar atento a dónde lo dejamos.

Prestar atención a los servicios basados en la localización y a la información de nuestro teléfono móvil:
Desactivar los servicios basados en la localización geográfica cuando no los estemos usando.

Como verás, es fácil incumplir estas normas. Yo misma he caído en una mala práctica.

Creo que todos, pero es un poco lo que decía antes. Estamos aprendiendo, y además no conocemos todas las funciones de nuestros equipos. El otro día descubrí que Google tiene un rastreo de mis movimientos por el mapa de España de los últimos tres años. Me entretuve en borrarlo, preocupada además, porque soy de las que están obsesionadas con que mi teléfono no siga mi ubicación (¿a ellos qué les importa?), pero no hay manera. Volví a entrar al cabo de unos días y aunque tuve cuidado, se había vuelto a activar. Y eso es solo un ejemplo.

Por cierto, ¿cómo se presenta ante nosotros un acosador? ¿Se muestran ante su víctima como víctimas? 

La manera de presentación de los acosadores de un adulto depende de la intencionalidad que tenga con ese acoso, desde luego que hacerse pasar por víctima es una manera de manejar la relación y a partir de ahí crear lástima en la posible víctima y atraerla a su terreno. 

He leído también que cuando no consiguen lo que quieren, castigan a sus víctimas, pero me pregunto qué tipo de castigos se pueden infligir a través de una pantalla para que resulten tan efectivos y tan demoledores.

Creo que antes ya te lo he comentado pero a través de la pantalla, en una red social donde el acceso es libre se puede hacer daño: denigrando, criticando, mintiendo, falseando noticias, mostrando imágenes censurables…

La verdad es que todo esto da mucho, mucho miedo. A mí, por lo menos, me da más miedo que los asesinos en serie. ¿Hay algún modo de detectarlos precozmente? ¿Hay ciertos tics que sean indicadores?

Por desgracia no es fácil detectar este tipo de comportamientos, a no ser que uno esté muy a la defensiva y seguro que cuando bajemos la guardia, se nos puede meter alguien. Lo principal es  estar alerta y en cuanto veamos algo extraño no consentirlo y bloquear a la persona que intuimos puede producirnos algún daño, denunciar, y si no tenemos éxito, salir de esa red social. 

Hay veces que te entran ganas. La semana pasada, sin remontarnos más, tuve que bloquear a tres perfiles. dos en Twitter y uno en Instagram, a los que mi actividad como escritora les interesaba menos que mi persona. Al principio, cuando tropecé con gente así, me hicieron sentir fatal, como si yo fuera una mala persona por bloquear a alguien, pero con el tiempo he ido aprendiendo. Bloqueo ya con una soltura que da gusto, sin ningún tipo de remordimientos. He llegado a la conclusión de que no merece la pena actuar de otro modo, que no soy peor persona por protegerme de quienes se entrometen en mi vida, sino un poco más cauta que hace tiempo.

Muchas gracias, María José, por tu tiempo y por responder a mis preguntas. Espero que quien nos lee siga tus consejos y esté atento a quienes nos rodean. La mayoría es buena gente, pero como aprendemos con tus novelas, hasta el ser más encantador puede esconder debajo un depredador.

Y a los que no habéis leído la Trilogía, tomad aliento y a ello. Os va a resultar muy reveladora.

Y seguro que os asaltan mil reflexiones.