sábado, 24 de febrero de 2024

PAUSA

En el verano, por las tardes, bajo al río. La temperatura es unos seis o siete grados menor que la del pueblo, pero además estás a la sombra, al lado del agua, donde puedes meter los pies y refrescarte.

No hay cobertura.

A veces, cuando me quito los zapatos y dejo que el agua se deslice entre mis dedos, observo. Es curioso, porque, si no te fijas, parece que el agua está quieta. Funciona como un perfecto espejo de la roca caliza que lo resguarda, de los chopos de la ribera y de los fragmentos de cielo que se cuelan entre sus hojas. 

A pesar de lo que me devuelve la vista, sé que la realidad es otra: el agua se está moviendo, la percibo en mi piel como un alfiler frío que activa otro de mis sentidos.

Hace un año que todo en mi vida se parece al río en esas tardes de verano. Me esfuerzo en reflejar el mundo, en ofrecer esa apariencia de calma, aunque por dentro, por debajo de una imagen que es solo ficción, hay movimiento y mucho frío.

Hace un año que apenas escribo de lo importante. He logrado componer una novela muy corta, pero las largas las aplazo, porque me cuesta encontrar las palabras que hagan de espejo. Y no es porque no estén, las tengo todas, igual que las emociones que las sustentan, pero las voy conteniendo porque no puedo soltarlas. 

Me temo que, si lo hiciera, provocaría una riada.

La vida tiene momentos extraños, aparentes calmas que no lo son, tiempos en los que vives sin vivir, en los que pausas tus instintos quizá porque es demasiado lo que está llegando a ti y temes no filtrarlo con la claridad que se merece; temes que se te escape por alguna grieta algo por lo que te acabes arrepintiendo.

También necesitas coraza.

Creo que estoy fabricando una armadura para no desmoronarme, para sustentar el cuerpo cuando desaparezcan los amarres a esta vida a la que empecé a acostumbrarme hace justo la mitad de la mía. 

¿Estaré abriendo las puertas del tercer tercio definitivo?

¿Habrá algo más que agujas y frío en las tardes de los próximos veranos?

¿Habrá muchos más veranos?

¿Me quedan viajes, sueños, promesas, besos... o ya quemé todas mis naves?

Me quedo mirando el río que ahora no tengo frente a mi, ese pedazo de cielo entre las hojas de los chopos, la aparente calma, y respiro. 

Cuando no hay respuestas, mejor no te hagas preguntas.

Solo disfruta de la calma de esta pausa.