domingo, 31 de julio de 2011

EL DOCUMENTO SALDAÑA. PEDRO DE PAZ.


Llegué a este libro curioseando nuevamente en la biblioteca de mi madre, que  siempre sorprende. El verano es para mí el mejor momento para dedicarlo a la lectura, sobre todo por el montón de horas de parque que acumulo haciendo labores de vigilancia: que ninguno de los niños se rompa la cabeza cayéndose del tobogán o que en las peleas constantes en la fuente el único proyectil sea siempre el agua. Como van creciendo y me van dando treguas cada vez más largas, tengo tiempo de leer. Y como no siempre tengo tiempo de ir a comprarme libros con calma (si no me los llevo conmigo no puedo ir a la tienda, y como vengan, los que se traen un libro son ellos), recurro al lugar donde siempre sé que habrá historias dormidas esperando: la estantería de la buhardilla de mi madre.

El documento Saldaña me llamó la atención por el brillo de la sobrecubierta y, cuando lo abrí, por la calidad del papel en el que está impreso. Mi tío Manolo me regaña cuando digo estas cosas, cuando me fío de las apariencias externas en lugar de seguir criterios más inteligentes pero, ¡qué le vamos a hacer!, soy humana, y débil, y me dejo seducir todavía por estas menudencias. Al principio. Luego, cuando empieza la lectura, no hay portadas ni papeles elegantes que me puedan engañar. Al fin y al cabo crecí en una biblioteca y si hay una cosa que he aprendido bien, es a leer.

Tranquilos. Si este libro está reseñado es porque hay muchas cosas en él que me han gustado, además de la portada. Juré hace bien poco no volver a perder el tiempo con libros que no me han aportado nada. Hago reseñas (peculiares) por lo mismo que hago casi todo en esta vida: porque me da la gana. No hay una contraprestación más allá. Si el libro, las palabras impresas en él, me han regalado algo, yo devuelvo lo mismo: palabras. A cambio nada de más que de no olvidarme de la historia, de dejar lo que supuso para mí su lectura, por si en algún momento quiero volver a recordar. Me voy haciendo mayor, quien sabe cuándo la memoria empezará a jugarmela...

El documento Saldaña es una novela de intriga que se desarrolla en Madrid. El protagonista es un tipo, Miguel Cortés, que se gana la vida aceptando encargos para los que no puede extender factura. Él mismo se define muy elegantemente como persuasor. Convence a la gente de lo que quiere y por eso es contratado, por ejemplo, para que algunos morosos paguen sus deudas. Confieso que, al principio, me vinieron a la mente otros tiempos y otro Madrid, personajes que en lugar de pistolas llevaban espadas y sombreros de ala ancha, y que dedicaban sus esfuerzos a "convencer" también, a cambio de ahorrarle al adversario un billete de primera al otro barrio. Pero sigamos, que mi mente se dispersa con frecuencia. Cortés recibe un encargo peculiar: recuperar un documento que lleva perdido setenta años: el documento Saldaña. La oferta económica podría ser un pasaporte para cambiar de vida, así que Cortés acepta. Sin embargo, no será fácil: tras los pasos del documento está también la mafia rusa y empresarios que buscan recuperar el fabuloso tesoro que se esconde tras las pistas que aporta el documento. Una experta en arte, un asesino a sueldo, un informático, un policía, un gato llamado Durruti... son algunos de los personajes que os vais a encontrar si os sumergís en el libro.

Desde este punto de partida, Pedro de Paz construye una novela que te atrapa. Me he pasado dos días (no me ha durado más), buscando momentos libres, robándoselos al sueño y a mis propios libros inconclusos, para leer. La novela negra no es mi género favorito, quizá porque nunca le he prestado atención, a lo mejor porque ya de pequeña era rarita y prefería a Homero o a García Márquez antes que pasearme por las estanterías de novela juvenil (leo ahora más de ese género que cuando me correspondía por edad) y he seguido una línea de lectura particular. Sin embargo, en los últimos tiempos he ido tropezando con novelas de este género y descubriendo (descubriéndomelos a mí misma, claro está) a autores como Nacho Guirado, Pedro de Paz o Armando Rodera, cuya novela, El color de la maldad, me tiene también atrapada en su lectura en estos momentos.

En cuanto al estilo, me ha parecido acertado. La lectura es fluida y sencilla, pero no así el lenguaje. He encontrado varias palabras que no conocía, lo que me ha sorprendido, la verdad. Ya había perdido la costumbre de recurrir al diccionario. En estos tiempos que corren no sé si es bueno para el negocio de vender libros ponérselo difícil a los lectores. Lamentablemente, hasta quienes leemos nos estamos volviendo demasiado simples, con tanto abreviar el lenguaje. Es curioso: nos comunicamos más que nunca, y también lo hacemos peor. Pero sigo.

Otra cosa más, esto quizá es otra de mis tonterías, pero he detectado algo que a lo mejor ni siquiera el autor es consciente que hace al escribir. Tiene que ver con la sintaxis de las oraciones, una especial cadencia de los sintagmas nominales a los que acompaña con un complemento del nombre en forma de adjetivo que antepone al nombre constantemente. No sé si se él mismo es consciente de que repite sistemáticamente esto, pero creo que es una de las razones por las que se lee más rápido. Le da a la narración un ritmo que te mece y te arrastra, que te empuja, suavemente, a leer sin parar.

Hay quien dice que esta novela está llena de tópicos del género. Supongo que para alguien asiduo al género los tendrá, pero yo, que leo sin juicios previos, los he pasado por alto para, simplemente, disfrutar leyendo. Me pareció sorprendente, sin embargo, que los rusos se expresaran con un castellano tan rico y me faltaron palabras un poco menos "delicadas" cuando salían expresiones de su boca y de la de Cortés. Y sigo con mi pelea personal con las frases hechas, pero supongo que esa guerra es mía.
¿Os animáis a leer este libro?

viernes, 29 de julio de 2011

ENTREVISTA CON KYRA

Finalizamos la semana con una entrevista en Hojeando Mundos. Gracias por estos días!!!!

Entrevista

¿Qué os ha parecido?

Aprovecho esta entrada cortita para preguntaros una cosa, ¿podéis comentar sin problemas en otros blogs? Yo llevo unos días en los que me está resultando casi imposible hacerlo. Si opto por poner nombre y url me deja algunas veces pero si trato de hacerlo desde la cuenta de Google se vuelve todo el rato a la pantalla anterior o me dice que las cookies están deshabilitadas. ¿Qué hago? Me da rabia no poder comentar.

jueves, 28 de julio de 2011

LA ARENA DEL RELOJ EN HOJEANDO MUNDOS.

Kyra sigue obsequiándome con una semana dedicada a la lectura de mis dos novelas publicadas. Los dos últimos días el libro protagonista ha sido La arena del reloj. Ha hecho una reseña maravillosa de la novela que os invito a leer en su propio blog, Hojeando Mundos. Pinchad en el enlace:

Reseña

También tiene otra sección, a la que ha llamado Entre Líneas, en la que rescata frases que le han parecido interesantes. También os dejo el enlace:

Entre líneas

Para quienes queráis leer los libros, éstos se pueden descargar de manera gratuita siguiendo el enlace que hay en este mismo blog, en la página MIS LIBROS. Este enlace también os llevará hasta su versión en papel. He decidido prolongar más tiempo el precio especial de seis euros, por si hay alguien que prefiere el formato tradicional.

martes, 26 de julio de 2011

HABITACIONES CERRADAS. CARE SANTOS.



SINOPSIS

Ambientada en la Barcelona modernista, Habitaciones cerradas es una historia de secretos ocultos que traspasan las fronteras invisibles del tiempo. A caballo entre el pasado y el presente, la historia nos cuenta fragmentos de la vida de una familia acomodada de finales del XIX, la del pintor Amadeo Lax, y la de sus descendientes en el XXI.

MI OPINIÓN

Habitaciones cerradas es una novela con mayúsculas, perfectamente escrita y con una estructura para nada habitual. Lo que más me ha sorprendido de esta novela es eso, la estructura que elige para contarnos la historia. La autora siembra el relato de diferentes documentos (fichas de cuadros, correos electrónicos, cartas, artículos de prensa...) que no inserta dentro de la narración de ningún modo. Esta fluye en un continuo flash back: nos presenta fragmentos de la historia pasada de la familia Lax mezclados con acontecimientos que se suceden en el presente. La sensación constante es que Care Santos nos deja piezas de un puzzle que nosotros debemos completar para comprender el relato, como de hecho ocurre cuando finalizamos la lectura.

Al principio pensé que, cuando hablaba de la primera generación, lo hacía con tiempos verbales pasados y cuando volvía al ahora lo hacía con el presente, pero pronto descubrí que no es así exactamente. Otras veces hace algo que también es poco frecuente: el narrador que parecía omnisciente dos líneas antes, pide atención, en presente, al lector, para que escuche con él, para que juntos sigan descubriendo qué pasa. He llegado a pensar que siempre que usa el presente lo que busca es activar la atención del lector, hacerle cómplice, espectador de primera línea de esa historia que llega desde otro tiempo, que ha estado oculta  y que necesita del presente para solucionarse. Al final descubrí quién hablaba realmente y por qué era así. Tenía la sensación de que alguien me contaba una historia tal y como se recuerda todo, yendo hacia adelante y hacia atrás, sin demasiada lógica, porque no hay vida o historia que se recuerde con precisión. A lo sumo reconstruimos y muchas veces olvidamos cosas que es necesario retomar en algún momento.

El título para mí no sólo hace referencia a habitaciones cuyo acceso ha estado bloqueado mucho tiempo, sino también a secretos inconfesables de los protagonistas que necesitan tiempo para salir a la luz. En la portada aparece una escalera, y mientras leía pensaba que la autora me hacía ir subiendo y bajando sus escalones constantemente.

Los personajes están muy bien trazados, pero como la autora no sigue una línea temporal hay que ir construyéndolos mentalmente mientras se va leyendo. Me ha gustado en especial el de María del Roser Golorons, la madre del pintor, una mujer muy diferente a lo que te imaginas cuando piensas en alguien de su posición y de su tiempo.

En conclusión, esta es una novela que hay que leer. Si siempre me resulta difícil decir algo de un libro, lo justo para despertar interés, sin desvelar nada, en este caso es más complicado porque todo el libro está plagado de secretos que salen a la luz cuando se derriban muros, a veces invisibles. No quiero estropear ninguna intriga, así que lo dejo aquí para que las descubráis.

Otra cosa que me ha llamado la atención, y mucho, ha sido esta frase que a cualquiera le podría resultar anodina:

"Esta novela se escribió en Mataró, Madrid, Turégano y Como entre abril de 2009 y noviembre de 2010."

La razón: Turégano. Viví allí durante cinco años y, aunque no es mi pueblo de verdad, lo siento mío, no sólo porque mi hijo nació en este hermoso lugar, sino porque fueron cinco años en los que fui muy feliz. Y he escrito mucho allí, con el castillo al otro lado de la ventana de la habitación de Alex. Me gustó saber que esta historia se gestó en un lugar que llevo en el corazón y que ha sido también escenario en alguna de mis novelas.

Leedlo con tiempo y calma. No es sólo un libro para pasar el rato. Es un Libro.

NUEVA RESEÑA DE SU CHICO DE ALQUILER



Esta semana, Kyra, de Hojeando Mundos, está dedicándome una semana ¡entera! Empezó ayer, con una reseña de Su chico de alquiler. Espero que os paséis por su blog, porque creo que ni yo hubiera sido capaz de captar la esencia de mi propio libro mejor de lo que lo ha hecho ella.

Desde aquí vuelvo a darle las gracias a Kyra por sus palabras, así como a los que habéis comentado que sois de los que atraviesan con frecuencia el espejo. ¡Qué bonito principio de semana! Seguid haciéndole llegar vuestros comentarios. Esta semana somos dos las que los esperamos con impaciencia.


No os perdáis también su sección Entre líneas, donde ha rescatado algunas frases de la novela.

jueves, 21 de julio de 2011

PROBANDO PORTADA PARA LA NUEVA NOVELA



Esto es un pequeño adelanto de las pruebas con la portada de mi nueva novela. Ya os iré contando de qué va...

martes, 19 de julio de 2011

LA ANÉCDOTA DE QUEVEDO

Supongo que a vosotros, lectores voraces, no tengo que explicaros que Don Francisco de Quevedo fue uno de los escritores más brillantes del Siglo de Oro español. Desde mi punto de vista, nada objetivo, el mejor. Hay quienes opinarán que Góngora, cultivador del culteranismo, era bastante mejor que este genio del conceptismo, pero qué queréis, de siempre he preferido la inteligencia a las florituras.

Pero no voy a hablar de literatura sino de juegos de palabras, de esos a los que era tan dado este escritor. Lo leí en un libro que editó El País Aguilar hace ya algunos años, llamado El Capitán Alatriste de Arturo Pérez-Reverte y la España del Siglo de Oro y es una de mis anécdotas favoritas para ilustrar la brillantez de pensamiento de este hombre, que practicaba el humor con mala leche mucho antes de que se inventara ningún club de la comedia.

Cuentan que en el XVII, momento en el que las medidas de higiene de las ciudades españolas (como las del resto del mundo, no nos engañemos) eran inexistentes. La gente meaba en cualquier lugar, eligiendo casi siempre rincones entre edificios o portadas de las casas. Como medida disuasoria, algunos vecinos colocaban hornacinas con santos y cruces, y como el respeto que se tenía en esos momentos a la religión era casi reverencial (bueno, y sin casi, que por esas calles andaban los Inquisidores…) la gente evitaba vaciar la vejiga en esos lugares. Quevedo, muy dado a transgredir normas, orinaba siempre en el mismo lugar, el portalón de acceso a una casa. Los dueños, hartos, pusieron una cruz pero ni eso disuadió al literato, así que a la cruz le añadieron un cartel con las siguientes palabras:

"Donde se ponen cruces, no se mea"

De vuelta al lugar, en otro momento de "necesidad", Quevedo no se cortó un pelo, y cual si fuera mensaje de Twitter, breve, conciso y certero escribió debajo:

"Donde se mea, no se ponen cruces".

En fin…

lunes, 18 de julio de 2011

HARRY POTTER Y LAS RELIQUIAS DE LA MUERTE. PARTE 2.

El sábado por la tarde fui al cine para ver cómo terminaba Harry Potter, al menos cinematográficamente. Elegimos la proyección en 3D y la experiencia no decepcionó. La película está llena de acción, los efectos especiales son espectaculares y creo que esta vez, al habérselo tomado con calma y haber dividido el libro, decepciona menos que otras de la saga.

Si tuviera que ponerle un "pero" sería al principio. Yo no sé cuánto ha pasado desde el estreno de la primera parte, más de un año seguro, y la peli empieza como si, antes de sentarte en la butaca, te hubieras visto la otra película o hubieras acabado de leer el libro. Eso le resta entidad como película independiente y te obliga a recolocar un poco la trama en tu mente. Si no has leído nada, podrías pasarte la película preguntándole al de al lado qué pasa. 

Conclusión: es mejor no ir a verla si no te has visto las otras antes.

No destrozo nada diciendo cómo acaba porque me parece que aquí esto ya no es un secreto, así que ataco el momento de la película que más nos desconcertó. Al final, diecinueve años después de que hagan "papelitos" a Voldemort (cuando Harry se lo carga parece que la sala entera se llena de papelitos volantes) y que Howards quede hecho un asco, sólo hay una escena en el libro. Habiendo dividido el libro en dos películas (cosa que se les tenía que haber ocurrido con otros, que en el cine tenían mutilaciones sangrantes que hacen que las historias cojeen) me parece que podrían no haberse saltado algunos detalles que no aparecen. ¿Qué alargarían la película? ¿Medio minuto? 

Por cierto, el que mejor caracterizado está en esa escena es Ron.

sábado, 16 de julio de 2011

NO TE LO PIERDAS


Revisando las listas de Lulu en las que aparece Su chico de alquiler he visto que esta semana, debido sobre todo a las visitas que ha recibido la novela, ha subido desde el número trece que ocupaba hace un par de semanas hasta el número:
 ¡8!

Para celebrarlo he decidido crear una promoción que durará una semana. El precio habitual es de 10 euros, pero sólo durante los próximos siete días, podréis pedirla desde cualquier parte del mundo al precio de 6  euros!!!! Con esto trato de que los gastos de envío (la peor pesadilla de quienes nos autoeditamos en estas páginas de internet) se compensen con la bajada del precio.

Además he aplicado el mismo descuento para La arena del reloj. Pidiendo los dos a la vez, los gastos de envío se compensan aún más. Si tenías pensado conseguir la novela, este es el mejor momento.


viernes, 15 de julio de 2011

OTROS VERANOS

Ayer cambié mi tarde eterna de parque por una excursión al campo con los niños. Nos montamos en el coche y recorrimos escasamente quince kilómetros (es lo bueno de vivir donde vivo) y junto a una amiga y un par de niños más, pasamos un par de horas a la orilla del Duratón. Jugaron con la arena, metieron los pies en el río, buscaron (sin éxito) cangrejos, gritaron como locos jugando a las cartas y nos costó un triunfo convencerlos de que se nos habían acabado las botellas de agua y los bocadillos, que pronto empezaría a anochecer y que era necesario volver a casa.

Sin querer vinieron a mi memoria otros veranos, otros momentos en los que la niña era yo.

Cada fin de semana mis padres preparaban comida, las cañas de pescar, la sombrilla y después de quedar con mis tíos acabábamos a orillas del pantano de turno (Entrepeñas solía ser el más habitual porque era el más cercano). Mis primos, mi hermana y yo inventábamos cada día juegos diferentes: hacer fortalezas de barro, jugar a repartirnos los coches que pasaban por la carretera (algunas veces pasaban más de veinte minutos entre uno y el siguiente)... Con la radio del coche a todo volumen montábamos conciertos en los que las estrellas éramos nosotros mismos, y aún nos sobraba tiempo para accidentarnos: algún anzuelo acabó en la mano de un pescador novato de seis años, o hay quien como yo conserva una cicatriz en la ceja, recuerdo de haber tratado de levantar la escopeta de perdigones de mi primo cuando pesaba más que yo.

A mi hermana tampoco se le ha olvidado el día en el que confundió un palo con una culebra de agua...

Ese tiempo ha quedado lejos y me lo recordó un cartel que prohibía la acampada libre (la de veces que el cielo del Alto Tajo fue nuestro techo) y hacer fuego entre mayo y septiembre. Quizá no se pueda recrear del todo el pasado pero estoy segura de que hay otras maneras de disfrutar del aire libre que no se limiten a sentarse en un banco del parque hasta que llegue la hora de volver a casa.

Por cierto, el sitio elegido ayer es el mismo donde tomé la fotografía que ilustra la portada de La arena del reloj.

lunes, 11 de julio de 2011

UNA CARTA

Este fin de semana he ido a visitar a mi madre y me he encontrado con una carta en su casa. Era para mí, de la Asociación Española Contra el Cáncer. El día 10 de junio hicieron una cena benéfica en Guadalajara, a la que asistí con mi familia. Desde que enfermó mi padre somos especialmente sensibles con este tema, y siempre que podemos contribuimos del modo que se nos ocurre: algunas veces saliendo con las huchas (con la vergüenza que siempre me ha dado), o simplemente asistiendo a este tipo de actos que suponen un pequeño empujón para que se siga investigando y apoyando a los familiares de quienes se encuentran envueltos en el proceso de la enfermedad.

El tema de fondo de La arena del reloj, una de mis novelas, de hecho el motor que impulsó su nacimiento, es precisamente esta enfermedad. Habla del proceso que pasa, no sólo la persona enferma, sino quienes están a su lado, que también enferman de alguna manera. Habla de todas las cosas que se plantea uno cuando la vida te pone cara a cara ante la muerte. Y lo hace partiendo de una biografía aparentemente sin interés: la de una persona más.

Sé que la portada no es demasiado atractiva, sé que no parece una historia cautivadora a priori, pero una vez que empiezas con ella os aseguro que sorprende. Mucha gente me llama al terminarla, o me escribe para decirme que he tocado sus sentimientos, que he logrado que se trasladen a otros recuerdos, los suyos propios.

Pero sigamos con la cena. Se me ocurrió que, si lo consideraban oportuno, podría donarles algunos ejemplares de La arena del reloj  para que los sortearan después de la cena. Muchas personas e instituciones de Guadalajara aportan su granito de arena para hacer que la gente que va (casi todos con familiares envueltos en ese trance) se lo pasen bien y se lleven un buen recuerdo de la noche. Así que con la complicidad de mi madre les hice llegar los ejemplares y se sortearon en la cena. Fue divertido porque uno de ellos le tocó a una persona de mi pueblo que me conocía, pero que no tenía ni idea de que escribo. Al final, acabé firmando ejemplares y todo.

La carta que he recibido me ha traido recuerdos de hace ahora exactamente cinco años, cuando respirabamos con un nudo en el pecho, porque nadie quiere decir adios para siempre. Pero hay que hacerlo y aprender que, a pesar de todo, la vida sigue.

sábado, 9 de julio de 2011

MARIAN KEYES. LA ESTRELLA MÁS BRILLANTE.




Sinopsis:

En el 66 de la calle Star viven un grupo de personas de lo más variopinto: Katie, relaciones públicas de una discográfica; dos polacos y Lydia, una taxista peculiar comparten otro piso; Fionn, un jardinero a quien le gustan más las plantas que las personas y Matt y Maeve, una pareja en crisis. Un extraño visitante planea por los alrededores del número 66 de la calle Star, investigando a cada una de esas personas porque de ello depende una decisión que deberá tomar que le marcará el resto de su vida.

Mis impresiones:

Me gustó la portada y la recomendación de una amiga, así que me puse a leer esta novela y ha sido una grata sorpresa. Con un lenguaje brillante te transporta al mundo caótico de toda esta serie de personajes. Además, hasta el último momento no sabes quién es ese extraño personaje que hace que arranque la cuenta atrás, lo que ayuda mucho a que tú mismo te empujes para seguir leyendo sin parar. La novela empieza en el día 61 pero no va hacia atrás, es sólo un contador que tiene que ver con el personaje misterioso, un margen de tiempo en el que está obligado a tomar una decisión trascendental. Tiene un estilo que engancha y que me ha gustado mucho, esa nueva forma de literatura a la que llaman chick lit y de la que la consideran la reina. Las 556 páginas al final se me hicieron cortas. Hace tiempo que estoy viendo por ahí una de sus novelas, Un tipo encantador, y creo que me animaré a comprarla.

Por cierto, no sabía hasta hace poco que era chick-lit y cuando Maider me comentó que Su chico de alquiler le había parecido que podría encajar en este género no la entendí. Ahora creo que sé a qué te referías, aunque creo que todavía tengo que aprender mucho para aproximarme a Marian Keyes. Muchas gracias por confiar tanto en mí!!

¡VAYA BRONCA!

El otro día, contraviniendo mis propias convicciones, decidí participar en un concurso. Tendría el día tonto, supongo. Se me olvidó uno de los requisitos que se pedían, y me reenviaron un email para decirme que faltaba el dato. Lo corregí, pidiendo perdón, y volví a mandar la solicitud.

Ahora resulta que me encuentro con otro email, donde me dicen que tengo otro dato mal (qué le vamos a hacer, no confundo las haches, ni la "b" con la "v", pero no entiendo nada de html, http o url), y que si vuelvo a mandar el formulario mal, tendrá que descalificarme, porque, a ver si me creo que puede estar enviando emails a todo aquel que se equivoca.

Yo he alucinado en colores, por supuesto no he vuelto a enviar nada, y pienso que es la primera y la última vez que se me ocurre hacer algo así. Esto, seamos serios, no es más que un juego.

Y cuando empieza la bronca, el juego se termina.

miércoles, 6 de julio de 2011

RAZONES POR LAS QUE UN LIBRO NO ME HA GUSTADO NADA.

¿Por donde empiezo? Quizá por el momento en el que lo elegí como lectura. Mi madre  tiene montones de libros en su biblioteca, así que, para pasar las horas de parque obligatorias en verano había que pertrecharse de material. No hay manera de leer en la tablet con luz solar, así que, por más que tenga libros en este formato pendientes, no servían. Necesitaba libros de verdad, y los míos están todos leídos. Elegí este ejemplar con un criterio simple: estaba a mano. 

Bueno, simple no, simplemente sin criterio. El resultado: horas perdidas.


Podría haberlo dejado abandonado a la primera de cambio pero soy cabezota y trataba de encontrar la razón que acreditase su perfecta encuadernación en tapa dura con sobrecubierta, algo que justificase que su autora ha vendido, según se indica en el mismo libro, quinientos setenta millones de ejemplares en su carrera. Y su precio, por supuesto. Bueno, pues tras concluir la novela, no he podido llegar a ninguna conclusión que avale todo esto. 

Perpleja estoy desde entonces.

No he leído más de esta autora y a lo mejor es que, vaya por Dios, he ido a elegir el peor ejemplo. ¡Quién sabe! El caso es que me he encontrado con un libro escrito sin ningún estilo, con una ausencia casi absoluta de metáforas, demasiado descriptivo, con una adjetivación muy pobre y una historia mal gestionada de principio a fin. El uso del lenguaje me resultó arcaico en muchos momentos, con expresiones que creo que están ya medio en desuso (miré la edición, por si era antiguo, pero se publicó en 2008), repleto de frases hechas. Recuerdo un consejo de Lázaro Carreter, de mi manual de lengua española de COU. Tenía un apartado que se llamaba El arte de escribir, que la profesora se saltó, pero yo no. Él insistía en que, un escritor, no puede escribir con muletillas ni frases hechas, debe evitarlas siempre, así como la repetición insistente de palabras. Estos dos errores están por todas partes en el libro.

He pensado que, tal vez, sea que la traducción es mala, pero no creo. Las descripciones de lugares donde transcurre la historia parecen hechas teniendo delante una guía de viajes. Por encima y sin pasión. Mi mente, que no sabe parar, ha estado maquinando justificaciones para todo, y la conclusión ha sido que esta señora ya no escribe, le dicta al ordenador, o a cualquier otro medio. Construye historias en las que pasan muchas cosas pero no las cuenta de manera que emocionen. Puede que en su momento lo hiciera bien. O puede que una película de esas que ponen los domingos a las cuatro se inspirara en ella. Entonces encajaría todo. Yo me entiendo.

Y no ha sido un descuido el no mencionar el título. Es que, simplemente, es para olvidar.

lunes, 4 de julio de 2011

EL COLOR DE LA MALDAD YA A LA VENTA.

Hoy inaugura su página Armando Rodera. En ella podréis encontrar su novela El color de la maldad, un thriller policiaco ambientado en multitud de lugares de la geografía española, del que ya os habló el mismo Armando hace un par de semanas, en otra de las entradas de este blog.
Esta entrada será cortita, lo justo para que os deis un paseo y descubrais su espacio. Ya hablaremos otro día de la historia.


Aquí os dejo también la portada.

La novela está disponible en varios formatos digitales: PDF, EPUB y MOBI, al precio de 2,99 euros y Armando, para abrir boca, nos dejará ver parte de la novela de manera gratuita.

Mucha suerte con tu aventura, Armando.

domingo, 3 de julio de 2011

EL VIAJE A LA FELICIDAD. EDUARDO PUNSET.



Yo sé que hay gente que se rinde con estos libros cuando llegan a la primera ameba, pero a mí me encanta como escribe Eduardo Punset, no lo puedo remediar. Adquirí mi ejemplar de El viaje a la felicidad en la nueva edición de bolsillo, a un precio muy interesante, y he estado leyéndolo, disfrutándolo más bien, durante un par de semanas, alternándolo con otros libros.

Siempre digo que no hago reseñas, sino impresiones, lo que cada novela, ensayo, cuento o poema me aportan. No busco objetividad pero sí que me impongo emitir juicios con respeto. Por eso, sobre todo con libros como éste, no resumo, sino que elijo un pasaje, algo que me haya movido a reflexionar. Me gusta especialmente este párrafo:

"El placer, el bienestar y la felicidad residen en el proceso de búsqueda y no tanto en la consecución del bien deseado. (...) La felicidad está escondida en la sala de espera de la felicidad"

Muchas veces se nos olvida que estamos viviendo. Ponemos nuestra mirada en el futuro, en las metas que nos marcamos, sin darnos cuenta de que se nos pasa la vida sin disfrutarla. Mi padre, un hombre muy especial, siempre nos decía, cuando nos íbamos de viaje, que no se nos olvidara parar muchas veces por el camino: "el viaje también son vacaciones", sentenciaba con toda la sabiduría que acumuló en su vida. 

Y llevaba razón. 

Hay que sentirse vivo en cada momento y no reservarse para esos momentos que pensamos de antemano que serán dichosos. Nos perdemos muchas cosas y puede que cuando lleguemos al objetivo ese no nos haga tan felices.

Otro momento del libro que me ha encantado es cuando habla del arte como camino para alejarnos nuestras propias limitaciones. Los libros, la música, contemplar una escultura... pueden convertirse en una manera de viajar a la felicidad, porque nos permiten regresar sin peligro y sin efectos secundarios. A lo mejor por eso me gusta tanto leer. Se vive, se siente, casi cualquier cosa y siempre sin peligro. Por muchos fantasmas que vivan en un libro, al cerrarlo se van a quedar ahí.

La última reflexión que quiero destacar es una que ha venido a mi cabeza muchas veces esta semana. Punset nos recuerda que hace apenas un siglo, la esperanza de vida del ser humano estaba en torno a los treinta años, el tiempo justo para reproducirse. Hoy, duplicada con mucho esa cifra, nos enfrentamos a un montón de tiempo que no sabemos todavía gestionar. 

He pensado en mi abuela, y en los últimos años en los que ha esperado pacientemente, sentada en su sillón, la llegada del último día.

viernes, 1 de julio de 2011

ADIOS, ABUELA.

Estos dos últimos días están siendo un poco raros. El miércoles falleció mi abuela, a los 96 años. La frase más escuchada en el tanatorio era, "es ley de vida". ¡Qué nerviosa me pone! No considero que sea ningún consuelo para quien pierde alguien a quien quiere, con quien ha compartido casi toda la vida. Por más que la persona que se va sea muy mayor.

El sábado, cuando fui a verla al hospital, estaba allí, físicamente, pero su cabeza se había perdido hace años, en ese confuso mundo de recuerdos mezclados en el que nos sumerge a veces el acumular años en nuestra biografía. Al darle el último beso (sin intuir que lo sería), le dije que tenía cosas que contarle. ¡Qué rabia que no pudiera entenderlas! Casi se me saltaron las lágrimas. No he podido hablarle de mis libros. Ella, que se las arregló para que aprendiera a leer y a escribir antes de ir al colegio, no ha podido leer nada de lo que he publicado.

La vida a veces es pura ironía.

En el tanatorio no había una gran acumulación de gente. Somos una familia pequeña, así que nos sobró tiempo para hablar. De bobadas, sobre todo. No sé qué me pasa con los velatorios. Siempre hago tonterías, por más que crezca. La noche que murió mi abuelo materno, mis primos y yo, pequeños entonces, nos dedicamos a contar chistes hasta que nos regañaron por reír a pleno pulmón. El miércoles, junto con mis primas Eva y Ana, nos dedicamos a hacernos fotos con el móvil.

Supongo que es una manera de autodefensa, un método inventado para impedir que las lágrimas surjan delante de todos. Parece que cuando es "ley de vida" no estuviera bien visto llorar.