domingo, 4 de abril de 2010

UNA SEMANA DESPUÉS

Otra semana en la que no dejo de asombrarme. Pensé que con los del otro día, mis libros terminaban su ciclo de ventas, más que nada porque este mundo de la autoedición es extraño y mis medios para publicitar las novelas son más que reducidos. Pero, sorpresa, esta semana se han vendido (digo se han porque lo hacen solos) otros tres libros y tengo tres encargos más. Sé, soy realista, que con esto no se llega demasiado lejos, pero es gratificante. 

Me demuestra que no escribo sólo para mí y me obliga a exigirme algo más.

También me han llegado críticas sobre los libros. Las de La arena del reloj son las de siempre, es un libro con el que han empatizado, que les ha llegado al corazón, que les ha hecho llorar y reír. Sin embargo, las de Su chico de alquiler son nuevas.

Me dicen que es un libro que se lee rápido porque te absorbe, y hay quien me ha echado una buena bronca por dejar el final abierto. En el momento en el que lo escribí no se me daban bien los finales... De todas maneras, me han dicho que eso da pie a una segunda parte. Tranquilos, tengo más cosas que contar. Lo de las segundas partes lo dejo para cuando me quede sin ideas.

Afronto las vacaciones de semana santa (que para mí empiezan hoy, aunque parezca raro) con tiempo para acabar el Asedio, de Pérez Reverte y para escribir. No sé, a lo mejor trato de terminar el Medallón o me lanzo a seguir con otra historia que he empezado...

jueves, 1 de abril de 2010

LA CHARLA: 26 DE MARZO DE 2010.

A.G.I.
A.G.I.
A.G.I.
Por fin llegó. Me parecía imposible que el 26 de marzo lograra colocarse en la primera fila del calendario, pero lo hizo. Es lo que tiene el tiempo, dejándole a su ritmo, al final te alcanza.

Tenía pensadas, y escritas, un montón de cosas para poner en esta página y compartir con quien quiera que sea que se asome, pero no es posible. Problemas técnicos podría decirse, pero yo prefiero llamarlo incapacidad. No tengo ni idea de por qué ahora le ha dado por no pegar. 

En fin...

Sólo quería compartir que la charla fue genial, que estuve cómoda en todo momento y que se vendieron todos los libros que me llevé. Así, poco a poco, he llegado a los cien ejemplares de La arena del reloj y Su chico de alquiler está muy próximo a los cincuenta. Los pocos libros que me quedan estaban en el coche o en casa de mi madre, pero hay ya quien me los ha pedido. También las descargas en la página web, http://www.lulu.com/ van genial. La arena llevaba 31 la última vez que miré. El otro libro tiene solo una, pero no está en descarga gratuita.

Esto de escribir es un trabajo silencioso y solitario y estos baños de multitud (aunque la multitud sean cincuenta personas) se me hacen raros. Raros y hermosos. 

Una experiencia más para mi errática biografía.