martes, 25 de junio de 2019

LAS BATALLAS SILENCIADAS DE NIEVES MUÑOZ



Sinopsis:

SE PERDIERON MUCHAS VIDAS, PERO TAMBIÉN MUCHAS ALMAS QUEDARON EN SUSPENSO... 

Verdún, 1916. Irene Curie toma una decisión: acercarse lo más posible del frente con el petit curie, un invento de su madre, Marie Curie, que  ayudará a salvar muchas vidas. Es prácticamente una niña, pero su misión será enseñar radiología a los cirujanos en los hospitales de campaña. No le será fácil ganarse el respeto de los militares y de sus compañeras en el hospital de Barleduc. Cuando los alemanes bombardean Verdún, junto a la enfermera, Berthe, y una voluntaria, Shirley, se enfrentará al infierno de la batalla más cruenta y larga de la Gran Guerra. Ninguna de las tres regresará indemne.


Mis impresiones:

Sabéis que apenas hago reseñas ya, que no me tomo la molestia de registrar las lecturas que hago. Existen muchas razones, quizá  llega un momento en el que los refugios, los escondites, dejan de serlo o no te apetece guardar memoria de todo, porque sencillamente hay cosas que no te apetece recordar.

Pero hay excepciones. Hay días en los que sí quieres guardarte algo, porque ha sido tan alucinante la experiencia que merece la pena que su reflejo se quede en este espejo. Así, cuando un día, o una noche de insomnio, regreses, podrás escuchar a la que fuiste mientras hacías esa lectura, podrás sentir lo que sentiste al leer esa novela.

Hoy traigo una excepción.

Hoy hablo de una novela que acabo de cerrar y que resuena en mi mente aún, con el ruido de las bombas y los morteros de fondo. Veo en mi mente columnas de humo, árboles calcinados, cielos sucios preñados de nubes que enmarcan un aire que huele a almendras tostadas y a muerte. Puedo imaginar el sabor metálico de la sangre y, sin mucho esfuerzo, sentir bajo mis pies el barro. Huele a sucio, a sudor y a miedo, y dentro de mí flotan palabras que arañan, que hablan de una batalla que nunca debió tener lugar más allá de los límites de una novela.

Pero fue real.

Nieves ha sido capaz de hacer que me sienta dentro de ella, que sienta miedo, angustia, desesperación. Que quiera desertar como Sebastien, que me aferre al amor de mi hija para sacar fuerzas de donde no las hay como Emile, que atraviese la batalla sin importarme nada como la sorgina para estar al lado de mi hijo en su último momento.

Con una narrativa brutal, llena de descripciones precisas y preciosas, con metáforas magníficas, Nieves centra la historia en cuatro mujeres: Shirley, una aristócrata inglesa, VAD en esta guerra; Irene Curie, hija de Marie Curie, casi una niña; Claudine, una prostituta y Berthe, una enfermera francesa. Las cuatro sobreviven a la guerra pero, de alguna manera, las que fueron antes de la batalla se quedan en ella. Mueren las muchachas de antes de Verdún, su inocencia, su ilusión. Maduran, pero los sueños se quedan enterrados entre el barro donde murieron tantos hombres. Se calcinan como el bebé de Adrien.

Al final, queda una pregunta suspendida en mi mente. Intento hacer una reducción simple, el grupo de los buenos y el de los malos... y no puedo. No, porque quizá tendría que mover a los personajes dependiendo del momento de la novela de un bando a otro. Porque en esta novela no hay blancos ni negros, hay gris, mucho gris.

Excepto en el uso de las palabras.

Ahí es todo color.

Brillante y valiente, pero doloroso.

Es una de las mejores novelas que he leído en mucho tiempo. Y la ha escrito Nieves, la misma que hace tres años, por lo menos, en unas fiestas de agosto, en la plaza, mientras la verbena seguía su curso, me contaba que estaba escribiendo una novela histórica y no sabía si iba a ser capaz. Vaya si lo ha sido.

Ya me gustaría a mí.