lunes, 26 de octubre de 2020

QUERIDA SEÑORA

En Las tinieblas y el alba, la última de las novelas de Ken Follet, los hermanos se llaman Edgar, Eadbald y Erman. Existía una costumbre en Inglaterra de que los hermanos llevasen nombres con fonética semejante, como explica el autor. Un coñazo, desde mi punto de vista en esta novela, porque no son los únicos hermanos que comparten esto y me está costando la vida no liarme.


Hace unos días, pusieron en La colina del almendro que es la novela peor documentada de la historia, porque mi protagonista y su hermana se llaman Mary Ellen y Mary Elisabeth, y esa costumbre desapareció en Inglaterra en el siglo XIX.

Cojonudo, mis personajes no se llaman así por eso, creo que lo explico en el libro. Se llaman una como su madre y la otra como su abuela, y los nombres se parecen en las iniciales porque era un elemento que yo necesitaba para montar la "trama ridícula" de esta novela.

También me decía que tengo una esclava sexual en la novela. A cuadritos de colores me quedé, que en La colina no hay NI UNA ESCENA DE SEXO. Ya me diréis cómo metes en una novela una esclava sexual y se te olvida contarlo.

Tampoco es cierto otra cosa que me echa en cara. No es verdad que las mujeres nobles SIEMPRE tuvieran propiedades a su nombre, aunque las leyes empezasen a ampararlas. Leí muchísimo sobre la época y encontré que la ley podía muchísimo menos que la costumbre y que algunas cosas, por muy legales que fueran, estaban tan mal vistas que no se hacían. Esa, una de ellas. Tengo la costumbre de valorar la historia con criterios de su momento, no con los del siglo XXI y los derechos de las mujeres no eran los de hoy. Ni de lejos.

Y otra cosa.

Esta novela está escrita en castellano. Sé perfectamente que los tratamientos de cortesía son diferentes en inglés, pero no consideré necesario llegar a ese nivel de detalle: adapté el lenguaje. Supuse que los lectores entenderían esa licencia lingüística. El 99% parece que sí.

No busco aplausos, ni palabras de aliento, con esta publicación, no es eso, pero me molesta mucho que alguien pueda tirar mi trabajo con argumentos que no se sostienen y yo me tenga que cruzar de brazos.

Pues mira, hoy no me apetece.

Me dicen que es bueno tener malos comentarios que dan contraste y que hacen creíbles los buenos. Sí, perfecto. Los que opinan que la novela no engancha, que está mal escrita, que no hay química entre los personajes o que es un aburrimiento, que lo opinen, en su derecho están de aburrirse con lo que les dé la real gana e ir corriendo a contarlo. Pero quienes ponen en primer plano su ignorancia para hacerla pasar por mía, pues aunque estén en su derecho, yo tengo que tener el mío de réplica. Porque esta novela es mi trabajo, pero es que también tengo una licenciatura en Geografía e Historia. No soy médico o ingeniero. No soy astronauta. Está poniendo en duda también mi formación y eso ya es más serio.

Ahora ya, si queréis, venís los de siempre a decir que nos tenemos que callar cuando tenemos un mal comentario. Depende. Algunos entran por un oído y salen por el otro, pero otros no. Este, por lo pronto, paralizó un proyecto que tenía muy buena pinta, pero no sé si merecía la pena pasarme cuatro años tramando una novela para que alguien en cinco minutos me la tire y no pueda decir nada.

A lo mejor he escrito esto tan largo para convencerme de que sí puedo defenderme y quizá sí pueda seguir adelante con lo que estaba haciendo.

Dentro de un tiempo.