domingo, 10 de junio de 2012

PERSONAJES INDESEABLES

Hablo, cómo no, de personajes de novela.

En realidad, de un personaje de una de mis novelas. Resulta que, mentalmente, construí una trama, la fui rellenando con unos personajes y cuando lo tenía todo más o menos claro, me puse a escribir. Las palabras fueron fluyendo, las situaciones se sucedían en el orden adecuado hasta el momento en el que apareció un personaje inesperado, alguien que no estaba en los planes del principio...

¿No os pasa al escribir? ¿No os sucede que, de pronto, sin daros cuenta, entra en la novela alguien que no estaba previsto?

A mí más veces de las que sería conveniente. Me permito una debilidad, le dejo decir unas palabras, le consiento que se meta en mi historia y, poco a poco, sin saber cómo, va desplazando a quienes sí eran los protagonistas. Hasta que, de pronto, ya nada es lo que era. La trama primera, lo que había pensado, se va al garete y a media novela me doy cuenta de que debería volver a empezar. Debería haber sido más fuerte y haber rechazado la llamada de ese personaje que se metió de pronto en mi historia. Con una buena patadita en el trasero debería mandarlo al limbo de donde vino. ¡Ha estropeado toda mi historia! ¡Se ha cargado mi trabajo!

Menos mal que esto es todo ficción, un juego, una manera como cualquier otra de pasar el tiempo que tenemos asignado para vivir. No es nada más. Siempre, sin remordimiento alguno, podemos darle a suprimir. ¿Cincuenta páginas? ¡Como si son ochenta! Es la ventaja de la ficción. Si te equivocas, reescribes.

En la vida real, equivocarse de personajes tiene siempre peores consecuencias.

La vida real está llena de personajes indeseables que no se pueden suprimir con un botón.