martes, 22 de diciembre de 2020

JAMES EN LAS TRINCHERAS (LA COLINA DEL ALMENDRO)

Las trincheras, a medida que avanzaba la guerra, se convirtieron en ciénagas infectas en las que los soldados malvivían, compartiendo el espacio con el barro, los gusanos, las ratas, la nefritis, la gangrena y la multitud de infecciones que provocaba toda aquella falta de higiene. La muerte, compañera indeseada de todo conflicto, rodeaba a los hombres y les robaba también el descanso en un lugar donde el insomnio se volvió crónico. Por las noches, cuando las tinieblas servían de protección y cesaba el ruido de las ametralladoras enemigas, era el momento de dar sepultura a los muertos y trasladar a los heridos en las ambulancias. Estas llegaban por caminos de tierra con las luces apagadas, sorteando los obstáculos como podían. (...) James se había acostumbrado al ritmo del puesto. Dormían cuando podían, casi siempre hacia la mitad del día y en función de cómo evolucionasen los heridos, pero estaba a cubierto de la intemperie y, aunque hacía frío, aquello parecía el paraíso comparado con la primera línea del frente, donde había pasado los últimos meses. La amenaza de la muerte se había distanciado un poco en su ánimo, había mejorado su salud, pero no se sentía bien. Mary no había contestado a su última carta. Se preguntaba qué podía haberle sucedido, o también, en otros momentos, si algo de lo que le escribió pudiera haberle molestado. La verdad era que no lo recordaba, las palabras de aquella carta se habían perdido en su memoria. No así las que ella le mandó, que seguía guardando con celo al lado del corazón y releía sin descanso, como salvavidas improvisado en aquel mar de desesperación. —Estás muy pensativo —le dijo Elsie, cuando lograron terminar por fin la tarea de aquella noche. Por fortuna, no habían tenido que amputar ningún miembro, que siempre era lo más desagradable. —Estoy cansado —contestó él. —Todos lo estamos. Esto está durando mucho más de lo que nos contaron, y la sensación que tengo es que tardaremos en ver el final. Eso, si llegamos vivos. Miró a los ojos al doctor, que a su vez se perdió en las pupilas grises de Elsie. «Si llegamos vivos». Lo había pensado mil veces, que quizá nunca volvería a casa, a Londres, que jamás se sentaría de nuevo en una mesa con mantel y cubiertos de plata y que, probablemente, no tendría la oportunidad de que Mary le perdonase. —¿Quieres un té? —preguntó Elsie. —Sí, gracias —contestó él. Elsie puso agua a calentar y después agarró una manta. Aproximó una silla a la del doctor y colocó la tela sobre las piernas de ambos, algo que James agradeció con una media sonrisa. No había con qué calentar aquel sótano que hacía de improvisado hospital, y las madrugadas se volvían gélidas. En el sótano, solo se escuchaban los gemidos de algún herido que pasaba la noche inquieto por las heridas y sus respiraciones, por lo que ambos empezaron a hablar casi en susurros. —¿Tienes ganas de volver a Londres? —preguntó Elsie. —Tengo ganas, sobre todo, de que esto acabe. _________________________________________________________ Lo dice James Payne de la Primera Guerra Mundial, en La colina del almendro. Cuando lo escribí, no me imaginaba que la sensación de James la íbamos a entender todos de una manera insoportablemente real. Esta novela es preciosa, de esas que se merecen no leer en vertical. ¿Le das una oportunidad?




lunes, 21 de diciembre de 2020

COSAS QUE (NO) ME PASAN

 Durante estos meses que llevamos siendo víctimas del virus, me han pasado algunas cosas: he publicado una novela y un relato, autopublicado otra novela y otra de mis obras de editorial se ha tirado siete meses en el top de Amazon. He vuelto a experimentar qué es que te llegue feedback positivo y motivador todos los días, lo cual es de agradecer muchísimo.

Y también que se siga diciendo de mí que soy una autora que no le suena de nada ni siquiera la gente que dice leer con asiduidad el género que frecuento (lo que me recuerda que puedo poner todo el spam que me dé la gana porque no voy a molestar en realidad a nadie).

Pero durante estos meses de enclaustramiento involuntario, no me han pasado otras cosas.

A lo largo de este tiempo, varios de mis compañeros escritores, de los que tengo en el entorno más próximo y que también destacaron en el top, me han ido contando cómo recibían ofertas editoriales y varios agentes literarios se han interesado por ellos.

Mira que pensaba que en este mundo me había pasado de todo, bueno y malo (véanse solo los dos ejemplos que he puesto arriba), pero lo del agente literario no me ha sucedido nunca. No me he encontrado ningún correo de ninguno volviéndose loco para que trabajásemos juntos.

Hace tiempo me puse a investigar cómo se hace para llegar a un agente y descubrí que es más complicado de lo que parece, porque no eres tú quien lo tiene que buscar, son ellos los que te buscan a ti si te ven con potencial. Supongo que eso les ahorra mucho trabajo: solo tienen que fijarse en quienes destacan y pasar por alto a todos aquellos que lleguen de otro modo.

Es como un "reservado el derecho de admisión", pero a lo literario.

Al final, en la lista que llevo de las cosas que no me van a pasar después del tiempo que llevo publicando, además de lo de la adaptación cinematográfica y la traducción a otros idiomas he tachado lo del agente. No pasa nada, todos sabemos que hay techos que no se pueden romper a cabezazos y yo el mío ya lo toqué. Todo lo que me suceda en adelante será repetido y poco importante.

Lo dije en Facebook, después de leerme un especial sobre Delibes: solo soy un pececito insignificante en un mar saturado de tiburones.

Bastante será conseguir que no me devoren. 


domingo, 13 de diciembre de 2020

DICHOSO HIGHLANDER DE JOANA ARTEAGA

 



Sinopsis:

LECCIÓN NÚMERO UNO PARA APRENDER A VIVIR: hazlo, aunque dé miedo.

Georgia Danvers se perdió en París y hace tiempo que necesita saber cómo vivir.

Cómo volver a sostener un pincel.

Cómo dejar de tener miedo.

Necesita un cambio de aires y entender que, aunque los nuevos comienzos pueden ser aterradores, también suelen venir cargados de esperanzas.

De propuestas de trabajo interesantes.

Del verde de Escocia.

De lecciones de vida.

Y, quizá, con suerte, de un dichoso highlander que se empeñe en que la luz vuelva a encenderse en su interior.

Georgia comprobará entonces que la vida se abre paso en Skye, entre leyendas sobre hadas y princesas, un mural en un castillo ancestral, secretos del pasado y un amor que parece desafiar todos los miedos.

Cuando dos corazones destrozados se encuentran, ¿puede el amor sanarlos o acabará por condenarlos completamente?


Mis impresiones:

Antes de que empieces a leerlas, vuelve atrás y lee la sinopsis. Sé que muchas veces, al hacer un copia pega de las sinopsis que extraemos de las plataformas digitales, mucha gente se las salta. En este caso estarías cometiendo un error, porque en la sinopsis de esta novela está la esencia de su prosa. No solo es un pequeño marco de lo que te vas a encontrar para darla a conocer. Hay la misma cadencia de frases, ese ritmo y esa poesía que envuelve a la novela.

Voy a empezar a contar algo por el principio.

Este verano, superando mis prejuicios por las novelas de higlanders, descargué la que había publicado Joana Arteaga, con la que se presentó al concurso de Amazon, Maldito highlander. No había encontrado en este tipo de novelas, que me venden uno de los tópicos más manidos de la romántica, mucho atractivo en el pasado, pero yo había leído ya a Joana y quería saber qué me iba a contar. La verdad es que ella situaba esa circunstancia del personaje en un segundo plano, se trataba de una historia contemporánea en la que el origen del personaje -de los dos, en realidad-, no tenía más importancia que ese paisaje maravilloso que aparecía de vez en cuando en la novela. Era un elemento más.

Fue la primera vez que oí hablar de la isla de Skye, me gustaron los personajes, me pareció una trama muy agradable y muy entretenida, que me duró un suspiro. Por supuesto, cuando poco después Joana publicó Bendito highlander, la historia de la hermana mediana de la protagonista, ni me lo pensé.

 

Isla de Skye
Isla de Skye

Si la primera historia me gustó, la de Charlotte me encantó. Me gustaron muchísimo más los personajes, su pasado, la historia que tenían que afrontar juntos... fue una lectura estupenda que cerré con la sensación de que James, el protagonista de esa novela, iba a ser de esos que se convierten en tu personaje del año. Tengo debilidad en la romántica por los protas masculinos que son buenas personas. Los malotes se los dejo a la gente a la que le gusta que le traten mal, yo prefiero gente herida, pero con el corazón más grande que Escocia. Y James era de esos.

Cuando salió a la venta Dichoso highlander, la tercera parte, yo ya no sabía qué esperar. La segunda novela había sido mejor que la primera para mí, así que, el que Joana consiguiera superar eso, me parecía casi un milagro. Demasiado grabado en el subconsciente (y en nuestras propias experiencias lectoras) tenemos eso de "segundas partes nunca fueron buenas". Pero había sido así, lo había hecho y quedaba descubrir si en la tercera sucedía igual.

¿Pero yo para qué dudo de Joana? Es grande, siente cada palabra que escribe y así es casi imposible fallar.

A ver cómo os cuento algo de esta historia sin desvelar nada. 

Georgia es un personaje que empieza la novela sumida en un mar de confusión. Hay algo que no nos cuenta que le ha hecho daño, eso lo sabemos, algo que mantiene sus manos firmes en la decisión de no tocar un pincel, algo que ha sido su pasión hasta entonces. En París, que es donde ha vivido, ha dejado a la que fue y la que es ahora no le gusta. En medio de esa confusión acude a un hospital a visitar a alguien de su familia y en la máquina de café se encuentra con Kian, quien tiene pinta de haber sufrido un accidente. Lo corroboran su camisón de hospital y las múltiples magulladuras que adornan su cuerpo. Georgia necesita dinero para la máquina, ha salido corriendo y solo tiene euros, no las libras que la máquina requiere. No le gusta pedir, pero tiene hambre, sueño y se muere por un café.

Kian, al darse cuenta, le ofrece sus monedas a cambio de un beso.

En esta primera escena nos encontramos con un caradura encantador, pero eso solo es una fachada. Kian es muchísimo más. Es alguien que ha pasado media vida caminando por un filo, con el abismo a un lado y sus propias ganas de vivir al otro, y ha desarrollado una filosofía de vida que, después, cuando la casualidad (que al final no lo es tanto) vuelva a ponerlos uno frente al otro, le irá enseñando a Georgia.

Un corazón estropeado intentando sanar un corazón herido.

En esta novela hay leyendas, paisajes extraordinarios, hadas legendarias, un castillo, un mural que tiene que hablar de una vida y muchos personajes para enamorarse en cada página. De los que ves desde el principio y de los que hace falta un tiempo para comprenderlos.

De verdad, no puedo contaros más, solo que me ha transportado a Skye, he sentido vivos a los personajes, Kian me ha conmovido como hace tiempo que no lo hacía un personaje y he llorado. Un montón. El final de la novela se deslizó ante mis ojos provocando un nudo en las emociones que se acabaron desbordando.

Y eso es aterradoramente bonito.

Os la recomiendo, con las otras de la trilogía o ella sola, como queráis, pero leedla. Si tenéis unlimited está gratis, si no, son tres euros que os aseguro que serán una maravillosa inversión.

No me quiero olvidar, la portada es obra de Nere Gurutxeta, que también hizo la portada de la última novela de Pilar Muñoz y alguna de Roberto Martínez Guzmán. Un perfecto complemento para una historia inolvidable.


sábado, 5 de diciembre de 2020

ESTE MALDITO SILENCIO

Hay personas que tienen un mundo interior tan rico  que no necesitan mucho para sentirse tranquilos. 

Un libro. 

Unas tijeras, papel y pegamento. 

Un horno, harina, sal, agua y levadura. 

Un cuaderno viejo y un bolígrafo...

Cualquier cosa llena, evade y distrae y son capaces de dedicarle horas y horas. Solo hay una condición: estar a solas. Que nada disturbe esa paz serena que nace de lo pequeñito y deja un sitio a los erráticos y locos pensamientos. Espacio y tiempo a solas y el silencio que habita ahí.

El virus lo robó.

Se ha llevado la libertad, encarcelada en un toque de queda, nos ha dejado sin poder ver a la familia, que es lo único que nos queda al final, se ha robado respirar y ver por la calle (a quienes llevan gafas, para quien el mundo es bruma ahora). Todo eso es duro por sí mismo. Suma que también se ha llevado a gente que apreciabas mucho. 

A mi me ha robado mi silencio. 

La casa ya nunca está vacía. Ya no tengo ni siquiera un sitio itinerante para mí y ya no existe ese silencio mágico. Ya no estoy a gusto en ningún lado y tampoco puedo buscarlo porque no me dejan ir a ninguna parte. 

Aunque hay silencio, eso es cierto.

Es ese otro que aparece cuando no te queda nada que contar al otro, sabes que no le interesa lo que has hecho ese día y mucho menos cómo está tu corazón. Quéda ese silencio que ese compañero incómodo porque ocupa un lugar al que no había sido invitado. Y ya no quieres nada más que los días se vuelvan noches y vengan otros días y otras noches y esto acabe.

Que acabe de alguna manera.

Que se largue este maldito silencio y me devuelvan a la primavera.

Entonces, no existía este silencio.




martes, 1 de diciembre de 2020

BRIANDA, UNA BRUJA EN TIEMPOS DE LA INQUISICIÓN EN PRIME READING

 Esta mañana he dudado sobre la conveniencia o no de hacer esta entrada en el blog, dado que tiene tan poco tráfico (culpa mía, que solo lo actualizo cuando me acuerdo y además no polemizo). Después lo he pensado mejor y he decidido que sí, que debo reseñar esto, porque como tengo tantas cosas en la cabeza, capaz soy de olvidarme de cuándo arrancó Brianda en el programa Prime Reading de Amazon y después hago promociones diciendo que va a salir ya y falta un mes.

El despiste no venía de serie, lo he ido cultivando a base de tener muchísimos frentes abiertos y una incapacidad increíble de perder la agenda pasado el mes de marzo.

Dejo constancia, pues, de que Brianda, una bruja en tiempos de la Inquisición entra en el programa. Todos los clientes de Amazon que dispongan de la suscripción a Prime la tendrán gratis.

Pero, además, todos los clientes de Amazon con la suscripción a Kindle Unlimited, la tendrán gratis.

Y por si era poco, durante el mes de diciembre, si alguien quiere quedársela en su biblioteca, ha entrado en una promoción al 50% de su precio, lo que significa que costará 1,50€.




Brianda es la historia de dos brujas separadas en el tiempo por varios siglos. Brianda, la protagonista de toda la primera parte, se ve abocada a ciertas circunstancias que no le es posible resolver antes de su muerte, así que deja una parte de su misión a una de sus descendientes, Amanda, una adolescente que se encontrará con la compañía del fantasma de un soldado de los Tercios para solucionar ese legado. 

Es una ficción histórica, en la que las ciudades de Madrid y Toledo son los escenarios principales, junto con una aldea. Hago un recorrido por las calles de ambas en el Siglo de Oro, y en esta historia, por supuesto, se cuelan los libros, hay una magia muy especial.

La historia tiene 500 páginas, aunque veáis que pone 711. No os asustéis, en realidad son dos novelas que yo he revisado hasta convertir en una, pero es que además os entrego un extra de otro de mis trabajos, por eso es tan gordita. Obviamente ese extra no está en la versión en papel, que también existe. Por cierto, quedó chulísima, es una pena que por culpa de la pandemia no haya podido presentarla en ninguna parte.




viernes, 13 de noviembre de 2020

OASIS DE ARENA

 Hoy me he acordado de este relato. Habla de una circunstancia muy concreta, pero me he dado cuenta de que, si lo trato como una metáfora, este año lo he vivido.

Todavía estoy en el parque, sentada en un banco, con un libro en las manos, observando la felicidad desde la distancia y tratando de sanar.

Quiero creer que llegará un día en el que esto pasará. 

Todo pasa.

Oasis de arena: https://www.amazon.es/Oasis-arena-Mayte-Esteban-ebook/dp/B07GN3867M



miércoles, 11 de noviembre de 2020

ACUÉRDATE DE RAMÓN GARCÍA

 Hace una semana, y después de meses en los que escribir ha sido una tarea plagada de altibajos, empecé el borrador de otra novela. Eso es bastante normal en mí, en medio de bloqueos de otras historias más complejas, voy a mi carpeta donde guardo ideas para novelas, tramas trazadas sobre un folio o dos, y empiezo a escribir sin preocuparme mucho del destino que le voy a dar a lo que salga. De algo así nació La chica de las fotos, de un ejercicio que estaba haciendo, lo he contado muchas veces: aprender a poner la raya, que no sabía.

Por cierto, recomiendo este ejercicio a un alto porcentaje de las autoras (y autores) de romántica que se autopublican, que no dan ni una. Nadie nace enseñado, pero ahí está nuestro empeño en solucionarlo. En aspirar a ser escritor o simplemente en quedarnos, como tengo la sensación en muchas de las novelas que abro y cierro aterrorizada por el caos que encuentro, en encontrar una fuente facilita de ingresos pasivos.

El caso es que, tras una semana de euforia, esta mañana me he quedado pensando. No he terminado, en mis notas falta gran parte de lo que planifiqué, pero al sentarme y llevar una hora, en la que apenas he puesto palabras, me he empezado a hacer preguntas, me he cuestionado a mí misma y me he hecho pensar en qué pasaría si de pronto ya no tengo nada más que contar.

No pasa nada.

No es obligatorio que me siente y escriba, porque me he guardado muy mucho de conservar una vida al margen de esto y de cuidarla, porque desde siempre he tenido la certeza de que esto es temporal. Es una sensación basada en algo que existe en algunas personas, aunque a veces parezca, cuando entras en Twitter sobre todo, que ha muerto: el sentido común. Mi "modelo" a valorar es Ramón García, y ahora seguro que os estáis preguntando por qué me ha dado por poner a este señor en mis pensamientos, si no lo conozco de nada. ¿Quién es Ramón García?, se podrá decir alguien más joven, porque seguro que no se acuerda. 

Ramón García es él.


Durante muchísimos años, Ramón García acaparó las pantallas de nuestros televisores. Si alguien se va a mirar todo lo que este hombre trabajó, verá que tiene un currículum impresionante. Entre sus trabajos estuvo ser el encargado de dar las campanadas de fin de año un montón de veces, por ejemplo. Él y su capa forman parte de los recuerdos de muchas personas.

Ahora mismo, le preguntas a la generación de mis hijos, y no saben quién es Ramón García.

No se ha muerto -y que viva muchos años-, pero esa fama impresionante que tuvo fue perdiendo fuelle y fue dando paso a otros presentadores que ocuparon ese lugar, que aparecían en cuanto programa de televisión se estrenaba. Ramón García se convirtió en Jesús Vázquez, y este, que ahora está medio desaparecido, ha dado el relevo a otros, como Roberto Leal o Arturo Valls. 

¿Dónde quiero ir a parar? Pues a que todo éxito, dure lo que dure, es efímero, y llega un momento en el que necesita un relevo. Quien está, dejará de estar algún día y, cuando eso suceda, ojalá no se convierta en un juguete roto.

Esta semana he visto un documental, creo que en Amazon Prime, sobre Eugenio, el humorista. Aterricé ahí y me quedé viéndolo. Su trayectoria, sus éxitos y su declive cuando la diosa Fortuna dejó de apuntarle con el dedo y se fue a buscar a otros, abandonándolo a su suerte. Eugenio se perdió en ese camino, y eso es algo que en ningún momento contemplo. Por eso, en mi mente práctica, siempre retumba un mantra silencioso y a lo mejor estúpido para los demás: "Acuérdate de Ramón García". Recuerda que todo es efímero, procura que mientras estés todo sea digno y lo más profesional que puedas y, el día que se acabe, cierra el libro, pasa página y no te revuelques en la autocompasión. Busca otras metas, abre otros campos, explora y vive el resto de tu vida persiguiendo una ilusión que, aunque sea mucho más modesta, te llene lo suficiente como para no perder de vista que lo importante es siempre, siempre, lo que menos deslumbra.

Y si se acaba el escribir, que se acabe, pero que no acabe contigo.


lunes, 26 de octubre de 2020

QUERIDA SEÑORA

En Las tinieblas y el alba, la última de las novelas de Ken Follet, los hermanos se llaman Edgar, Eadbald y Erman. Existía una costumbre en Inglaterra de que los hermanos llevasen nombres con fonética semejante, como explica el autor. Un coñazo, desde mi punto de vista en esta novela, porque no son los únicos hermanos que comparten esto y me está costando la vida no liarme.


Hace unos días, pusieron en La colina del almendro que es la novela peor documentada de la historia, porque mi protagonista y su hermana se llaman Mary Ellen y Mary Elisabeth, y esa costumbre desapareció en Inglaterra en el siglo XIX.

Cojonudo, mis personajes no se llaman así por eso, creo que lo explico en el libro. Se llaman una como su madre y la otra como su abuela, y los nombres se parecen en las iniciales porque era un elemento que yo necesitaba para montar la "trama ridícula" de esta novela.

También me decía que tengo una esclava sexual en la novela. A cuadritos de colores me quedé, que en La colina no hay NI UNA ESCENA DE SEXO. Ya me diréis cómo metes en una novela una esclava sexual y se te olvida contarlo.

Tampoco es cierto otra cosa que me echa en cara. No es verdad que las mujeres nobles SIEMPRE tuvieran propiedades a su nombre, aunque las leyes empezasen a ampararlas. Leí muchísimo sobre la época y encontré que la ley podía muchísimo menos que la costumbre y que algunas cosas, por muy legales que fueran, estaban tan mal vistas que no se hacían. Esa, una de ellas. Tengo la costumbre de valorar la historia con criterios de su momento, no con los del siglo XXI y los derechos de las mujeres no eran los de hoy. Ni de lejos.

Y otra cosa.

Esta novela está escrita en castellano. Sé perfectamente que los tratamientos de cortesía son diferentes en inglés, pero no consideré necesario llegar a ese nivel de detalle: adapté el lenguaje. Supuse que los lectores entenderían esa licencia lingüística. El 99% parece que sí.

No busco aplausos, ni palabras de aliento, con esta publicación, no es eso, pero me molesta mucho que alguien pueda tirar mi trabajo con argumentos que no se sostienen y yo me tenga que cruzar de brazos.

Pues mira, hoy no me apetece.

Me dicen que es bueno tener malos comentarios que dan contraste y que hacen creíbles los buenos. Sí, perfecto. Los que opinan que la novela no engancha, que está mal escrita, que no hay química entre los personajes o que es un aburrimiento, que lo opinen, en su derecho están de aburrirse con lo que les dé la real gana e ir corriendo a contarlo. Pero quienes ponen en primer plano su ignorancia para hacerla pasar por mía, pues aunque estén en su derecho, yo tengo que tener el mío de réplica. Porque esta novela es mi trabajo, pero es que también tengo una licenciatura en Geografía e Historia. No soy médico o ingeniero. No soy astronauta. Está poniendo en duda también mi formación y eso ya es más serio.

Ahora ya, si queréis, venís los de siempre a decir que nos tenemos que callar cuando tenemos un mal comentario. Depende. Algunos entran por un oído y salen por el otro, pero otros no. Este, por lo pronto, paralizó un proyecto que tenía muy buena pinta, pero no sé si merecía la pena pasarme cuatro años tramando una novela para que alguien en cinco minutos me la tire y no pueda decir nada.

A lo mejor he escrito esto tan largo para convencerme de que sí puedo defenderme y quizá sí pueda seguir adelante con lo que estaba haciendo.

Dentro de un tiempo.

viernes, 23 de octubre de 2020

LOS MAESTROS LIENDRE

 El otro día hice una pregunta muy sencilla en mis redes, relacionada con el tema literario. No esperaba muchas respuestas, porque cuando planteo algo interesante la gente lo ignora mucho más que si cuelgo una foto de Ulises, pero en este caso se ve que pillé a la gente con ganas de hablar de algo que no fuera coronavirus, cagadas de los políticos o inminentes toques de queda, y contestó un número significativo de personas.

Las respuestas fueron tan variadas que llegué a una conclusión: si escribes, que sea para ti, jamás contentarás a todo el mundo, porque los prismas con los que se mira el mundo son tan infinitos como las personas y, además, estamos rodeados de gente que de nada sabe, pero de todo entiende.

Observé, fascinada, que las respuestas menos "sabias" se correspondían con comentarios muy largos. Observé que prácticamente nadie apoyaba sus razonamientos en "estudios sobre el tema" sino en sus propias emociones, algo que en cualquier trabajo científico es una aberración, pero a lo que nos tienen acostumbrados los tiempos que vivimos. "Lo que yo siento es la verdad, tanto cuando leo un libro, como cuando veo una película, cuando valoro una ley o leo una sentencia." Y nos quedamos tan anchos, ignorando que hay leyes, normas, estudios... que tal vez nos desmienten y que, si los conociéramos y tuviéramos la mente abierta, nos enseñarían que la nuestra no es una verdad absoluta, sino solo la nuestra. Que a veces ni se acerca a la sombra de lo demostrable. Que es solo un gusto que no tiene por qué ser ni medio lógico.

Yo sé la respuesta a mi pregunta, la sé no porque la sienta, sino porque llevo toda la vida estudiando literatura y cómo se escribe la ficción, cuáles son sus mecanismos internos y qué la diferencia de la historiografía, de las biografías o de la vida. Es un matiz tan claro y que brilla tanto que no me cabe duda de qué es lo correcto, pero Dios -o lo que sea- me libre de defenderlo a voz en cuello, que yo solo soy un ser humano del montón.

Para mí me la quedo, porque a pesar de lo sepa también sé algo: puedo estar equivocada, me puede faltar un estudio por leer, un libro por descubrir, un enfoque que encienda una nueva luz.

Estas respuestas me hicieron pensar en varios autores en los que llevo mirándome toda la vida y me reí yo sola con mis elucubraciones sobre cuáles serían sus reacciones ante este mundo literario que se nos está quedando. Insisto, mías, tan verdaderas como esas respuestas que recibí -o sea, nada. Soy muy fan de la generación del 98. De su espíritu crítico y su sencillez narrativa que esconde muchísima profundidad. De esa visión que admira un paisaje -no dejando de lado ninguno de los elementos que lo conforman, incluidas las personas-, que lo idealiza, pero que no pierde la perspectiva de sus carencias y las señala, con la esperanza de que haya una reacción y en algún momento se corrijan.

Me imaginaba a estos autores publicando en Amazon, al fin al cabo eran bastante autodidactas, por qué no iban a tener algo de aventureros como muchos de nosotros. Al pobre Baroja cayéndole comentarios de una estrella, diciéndole cómo tenía que haber escrito sus libros, y tampoco se librarían de ellas Unamuno o Valle Inclán por muy Marqués de Bradomín que acabara siendo, título ganado por méritos literarios. Me imagino al primero medio deprimido por esos comentarios hirientes que recibimos, a Unamuno inventándose conceptos literarios para justificar sus nivolas y a Valle cagándose en los muertos de los imbéciles que no entienden nada. Me imagino a Machado, negando con la cabeza, diciendo que no tenemos remedio. Estarían todos escandalizados si pudieran observar la selva en la que hemos convertido algo tan hermoso como la literatura y no descarto que alguno se muriera de la impresión al ver los tops. 

Bueno, no pueden, por fortuna para ellos ya están muertos.

A veces me aburro y miro reseñas malas de gente buena. Pero buena de verdad, de los que no cabe duda alguna, y me encuentro torpes que atizan a Delibes con saña o idiotas perdidos que no entienden Nada y que se quedan tan anchos al decir que es una mierda de novela. Y suspiro, y sonrío, y me voy pensando que se ha perdido el criterio, que nadie se acuerda de lo que es una figura literaria, que ya no se entiende la ironía y que para qué nos molestamos es crear metáforas si a veces hay quien las lee literales y no es capaz de llegar a su significado verdadero.

Sonrío y me vuelvo a mis libros y, como ese Machado imaginario, niego con la cabeza y me resigno. No nos ha servido de nada la cultura para todos, porque no hemos aprendido mucho si lo que prima es nuestra opinión que a veces no sabemos ni razonar.

Al final va a ser verdad que tenemos lo que nos merecemos.

lunes, 19 de octubre de 2020

DÍA DE LAS ESCRITORAS

 Hoy lunes 19 de octubre es el día de las escritoras. No siempre es 19, es el lunes más cercano al 15 de octubre, fecha en la que se recuerda a Teresa de Jesús, una de las primeras mujeres escritoras reconocidas.

Puede decirse que soy escritora.

A día de hoy llevo siete títulos publicados con editorial y tres premios (uno pequeñito, de pueblo, otro que otorgó Penguin Random House a un microrrelato que siempre se me olvida y ser finalista en el HQÑ en 2015). Tengo otras cuatro obras autoeditadas. He colaborado en antologías, revistas, he hecho entrevistas, vídeos, he dado clases durante años en un taller de narrativa. Todas mis novelas han ocupado lugares destacados de ventas en digital, algunas de ellas (más de la mitad) durante medio año seguido de media. Y sin embargo...

Sé que no soy escritora.

No estoy hablando de que padezca el síndrome del impostor, no. Este texto no va de esto. Sé que por mucho que me esfuerce, por mucho que pula mis palabras, por mucho interés que ponga o por muchos libros que venda, no soy escritora a los ojos de mucha gente. Porque me muevo en un género menor, porque mis palabras jamás van a tener el valor que las de otras mujeres -y no digamos de hombres- a las que les han puesto otros sellos en la frente, aunque en esencia yo esté diciendo lo mismo y, muchas veces, incluso, haya elegido mejor las palabras.

Qué soberbia al decir esto, ¿verdad?

Me da un poco lo mismo ya lo que piensen los demás, vivo a la sombra de mil prejuicios y de ella no voy a salir. Plantadme otro adjetivo, la espalda ya soporta lo que sea.

Sin embargo, aunque en el fondo crea que no es mi día, porque no me lo he ganado aún ni me lo voy a ganar nunca, quiero celebrarlo. Porque las palabras son mi motor y en mi mundo pequeñito, ese que está hecho de muchas horas a solas, muchos libros leídos, muchas palabras escritas, ahí sí lo soy.

Ahí soy escritora porque ahí puedo ser lo que yo quiera.

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martes, 6 de octubre de 2020

PRESENTACIÓN VIRTUAL DE AÑOS DE MENTIRAS

La pandemia nos ha privado de una de las mejores experiencias relacionadas con la publicación de un libro: el día de encuentro con los lectores, cuando el autor tiene la oportunidad de compartir impresiones con él o, simplemente, de presentarlo. Ese tú a tú ahora está vetado, pues estamos en plena segunda ola (hasta los mismísimos del coronavirus, todo hay que decirlo) y salir a la calle es una temeridad que, al menos en mi caso, no voy a cometer por un libro.

Por muy mío que sea.

Ya se me quedaron pendientes muchos encuentros que tenía programados para La colina del almendro, Doce horas, al ser un relato, no los tendrá jamás y a Brianda ha vuelto a tocarle su papel de segundona en la reedición, porque se ha encontrado encajonada entre dos novelas que le hacen mucha sombra.

Ayer llegó el día de presentar Años de mentiras.

El canal elegido fue Instagram, un directo en el que se ofreció a acompañarme Pilar Muñoz (gracias, muchísimas gracias, yo no hubiera sabido hacerlo tan ameno sola). Durante una hora hablamos de la novela, intentando no hacer spoilers para que quienes se animen a leerla lleguen con la mente lo más virgen posible.

Me fijé en la asistencia, en el momento en el que más personas hubo fueron 24, casi como en una presentación de verdad, así que estoy contenta. Además, quienes nos acompañaron se animaron a hacer preguntas y yo lo pasé realmente bien.

A todos vosotros, gracias. Gracias por ayudarme a darle su lugar a este libro que ha llegado en un momento un poco gris.

Dejo el enlace del vídeo, que seguirá colgado en IGTV.

Es este

Al principio va un pelín a trompicones, pero después ya fue bien. Hubo algún problemilla de sonido, por la falta de experiencia, pero enseguida nos ayudaron a solucionarlo.

sábado, 26 de septiembre de 2020

DOCE HORAS, CUANDO PASE EL TIEMPO



Escribí Doce horas por encargo y con una única premisa: "No mates a nadie". Estábamos en el mes de abril, en lo peor de la primera ola, cuando los muertos se contaban por miles y nosotros aún no sabíamos, ni siquiera, que este virus no nos iba a robar tan solo una primavera. Ya había suficientes muertos esos días.


Doce horas es una fotografía de un instante, del espíritu que nos unió para, por lo menos, reponernos del shock que nos metió a todos en casa y nos sacó de lo que hasta entonces habían sido nuestras vidas.


No fui dura, no era el momento, quizá hoy sería más crítica y menos dulce, pero ahora sé muchas más cosas que hace unos meses. Sé de incompetencias, de olvidos, de faltas de respeto que no puedo entender hacia quienes se dejaron la piel, la salud y hasta la vida mientras otros horneaban pan y se hacían vídeos con Tik Tok.


Pero hay una cosa que nadie va a poder negar jamás a ese relato, y es que es una fotografía de un instante. Porque fuimos así, porque eso salió todo de observar: en la televisión, en las conversaciones telefónicas, en las redes. Dentro de mucho tiempo, si alguien tropieza con él, va a saber cómo fuimos. Durante un instante. Durante doce horas de uno de los peores años que recuerdo.

sábado, 19 de septiembre de 2020

LOS MANDAMIENTOS DE LAURA DE ERIKA FIORUCCI

 Los mandamientos de Laura de [Erika Fiorucci]


Sinopsis:

Laura Moore tiene tres mandamientos en su vida: Vivir libre de drama, nunca enamorarse de un jugador de béisbol y evitar decirle que no a su hermana mayor. Construyó estas reglas para mantener su corazón a salvo tras una mala experiencia y ha vivido cinco años siguiéndolas, consiguiendo así una existencia tranquila y ordenada. Es la chica que escribe cosas en la oscuridad mientras los que están a su alrededor se cubren de gloria. No le importa, así se siente segura.

Sin embargo, el ofrecimiento de su empleo soñado durante una crisis existencial la obligará a flexibilizar su rígido sistema, una pequeña concesión a la vez, y gracias a ello aprenderá que vivir implica riesgos, que sentir nos hace humanos y no parte de una estadística, y que siempre es mejor ensuciarse el uniforme que vivir a medias.


Mis impresiones:

Nada más saber que Erika Fiorucci tenía libro nuevo, me fui a buscarlo. Vi, sorprendida, que lo había ambientado en el mundo del béisbol. Mi experiencia con este deporte es que era obligatorio en la ronda deportiva que hicimos en tercero de BUP, en el instituto. Montaron un campo improvisado en un descampado que estaba entre el instituto y un trigal y cuando me tocó batear le di a la bola y la mandé tan lejos que no la recuperamos. Se acabó jugar, porque no teníamos más...

Todo este rollo es para deciros que no entiendo una palabra de ese deporte, no sé nada de equipos americanos, jugadores, puntuaciones... Pero todo lo que me ha contado Erika en esta novela me ha parecido absolutamente verosímil. Tal vez si supiera podría ponerle alguna pega, pero como no sé, he creído a pies juntillas que Laura Moore sabe muchísimo de este deporte, hasta el punto de manejar un blog, tras un seudónimo, del que todos se fían.

Y no es para menos, sus análisis son de lo más acertados.

La novela arranca con Laura siendo despedida por un influencer para el que trabaja manejando sus redes sociales. En ese momento también ha sido despedido Dallas Ousborne, un jugador de béisbol de otro equipo, que en medio de la temporada se ha quedado sin trabajo. Ella, que además es hija del dueño de un equipo de Las Vegas, sabe que para él va a ser complicado volver a la primera liga y empatiza por el momento que está pasando aunque no lo conoce, así que se las arregla para convencer a su hermana, la implacable Lorena, que lleva esos asuntos en el equipo, para que lo contrate. Lorena se lo debe porque en el pasado fue la responsable de que el equipo contratase al jugador que la acababa de dejar plantada por otra a la que, además, había dejado embarazada.

Este planteamiento tiene pinta de drama, ¿verdad?

Pues nada más lejos. Uno de los mandamientos de Laura es "nada de drama". Y ella es así, vital, divertida, con un punto sexi pero también demasiado buena, demasiado compasiva con los demás, y eso hace que se vaya enredando entre dos historias: Bobby, su ex, que regresa del pasado, y Dallas, por quien siente mucha atracción, pero con quien no quiere involucrarse porque rompería otro de sus mandamientos: "nunca más salir con un jugador de béisbol".

La novela está contada en primera persona por Laura, que ejerce de narradora protagonista y salpicada de guiños sobre béisbol, cada capítulo arranca con una cita de este deporte y es de esas novelas que uno lee con la sonrisa puesta. Es la Erika luminosa que vemos en sus vídeos del canal de YouTube que lleva, la novela tiene esa energía cargada de positividad que transmite como nadie y creo que ha sido una idea maravillosa ponerme con ella y no dejarla en cola.

Necesitaba una novela así justo ahora. 

Está ambientada en algún momento del presente, no me he fijado si se data en concreto en algún año, pero da igual. No lo considero relevante para la historia, que es divertida hasta el final. 

Voy a hacer un apunte sobre la portada. Creo que podemos intuir al verla que el béisbol tiene una importancia en la trama, aunque el título no haga alusión a ello, la bola, el marcador, las palabras en segundo plano... Se ve bien el título y su nombre (aunque yo lo habría puesto un poco más grande, no por ego, porque en las miniaturas de Amazon se tiene que ver). Pero tiene un fallo.

Sí, Erika, no me mates por lo que voy a decir ahora.

Creo que a esa portada le falta un torso desnudo.

Ya sé que quienes frecuentáis el espejo ahora mismo estáis poniendo cara de "Mayte se ha bebido algo con mucho alcohol y escribe bajo sus efectos", pero no. Solo me he comido un caramelo de regaliz. Es que justo al terminar la lectura, la aplicación de kindle me sugirió novelas que han leído los lectores de esta y ¡casi todas tienen un torso desnudo!

Soy anti eso, pero me temo que mis gustos y el marketing se dan de cabezazos, porque me fijé que la mayoría de esas novelas están muy bien posicionadas. Erika hubiera sabido hacerlo con elegancia, esa no se puede perder, con esa misma elegancia que narra las escenas de sexo, chispeantes, divertidas y sin perder de vista la pasión.

Aunque Erika suele publicar con editorial, esta novela es autoeditada y a mí me ha gustado mucho. Felicidades.

Te seguiré leyendo.

miércoles, 9 de septiembre de 2020

PUBLICAR EN TIEMPOS DEL CORONAVIRUS

¿Os cuento un secreto? No entraba en mis planes publicar absolutamente nada en 2020.

Hace justo un año, en septiembre de 2019, me encontraba emocionada por la publicación de mi cuarta novela con editorial, La colina del almendro. También estaba un poco preocupada, porque había dejado de lado la romántica contemporánea, después de tres novelas, y me había arriesgado con una novela de corte histórico. No tenía ni idea de cómo lo iban a procesar los lectores que tengo y tampoco si otros desconocidos se atreverían a leerme.

Salió todo rodado con la gente, aunque no puedo decir lo mismo de la visibilidad en redes.

La colina del almendro me ha dado muchísimas alegrías, todo un año de buenos comentarios en los que solo hay unas poquitas excepciones: el primero que recibí, de dos estrellas, en iTunes, al ratito de publicarla -es la costumbre, hay alguien que si no intenta tirar mi trabajo al momento de salir, no es feliz- y un par de ellos en Amazon que dicen que he escrito un tostón, pero el 90% de consenso, y lo que yo misma siento, son suficientes como para agradecer a esta gente que haya bajado las expectativas, que no es bueno que estén muy altas para nadie.



Mi plan era empujarla, acudir a todos los eventos que mi torpe economía y mis horarios de trabajo me permitieran, defenderla con uñas y dientes y seguir escribiendo. El verano era el momento elegido, pasaría las tardes de este verano de 2020 construyendo una nueva historia o tal vez acabando alguna de las que requieren mi atención y que tengo en reposo.

En marzo nos confinaron.

Menuda exclusiva, ¿verdad? Casi no nos hemos dado cuenta de que nos hemos metido de lleno en una pandemia. 

Días antes, a finales de febrero, le había mandado una novela a mi editora, que me preguntó si había terminado algo. Claro que tengo algo siempre, mis cajones no están vacíos, aunque a mí me cueste soltar las novelas más que a una madre dejar a su pequeño el primer día de colegio. Pensé que sucedería lo normal en estos casos, tardarían un par de meses en leer la novela y, tal como van los plazos editoriales, hasta 2021 no habría un hueco para publicarla. Eso, claro, siempre que les gustase el libro, que es el primer requisito que hay que cumplir antes de hacer castillos en el aire.

Sí, eso pasa, cada novela que publicas con editorial es tan difícil como aprobar una oposición.  

El 9 de marzo, tomando un café con Roberto Martínez Guzmán, que había acudido al taller de narrativa que llevo en Cantalejo para hablarnos de autoedición, recibí un correo electrónico de HarperCollins. Lo leí y se lo leí a él perpleja, me daban un sí, me decían que se publicaría en papel y en digital en septiembre. Os confieso que el día 15 pensé que, con la que estaba cayendo y la mala pinta que tenía todo, la publicación se caería. Seguí pensándolo cuando vi que algunas de mis compañeras escritoras -de otras editoriales-, veían como libros que tenían fecha ya, salían del catálogo de manera indefinida.

Pero no pasó, las cosas siguieron adelante.

El confinamiento me hizo plantearme que tenía un par de novelas retiradas de la venta. Hacía meses que había estado trabajando con ellas para convertirlas en una y decidí que era el momento de publicar por mi cuenta. Brianda, una bruja en tiempos de la inquisición, vio la luz a principios de abril. La portada renovada, el interior revisado y las dos novelas en una, para que la bilogía se convirtiera en una sola novela.

Brianda lleva meses ayudándome a no pensar que no tengo ya mi antiguo trabajo, ese prepandemia que se llevó el coronavirus junto con la posibilidad de respirar aire sin una mascarilla, los besos, los abrazos, los encuentros, las risas, las fiestas, las excursiones... Voy a dejarlo porque me pongo triste y no es plan.



Pensaba, sinceramente, que sería una excepción la publicación de esta novela, pensé que tal y como iban las cosas, los planes para septiembre eran tan susceptibles de cancelarse como San Jordi, la Feria del libro de Madrid y todas las presentaciones que estaban rodeadas en el calendario y que hubieron de ser anuladas.

Unos días después de publicar Brianda, recibí una llamada de mi editora. Por cierto, debo destacar que en mi editorial siempre supieron que iba a autoeditar esta novela y nunca se la ofrecí porque ya había estado publicada. Me llamaron para preguntarme si me apetecía escribir un relato para esos días en los que durase el estado de alarma, que parecía que iba para largo. 

"¿Cuánto tiempo tengo? Una semana."

A mí estuvo a puntito de írseme la mano al teclado para contestar que era imposible, pero me lo pensé mejor y le dije que lo iba a intentar. Perdí dos días pensando y tardé solo tres en escribir Doce horas. No sé el número de descargas exactas que se hicieron, pero sí que estuvo en las primeras posiciones de descargas gratis de Amazon en España y también en libros en español de prácticamente todas las tiendas de internacionales, así que sospecho que las cifras tienen cinco dígitos. Y se leyó, porque en los apenas dos meses que se mantuvo publicado recibió más comentarios que ninguna de mis novelas. Hoy, aunque su ficha ya no existe porque pasó a formar parte de una antología, no sé por qué sigue recibiendo comentarios, al menos de manera indirecta se puede ver cómo la cifra sube si entras en cualquier perfil de una persona que lo comentase y miras su actividad. Ya va por 115. Miré hace unos días e iba por 98.


Por si esto era poco, La colina del almendro fue seleccionada para el programa Prime de Amazon. Vamos a ser sinceros, si no eres una súper estrella literaria o sales en autoedición, o tienes Prime y Unlimited o te dan por el culo en Amazon. Así de claro. Los escritores que tenemos detrás una editorial pero no grandes campañas de marketing, desde principios de 2017 no tenemos NINGUNA posibilidad de acceder al top general de Amazon frente a un autoeditado. Solo si se conjugan estos factores existe una posibilidad, pero esa te la tienes que trabajar, porque tampoco cae del cielo. Supe que si me centraba en ello, como la novela responde en cuanto la pones en manos de los lectores, conseguiría esa visibilidad que no había tenido al principio.

Esta es la colina en una fotografía de hoy mismo, 9 de septiembre de 2020.




El pasado día 2 me quedaba estrenar la que espero sea la última novela de este 2020: Años de mentiras. De ella no puedo decir cómo la habéis recibido porque aún no lo sé. Tampoco sé de putadas, porque he decidido que este año he sufrido tanto que no me da la gana de hacerlo a lo tonto y no miro nada. Si algo llega, bien. Si no, pues viviré muchísimo mejor. Como estaba previsto, de manera digital no será visible hasta que le toque la lotería como a La colina... y pueda demostrar si vale el haber sido publicada. En la calle, como salimos con cuentagotas, no la voy a poder defender y tampoco existe la posibilidad de las Ferias, los eventos, los encuentros... pues no sé la suerte que correrá, pero no parece muy brillante el futuro. Depende de una sola cosa.

Vosotros.

Que si la leéis y os gusta, la recomendéis. Si no, se perderá haga yo lo que haga. Que lo haré, mi conciencia me impide cruzarme de brazos a esperar a que las cosas sucedan.


La foto es del perfil de Instagram Las chicas Britt, pero es tan bonita que se la robo.


No creo que este año publique más, aunque... cualquiera sabe. Hay por ahí un relato que lleva esperando para que lo incluyan en una antología. O tal vez escriba algo para regalárselo a mis lectores por Navidad, como hice con Oasis de arena.

¿Quién dijo que este año no era bueno para publicar? ¿Quién dijo que sería complicado publicar en tiempos del coronavirus?





miércoles, 2 de septiembre de 2020

QUERIDO PAPÁ

 Hoy ha sido un día raro. Hoy ha vuelto a suceder; por extraordinario que suene, he vuelto a publicar otra novela con editorial. Esta es la... deja que cuente... la séptima. La sexta con HarperCollins.

Un porcentaje muy pequeño de autores puede decir eso.

Te lo has vuelto a perder, como todo lo importante que me ha pasado en los últimos años, aunque esta vez no ha sido nada emocionante. Ya sabes, este segundo confinamiento que me tiene atada a casa y este maldito virus que se ha cargado las posibilidades de hacer de esto algo grande. Por lo demás, sé que te gustaría la novela, que nos daría para hablar horas. Es más "masculina" que las otras.

Tú me entiendes.

He tenido a mucha gente a mi lado, a través de las redes, y también han faltado las felicitaciones de los de siempre. A veces quiero creer que las personas cambian, pero qué va. Siempre somos iguales. Los hay que se esfuman en cuanto huelen problemas y los hay que, cuando algo te va bien, desaparecen.

Igual no lo soportan... porque en el último año ya van tres veces.

Pero hoy eso ha pesado mucho menos que otras veces. Este año, en realidad empezó en 2019, he aprendido que la única persona que no me va a dejar sola nunca soy yo. Que la única que siempre me hablará con respeto y se preocupará por mí sin condiciones, soy yo. Y con eso he solucionado un problema enorme que tenía, esa inseguridad que sentía cuando alguien importante para mí me fallaba.

Hoy ya nadie me falla, porque solo una persona puede hacerlo, yo, y no sería inteligente si dejase que eso sucediera. Tú decías que era inteligente. Lista no, pero inteligente sí. Hay una gran diferencia entre una palabra y la otra.

Pues eso, que aquí está mi novela. Que no la he visto aún, porque no me la han mandado y aquí no ha llegado, pero no falta una bruja buena para sujetarla por mí.




viernes, 28 de agosto de 2020

ESCRIBIR BAJO PRESIÓN



Hasta ahora, pensaba que escribir bajo presión era tener una fecha de entrega señalada en el calendario, tener que echar mano de horas de sueño y forzar la creatividad. Tiene que ser jodido, y digo tiene que ser porque una de las primeras cosas que me impuse cuando entré en el mundo editorial fue no aceptar  plazos. Supongo que ponerme enferma cuando empecé y perder 20 kilos en seis meses establecieron prioridades en mi vida que a otros no les suponen problema, pero a mí sí.

Ahora he descubierto que escribir bajo presión, bajo verdadera presión, es otra cosa.

No tiene nada que ver con fechas ni con esforzarte tú, tiene que ver con situaciones externas que te desborden por completo. Quedarte sin trabajo. Contraer una enfermedad grave. Plantarte delante de tu cuenta bancaria y darte cuenta de que, o mejoran las cosas y no serás capaz de salir a flote más allá de tres meses.

Esa es la presión, ese miedo es el que atenaza el estómago e impide que las palabras se coloquen en el orden preciso. Supongo que porque, en el fondo, sabes que esto da igual, que lo importante no es esto aunque se hubiera colocado como urgente. Que lo importante es lo cotidiano, porque si todos entramos en crisis quién coño se va a comprar un libro. Nadie. Será un objeto de lujo, prescindible mucho más que una caja de ibuprofeno o un paquete de lentejas.


lunes, 17 de agosto de 2020

AÑOS DE MENTIRAS, LA NOVELA DE UN IMPOSTOR

Años de mentiras (Top Novel) de [Mayte Esteban]


Hay historias que a veces se esconden de nosotros, se disfrazan para que nos cueste encontrarlas y, durante mucho tiempo, nos hacen dar vueltas y vueltas, teclear sin rumbo hasta que, de pronto, se dejan ver. Solo hay que decirle a ese narrador mentiroso que se aleje, a esa protagonista impostora que deje ver a quien tiene detrás, a ese escenario disfrazado que descorra el telón y descubra la verdad.

Eso es lo que pasó con esta novela.

El narrador que se había hecho con el mando de la historia no era el adecuado, la contaba mal, no transmitía todo. Dejaba por el camino muchos fragmentos y, aunque latía lo mismo, todo quedaba pálido y deslucido. Luego estaba el protagonista, vestido con ropas de mujer, imitando con descaro y poco acierto. Todo lo que decía sonaba falto de alma, porque estaba fingiendo ser ella cuando era él. Y, para terminar, la ciudad se había hecho pasar por una más glamurosa, porque no sé en qué manual de las novelas que tienen éxito debía haber leído que quedaba bien ser cosmopolita.

Hasta que me harté.

Largué al narrador, le dije al protagonista que dejase de esconderse y sacudí toda la sofisticación para vestirla de mi ciudad literaria. Ya estaba bien de esconderse, ya era hora de empezar a llamar a las cosas por su nombre. Ya no valía eso de poner el acento en la sílaba que no es la tónica, porque la distorsión solo dejaba una voz que sonaba desafinada.

El impostor era el título de esta novela y creo que jamás he escrito nada a lo que le quedase mejor un título de los que se me habían ocurrido. Porque esta que he contado es solo una de las razones que podrían justificar que se llame así. Todos los elementos de la novela estaban fingiendo, volviéndose otros. Sin embargo, no era la única. Había al menos otras dos. Confieso que me sentía como una bailarina ejecutando en el escenario la danza perfecta, hasta que recibí un correo en el que se me decía que no podía llamarse así. En el último momento, di un paso en falso y tropecé, desluciendo lo que había sido mi más sublime interpretación artística.

Qué se le va a hacer, a veces las cosas no suceden como las planeamos.

Me llevé un buen disgusto -no lloré, ya he aprendido a serenar algunas reacciones viscerales relacionadas con esto- y me puse a pensar en otro título. Otro que pudiera transmitir lo que quería. ¿Y sí...? ¿Y si todo era mentira? ¿Y si llevaba años detrás de muchas mentiras? ¿Y si mis personajes también?

En efecto, esta novela está llena de mentiras, por dentro, por fuera, en su concepción y en su ejecución, y el traje, aunque lleva otra tela y no es el mismo que yo pensé, también le sienta como un guante.

Una cosa más. Es mi novela más masculina, y con ello quiero decir que si eres hombre no te vas a sentir incómodo en ella. Ya sé que saldrá con Top Novel y los prejuicios no se sacan ni con agua caliente, pero no es solo una historia de amor. La hay, porque la vida está llena de emociones y una de ellas, quizá la más importante, es el amor. Yo sé hablar de esto, de hecho he escrito varias novelas de amor, así que, por qué no darle una parte en la novela. Al fin y al cabo, hasta los autores de novela negra intentan meter una historia de amor en muchas de sus tramas. ¿Por qué negársela entonces a esta novela, aunque de lo que hable de verdad es de libros, de literatura, de escritores fantasma, de un mundo editorial que está cambiando y se tiene que adaptar y de eso que todos soñamos, de escribir un best seller?

¿Y si al final nada es verdad?

Pues un poco de todo esto es Años de mentiras. En unos días la tendréis en vuestras manos. Si queréis.

lunes, 3 de agosto de 2020

CUANDO LA LLAMASTE CLAUDIA DE PILAR MUÑOZ

CUANDO LA LLAMASTE CLAUDIA de [PILAR MUÑOZ ÁLAMO]


Hoy toca haceros una recomendación, y toca hacerla desde el corazón, desde las emociones que me provocan siempre las novelas de Pilar Muñoz. Vosotros, los que estáis al otro lado del espejo, ya sabéis lo suficiente de mí como para estar seguros de que todo lo que llega a este mundo personal que creé para mí lo hace porque se lo merece, porque me ha calado hondo y el resultado es lo suficientemente satisfactorio para mí como para que considere que quiero guardarlo en mi casa.

Siéntete libre de creerme y probarlo o déjalo pasar, pero te aseguro que no voy a mentir, no lo necesito.

Sabéis que en el espejo los libros no se destripan, no se cuenta nada que pueda anular las sorpresas que irá encontrando el lector, por lo que, sobre la trama, os dejo únicamente lo que dice la sinopsis:

Hay historias que es preferible abordar sin conocer lo que aguardan, sin prever el impacto que pueden tener sobre ti. Como quien se aproxima al vacío con los ojos cerrados.

La de Aitor y Teresa es una de ellas.

Jamás pensaron que tuvieran que enfrentar un giro vital tan fuerte. Que un acontecimiento así cambiara el orden de sus sentimientos y su magnitud. Que los obligara a confesar verdades, a defender sus deseos, a tomar decisiones con el tiempo en contra. Con el presente en jaque y el futuro incierto.

Creían tenerlo todo controlado, pero… algo se les escapó de las manos.


En realidad, esta sinopsis está escrita para que sea el lector quien descubra qué hay tras ese título tan sugerente, tras la portada de flores tan preciosa que ha diseñado y pintado con acuarelas para la ocasión Nere Gurutxeta. Justo lo que dice es que no te va a contar qué es lo que te vas a encontrar, y creo que es un acierto. Esta es una de esas novelas pequeñitas de formato, pero grandes por lo que son capaces de hacerte sentir. Parte de ese impacto vendrá de la mano de no saber, de no anticipar, de no hacer cábalas, porque de verdad no te van a llevar a ningún lado.

Pilar Muñoz elige para contar la historia de Aitor y Teresa un narrador muy especial. Si alguien me preguntase cuál es el mejor narrador para una historia, le diría la verdad: la historia, si la escribes con verdad, te lo grita. Te lo grita cuando no aciertas, cuando le pones una voz que distorsiona lo que quieres contar. Te lo grita cuando no avanza, y las palabras se quedan torpes y deslucidas. Te lo grita cuando, por fin, eres valiente, borras lo escrito y empiezas a dejarte de tonterías y narrar desde las tripas, dejándote la piel en cada línea.

Más o menos así encontró Pilar esta voz particular, y esto lo sé porque he presenciado el camino que ha seguido, las veces que ha dicho: "Esto no es así", y no se ha rendido. Porque el narrador, los personajes, la trama... todo aparece solo si no te rindes, si te relajas y dejas que la historia se presente ante ti. Para esto no sirven las prisas, sino la prosa. No valen los medios, sino perder el miedo. Da igual que tardes dos años y no tengas el mejor programa de edición de textos del mundo, ni el mejor sitio de la casa para escribir. Si tienes la historia saldrá en cualquier lugar, y lo hará rezumando una verdad que a ratos es tan real que te hace pensar si Aitor o Teresa no serán realmente dos personas y no dos personajes.

Cuando la llamaste Claudia es una de esas novelas capaces de hacer sentir y disfrutar. Es Pilar Muñoz en estado puro, y la pone en vuestras manos hoy como la puso en las mías hace un tiempo, con la respiración contenida, deseando saber si también sentís lo mismo que ella al escribirla.

Yo lo sentí.

Yo entendí a Teresa y Aitor, a pesar de todo. A los dos.

jueves, 23 de julio de 2020

¿PAPEL O DIGITAL? LO QUE HE DESCUBIERTO ESTOS DÍAS



No es la polvora, ni siquiera algo importante, es un detalle en el que no había reparado cuando otras veces he hecho este análisis, si prefiero leer en papel o en digital y por qué.

En realidad, a mí me da lo mismo.

La experiencia lectora es idéntica en los dos casos, no soy una romántica del papel, ni de su tacto o su olor, ni siquiera me hace mucha ilusión acumular libros físicos porque luego hay que limpiarles el polvo. Hay que poner más estanterías. Necesito hacer expurgos que suelen venir acompañados de sentimientos de culpabilidad.

Tampoco es que reniegue de él, al contrario, entrar en una librería y comprar un libro que deseo no tiene nada que ver con descargarlo en el dispositivo. Me gustan los libros, crecí entre ellos, pero me he adaptado a estos dos modos de lectura sin grandes problemas.

Lo que he descubierto es algo que detesto, relacionado con el papel, en lo que no había pensado mucho.

Cuando compro un libro digital y no me gusta, lo dejo. Donde sea, sin cargo de conciencia, abandono su lectura y me olvido hasta tal punto que alguna vez, por error, he vuelto a empezar un libro de los que ya había descartado (normalmente con idéntico resultado).

El problema es cuando se trata de un libro en papel.

Ahí me cuesta más el abandono, quiero seguir leyendo, a pesar de que no me esté gustando nada. Y claro, me enfado conmigo misma, porque el tiempo no es infinito y tampoco mi espacio o mi capacidad económica. Me enfado por haber tomado una mala decisión al elegirlo, de un modo que no sucede en digital.

Vete tú a saber por qué.

No creo que sea el precio, algunos me los han regalado, es algo que no consigo explicarme a mí misma.

Mi abandono más sonoro de este año está encima de mi mesilla. Con el marcapáginas en más o menos la tercera parte de su extensión, lo miro cada día, con la intención de retomarlo, pero no puedo. Me ha ido decepcionando por distintas razones, y eso que cuando me lo compré pensaba que me iba a gustar. No ha sido así, pero tampoco he pasado página, como hago con los digitales, permanece ahí, por si pudiera en cualquier momento volver a sumergirme en él y se fuera a obrar el milagro de terminarlo.

Es un libro con excelentes críticas, todo hay que decirlo, de alguien que me gusta cómo escribe. No está mal escrito, pero a mí me chirría todo el tiempo. Soy incapaz de distraerme con él, al contrario, me distraigo de él y, cuando me quiero dar cuenta, estoy pensando en cualquier otra cosa.

¿Os pasa esto o soy una rareza lectora?


viernes, 10 de julio de 2020

BENDITO HIGHLANDER DE JOANA ARTEAGA

Bendito Highlander (Serie Danvers nº 2) de [Joana Arteaga]

(Preciosa portada de Nere Gurutxeta)


Sinopsis:

Charlotte Danvers ha vivido toda su vida a la sombra de su fastuosa y excesiva hermana mayor, Skye, lo que le ha acarreado una existencia sin seguridad y con la confianza en sí misma por los suelos. Pero la mediana de las Danvers no sabe lo que le espera…

Una boda, una decisión alocada y consecuencias, muchas consecuencias que la ayudarán a salir de ese agujero donde lleva metida toda la vida.

A Charlotte solo le hace falta dar un giro de ciento ochenta grados a todo lo que creía sobre sí misma, la ayuda no siempre requerida de su insistente hermana mayor y la aparición de un highlander triste que la conmueva y la anime a bailar en sus brazos mientras suene la música.

Lo demás… Lo demás ya depende de sí misma.


Acabo de terminar la segunda novela que ha publicado Joana este verano y lo he hecho con la emoción a flor de piel. No solo porque la historia es bonita, sino porque ha sabido elegir las palabras para que, en algunos momentos, pareciera casi poesía. Para mí, ante el qué, siempre el cómo, siempre lo digo, que cualquier historia me va a llenar si me la sabes contar, si me llevas de la mano, si me siento cómoda entre las palabras.

Antes de leer esta novela, leí Maldito highlander y pasó una de esas cosas extraordinarias que a veces narramos, una pirueta tonta del destino que hizo que Joana y yo nos conociéramos. Yo ya había leído uno de sus libros y me había gustado, así que, cuando vi su libro, coincidiendo con que había concluido la lectura del que tenía en mis manos, lo descargué. Antes de que me diera tiempo a terminarlo, Amazon, vete tú a saber por qué, lo retiró de la venta. Yo leía a Joana desesperada en las redes y le escribí un mensaje. Durante esos once días intenté darle apoyo moral, porque la verdad es que se nos agotaron todas las ideas para intentar que hicieran algo más en la plataforma que mandar correos diciendo que estaban en ello. Por fortuna el Highlander apareció de nuevo, pero en esos días ella, que es una luchadora, no se rindió. Haciendo gala de un carácter decidido que para mí querría, se puso a teclear furiosa (eso dice) y sacó de su interior una historia en tiempo récord que me ha gustado casi más que la otra.

Lo digo en serio.

En esta novela, contemporánea, no es una ficción histórica, conocemos a la segunda de las hermanas Danvers, Charlotte. Está en la boda de Skye, en Escocia, rabiosa porque su novio le está tirando los trastos a una camarera. Decidida a que ese idiota no domine más su vida y espoleada por el amigo de su hermana, Scott, con un valor que no sabe de dónde ha salido, porque ella es todo lo contrario, decide hacer una tontería. Sin embargo, en el camino tropieza con James,un hombre que tiene una infinita tristeza en su mirada, pero que la atrae sin remedio. Sintiéndose observada por Scott, le pide al desconocido que por favor le siga la corriente, pero una cosa es lo que uno pretender hacer y otra muy distinta las emociones que de pronto se apoderan de tu ánimo cuando te encuentras con alguien que, de alguna manera, forma parte de ti.

Charlotte regresa a Los Ángeles, pero hay un vínculo ineludible con Escocia, algo que será decisivao para que vuelva y se enfrente, primero, a ella misma y a sus miedos.

A partir de este momento no cuento más, tendréis que ser vosotros quienes os adentréis en las páginas de la novela. Yo me he sentido muy cómoda, he podido entender a los personajes, ese carácter de James, esa postura en la vida de Charlotte, es temperamento de Skpe, esa paciencia con ella de Ewan. Me ha gustado el paisaje de la novela, he disfrutado con ese fenómeno meteorológico que siempre he anhelado contemplar. Y la música. No me refiero a la banda sonora que tienen muchas novelas, a las canciones que recorren el libro (que las hay), sino a esa música y ese ritmo que crean en muchos momentos las palabras de Joana. ¿Sabéis? No me la imaginaba tecleando en el ordenador (furiosa), sino sentada frente a un piano, tocando una melodía que le nacía de dentro, tan nítida que salía sola, sin partitura, casi sin haberlo planeado, solo dejándose llevar por lo que los personajes necesitaran contar.

Con esa magia que de pronto sentimos los que escribimos, que logra crear hermosas historias en tiempo récord.

Es la tercera novela suya que leo, y no será la última. Lo dije el otro día, a veces pierdo mucho tiempo dando vueltas por libros que no terminan de encajar conmigo. Por eso, cuando encuentro uno que es música, corro a mi espejo para contármelo. Quizá esa música solo la escuche yo de este modo, pero es tan hermosa que me he sentado en mi teclado-piano para escribir estas palabras.

 Para guardarlas y que no se desdibujen.


miércoles, 8 de julio de 2020