lunes, 30 de enero de 2012

CUENTREVISTA (o en lo que puede acabar una frase)

(Entrevista a Ángels Om, autora de Siete Historias)

Nunca he sabido estar sin hacer nada, así que, cuando tengo un rato libre, suelo encender mi ordenador, abrir una página en blanco y empiezo a poner palabras. Una detrás de otra, como hormigas trabajando en verano, empiezan a crear el caminito que conduce a un cuento. Ese día, como otros tantos, dejé que las palabras se pusieran en marcha. Entre las motitas de negro sobre el blanco, empezaron a tomar forma los personajes que emprendieron una aventura. Horas después, dado que la musa ese día tenía mucha prisa (me dijo que se tenía que ir a soplarle en la oreja a otra persona), logré terminarlo casi, casi por completo. Me faltaba, nada más, la última frase. No podía estar más orgullosa de lo productivo que había resultado mi tiempo. Lo que jamás imaginé, y mira que tengo imaginación, es lo que ocurriría en el instante en que escribí:

Si cierras los ojos y aprietas muy, muy fuerte, todo lo que sueñas se hace realidad

Cuando fui a poner el punto que faltaba… ¡Cuéntalo tú, Àngels! ¡A mí sola no me van a creer!

No me extraña, a día de hoy yo tampoco acabo de creérmelo. Creo que eran las cinco de la tarde más o menos, estaba contestando algunos correos, con Nikon en mi regazo, cuando mi mente, que suele ir por libre, empezó a gritarme con todas sus fuerzas una frase. Al principio, intenté apartar ese molesto ruido, pero tras unos cuantos intentos fallidos, no tuve más remedio que abrir el Word y comenzar a escribir aquello que, en esos momentos, no parecía tener ningún sentido. Pulsé la s, seguida de la i un espacio en blanco, así hasta que apareció en la pantalla: “Si cierras los ojos y aprietas muy, muy fuerte, todo lo que sueñas se hace realidad” La miré inclinando la cabeza hacia la derecha y sonreí. Era una frase bonita, casi mágica, solo le faltaba un detalle, un punto después de la última palabra. El dedo índice de mi mano derecha se detuvo en el aire. Tantas horas delante de la pantalla me estaban afectando, ¿pues no me ha dado la impresión de que la segunda o de la palabra “ojos”, se estaba haciendo cada vez más grande? Baje los párpados y les apliqué un considerable y fuerte restregón. Cuando mis pupilas dejaron de transmitir “chiribitas” a mi cerebro, me percaté de que algo extraño estaba pasando. Lo primero que percibí, fue una corriente de aire seguida de un olor a tierra. Evidentemente, en mi casa, en pleno enero, ni hay corrientes de aire, ni tierra, ¡si ni siquiera tengo plantas de interior! Una vez que mis ojos se acostumbraron a la inquietante oscuridad, me di cuenta de que no estaba sola. A unos pocos metros de mí, vislumbré la sombra de una persona, que por sus movimientos, parecía estar algo desconcertada. Mi primer impulso, fue el de salir corriendo, no lo hice, no por falta de ganas, sino porque no sabía hacia donde correr, no tenía ni idea de dónde estaba. En esas estaba yo cuando la sombra se acercó y me habló. Creo que lo mejor será que lo cuentes tú, al fin y al cabo, tú ya estabas allí.

Bueno, ahí va… El caso es que cuando apreté el punto… Lo que me pasó fue increíble. El dedo se quedó pegado en el teclado y empezó a hundirse. Por más que tiraba y tiraba, cada vez se sumergía más y más. Detrás del dedo fue la mano, y luego el brazo y cuando, quise reaccionar, mi cabeza se empezaba a colar por la tecla. Sobra decir que cerré los ojos con todas mis fuerzas. ¡Uno nunca está preparado para que se lo trague un portátil! Transcurridos unos instantes, abrí los ojos y, al principio, no vi nada. Aquello estaba más oscuro que la boca de un lobo bostezando. Poco a poco mi vista se fue acostumbrando y el negro se sustituyó por el verde. No era verde manzana, ni verde botella, ni siquiera verde loro. Era más bien un color entre el verde pistacho y el verde kiwi maduro. Un solo elemento interrumpía esa inmensidad verde: un pequeño saquito marrón atado con una cuerda. Lo tomé entre mis manos y sacudí su contenido. El ruido que hacía me recordó a un sonajero. Centrada en mi descubrimiento como estaba, no me di cuenta de que detrás de mí había dos personajes: una mujer, tan aturdida como yo, y un pequeño perro que me miraba de manera muy graciosa, con la cabeza ladeada.

-¿Cómo te llamas? –le pregunté. Al perro, por supuesto.

Ladró. No soy muy hábil interpretando ladridos, pero allí estaba su dueña para ayudarme.

-Se llama Nikon –le dije-. ¿Tienes idea de dónde estamos o qué hacemos aquí?

Le conté cómo me había metido en ese jardín, y ella hizo lo propio con su historia.

-Por cierto, yo me llamo Mayte, y creo que te conozco. Tú eres Ángels Om, la autora de Siete Historias, yo he leído tu libro.

Nikon interrumpió las presentaciones. En su boca llevaba lo que parecía ser la página de un cuento. Ángels lo tomó en sus manos y señaló un detalle: había unas cuantas palabras subrayadas. Si las leíamos en orden decía algo así como: "encontrarás con salida verdad la la". Nos miramos estupefactas, aquello no tenía ningún sentido, pero se nos olvidó enseguida la dichosa frase cuando Nikon, de un salto, me arrebató el saquito y su contenido se desparramó por el suelo. Lo que había en su interior eran unas habichuelas, mucho más grandes de lo normal, más grandes incluso que los judiones de La Granja. A una de ellas, frente a nuestros perplejos ojos, le salieron unas patitas y unos brazos. ¡Si hasta tenía ojos! No sé de dónde surgió una pala diminuta y se puso a excavar, mientras Nikon corría alborotado a nuestro alrededor y nosotras no reaccionábamos. Cuando logró hacer un pequeño agujero, se metió dentro de un salto y el perro se apresuró a rellenar el hueco que quedaba con tierra. En menos de lo que dura un estornudo, una enorme planta empezó a crecer, subiendo y subiendo hasta perderse en las nubes blancas que cubrían en jardín.

Aunque os parezca increíble, mi mente estaba más pendiente de las palabras subrayadas que nos había traído Nikon, que del crecimiento espontáneo de aquella judía con vida propia. En el fondo, yo sabía qué estaba pasando.


- Lo siento Mayte –dije disculpándome.

Ella, sin dejar de mirar hacia el cielo, preguntó:

-¿Qué es lo que sientes?

-Verás –contesté intentando explicar lo inexplicable-, creo que ya sé que hacemos aquí. Me da la impresión, de que he metido en tantos líos a mis siete personajes, que han querido que pruebe un poco de mi propia medicina. El papel que traía Nikon, es la clave y si tú estás aquí, es porque eres la solución.


Mayte, que había cambiado la dirección de su mirada, me observaba como decidiendo si regía con normalidad o me faltaba una camisa de fuerza. Ordenó un poco sus ideas y me dijo:

-A ver si lo entiendo, estamos aquí porque unos personajes que no existen, han decidido gastarte una broma mandándonos a un sitio que tampoco existe y del que debemos salir descubriendo algún tipo de acertijo.

-Bueno, exceptuando el hecho de que Nikon si que existe, todo lo demás es correcto –contesté mientras me daba cuenta de lo absurdo que parecía todo.

-¡Genial! ¿Por dónde empezamos? –gritó entusiasmada.

En ese mismo momento, me di cuenta de dos cosas. Primero, no creo que en todo el mundo hubiera otra persona más adecuada para acompañarme en esta aventura. Y segundo, por alguna extraña razón, a la planta que parecía no tener fin, le había salido una hoja gigante en su base, casi pegada al suelo. Intentando no hacerle mucho caso al “hierbajo” familia de las papilionáceas, que diría alguno de los listillos de los trillizos, me dispuse a contestar a la pregunta de Mayte:


-Creo que deberíamos centrarnos en el papel que nos ha dejado Nikon.


Justo al acabar de hablar, oímos un ligero “pop” que provenía de la planta. Nos giramos los tres a la vez (perro incluido) y vimos como a la derecha de la primera hoja, pero un poco más arriba, salía un nuevo brote del que a su vez, iba creciendo otra hoja gigante.

-Esto debe significar algo –dijo Mayte- ¿Recuerdas cuando ha salido la primera hoja?

Pero por más que pensaba, no conseguía recordar el momento exacto.

-Lo siento, pero no logro recordarlo –contesté con sinceridad.

Y justo en ese instante, se volvió a repetir el proceso, primero el “pop”, luego el brote y por último la hoja. Esta vez, a la izquierda y de nuevo más alta que la anterior.


Mayte cogió en silencio el papel babeado por Nikon, y comenzó a estudiarlo con atención, tan concentraba estaba, que casi no me atrevía a respirar por miedo a molestarla. Me dediqué a observar a Nikon que se lo estaba pasando cañón saltando de una hoja a otra, parecía que estaba en una cama elástica.


Sin darme cuenta de que hablaba en voz alta, solté una carcajada y dije:


-Nikon, parece que estés subiendo y bajando una escalera.


-¡Eureka! –gritó Mayte dándome un susto de muerte-, está clarísimo, mira que leemos si ordenamos las palabras de la forma adecuada.

La solución no era ponerse a cantar (confieso que con eso de que la frase acabase por "la la" hizo que me entrasen ganas) sino de aplicarle cierto orden al caos.

-" Con la verdad encontrarás la salida" –dije convencida.

Claro que una cosa era ordenar la frase y otra muy diferente averiguar de qué verdad hablaba. Estábamos casi como al principio. Repasamos nuestra breve conversación y llegué a una conclusión. Probé, para ver qué sucedía.

-Soy altísima, rubísima y tengo unos increíbles ojos azules –dije sorprendiendo con la tremenda bola a Ángels. La hoja sobre la que saltaba Nikon se esfumó y el pobre se dio un porrazo. Menos mal que no estaba demasiado alto-. Prueba tú a decir algo, esta vez, que sea verdad, por ejemplo… ¿Qué es lo que más te gusta hacer?

Ángels sujetó a Nikon en sus brazos, lejos de la planta, para que no sufriera otro descalabro.

- Soy de gustos muy sencillos. Me gusta disfrutar de la compañía de mi familia, tengo la suerte de tener un marido, hijos, hermanos y sobrinos muy divertidos. Pero si hablamos de algo que me hace perder la noción del tiempo, que consigue que me olvide hasta de quien soy, eso es leer. Cuando encuentro un libro que me engancha, mi mente, se mete entre las páginas y lo demás deja de existir. Reduzco las horas de sueño, las de ver la tele, y si no fuera porque tengo obligaciones laborales y familiares, me olvidaría hasta de respirar. Eso solo me pasa mientras leo o mientras escribo.

Una hoja nueva le salió al tronco. Parecía que la planta se estaba transformando en una escalera de caracol. Trepé hasta ella y me sorprendió lo sólida que parecía. Aguantaba mi peso sin doblarse lo más mínimo.

-Eso es –dije-. A la planta le salen hojas cuando escucha algo que es cierto… A lo mejor…

-… la salida está arriba. ¡Tenemos que ser sinceras y la planta nos mostrará el camino de vuelta a casa!

Ángels subió a la enorme hoja, a mi lado, y entonces le lancé otra pregunta:

-¿Qué leías cuando eras pequeña?

- De eso hace unos cuantos años je,je,je. He de explicarte, que mi padre me enseñó a leer antes de cumplir los cuatro años. Incluso me enseñó a contar un segundo cuando encontraba una coma, y tres cuando encontraba un punto. Así que cuando las niñas de mi clase iban por el ma, me, mi, mo, mu; yo ya había acabado el libro. Como cualquier niña, mis primeras lecturas fueron cuentos -por cierto sospechosamente parecidos a esto que estamos viviendo-, al principio con dibujos y no mucho después, todo texto. Que yo recuerde, siempre he devorado los libros que encontraba por casa y eran muchos. He leído hasta enciclopedias. Pero lo que supuso un descubrimiento a los diez años, fue un libro de Agatha Christie. Ya lo he contado en alguna ocasión, hice trampa; en cuanto apareció el primer cadáver fui directa a las páginas finales para saber quién era el asesino. Cuando retomé la lectura de aquella novela ya sabiendo el desenlace, seguí no solo la trama, sino la lógica de la autora. Pude ver con total claridad como Agatha, iba poniendo trampas intentando despistar al lector o como dejaba sutilmente algún dato importante medio escondido en un párrafo. Sencillamente me fascinó seguir paso a paso la mente de la novelista y pensé: “yo quiero hacer algo parecido”.

Una nueva hoja, un escalón más que nos acercaba a las nubes, surgió ante nuestros atónitos ojos. Seguí con la entrevista improvisada.

-¿Cuándo decidiste ponerte a escribir Siete Historias y por qué? –le pregunté mientras nos acomodábamos en la siguiente. El suelo empezaba a verse un poco más lejos.

-La culpa es de los Cumulonimbus. Habíamos hecho planes para irnos de camping la Semana Santa de 2007, pero la previsión del tiempo daba lluvia a “tutiplén”, así que decidimos quedarnos en casa. Por otra parte, Irina, que en ese momento tenía ocho años, estaba sufriendo acoso escolar. ¿Qué hacer durante cuatro días lluviosos para evitar el monotema del sufrimiento en la escuela? Pues no sé muy bien cómo se me ocurrió, pero pensé en escribir junto a Irina una historia donde ella fuera la protagonista. Por supuesto, en esa historia tenía que sobresalir la parte positiva y bonita del ser humano. Evidentemente, ella se cansó el primer día y a mí, se me fue de las manos. Así que podríamos decir que “Siete historias”, es fruto de la lluvia.

Pensé un poco antes de lanzar la nueva pregunta, no sin antes mirar hacia arriba para comprobar si las nubes, ese día, anunciaban lluvia.

-Lo que estudiaste, ¿te ha servido en esta aventura literaria?

-Te confieso que por un momento he acariciado la idea de echarme flores sobre mi época de estudiante, pero mirando hacia abajo, me he dado cuenta de que no es el mejor momento. No he sido una buena estudiante. Bueno, cuando las materias me gustaban (lengua, historia y ciencias naturales), era la número uno, pero yo no lo consideraba estudiar, era placer. Tuve una profesora de las de verdad, que, a pesar de que se tiraba de los pelos cada vez que me pedía los deberes, alimentó aún más si cabe, mi pasión por la literatura. Cuando acabé la E.G.B, como casi todos los de mi generación, comencé a trabajar, principalmente cuidando a niños y a personas mayores. Lo compaginaba con un trabajo no remunerado en una emisora de radio. El mundo de la radio, me enseñó el arte de la comunicación. Por otro lado, mi mente siempre inquieta e insatisfecha, nunca se ha conformado con estar en modo “stand by”, así que nunca he dejado de aprender. Te parecerá una tontería, pero cuando escucho hablar de algo sobre lo que no mucho, me dedico a buscar información hasta que mi curiosidad queda alimentada.

Le confesé que yo tampoco hice los deberes en toda la E.G.B. (por eso ahora cumplo un castigo de hacer deberes todas las tardes del resto de mi vida) y que escribo por dos razones: una, porque lo necesito, mi mente no sabe estarse quieta demasiado tiempo. La otra, porque me gusta inventar cosas para los que tengo a mi alrededor, o simplemente servirles de cronista para que algunos recuerdos familiares no se pierdan. Me acordé que en Siete Historias hay algo de eso. Inesperadamente, mi confesión le añadió otro escalón a nuestra improvisada escalera y animó a Ángels a contarme sus razones.

- Cuando mi padre murió, Irina tenía un año y Héber doce. Héber y mi padre, siempre estuvieron muy unidos, parecían dos críos. Se peleaban, se reconciliaban y no podían pasar un solo día sin verse. Mi hija creció escuchando maravillas de un abuelo al que apenas conoció y muchas veces se lamentaba por ello. He de aclarar que todas las cosas que cuenta Natalia en su historia, son cosas que de verdad le pasaban a mi padre, incluido lo de la guerra de Sidi Ifni , así que, como material no me faltaba pensé que, plasmarlo en un papel en forma de historia, sería un bonito homenaje a mi padre y un regalo para mis hijos. Lloré mientras la escribía y lloro cada vez que la leo. Mi madre, murió cuatro años después que mi padre. Fue absolutamente inesperado y literalmente de un día para otro. Cuando escribí el libro, aún no había superado lo de mi padre y lo de mi madre, que era uno de mis mayores apoyos, me superaba, por eso no hablo mucho de ella. Y esta, es “la historia de la historia” de Natalia, eso y el tener muy reciente el paso de Héber por la adolescencia.

La nube estaba ahí, muy cerquita ya, procurábamos no mirar hacia abajo para no sentir cierto vértigo. Calculé que en tres o cuatro respuestas sinceras, los escalones nos permitirían comprobar qué se siente paseando por las nubes. ¿O eso ya lo sabemos los que nos dedicamos a inventar historias? En todo caso, pregunté:

-¿Tú por qué decidiste autoeditarte? ¿Mandaste el libro a alguna editorial?

- Primero tuvieron que convencerme de que publicara. De eso se encargaron principalmente mis sobrinos y un par de amigas. Una vez tomada la decisión, me topé conmigo misma. Uno de los muchos defectos que tengo, es la impaciencia. Solo de pensar en la espera mínima de seis meses para que una editorial te diera los buenos días, me ponía los pelos de punta, así que dije aquello de: “pasopalabra”. Mi idea en principio, era buscar una imprenta y hacer 10 o 20 ejemplares para regalar a la familia y amigos. Pedí presupuestos y salía una burrada por ejemplar. Entonces escuché hablar de la autopublicación y pensé que era una buena idea. Lo que realmente superó mis expectativas y a mi misma, es que el libro tuviera tanta aceptación, sobre todo entre los blogueros.

Sus razones, tan parecidas a las mías, me hacían pensar en que quizá esa era la razón que nos podía haber puesto en contacto. No me di cuenta, perdida entre mis pensamientos, que había hecho dos preguntas y a sus dos respuestas le siguieron un par de escalones más.

- ¿Cuándo nos vas a regalar otra novela?

-La respuesta más sincera, es que no lo sé. Por un lado, en mi cerebro hay tres novelas prácticamente terminadas que me piden a gritos una carpeta para cada una en mi ordenador. Por otro, la parte miedica de mi personalidad está paralizada. Siete historias es un libro muy especial que ha gustado mucho, fue escrito sin esperar a ser leído, ¿y si no soy capaz de hacerlo otra vez? No sé si sabré estar a la altura y eso me tira para atrás a la hora de avanzar con mis escritos. Tampoco tengo claro si publicaré físicamente un libro, o si por el contrario, lo haré solo en formato digital.

-¿Te confieso una cosa? –dije asegurándome de que lo que iba a decir fuera verdad de la verdadera-. Es miedo tuyo es igualito, igualito al mío.

Con las últimas respuestas, las hojas directamente, nos situaron encima de la nube. Al principio nos asustó la sensación, el suelo no era tan firme como en la hoja pero era muy agradable. Nikon se bajó de los brazos de Ángels y se puso a corretear, levantando a su paso diminutas nubes de vapor que trataba de atrapar.

Nos reímos con ganas al ver la escena. Cada vez que Nikon conseguía pillar una de aquellas nubes, un montón de diminutas gotitas de agua le cubrían por completo haciendo que él se sacudiera de una forma muy graciosa. Pero a pesar de esas risas, las dos sentíamos una especie de nudo en la garganta. Esta última media hora de nuestras vidas, había sido extraña, surrealista, casi de locos o, como diría uno de los trillizos –probablemente José- “flipante”, pero ambas sabíamos que el vínculo que se había formado entre las dos a base de sinceridad, era algo que duraría mucho tiempo a pesar de que, probablemente, nunca más volveríamos a vernos. Como por un impulso nos abrazamos y solo acerté a decir:


-Mayte, ha sido un privilegio compartir contigo esta aventura. Cuídate y no dejes nunca de escribir.


Ella, visiblemente emocionada me dijo:

-Lo mismo te digo. Ha sido genial, Ángels, me ha encantado conoceros a Nikon y a ti. Y tranquila, no creo que aunque quisiera, fuera capaz de dejar de escribir.

Fue entonces, cuando noté un tirón suave de mi pantalón. Era Nikon que insistía en que lo cogiera en brazos. En el mismo momento que él se acomodaba, justo cuando yo parpadeaba, la nube, la planta y hasta Mayte, desaparecieron dejando ante mi vista la pantalla del ordenador. Volvía a estar en casa y tenía un correo nuevo. Más por inercia que por saber realmente lo que estaba haciendo, lo abrí. Era de Mayte, os dejo como despedida sus palabras.

"¿Soy yo que he perdido la cabeza del todo o nos hemos colado en un cuento?"



Ángels Om
Mayte Esteban
Enero, 2012.

domingo, 29 de enero de 2012

AVALANCHA DE PREMIOS

Desde el blog Librería de Ilusiones, administrado por Li y Lu, me han llegado tres premios. El primero es este:


Premio P.L.U.R.


Son las siglas en inglés de Paz, Amor, Unión y Respeto. Hay que contestar a un pequeño test:

1.- ¿Qué significa para ti P.L.U.R.?

Cuatro palabras básicas en la vida, que a muchos se les olvidan.

2.- Escribe una frase sobre el respeto.

Creo siempre que debemos tener esa palabra en mente pero no solo con las personas sino con todo lo que nos rodea, ya sean los animales, el medio ambiente o el espacio de los demás.

3.- Si ves alguna injusticia, ¿qué haces?

Mucho menos de lo que debería, seguramente.

4.- ¿Cuáles son tus ideales de una persona correcta?

Alguien que nunca hace daño a propósito, que ayuda a los demás siempre que puede y que no es rencorosa. Hay dos cosas que no soporto de una persona: que sea rencorosa y que sea cotilla. Que no es lo mismo que curioso, todo sea dicho.

Con este han llegado otros dos premios más:

Premio Tu blog es muy dulce





Premio Sunshine Award



Y otro más. Desde el blog de MaryLin, Los libros de la Bruja, me llega el premio...

Tu blog me inspira.



Todos estos premios, con cariño, se los paso a los siguientes blogs:

http://astarielle-miblog.blogspot.com// La voz de Astarielle, por ser tan personal.

http://mislecturasymascositas.blogspot.com/ Mis lecturas y más cositas, porque no se olvida de la poesía.

http://lacavernautopica-literaria.blogspot.com/ La caverna literaria, porque siempre me descubre libros.

http://lasombradelashoras.blogspot.com/ El tiempo de Román, porque me gustan sus relatos.

http://librosyexcursiones.blogspot.com// Libros, exposiciones, excursiones, porque me gusta cómo me cuenta las cosas.

http://www.librosquevoyleyendo.com// Libros que voy leyendo, porque me da envidia :( todo lo que lee,

http://aleertoca.blogspot.com// A leer toca, porque no se muerde la lengua.

http://loslibrosdelabruja.blogspot.com// Los libros de la bruja, porque me gustan sus pociones.

http://eluniversodeloslibros.blogspot.com/ El Universo de los libros, porque me encantan su entusiasmo y sus ideas. Y porque desde ayer me gusta también mucho en persona.



viernes, 27 de enero de 2012

LA SORPRESA DE HOY: LA ARENA DEL RELOJ.

Hoy no tenía prevista ninguna entrada, pero un correo me ha hecho cambiar de idea. Otro de esos correos automáticos que me llegan para informarme de mis "ganancias de creador". He ido a la página y cuál ha sido mi sorpresa al comprobar que La arena del reloj, hoy, ocupa el número cinco en el top ten de Memorias y biografías.

Nunca había estado entre los diez primeros que yo recuerde, el mejor puesto puede que haya sido el 20, por eso no esperaba encontrarlo entre los privilegiados que aparecen en esta página. Sé que esto es circunstancial y efímero, pero no por ello deja de ser emocionante.

Este enlace os lleva directamente a la lista, a la derecha de la pantalla. Enero de 2012 está demostrando ser un mes muy generoso conmigo. Esperemos que febrero siga igual y que El medallón de la magia tenga, por lo menos, una acogida semejante.

Gracias a los que habéis hecho posible esto.

jueves, 26 de enero de 2012

MARCADOS

Jueves otra vez, y os adelanto algo más de El medallón de la magia. Creo que esta es una de las historias relacionadas con ella que más me gustó inventar.




Álex, mi hijo, tiene una mancha desde que era un bebé. Nació sin ella, o al menos yo no me fijé en que hubiera nada especial en él cuando me lo dieron. Poco a poco empezó a notársele una zona un poco más oscura en el lado derecho del cuello y en su interior, con el tiempo, empezaron a salir lunares. No me pareció normal, un día eran cinco y a la semana siguiente doce, así que le llevé a su pediatra, que inmediatamente me mandó al dermatólogo donde le diagnosticaron un nevus spilus, una lesión cutánea que se considera habitualmente benigna, aunque se han descrito cambios malignos, por lo que hay que vigilarla anualmente.

Me ha salido un niño aprensivo, así que para que no lo identificase como un problema serio, inventé una historia: no era nada malo, sólo una marca que le señala como alguien muy especial. Amanda, la protagonista femenina de El medallón de la magia, como Álex, tiene también sus marcas en el cuello. Intentaba que su "tatuaje natural" fuera para él algo distinto a una enfermedad.

Ahí os dejo una foto de la mancha real. La imaginaria, la de Amanda, protagoniza la portada del libro, que os mostraré muy pronto.

miércoles, 25 de enero de 2012

REGÁLALE NIVARIA.

Dentro de poco llegará el día de los enamorados. Para celebrarlo, desde la página de Nivaria, la novela de Óscar R. Arteaga, te hacen una propuesta: regálale un libro a tu pareja. Y, ¿por qué no éste? Nivaria está llena de sentimientos, de sueños, de viajes y de amor.


Para que el regalo sea todavía más especial puedes conseguir el libro dedicado personalmente por Óscar, con un empaquetado especial y un detalle romántico. Y por si te parece poco, sin gastos de envío hasta el día 14.

Os dejo el enlace de la página donde se dan todos los detalles. Yo os recomendé ya Nivaria y lo seguiré haciendo.

Me encantó.

martes, 24 de enero de 2012

PREMIO BLOGUERO

Hace tiempo que no recibía un premio de estos. Esta vez es éste:


Se lo tengo que agradecer a Dácil, del Blog de una madre desesperada. Gracias, guapa. Con todo el trabajo que tienes ahora y lo poco que te deja dormir Iván, aún buscas un hueco para repartir alegría. A mí me alegran estas cosas, por lo menos.

Tengo que responder a unas preguntitas. Allá voy:

1. Elige un momento de tu vida muy importante, sólo uno.
    El día que nació Aitana. Me sentía muy bien después del parto y sentí que mi familia estaba completa.

2. ¿Qué lugar del mundo te gustaría visitar y no conoces?
    Nueva York y México D.F. ¿Por qué? Pues porque ya he estado en París, en Londres y en Atenas, que también me apetecían. Pero se va a quedar en un deseo, me temo.

3. Haz un menú con tu comida favorita, 1º plato, 2º y postre.
   Me encanta comer (ojala no), así que prefiero que me sorprendan a pensar. Hoy todavía no sé qué comeremos, improvisaré, como casi todos los días.
4. Si al trabajo se refiere. ¿Cuál sería tu trabajo perfecto o profesión sin pensar en salarios?
   Escribir, escribir, escribir.
5. ¿Recuerdas cuándo y por qué reíste la última vez? Cuéntalo si lo recuerdas.
   Me río mucho en los cafés con mis amigas. Acabo de venir de reír un rato.
 
Tengo que entregarle el testigo a cinco blogs, cinco sólo, que considere que se lo merecen. ¡Uf! Bueno, Me he puesto y me han salido seis, espero que quien organizó el premio me perdone haberme pasado.
 
Hojeando mundos
Yo soy bibliófila
Mundo paralelo
O Meu Cartafol
Reseñando que es gerundio  y......
Libros, exposiciones, excursiones.
 

lunes, 23 de enero de 2012

LOS CUENTOS DE PEP BRUNO

Esta semana hemos recuperado una buena costumbre, la de tomar prestados libros de la biblioteca. En realidad la costumbre la habíamos perdido porque donde vivo no funciona demasiado bien, por eso hace mucho que mis hijos tienen el carné de la biblioteca de Cabanillas del Campo, donde vive su abuela, que sí es un ejemplo de cómo tienen que funcionar estos lugares. Es una biblioteca viva. Es en el verano cuando suelen ir casi todas las mañanas, cuando se quedan unos días en la casa de mi madre, a buscar sus lecturas. Pero esta semana, coincidiendo con una visita que le hemos hecho, ha sido la abuela quien les ha traído tres cuentos.

Los tres sirvieron para que Aitana tuviera su dosis de palabras nocturnas, antes de ir a dormir.


Todos son de Pep Bruno: La casa de mi abuela, La noche de los cambios y Pétala. Cada uno de estos cuentos breves está acompañado de unas ilustraciones preciosas. En el caso de La noche de los cambios son de Lucie Müllerova, La casa de mi abuela ha sido ilustrado por Matteo Gubellini y Pétala por Luciano Lozano.

¿Qué se puede contar de un cuento que se resuelve en pocas líneas? Poco sin destriparlo, así que hablaré de las risas de Aitana con La noche de los cambios, sobre todo cuando descubrió donde estaban las 37 ovejas, o de lo que le gustó en Pétala que la lluvia y la sonrisa del sol formaran el arco iris. Probad, vosotros que sé que tenéis niños, a contarles algún cuento de Pep. Les van a encantar. Estos tres son de OQO Editora.

Si queréis saber más sobre este autor, pinchad aquí.

sábado, 21 de enero de 2012

HE VENDIDO UN LIBRO...

Emocionada estoy. No me lo podía creer cuando abrí mi correo y me encontré con el email de confirmación de "ganancias de creador". Ya, ya sé lo que pensáis. ¡Vaya cosa! ¡Un libro! Bueno, tiene sus matices y su explicación.


El miércoles vendí un libro en papel a través de la página donde lo publiqué. Los beneficios no los cobraré en la vida, son ridículos, pero es la primera vez que vendo un ejemplar de La arena del reloj a través de ellos. Ha ocurrido unas cuantas veces con Su chico de alquiler, pero éste estaba virgen en ese aspecto.

Los otros ejemplares que circulan en papel sé casi, uno por uno, quién los tiene. Incluso la mayoría están firmados por mí, con una dedicatoria personal e intransferible. Los otros libros, los electrónicos, están en descarga gratuita desde hace mucho, casi el mismo tiempo que hace que en esta página anularon el contador de descargas. No tengo ni idea de los que circulan por ahí en este formato y, sinceramente, no me preocupa. Creo que no significa nada. Una descarga no equivale a una lectura, ni siquiera se puede saber si todas fueron hechas por la misma mano...

Mi emoción tiene que ver con dos cosas: la persona que se lo ha comprado, Román, un compañero escritor que al que podéis leer en su blog El tiempo de Román y el hecho de que, desde que empezó 2012, La arena del reloj parece que ha adquirido vida propia. Me devuelve comentarios que a veces me tocan. No sé si me asusta casi más que me gusta, la verdad. Nunca he pretendido insistirle demasiado a nadie que lo lea, y si existen tantas personas que lo tienen en papel es porque lo han pedido y no he tenido inconveniente en hacer de intermediaria. Lo que me resulta curioso es que, justo ahora que he logrado decidirme a publicar el último libro, empiece éste su camino "virtual". He optado, con todas las precauciones del mundo, seguir ciertos consejos y darle una última oportunidad, brindándole por lo menos el mismo apoyo que a los libros de otros autores. Es mío, ¿no? Supongo que es lo que debería haber hecho desde el principio.
Los que frecuentáis el espejo sabéis que se pueden descargar gratis mis dos primeras novelas, pero por si alguno no se ha enterado, os dejo el enlace de Érase una vez… mi tienda virtual. Seguro que queda algún despistado. Ahí veréis que también se pueden comprar en papel.

Otra cosa más.
 
Como ya os he repetido, una de las cosas más emocionantes que me han pasado en todo este follón de publicar libros y dejarlos sueltos por ahí para que la gente que quiera se los lea, son las palabras que me llegan de vuelta. En mi caso, aunque hay reseñas, los comentarios más increíbles han llegado en privado, a través de mi correo electrónico. La mayoría de las veces no eran de las personas que quizá yo esperaba, porque tengo con ellas una relación algo más estrecha, sino de gente desconocida. Debe ser cierto en mi caso que las cosas en mi vida jamás suceden como cabría esperar, pero esta imprevisión que siempre me acompaña tiene su gracia. Nunca sé lo que puedo esperar, nunca sé cuándo la vida me va a sorprender. Supongo que cuando llegue algo de alguien que espero que llegue (ya me he liado con la frase) me caeré del susto.


Entre todo, creo que destaca este pequeño relato de Sandra Molina. Me devolvió palabras por mis palabras, una historia por mi historia. Está publicado en su blog. Lo transcribo aquí porque este es mi mundo y quiero que se quede. Habla de su padre, al que perdió cuando era muy joven. Me ha encantado.

El sordo reloj mudo


“Hoy lo he recordado. Después de tanto tiempo me ha venido a la mente ese reloj plateado que llevabas siempre enganchado al pantalón con una cadena y que guardabas celosamente en tu bolsillo derecho. ¿Qué habrá sido de él? Seguramente esté guardado en algún cajón de tu mesilla, aún intacta, junto a tu billetera de piel marrón y tu agenda de bolsillo.

Al principio, no entendí por qué ese reloj, por qué no llevabas uno de pulsera, como todo el mundo. Más tarde me di cuenta. Tú lo hacías especial al sacarlo orgulloso del bolsillo del pantalón de pana, porque tú eras especial. Eráis compañeros, dos almas gemelas que latían a la par.

Me gustaba ese reloj. Oía su incesante "tic tac" cuando todo era silencio, al igual que tu corazón, cuando me sentaba junto a ti y posaba mi cabeza en tu pecho, intentando encontrar ese ritmo acompasado. Tal vez por eso me gustaba tanto.


Cada cierto tiempo, le dabas cuerda, impidiendo que se apagara, reavivando su motor y evitando su sufrimiento. Posiblemente porque era impensable la vida de uno sin el otro.


Pero un día, tu corazón se apagó y dejé de oír el reloj. El pequeño objeto plateado se quedó sordo, ya no oía ese compás que siempre le acompañaba. Se sintió inútil e impotente no pudiendo dar cuerda a tu corazón, como tantas hiciste tú hiciste con él. Desde ese instante, decidió que ya no era necesario decir nada más y enmudeció para siempre.”

SANDRA



Creo que es imposible expresar más sentimientos con menos palabras.
 
¡Feliz fin de semana!

viernes, 20 de enero de 2012

LA REALIDAD Y EL DESEO

Me paso la vida tomando apuntes, aunque no hagan falta.

Con este nombre se recoge toda la obra de Luis Cernuda a partir de 1936. Siempre me ha gustado este título porque creo que resume el conflicto que alguna vez tenemos todos con nosotros mismos: lo que realmente deseas choca de frente con tu realidad, provocando un tumulto en tus sentimientos que, en ocasiones, no es fácil de manejar.


De Luis Cernuda nos hablaron poco en el colegio. Su exilo, primero a Inglaterra, más tarde a Estados Unidos y finalmente a México, donde murió en 1963, mantuvo sus palabras lejos mucho tiempo. No ayudó nada su condición de republicano, y mucho menos su inclinación sentimental, para que se le prestase atención durante muchísimo tiempo y, cuando finalmente se abandonaron prejuicios, su nombre quedó medio oculto entre otros grandes de su generación, como Alberti o Lorca.

Pero a mí el que me gusta es él. Supongo que en mi mente me salto el carácter huraño que dicen que tenía y lo dibujo sólo con los otros rasgos de los que hablan quienes le conocieron: su sensiblidad exagerada y vulnerable, esa necesidad de buscar la belleza y esa angustia por alcanzar lo inalcanzable. Y el amor, la razón última de su existencia.

Hay palabras que te tocan, porque sí, porque les da la gana. Al principio son un susurro, luego te acarician y a la que te despistas te roban el alma. Hay frases que de puro simples, son perfectas (*). Este fragmento de poema, perteneciente a Los placeres prohibidos, las palabras que contiene, son de Luis Cernuda pero cuando las leo en voz alta, con su permiso, me pertenecen.

Un roce al paso,
una mirada fugaz entre las sombras,
bastan para que el cuerpo se abra en dos,
ávido de recibir en sí mismo
otro cuerpo que sueñe;
mitad y mitad, sueño y sueño, carne y carne, (*)
iguales en figura, iguales en amor, iguales en deseo.(*)

Aunque sólo sea una esperanza
porque el deseo es una pregunta cuya respuesta nadie sabe.

¿Alguna vez un libro os ha tocado muy dentro?
Lanzo una pregunta para valientes que se atrevan a contestarla.

jueves, 19 de enero de 2012

CÓMO NACIÓ EL MEDALLÓN DE LA MAGIA

Un pequeño adelanto de cómo nació esta novela.

Esta debería ser una historia de espadas y magia, pero por más que lo intentamos las espadas brillan, pero por su ausencia. Un día mi hijo, con seis años, me pidió un cuento y yo, como soy su madre y le quiero se lo regalé. Ese regalo, sin embargo, tenía una condición: él sería mi guía. Yo me iba a limitar a escribir lo que él quisiera, los personajes se llamarían como le apeteciera y elegiría desde los escenarios hasta las aventuras se que iban a vivir en el cuento. Por mi parte, trataría de que la historia incluyera elementos con los que él aprendiera algo de Historia. Aceptamos los dos y nunca me pude imaginar lo fácil que iba a resultar en algunos momentos y lo enrevesadamente difícil que me lo pondría en otros. Pero el reto lo superamos ambos y el medallón, con tiempo y paciencia comenzó a brillar. Hoy, nuestra historia, abandona la estantería familiar para intentar abrirse un huequito en vuestros corazones. ¿Os animáis a conocerla?


El medallón de la magia estará disponible en lulu a partir del próximo 25 de febrero.

miércoles, 18 de enero de 2012

LA DEDICATORIA DE LEA TOBERY

Hace ya tiempo, Lea Tobery, la autora de Resurreción informó a sus lectores que en su próxima novela iba a incluir, en la dedicatoria, a las personas y los espacios que le habían prestado su apoyo. Esta mañana, cuando he entrado en internet y he empezado mi habitual exploración de blogs, me he encontrado que este blog, El espejo de la entrada, y yo misma estamos en esa dedicatoria.

La próxima novela de Lea se llama Vapor y está previsto que se pueda acceder a ella en el mes de abril, así que hasta entonces tendremos que conformarnos con leer Resurrección. No es un mal plan, la verdad.

De momento, os animo a que indaguéis en su blog.

martes, 17 de enero de 2012

DAR Y RECIBIR

Al principio, el comercio era un caos. Empezamos por algo que se llamó trueque, un intercambio en el que cada uno ofrecía lo que tenía y se lo cambiaba a otro. El valor real no importaba demasiado. Al fin y al cabo, cuando se necesita un lápiz y no se tiene, si alguien lo cambia por el bolígrafo que le sobra, sentirá que no pierde nada en el trato. En la balanza imaginaria donde los poníamos se pesaban, no sólo los gramos, sino también elementos subjetivos como su utilidad y su necesidad en ese momento.


Un buen día surgieron los conflictos, eso de que lo mío vale más que lo tuyo, porque ha costado más producirlo… un caos que desembocó en la idea de inventar el dinero. Simplificó muchas cosas, la verdad. Es fuente de otros miles de conflictos posteriores, pero en ese primer contexto, fue una buena idea. Ahora no sé si tanto.



Pero no quería hablar de dinero sino de sentimientos. Cuando alguien da mucho, se ofrece a los demás, también espera de algún modo que los demás le devuelvan algo. Diga lo que diga en público. Los sentimientos no se pueden medir y por lo general es cierto que las personas expertas en dar se conforman con muy poquito. A veces, sólo una sonrisa, una palabra, un mensaje de vuelta. Para ellas es suficiente pero tan necesario como en el trueque primitivo que existieran, al menos, objetos en los dos lados de la balanza.

Hoy he visto tristeza en la mirada de alguien que siempre da. Cansancio. La sensación que transmitía es que ya no siente la alegría de antes haciendo lo que hace por los demás porque no recibe a cambio ni el medio minuto que hace falta pararse para escribir un gracias. Con una palabra o con un beso. Se ha dado la vuelta, ocultando su rostro unos instantes, y al volver a mirar ha seguido con su entrega habitual, tratando de ponerle una pasión que, ahora lo sé, ya no siente. No creo que nadie más que yo haya notado su enorme desencanto con todo. Yo lo entiendo. No en la misma medida, pero muchas veces siento que doy más que recibo. Es lo malo de tener la manía de leer entre líneas: no es lo mismo emocionar que ser emotivo. Hay millones de kilómetros de distancia.

PASADO

Llegó a casa y soltó el bolso en cualquier lugar, sin molestarse en si aquel gesto era el adecuado. Las noticias en la última revisión eran demoledoras: el tumor avanzaba rápido y el tratamiento ya no estaba resultando eficiente. Mientras la doctora hablaba, con toda la parafernalia técnica que acompaña a estas explicaciones, ella pensaba en sus propias cosas, sus asuntos pendientes, esos que consideró de pronto más importantes que nada.

Daba lo mismo el tiempo que le quedase si era suficiente para lo que tenía que hacer.

El abrigo fue a parar al suelo. De un vistazo recorrió la entrada de la casa. Descolgó un cuadro y lo puso en el suelo. Lo había pintado de pequeña y era horrible, pero era suyo y por eso tenía su lugar en casa. Para nadie más tendría sentido conservarlo. Entró en el salón y fue vaciando cajones, sacando de ellos cualquier objeto que a ojos de alguien que no fuera ella misma tuviera algún valor. Le siguieron su habitación, su armario, su carpeta de documentos, incluso el disco duro de su ordenador… uno por uno los fue despojando de las partes de su alma que los componían.

Cuando acabó era tarde, muy tarde, y un buen montón de cosas esperaban en la entrada de casa. Necesitó cinco viajes al contenedor de basura. Exhausta por el esfuerzo que todo esto supuso para sus menguadas fuerzas se acostó en su cama. No se durmió enseguida pensando si todavía quedaban asuntos pendientes. Había uno, ser capaz de deshacerse de los recuerdos que anidaban en su mente. Sonrió porque para eso quedaba muy poco tiempo.

Ya no había futuro.

lunes, 16 de enero de 2012

OBSESIÓN, DE ANTONIO LAGARES.

Supe de la existencia de este libro casi desde el momento en el que entré a formar parte del grupo Reseñas de Facebook. El que se tratase de relatos cortos frenó un poco el interés por él, ya que, aunque sabía que todos tienen un hilo conductor, el título me desconcertaba. Anticipaba una sensación que en principio no me apetecía experimentar. Sin embargo, cuando Tatty, desde El universo de los libros, propuso dedicarle un mes al autor, no me lo pensé. Me apetece darle apoyo a gente que escribe y no es demasiado conocida y he descubierto verdaderas joyas en esta aventura. También sé, por experiencia, que los libros que menos te llaman la atención en principio pueden esconder una historia que te toque. Yo estoy abierta a descubrir.


Obsesión reúne relatos cortos en los que se analiza el comportamiento humano. A cada uno de los relatos le acompaña una ilustración que resume la esencia del mismo. Me ha sorprendido, sobre todo, el hecho de que estén muy bien escritos, con una prosa fluida y elegante que te arrastra en la lectura. Entre los libros que he leído en los últimos meses había un poco de todo, desde quienes utilizan un lenguaje llano para acercarse al lector, demasiado llano en algunos casos puntuales, hasta otros que se pierden en la grandilocuencia de sus frases. Antonio Lagares logra la medida justa: no se pierde entre palabras vacías, ni redacta con una sencillez excesiva. Para quien le gusta leer, para quien disfruta de verdad con las palabras, este libro es una delicia.

Por otro lado están los argumentos de cada relato. Cada historia es diferente y, sin embargo, cada lectura te hace llegar a la misma conclusión: lo complicada que es la mente humana, lo frágiles que somos en realidad. Tengo una costumbre que a lo mejor es chocante para muchos: retardo las lecturas que me gustan mucho. Un libro que me está llenando no me lo bebo de golpe, lo saboreo como se saborea una copa de buen vino. Por eso este me ha costado varios días, porque cada relato ha tenido su tiempo para que pensase en lo que me había ido contado el autor. No sabría con cual quedarme, la verdad. Cada uno encierra en sí mismo lo que podría ser el germen de una novela y, a la vez, no creo que hagan falta más palabras para contarlo todo. Escribir relatos breves, por lo menos a mí, me parece más complicado que enfrentar una novela. Hay que ser capaz de construir en la mente del lector una historia completa, dejarle también puertas abiertas a su reflexión y cerrarlo por completo. En diez páginas. Difícil pero no imposible, Antonio lo demuestra.

Entre los relatos, con El despertar he recordado a Kafka y en El paseo incluso me he reído con los dos locos que se creen Don Quijote y Sancho Panza. Los miedos del alma creo que ha sido el más intenso para mí y Secuelas me ha hecho pensar en que, en muy pocas páginas, se puede dar un giro a una historia que parecía que tenía un final previsible en tu cabeza para, poco después, volver a girar y terminar de un modo absolutamente inesperado.

Os invito a conocer a Antonio Lagares y a sumergiros en ese mundo de obsesiones de la mente. No creo que os arrepintáis. A él le doy las gracias por dejarme conocer sus relatos. Me han encantado.

domingo, 15 de enero de 2012

NUEVOS EN CASA (2)

Estas navidades han traido libros a casa. Han sido pocos, la verdad, porque tengo pendientes para leer en formato digital un buen montón, así que no quería agobiarme. Los nuevos se suelen quedar en mi mesilla y a veces el montón asusta, y lo peor es que soy una impaciente y con eso corro el riesgo de leerme tres o cuatro libros a la vez. Eso contando con que además siempre estoy escribiendo varias novelas, y tengo otra que da vueltas por mi cabeza, de la que no he escrito ni una sola palabra... ¡acabaré de psiquiátrico!


Vamos por orden.

Marca de nacimiento, de Caragh O. Brien. No sé qué espero de este libro, ni por qué lo compré. Un impulso. Me dejo llevar por ellos y a veces descubro libros excepcionales. No sé si será el caso o sólo se trata de una distopía más, de las que abundan en estos tiempos de cambios, ya lo descubriré. 

La casa de los Riverton, de Kate Morton. Estoy leyendo buenas reseñas de este libro y me apetece descubrir si están en lo cierto. Elegí la edición de bolsillo porque cualquier día me voy a caer, arrastrada por el peso de mi bolso, en el que hay un resumen perfecto de mi vida. A veces encuentro cosas que no recordaba haber metido ahí.

Crónica Insignificante, de Emilio Casado Moreno. Lo leí en septiembre, cuando Emilio me lo pasó para abrirse camino en este mundo de los blogs y me encantó, lo he dicho muchas veces. Así que se lo pedí a los Reyes y ahora lo tengo en casa. En casa, a veces en el coche, otras veces en el bolso... Decidí volver a leerlo para comprobar si admitía una relectura y creo que sí. Descubro frases que se me pasaron por alto, o me vuelvo a reir con las historias de Marcelo.

Siete Historias, de Ángels Om. Este libro es de Álex y la misma autora se lo ha dedicado. En realidad creo que el pobre ni se ha podido acercar a él. Estaba terminando de leer el Diario de Ana Frank y su hermana se lo llevó a su habitación. Creo que cincuenta páginas, para una niña que no hay manera de hacer que lea, no están mal, sobre todo teniendo en cuenta que tiene ocho años... Hoy mismo empezará una batalla en casa por hacerse con el control del libro, porque Álex ha terminado el que tenía entre manos. Esconderé las espadas, la Nerf y la pistola de bolitas, porque estos dos son capaces de liarla.

Mi lectura actual es Obsesión de Antonio Lagares, de la cual prometo impresiones dentro de muy poco tiempo.

viernes, 13 de enero de 2012

DL EN SG POR LA MÑN

¡Qué poco me gusta esto! Me refiero a saltarse letras para ahorrar. ¿Qué ahorramos? Pensamientos no creo, porque te tienes que romper la cabeza para saber qué te ha querido decir la otra persona. En mi caso, quería contaros la aventura de ayer por la mañana, cuando fui a Segovia a solicitar el Depósito Legal y el primer título que he puesto me parecía soso.

En realidad lo que quiero es contarme esto a mí misma y que se quede por aquí, documentando el final de este camino. Todavía queda algo que recorrer para hacer balance pero, de momento, lo puedo calificar como interesante y educativo. También un poco estresante, la verdad.

A lo que voy, que me pierdo.

Ayer fui a Segovia. Como amaneció un día de perros (a las nueve de la mañana el coche marcaba cinco grados bajo cero), decidí esperar un rato para salir. Así le di tiempo a la quitanieves para que echase sal en el tramo del pinar, que siempre parece una pista de patinaje. Salí de casa a las diez y media, fui a la gasolinera y allí, menos mal, estaba Ventura, ese espécimen en extinción que es el señor de la gasolinera que te pone gasolina. Digo menos mal no sólo porque te ahorre el mal trago de ponerte perdido con la manguera, sino porque era la primera vez que le echaba combustible al coche nuevo y no sabía qué hacer para abrir la tapa del depósito :( Pagué los más de sesenta euros sin rechistar (¿para qué?) y me fui con la música a todo volumen hasta Segovia.

No sé qué escuché, la verdad. Todavía no tengo muy claro para qué sirven los tropecientos mil botones que tiene este coche y dejé que sonase en lo que hubiera en ese momento. Toqueteando un botón del volante acabé poniendo tres veces la misma canción, pero como era "cantable" e iba sola me dio lo mismo. Desafiné divinamente sin que nadie se sintiera ofendido.

En Segovia decidí que la mejor opción era dejar el coche en el aparcamiento de la estación de autobuses. Lo que no me imaginaba era lo difícil que me iba a resultar traspasar la barrera del parking. Al principio dejé el coche un poco apartado del botón donde hay que apretar para que salga el recibo. Eso o es que tengo el brazo corto… El caso es que me quité el cinturón. Tampoco llegaba, así que abrí la puerta, salí y recogí el ticket, fijándome de reojo en la cola enorme que se estaba formando detrás.

Ahí empecé a ponerme nerviosa.

Volví a montar en el coche y… ¡horror! No avanzaba. Ni bien, ni mal, se quedaba pillado hasta que se calaba. La encargada del aparcamiento vino y me preguntó si había quitado el freno de mano. Le dije que sí (¡ni que fuera tonta!). Después de unos cuantos intentos, vino la señora del coche de detrás, me preguntó lo mismo (debo tener cara de novata) y le dije que sí lo había quitado, que si quería le dejaba que probase ella. Aceptó, se subió en mi coche y me preguntó (¡listilla!) dónde demonios lleva este coche el freno de mano. En el mío es un botón, no una palanca. El caso es que la mujer movió el coche sin problemas (después de seguir mis instrucciones con el botón, todo sea dicho) y se ofreció incluso a aparcarlo, oferta que decliné porque bastante vergüenza estaba pasando ya. Al volver a casa me enteré de que al quitarme el cinturón activé no se qué medida de seguridad extra que pone el freno de mano para evitar accidentes. Es facilísimo quitarla, un pisotón al freno y poco más. El día que me dieron el coche me aburrí en la primera media hora de explicaciones y esto debió formar parte de la información que me dieron en la siguiente hora y media… ¡Con lo fácil que se manejaba el coche viejo!

Desde el aparcamiento, fui al barrio de San Millán, donde me tomé un café en un bar para relajarme un poco. Café y relax no parecen compatibles. Esa soy yo. En el bar solo había dos señores, el camarero y un hombre de 49 años (en mi solitario café trataba de averiguar su edad pensando en su aspecto, pero se la dijo al camarero y no hizo falta comerse el coco). Hablaban sobre jubilarse. ¡Qué deprimente! Me escapé sin explicarles que ahora la edad de jubilación son los 67, no los 65, de los que hablaban por lo que les queda una tirada.

Subí las escaleras del Paseo del Salón, para tomar la Puerta de la Luna y llegar a la calle Real, más o menos a la altura de la estatua de Juan Bravo. Estoy en una forma física penosa. Llegué con las piernas temblando y con la lengua fuera. Claro que hace diez años me pasaba exactamente lo mismo. No sé si soy yo o las puñeteras escaleras que son muchas y están muy empinadas. En la calle Real me sorprendió la cantidad de gente que había y no fue hasta que llegué a la plaza cuando me di cuenta de la razón: el mercado. Siempre me olvido que en Segovia, los jueves hay mercado. ¡Menos mal que me gusta pasear por Segovia y no traté de llegar hasta allí en coche! Dejé la catedral a la izquierda y empecé a bajar hacia el Alcázar, por la calle Daoiz, hasta que llegué a mi destino: Cultura, en la Plaza de la Merced.

El trámite fue rápido, llevaba los papeles medio rellenos y fue solo completarlos, y cuando salí no pude evitar seguir el mismo ritual de siempre. Al volver hacia la plaza sólo hace falta desviarse a la izquierda por una calle estrecha. A menos de cincuenta metros está la casa museo de Antonio Machado. No sé por qué, el día que hice los trámites de Su chico de alquiler, entré en la casa de Machado y desde entonces siempre lo hago, aunque solo sea llegar hasta el patio y mirar un rato el busto que esculpió Emiliano Barral.

Volví a la calle Real y me dio tiempo a comprar un regalo para el cumpleaños de hoy (no diré la edad del cumpleañero, sólo una pista, es una cifra redonda). En lugar de entrar en la tienda de ropa estuve a punto de colarme en la farmacia, pero rectifiqué a tiempo. Volví a sufrir bajando las escaleras, que seguían igual de empinadas desde esta perspectiva.

El viaje de vuelta fue tranquilo, con más música y la sensación de que había pasado mucho más tiempo que dos horas.

El resultado es que ya tengo mi número, ya he maquetado el archivo, me he quedado sin una uña por bruta y me esperan unos días muy atareada. Menos mal que queda este espacio donde despejar mi cabeza…

jueves, 12 de enero de 2012

EL ARGUMENTO

Bueno, pues ya es jueves otra vez, así que toca otro pequeño adelanto de la novela. Esta vez es el argumento, de qué va toda esta historia de El medallón de la magia.

¿Qué pensarías si de repente te enteras que has heredado una casa? ¿Y si en esa casa vive el fantasma de un soldado de Felipe IV? Amanda, una adolescente de dieciocho años, recibe una herencia de una tía abuela a la que no conoce, una mansión ruinosa cerca de Toledo. Dentro de la casa, protegiendo una fabulosa colección de libros antiguos habita el espectro de Alonso, quien transmite a Amanda una misión que debe cumplir: recuperar un medallón mágico que lleva perdido siglos. Tiene que ser ella porque solo una bruja de su estirpe puede cumplir el encargo. Claro que Amanda deberá primero convencerse de que es una bruja.


Ya queda poco…

El jueves que viene, algo más.

miércoles, 11 de enero de 2012

LAS CRÍTICAS

Cuando exponemos nuestro trabajo, cualquiera que sea, pero sobre todo cuando se trata de cuestiones en las que se ve implicada la creatividad, nos exponemos a las críticas. Estas a veces son buenas y otras no. Creo que de todas tenemos la obligación de aprender. De hecho, siempre he pensado que hacer algo mal y que alguien lo señale es la mejor manera de mejorar, porque la reflexión que debe seguir a esto es lo que te hace abrir tu mente, ver las cosas con otra perspectiva. Si nadie señala tus puntos débiles, jamás aprenderás.

Con mis alumnos suelo emplear este sistema. Más que decir, qué bien, todo el rato, suelo mostrarles lo que está mal. Nunca se me olvida buscar el lado positivo, eso sí, porque siempre, en todo, lo hay. En un examen catastrófico, donde la nota ha sido un dos, a lo mejor encuentro que, por otro lado, no han cometido ni una sola falta de ortografía. Primero vamos a lo que está mal, a lo que se olvidaron, a lo que se puede y se debe mejorar, e inmediatamente después vemos lo que estaba bien y los felicito por ello. No se enfadan conmigo. No veo por qué debería hacer lo mismo cuando la que comete errores soy yo.

Nadie es perfecto.

Además, creo que cada uno, a lo que hace, le aplica su subjetividad, su propia manera de entender el mundo. No me imagino una sociedad en la que todo el mundo estuviera de acuerdo en absolutamente todo.

Sería aburrida y peligrosa.

lunes, 9 de enero de 2012

EL ENIGMA DE LOS VENCIDOS. ARMANDO RODERA.

Parece que las navidades ya se han acabado y volvemos todos a poner en marcha la rutina. Yo quiero empezar por el primer libro que he leído este año: El enigma de los vencidos, de Armando Rodera.


El libro me lo proporcionó Armando por dos razones: una, porque es un encanto y es amigo mío y dos, porque soy una pánfila que no era capaz de descargarlo yo sola. Después de mil pruebas con los libros que se ofrecen gratuitos en Amazon (empecé por ellos porque conozco perfectamente mi relación con la tecnología), no aparecía ninguno por ningún lado. Era como si mi ordenador se los hubiera engullido, secuestrándolos para él solito. Así que hablé con Armando y directamente me lo pasó él. Ahora ya he aprendido y me lo pienso comprar, porque me parece la manera más justa de reconocer su trabajo. Sé que he aprendido porque, por arte de magia, el otro día empezaron a aparecer todos los libros que descargué, bien colocaditos en la aplicación que también descargué para poder leerlos. Si hubieran sido tomates creo que hubiera acabado tan pringada como si me hubiera ido de fiesta a Buñol. Lo bueno es que tengo lectura para rato…

Pero vayamos a la novela.

Sinopsis:

El enigma de los vencidos cuenta la historia de David Sanroman, un joven madrileño que por circunstancias se ve obligado a emigrar a Sudamérica. Cuando regresa, mediada la década de los ochenta, se hace cargo de una tienda de antigüedades que ha heredado en Madrid. En un sótano oculto en el negocio, descubre una maqueta sorprendente, un extraño juego de mesa que le llevará a resolver, al lado de dos adolescentes, Rubén y Samuel, y su amigo Pedro, el enigma de los vencidos.

Mi opinión:

Empecé a leer El enigma de los vencidos y enseguida me vi envuelta en la historia que cuenta Armando. Al principio no me di mucha cuenta de por qué, pero al cabo de un tiempo de lectura empecé a ser consciente de la razón: Armando elige, para esta novela, la primera persona. Es el propio David quien nos va contando su aventura, aproximándola al lector de manera que le hace partícipe de algún modo de la trama. Me gustan las historias contadas en primera persona, novelas en las que como lector te implicas desde la primera página.

La novela está dividida en doce capítulos, cada uno de ellos con su título independiente, que de alguna manera anticipan el argumento. Empieza alternando dos momentos temporales: el presente de David y su regreso a Madrid, para después llevarnos al pasado, para explicar las razones que le han conducido hasta donde está ahora. Vuelve de nuevo al presente literario (mediados de los ochenta) y ese es en el momento en el que hace su aparición la fabulosa maqueta de Madrid y los enigmas que han de ir resolviendo. Entonces la novela adquiere un ritmo trepidante, impidiéndote dejarla. Los enigmas se van sucediendo y en algunos de ellos me ha sorprendido la imaginación que ha puesto Armando. El poema con las letras descolocadas me dejó a mí descolocada también. Sólo fui capaz de imaginar la resolución de un enigma y medio. Y también la resolución fue a medias: lo había leído en otra parte.

Los protagonistas de la novela, como se puede ver en la sinopsis, son David Sanromán, su amigo Pedro, periodista de profesión, y dos adolescentes: Rubén y Samuel, este último muy importante por su participación en la otra trama de la novela, la historia de amor frustrada entre Elena Fournier y David. Con respecto a esto, debo decir que he echado un poco de menos que hubiera más presencia femenina en la novela. Elena aparece en poco más de un capítulo, aunque su presencia es patente en toda la novela, en los recuerdos de David, y Sara, una sevillana que les ayuda a resolver alguno de los enigmas.

El escenario principal de este libro es Madrid, más concretamente el Madrid de los Austrias aunque hay otras ciudades españolas que también aparecen como Bilbao, Santander, Sevilla o San Sebastián. El exilio de Sanromán le lleva a Brasil, y Armando aprovecha para descubrirnos paisajes espectaculares del país sudamericano. No sé si los conoce de primera mano pero la sensación que da tras leer sus descripciones es que los ha vivido.

Mi recomendación: que no os la perdáis. Hace pasar muy buen rato, transmite muy buenas sensaciones y es una novela que engancha. Encima, cuando se termina, a mí por lo menos me ha dejado muy buen sabor de boca. Me ha gustado mucho, la verdad.

Una cosa más, antes de que se me olvide, la imagen de la portada es de Miguel Ángel López y en ella se encuentran elementos claves de la novela.

¿Te animas a descubrir los enigmas que esconde este libro? Lo tienes en Amazon a un precio irresistible. Así que, no esperes, consigue El enigma de los vencidos ahora mismo.

domingo, 8 de enero de 2012

LA LISTA DE LOS CATORCE DE NACHO GUIRADO

Desde que empecé a hacer reseñas en el blog siempre han sido libros que acabo de terminar. Sin embargo, hoy decido rescatar uno que ocupa su sitio en las estanterías de casa, La lista de los catorce, de Nacho Guirado. Me gustó mucho en su momento y creo que se merece tener un sitio por aquí.

Lo primero que me llamó la atención es que la historia arranca en Guadalajara, ciudad en la que nací. No conozco muchas novelas en las que mi tierra tenga protagonismo, (Viaje a la Alcarria, de Cela y poco más) así que esa fue la primera razón para acercarme a la novela. Una razón idiota, pero al fin y al cabo, me empujó a leer. La otra razón fue el que el protagonista fuera su abuelo, que estuvo prisionero en la cárcel de Guadalajara hasta 1943. Mi abuelo materno también estuvo allí, desde 1939 hasta más o menos ese año. Esta última fecha no la tengo del todo clara porque mi madre nació después, pero ambas calculamos que salió aproximadamente en aquel año.

Así que, con mis dos razones, empecé una novela que me duró muy poquito entre las manos.

La lista de los catorce arranca el 6 de diciembre de 1936, con el bombardeo de la aviación franquista que arrasó la ciudad de Guadalajara. Ese domingo, día de mercado, muchos civiles mueren y la respuesta popular no se hace esperar. Se produce el asalto de la prisión, con el objetivo de vengarse a través de los prisioneros franquistas. De entre los presos, catorce son de Yunquera de Henares, y de ellos sólo uno logrará salvarse, Ramón Lobo.

Años después, en 1943, Ignacio Blas Notario, sindicalista socialista, es conducido desde Guadalajara a Asturias. Su pena de muerte ha sido conmutada por veinte años de trabajos forzados. El sufrimiento vivido durante la guerra no le abandona, pero en Asturias aparece una luz, Luisa, una muchacha de la que se enamorará. Con ella intentará superar las heridas, construir una nueva vida en Asturias y seguir adelante, pero la aparición de Ramón Lobo, frustrará esas expectativas.

La novela está basada en la historia de la familia del autor, concretamente la vida de su abuelo materno. No es una historia de ganadores y perdedores, es algo más. En esta novela hay amor, traición, historia… Nacho Guirado ha sabido crear, a partir de elementos reales, un relato de ficción que se sostiene, que te mantiene leyendo con interés durante sus 448 páginas. Creo que hacer esto es realmente difícil.

Cuando inventamos partiendo de cero, cuando como autores creamos personajes, somos libres de hacer lo que queramos con ellos, de componer las situaciones que hagan que todos los elementos encajen a la perfección. Sin embargo, cuando te encuentras con la realidad, es complicado. A lo mejor tú, como escritor, querrías contar historias espectaculares pero topas con que la realidad es otra, más sencilla o más absurda. Nacho ha confesado en entrevistas que algunas veces tuvo que tirar de imaginación para completar el relato.

Nacho Guirado nació en Oviedo en 1973 y trabaja como fisioterapeuta y osteópata. Ha sido finalista del premio de novela corta Cristóbal Zaragoza con su obra El beso que no di. También obtuvo el segundo premio de novela corta Ciudad de Dueñas (Palencia) con Antes de las doce y en 2005 ganó el primer premio en el Certamen Internacional Alfonso Grosso de Sevilla con Retratos de familia. Finalmente ganó el premio de narrativa de la Diputación de Guadalajara por su novela No siempre ganan los buenos. Ha escrito dos novelas negras: Muérete en mis ojos y No llegaré vivo al viernes. De éstas también he leído No siempre ganan los buenos, novela que por cierto, le he debido prestar a alguien y no ha vuelto a casa.

sábado, 7 de enero de 2012

FELICIDADES

Hoy toca felicitar a Alejandro, mi hijo. (Álex, perdón, siempre se me olvida que tú ahora quieres que te llame así).Ya tiene, ¡puf!, ¡doce años! El tiempo, eso que algunos dicen que no existe, se encoge cuando le recuerdo chiquitín y no parece tanto. No tenía que haber nacido tan pronto, le faltaban unas semanas, pero decidió salir a echar un vistazo por si los Reyes le habían traído algo. Siempre ha sido impaciente este niño.




Tampoco me extenderé en contaros cómo fue nuestro encuentro. Dos palabras, como hice con su hermana: larguísimo y desconcertante. Sin tener ni idea de qué iba la cosa me convertí en mamá. Yo siempre metiéndome en líos. No venía con instrucciones y tardé tres años, con sus días y sus eternas noches, en encontrarle el botón de apagar el llanto. Ahora, afortunadamente ya no llora nada, come bien, se viste solo (aunque tengo que darle la ropa…), saca muy buenas notas y excepto porque siempre deja las deportivas en medio para que yo tropiece con ellas, se puede decir que es un buen chico. Es una broma. Es un tesoro, como hijo y como persona.

¡FELICIDADES, AMOR!

viernes, 6 de enero de 2012

MAÑANA DE REYES

He sido muy, muy buena este año, seguro. Los Reyes Magos se han acordado de mí y me han dejado una cafetera, una muy chula de cápsulas monodosis. Se ve que venían los pobres un poco pillados de sueño y le faltaba una cápsula al paquete, pero se lo perdonaré. No sé a cuál de los tres será al que le gusta el café, tendré que investigar, aunque me han llegado rumores de que podría haber sido Baltasar. El caso es que el regalo me ha encantado. Estaré pendiente, no sea que cuando salga a la calle me caiga un piano en la cabeza o el mismísimo Georges Clooney en persona. Puestos a elegir… ni el piano, ni este señor, que me queda un poco mayor. Si se puede elegir me pido que me caiga encima Raoul Bova, que es más joven y mucho más guapo, pero que no se entere nadie…


También me han traído, aunque por paquetería, que están de un moderno que no hay quien los soporte, un libro: Crónica insignificante. En papel. Por fin lo voy a poder leer sin dejarme los ojos, tomándome un café de la cafetera nueva. La pena es que no sea verano, para disfrutarlo en la terraza, pero bueno, debajo de una manta tampoco se está mal leyendo. Es mi libro del año, así que no podía ser otro. Lo pedí y ha llegado. On time, como algunos aviones.

El último regalo ha sido verles las caras a las dos fierecillas que viven conmigo, abriendo sus paquetes. Son tan lindos que hasta que no nos levantamos no son capaces ni de tocar el celo de uno solo de los envoltorios. Ni siquiera nos despiertan. Se quedan ahí, esperando con paciencia a que abramos los ojos para que no nos perdamos sus caras. No tengo ni idea de quién les ha enseñado eso, yo estoy segura de que nosotros no hemos sido.

De todas maneras este no ha sido mi mejor año. Hace doce, cuando me levanté, una contracción me avisó de que muy pronto tendría un muñeco. Mañana te lo cuento.

¿A ti qué te han regalado?

jueves, 5 de enero de 2012

EN MARCHA

El medallón de la magia, ni próxima novela, saldrá a la venta a finales de febrero, a través de lulu y se podrá encontrar en papel y en formato digital.
 

El medallón de la magia es el principio de mi aventura porque fue la novela que hizo que perdiera el miedo a dejar que los demás leyeran lo que escribo y me demostró que cuando quiero, puedo. Es justo que yo le dé una oportunidad, igual que este libro me la dio a mí.

Dentro de poco, cuando todo esté listo, os enseñaré la portada definitiva, os presentaré el argumento, conoceréis un poco a los personajes y os diré cómo nació esta historia. Un aviso. No se parece nada a otra cosa que haya escrito antes, pero, como siempre será muy fácil reconocer que es mío.

Consideraré esto como un adelanto de los regalos de Reyes. ¿Tendré algo más mañana cuando me levante?

martes, 3 de enero de 2012

Escribir, escribir, escribir...

He pasado unos días complicados, en los que he ido saltando de la euforia al caos emocional de tres a cuatro veces al día. Me ha pasado más veces, y suele coincidir con los días ligados a momentos de gran estrés, de tener que ocuparme de demasiadas cosas en muy poco tiempo. A finales de año se junta la Navidad, los cumpleaños de todos en casa (menos yo), los puñeteros regalos, la función del cole y sus disfraces, el hospital y el trastorno de horarios que causa, las clases, los exámenes, la ropa que se amontona esperando que la planche (y que sigue esperando), la compra, un golpe en el coche, las muñecas que quiere Aitana agotadas… Se pasa, pero mientras dura se pasa mal.


Para tranquilizarme un poco aparqué lecturas pendientes, para cuando me sienta mejor. No es justo leer un libro sin prestarle toda tu atención. Al principio ni siquiera me apetecía escribir pero tengo más suerte de la que merezco y, además, unos oídos que saben escuchar, unos ojos que saben mirar más allá de lo que está en la superficie y, pasito a paso, he vuelto a ser yo. Ahora tengo un ataque de hiperactividad pero sin moverme de mi rincón, sin tareas extra que me pongan al límite. Es lo bueno de las vacaciones. Estoy escribiendo, mucho más que en los últimos meses. En momentos así es mejor que me deje llevar, que deje que mis dedos dancen por el teclado, que bailen al son de la melodía que escucho en mi cerebro. Da igual el resultado, la mayor parte del tiempo es solo mío, nadie más va a leerlo porque no pienso dejar que nadie lo haga. Eres egoísta, escucho de vez en cuando. No, soy práctica. Al fin y al cabo no soy, ni seré nunca, escritora. Soy juntadora de palabras, inventora de sueños que se quedan siempre a medias. Si nadie lee lo que escribo, si nadie entra en mis sueños son mucho más míos y poco importa cómo terminen.
Ahora tengo tres historias empezadas. Vamos a ver, tres historias grandes. Pequeñitas, de las que se quedaron en semillas que jamás darán su fruto, hay montones. Esparcidas por discos duros de ordenadores dejados de lado, prisioneras en algún cuaderno de anillas, relatos como hijos abandonados por una madre horrible que se ha ido olvidando de ellos. Mis tres historias grandes están en distintas fases de crecimiento.



La primera de ellas, diría yo que es adolescente. Más o menos empieza a tener personalidad y está tan rebelde que no soy capaz de controlarla. Por más que le pongo apoyos por aquí y por allá, siento que se me escapa de las manos. Si fuera una planta, necesitaría una poda urgente y algún que otro injerto. Si fuera un adolescente, una buena reprimenda y clases particulares. Llevo mucho tiempo sin añadirle una coma, quizá debería prestarle algo de atención.

La segunda. ¡Ay, la segunda! Está en etapa de madurez y creo que necesita cirugía estética urgente. Un cambio radical, quedarse con la esencia, con el tono, pero darle una vuelta tremenda a la forma. Está condenada al fracaso si no hago algo, el peor de los fracasos diría yo, porque corre un riesgo que las otras dos no tienen y es que su madre la deje en la puerta de algún desconocido cualquier día y no vuelva a buscarla jamás. O en la papelera de reciclaje, donde fue a parar un día que me enfadé con ella, pero regresé a buscarla porque aunque quiera ser mala malísima, no me sale. Tengo que ver si hay talleres para esto y apuntarme. He descubierto que cuanto peor persona eres mejor te va, pero no es el tema hoy.

La tercera es recién nacida, fruto de este estado de confusión mental en el que vivo, y es una gamberrada. Producto de la lectura de un libro que no me gustó nada, de esos tan malos que al final acaban inspirándote. Me acordé de Cervantes cuando la empecé, salvando el océano de distancia que siempre nos separará, cuando tratando de burlarse de las novelas de caballerías acabó escribiendo El Quijote. No creo, ni por lo más remoto, que me pase eso. No soy ni buena, ¡cómo para ser genial! El libro en cuestión, el inspirador, con su portada maravillosa y sus ventas espectaculares, me decepcionó muchísimo. Muy chulita yo, me dije que sin esforzarme ni un poquito era capaz de escribir mejor.

A veces, cuando me pongo así no me soporto.

Empecé a hacer algo que nunca hago, un esquema de lo que tenía que ocurrir. Siguiendo las pautas del género. Al pie de la letra, como si se tratase de un trabajo escolar. Me puse un plazo que no sé si voy a cumplir porque acaba en dos meses y me falta mucho para terminar, sólo llevo seis capítulos. Pero es que soy bruta, decidí que tenía que escribir diez páginas cada día y para eso hay que tener al menos una hora libre al día. A mí a veces me sobran minutos y cuando tengo más tiempo es porque no estoy durmiendo bien. A pesar de todo, he logrado juntar 30.000 palabras. Serán las vacaciones...

El caso es que me he prohibido corregir nada. De vez en cuando tengo que volver atrás porque a veces ni me acuerdo de lo que ha ido pasando y debo evitar incoherencias graves. Como el otro día, que a un personaje le cambié el nombre y para otro acabé escribiendo X porque ya no me acordaba de cómo le había llamado. Luego cambié otro nombre por el de una alumna, que sueña con que llamen como ella a un personaje de novela y no me cuesta nada hacerla feliz. Lucía, la gritona. Tendré que ponerle también algo de su loca personalidad al personaje.

Me gusta la sensación de estar haciendo esto, de no tomarme en serio nada. De volver a escribir como cuando escribí Su chico de alquiler o Armando, otra novela adolescente que anda por ahí perdida. La libertad que siento al pensar que no habrá nadie juzgando, que lo hago sólo porque es la mejor manera que conozco para llenar mis horas. Leer y escribir. Sería la persona más feliz del planeta si pudiera dedicar mi tiempo a estas dos cosas. De vez en cuando también escucharía música conduciendo mi coche y cantaría a pleno pulmón. Pero solita y con las ventanillas cerradas que no quiero abrumar a nadie.

En medio de todo esto he tomado una decisión: publicar El medallón de la magia. En lulu, como las otras dos veces, una autoedición que tendrá como las anteriores un recorrido corto, pero que cerrará el ciclo que empecé sin darme apenas cuenta de donde me metía hace ya cuatro años. A partir de aquí, lo que haga no lo sé ni yo. A veces soy tan complicada que ni yo misma, que me conozco, soy capaz de seguir mis propios pensamientos.

Ha empezado la cuenta atrás.

domingo, 1 de enero de 2012

¿DE QUÉ ES TU BLOG?

Esa pregunta la he escuchado unas cuantas veces a lo largo del 2011, cuando he comentado que tenía un blog. Todavía estoy intentando averiguar la respuesta, la verdad. No sé muy bien cómo explicárselo a alguien que no lo haya visitado.


¿Es de opinión?

Antes más que ahora, opinaba sobre temas de actualidad, sobre todo si me cabreaban. Ahora, como no me dejan ver la tele en casa vivo al margen de todo conocimiento. Bueno, conozco a Bob Esponja y a Patricio. No es un blog de opinión, obviamente


¿Es de entrevistas?

Claramente, no. Creo que en todo el blog sólo hay dos. Anque una está en los primeros puestos de la lista de entradas más visitadas: le entrevista a Emilio Casado Moreno. Una especie de entrevista-relato que nos inventamos entre los dos, que a lo mejor ni se parece a lo que debe ser una entrevista. La otra, entre las menos visitadas, un día que me aburría mucho cuando este blog tenía pocas visitas (casi todas mías) me la hice a mí misma. Por entretenerme y porque no tenía a nadie más a mano para preguntarle, todo sea dicho. De entrevistas va a ser que no es.

¿Es de autor?

Bueno, con dos libros creo que podría decirse que soy autora. Pero no suelo hablar de mis novelas a menos que haya una noticia relacionada con ellas que llame especialmente la atención. Para eso tienen su página aparte donde están los enlaces permanentes para quienes quieran conseguirlas. He contado las presentaciones de ambos, la feria del libro a la que acudí, las dos veces que he ganado diminutos premios literarios, pero ya. Me cuesta mucho hablar de ellos. Si aparece una reseña nueva de alguna de las novelas pego el enlace en la pestaña que llamé EN OTROS BLOGS, sin hacer una entrada a propósito para multiplicar su efecto. Tampoco es un blog de autor, entonces.

¿Es de pensamientos?

Pues, lo reconozco, muchas veces se cuelan, incluso donde no deberían. Me salen por todas partes, en medio de las reseñas, entre las recomendaciones, cuando agradezco un premio. Pero tampoco creo que sea un blog de pensamientos propiamente dicho.

¿Es de relatos?

A veces publico relatos que me voy encontrando por ahí, escritos hace ya tiempo o algunos que escribo para la ocasión, pero tampoco es lo más frecuente y por supuesto no tiene una continuidad. Más o menos esto ocurre cuando me apetece. No, de relatos no es.

¿Es de concursos?

Uno en toda la historia del blog, desde 2008 no es para considerarlo blog especializado en concursos. Tampoco. Se me acaban las opciones.

¿Es de reseñas?

Sin duda, en él aparecen reseñas constantes de los libros que voy leyendo. No todos están editados al modo convencional, pero tampoco puedo decir que me haya especializado en libros autoeditados. Algunos son de adultos, otros novela juvenil, tienen su sitio los clásicos, incluso he publicado poemas… tampoco por el género vamos bien. De libros, en general. Pero no es que sea un blog que se pueda tomar como referente en cuanto a blog literario porque tiendo a hacer reseñas… particulares.

Pues entonces, ¿de qué es?

No tengo ni idea.

Un blog.

El espejo de la entrada es un sitio raro, donde cabe casi todo, donde nada es más importante que cualquier otra cosa. Creo que eso hace que los seguidores no sean demasiados. No os fiéis de la cifra que pone ahí, a la derecha, algunos sólo entraron el día que le dieron a seguir y ni siquiera dejaron un comentario. Tampoco hay muchas visitas diarias, unas 60 de media, porque me niego a enlazar otros blogs por problemas técnicos. A veces me tomo un café mientras se carga la página, no os digo más... Si lo lleno de banners tendré tiempo de hacer la compra.

Lo que sí tengo es unos cuantos amigos que se pasan por aquí, leen, comentan y comparten el espacio conmigo. Alguno hay que, no sé si por pudor, suele comentarme directamente en mi correo. (Tú ya sabes quién eres). Este año, os prometo que este sitio seguirá siendo tan caótico como el anterior. O más.