Al principio, el comercio era un caos. Empezamos por algo que se llamó trueque, un intercambio en el que cada uno ofrecía lo que tenía y se lo cambiaba a otro. El valor real no importaba demasiado. Al fin y al cabo, cuando se necesita un lápiz y no se tiene, si alguien lo cambia por el bolígrafo que le sobra, sentirá que no pierde nada en el trato. En la balanza imaginaria donde los poníamos se pesaban, no sólo los gramos, sino también elementos subjetivos como su utilidad y su necesidad en ese momento.
Un buen día surgieron los conflictos, eso de que lo mío vale más que lo tuyo, porque ha costado más producirlo… un caos que desembocó en la idea de inventar el dinero. Simplificó muchas cosas, la verdad. Es fuente de otros miles de conflictos posteriores, pero en ese primer contexto, fue una buena idea. Ahora no sé si tanto.
Pero no quería hablar de dinero sino de sentimientos. Cuando alguien da mucho, se ofrece a los demás, también espera de algún modo que los demás le devuelvan algo. Diga lo que diga en público. Los sentimientos no se pueden medir y por lo general es cierto que las personas expertas en dar se conforman con muy poquito. A veces, sólo una sonrisa, una palabra, un mensaje de vuelta. Para ellas es suficiente pero tan necesario como en el trueque primitivo que existieran, al menos, objetos en los dos lados de la balanza.
Hoy he visto tristeza en la mirada de alguien que siempre da. Cansancio. La sensación que transmitía es que ya no siente la alegría de antes haciendo lo que hace por los demás porque no recibe a cambio ni el medio minuto que hace falta pararse para escribir un gracias. Con una palabra o con un beso. Se ha dado la vuelta, ocultando su rostro unos instantes, y al volver a mirar ha seguido con su entrega habitual, tratando de ponerle una pasión que, ahora lo sé, ya no siente. No creo que nadie más que yo haya notado su enorme desencanto con todo. Yo lo entiendo. No en la misma medida, pero muchas veces siento que doy más que recibo. Es lo malo de tener la manía de leer entre líneas: no es lo mismo emocionar que ser emotivo. Hay millones de kilómetros de distancia.
Muy bonita entrada. La reciprocidad equitativa es muy complicada, pero es lógico que el que se vuelca en algo, le guste en ocasiones que se valore lo que hace.
ResponderEliminarLa clave para no sufrir es no esperar nada a cambio, pero algunas veces, al igual que le ha pasado a tu colega, uno se harta.
Hay que acostumbrarse a la desigualdad y buscar la motivación en otros aspectos.
Un abrazo más fuerte que el tuyo!
No sé a quién has dedicado esta entrada, pero hoy me viene como anillo al dedo. Estoy desilusionada y con ganas de mandarlo todo a no sé donde. Siempre intento darlo todo por los demás y sin esperar nada a cambio. Pero cómo tú dices un gracias, un beso, una palabra amable no cuesta tanto y uno se siente correspondido por lo que ha hecho. Ahora cuando ya te tratan injustamente y te utilizan eso ya no lo consiento. Qué hay algunos a los que les va muy bien el recibir, pero a la hora de dar, nada de nada.
ResponderEliminarLo siento!!
Besotes
Me ha gustado mucho la reflexión y es que a muchos se les olvida que una palabra tan sencilla como gracias tiene un significado enorme y hay personas a las que con eso les basta para ser felices. Creo que es algo que deberiamos tener siempre presente
ResponderEliminarun beso!
Daviblio, es cierto que lo deseable para la estabilidad emocional de la persona sería no esperar nada a cambio pero hay días que es más difícil que otros.
ResponderEliminarHablaba solo de mensajes, de no dejarte con la palabra en la boca, esperando una respuesta que no llega.
Abrazos.
Marga, no mandes nada a ninguna parte porque no merece la pena. No sé qué te ha pasado hoy a ti, será que el peor día del año en lugar de ayer nos ha tocado hoy. ¡Cómo no! Nosotras a nuestra bola, contradiciendo las estadísticas tontas.
ResponderEliminarUn beso y gracias, un abrazo, dos corazones, un libro... y todas las cosas que te llenan, para que no te sientas triste hoy.
Tatty, yo me acuerdo del gracias y del por favor siempre, pero estoy comprobando que a mucha gente se le olvida que existen. Son palabras fáciles, de las primeritas que aprendemos en otros idiomas, así que no debería ser tan difícil pronunciarlas.
ResponderEliminarSi alguien me pide algo que está en mi mano, yo se lo doy. Sé que no debería esperar nada y la realidad es que no espero nada más que una palabra.
Un beso
Esa sensación de dar más de lo que se recibe siempre está ahí. La gente a la que quieres es la que te puede hacer pensar, en un momento determinado, si hay reciprocidad o no. Pero sumándolo en el tiempo creo que no hay tanta diferencia en la balanza. Y si en algunos casos particulares la hay, debe de prevalecer el cariño. Creo que es muy cansado andar pendiente de ello. Para mí, lo importante es estar a gusto con mi conciencia. Aun así te entiendo, hay momentos en los que uno se cuestiona todo. ¡Gracias por hacernos reflexionar sobre esto, Mayte! Un besazo.
ResponderEliminarSí que tiene que ser cansado y además difícil, Román. ¿Cómo se cuentan los sentimientos?
ResponderEliminarSin embargo, aunque la conciencia te deje tranquilo, porque sepa que lo que está haciendo es porque lo siente así, de vez en cuando es normal una debilidad.
Somos humanos.
Un beso y un gracias.
Es verdad que cuando se da, lo mejor es no esperar nada a cambio. Pero somos humanos, por tanto, no somos perfectos. Y un gracias, una sonrisa, un gesto amable o cariñoso... No cuesta darlo y siempre produce mucha alegría en la persona que lo recibe. Espero que esa persona a quien va dedicada la entrada, encuentre pronto esa sonrisa que le hace falta.
ResponderEliminarBesotes!!!
Es verdad que hay mucha gente que se olvida de agradecer, más en esta era saturada de comunicaciones, pero creo que comprendo tu posición.
ResponderEliminarSiempre estaré agradecida a las personas como ustedes, que se dan el trabajo de leer obras y publicar sus reseñas, lo hago en nombre de mis colegas escritores, pues a mí en realidad pocas reseñas me han hecho, y a las dos, siempre les estaré eternamente Agradecida. Tatty y Pilar Alberdi.
Un abrazo, y arriba ese ánimo! piensa que lo que haces es porque en realidad te gusta, y es lo que en verdad vale.
Blanca Miosi
Mayte, espero que el mal día haya pasado ya...
ResponderEliminarSupongo que cuando tiene esa sensación, nada de lo que te digan podrá compensarlo... Pero imagino que ha de ser muy difícil estar siempre pensando en que alguien corresponda algo.
Y mucho más difícil y triste, perder la pasión por esa gente que no sabe agradecer.
Que te digo, quizás en este momento tengo tan poco tiempo incluso para preocuparme por ello, pero la sensación si ha llegado a pasar por mi mente...
Pero hoy Mayte... GRACIAS por estar ahí y por dejarnos leerte.
Un abrazo enorme!
Kyra tiene toda la razón del mundo. Nunca, NUNCA, hay que perder la pasion de tus sueños ni mucho menos de lo que haces por ti o por quien quieras, pensando en alguien que no lo agradece o ni siquiera sabe apreciar la esencia de la amistad, el agradecimiento, el saber estar, o simplemente la integridad de la persona. No merece la pena ni siquiera perder un minuto pensándolo. Hay gente que no merece ni ese beneficio.
ResponderEliminarMoraleja: no se puede dar a diestro y siniestro. O al menos hay que reconocer el error y cortar de inmediato el grifo, además de esforzarnos por detectar a los ingratos para no incurrir en el mismo desatino.
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