martes, 28 de febrero de 2017

LA CIUDAD TRAS LA PENUMBRA DE JAVIER NUÑEZ



Sinopsis:

Cuando despertó, Ricardo Herrero no reconoció la cama en la que había dormido. En el armario había ropa de hombre, pero no era suya. Trató de recordar cómo había acabado allí y, para su sorpresa, se percató de que había olvidado todo su pasado. Lo más extraño, sin embargo, fue salir a la calle para preguntar en qué ciudad estaba y que nadie le ayudase. La gente le ignoraba de una manera abiertamente deliberada. Entonces, una voz habló a su espalda. Cuando se volvió encontró a una chica jovial de unos veinte años que vestía un chándal rosa chicle y calzaba zapatillas de Barbie. 
"—¿Dónde estamos? —le preguntó 
Ella se encogió de hombros.
—¿Cómo es posible que no lo sepas?
—Tampoco me parece que tenga demasiada importancia."
En ese momento no tenía forma de saberlo, pero La Ciudad y aquella chica iban a cambiar su vida de un modo definitivo y para siempre.

Mis impresiones:

No es la primera vez que leo algo de Javier Nuñez. Hace unos meses leí un relato de terror y, aunque no se trata de mi género favorito, reconocí en él que sabe mantener el pulso y la tensión de la historia, además de que maneja el lenguaje a la perfección. Tenía ganas de ver cómo se manejaba en un relato más largo y he llegado a esta novela, la última que ha publicado en Amazon.

Así que en la última semana he leído la novela, La ciudad tras la penumbra, una historia que no sé cómo catalogar. Está en ciencia ficción, fantasía y terror, pero no sé si es exactamente solo eso. La novela plantea un dilema. Ricardo, un joven, despierta un día en una cama que no es la suya, en un apartamento que no reconoce, en una ciudad extraña que tiene una particularidad: todos sus habitantes parecen ignorarle. ¿Todos? No. Hay una muchacha, una joven en torno a los veinte años, Leticia, jovial y alegre, que sí le sonríe y no esquiva sus preguntas, pero que tampoco le ayuda mucho porque no tiene ninguna respuesta para ellas. Parece una niña pequeña, vestida con ropas infantiles y que pinta dibujos de niño, atrapada en el cuerpo de una mujer.

Ricardo, desorientado por no poder recordar nada de su pasado, pero a la vez estando seguro de que no pertenece a ese lugar, trata en vano de escapar de la ciudad extraña en la que se encuentra y a la que no sabe cómo ha podido llegar. En la primera parte de la novela, narrada en tercera persona, todo son preguntas sin respuesta, sucesos cada vez más extraños a los que Ricardo trata de aportar algo de luz sin conseguirlo. El lector, mientras, se pregunta con él qué pasa, y es en la segunda parte cuando averiguamos qué ha sucedido. Entonces, con él, también llegan las dudas sobre si aquello que ha vivido es real, las implicaciones que tiene y la necesidad de seguir aclarando dudas para no volverse loco.

Del resto, mejor no cuento nada porque sería todo un spoiler y ya sabéis que no lo hago. Inciso: una reseña no es un examen para ver si os habéis leído el libro, que leo por ahí algunas que son para dar a quien las escribe por destripador de novelas. Bien está contar algo, pero todo, todo, todo, no, que esto no es un examen de secundaria...

Sigo.

Lo que sí os diré es que la historia es interesante, está muy bien escrita (¡gracias, aún queda gente autoeditándose que merece la pena!) y te hace pensar. Plantearte cuestiones que la ciencia no puede resolver y que solo podemos ficcionar a partir de la imaginación. Desde cero completamente, Javier Nuñez crea un mundo, una explicación para un hecho médico que, a día de hoy, sigue siendo un interrogante y lo convierte en una novela que ha logrado, al menos conmigo, mantener la atención durante todo el tiempo de la lectura.

Los personajes principales de esta historia giran todos en torno a Ricardo Herrero. Sara, su novia, Leticia, la muchacha que encuentra en esa ciudad, sus padres, Luis y Amalia. Frente a estos secundarios de primer orden, existen otros personajes de los que se sirve para conducir la trama: el conductor del autobús, la anciana del bosque, la enfermera, el doctor, los extraños ciudadanos de ese lugar sin nombre cuyo final no se atisba en el horizonte... Todos ellos están perfectamente descritos, no cuesta nada imaginarlos, así como la ciudad.

Os animo a que os sumerjáis en esta historia. Es distinta a lo que había leído hasta ahora y explorar siempre es bueno.

Abre la mente.

sábado, 25 de febrero de 2017

DETRÁS DEL CRISTAL



Se ha vuelto a agotar en Amazon. Esta información es irrelevante, pero es para recordarme a mi misma que las cosas no las sueño, que suceden. Que la novela se vende y se publica que ya no está disponible.

Es que me da rabia cuando me dicen lo contrario.

Todavía la podéis conseguir en digital en la misma página, tan solo por 1,89€. Si os fijáis, es mucho más barata que la inmensa mayoría de las novelas que están en Amazon. Salvo a media docena de lectores, y un par de trolls, ha gustado bastante, así que quizá hasta sea una apuesta bastante segura.

No van a ponerla en un kindle flash (no lo creo, no le han hecho ni un guiño desde que se publicó), tampoco os llegará en un correo masivo a casa, así que me queda contarlo a mí. Intentar que le deis una oportunidad, aunque haya quien dice que al autor es a quien menos caso hay que hacer en estas ocasiones.

Ya, pero es que yo no tengo a nadie que lo haga por mí, así que me toca.

Además, no me da pudor porque esta novela es bastante bonita.

Tierna y dura a la vez. Triste en el fondo, pero hay ratos en los que te puedes estar riendo a carcajadas.

Y es romántica, pero no rosa. No le pongáis ese adjetivo despectivo, esa etiqueta con la que hay quien cree que se distingue este subgénero de novela del movimiento literario del XIX. Ni le queda bien, ni es el suyo.

Os dejo el enlace. Bueno, más bien el principio. Para que decidáis por vosotros mismos.


martes, 21 de febrero de 2017

GANADORES DEL SORTEO DE SU CHICO DE ALQUILER

Ya tengo los números ganadores del sorteo de dos ejemplares en papel de Su chico de alquiler. Las ganadoras, poneos en contacto conmigo para que os lo envíe. Podéis consultar la lista de participantes en el siguiente enlace:


Muchísimas gracias por participar y por vuestra paciencia por el desastre que soy haciendo sorteos.

Laura Sanz

María








lunes, 20 de febrero de 2017

LECTURAS SEMANALES

Esta semana me he embarcado en un reto personal, leer a autoras americanas clásicas de literatura romántica, de las que llevan vendidos millones de ejemplares de sus novelas y han sido traducidas a varios idiomas. Lo he hecho porque no tengo ni la más remota idea de qué escribían, ya que mis lecturas, las que llevo a las espaldas y constituyen mi bagaje lector, no tienen nada que ver con esto.

Lo he dicho un millón de veces, soy más de la generación del 98 que de los best-seller actuales, me motiva más un libro de García Márquez que leer las últimas novedades editoriales, y creo que si he aterrizado en un género como la romántica ha sido por casualidad. No "cumplo" muchas veces expectativas porque en realidad no son las mías como lectora y, de manera inconsciente, o quizá más consciente de lo que parece, me aparto de lo típico.

Es por eso por lo que decidí echar un vistazo a la biblioteca de mi madre y saquearla, trayéndome los libros de romántica que encontré.

Ya he leído dos.

El primero de ellos era de Nora Roberts: Turno de noche. Me ha dejado indiferente. No he conseguido creerme la trama, sentir miedo cuando la protagonista está siendo acosada por uno de sus oyentes o notar la química de los personajes protagonistas, la locutora y el policía, cuando se enamoran. La escritura es plana y tampoco he sacado nada de ella.

Me ha hecho sentirme un fracaso como lectora de romántica.

El segundo ha sido El fantasma de Danielle Steel. De este tengo mejores noticias, sí me ha gustado cómo cuenta la historia, aunque la estructura no me haya convencido en absoluto. Al menos no era plana, por lo menos ha habido momentos en los que me encontraba a gusto leyendo. Sin embargo, la historia romántica de Charlie, el arquitecto protagonista, tardaba un siglo en arrancar. Se entretiene mucho en los prolegómenos de su ruptura con Carole y me lo cuenta todo tantísimas veces que las cien primeras páginas de la novela se hubieran podido resumir en tres y no hubiera pasado absolutamente nada. Luego está la otra historia, la de Sarah Ferguson, que Charlie va leyendo en sus diarios. Creo que podría haber funcionado como novela independiente, interrumpe demasiado la otra trama porque no lo hace en pequeños fragmentos sino en capítulos enteros que te sacan de la primera historia. Para cuando regresa a la de Charlie ya ni te acuerdas de por dónde iba a su vida. Es verdad que sin la historia de Sarah la de Charlie se queda muy coja, eso tengo que reconocerlo, pero también sé que menos es más, y que menos páginas habrían conseguido un mejor resultado, o que los fragmentos del diario de Sarah, interrumpidos más a menudo por la historia del arquitecto, para mí tendrían más interés. O incluso, si me apuráis, que la historia de Sarah, por sí misma, ya tendría entidad para ser una novela sin necesidad de contar la de Charlie.

Lo cerré ayer con una sensación ambivalente.

Tengo dos más, dos novelas que leer esta semana para ver qué me estoy perdiendo.

Espero tener mejores noticias.

Por otro lado, intenté leer una novela romántica de las que se pueden descargar gratis en Amazon. Más de lo mismo. Portada chula, sinopsis medio atractiva, pero un completo desastre. No tiene nada que indique que eso, pasando por un mínimo filtro, pudiera estar publicado. Lo que sí tiene es unas faltas de ortografía como camiones, de las que te sangran los ojos cuando las ves. Y se repetían de manera recurrente. No era un fallo puntual, era un problema más serio.

Me juré que no iba ni a intentar volver a leer esas novelas, pero me sigue quedando la esperanza de que todavía puede existir algo bueno por ahí. Aunque tendré que buscar entre lo escondido, lo visible, de momento, no tiene pinta de mejorar el terrible panorama en el que estamos.

DOCUMENTARSE AL ESCRIBIR. ESO...

Escribir historias es un proceso complejo que no solo consiste en sentarse a poner en palabras las ideas que bullen por la cabeza. Necesita un mínimo de planificación para que todo el esfuerzo llegue a buen puerto, para que lo que contamos tenga pulso, ritmo, mantenga el interés y el lector continúe hasta la última línea.

Hace falta el dominio mínimo de la técnica, conocer el vocabulario de nuestro idioma, las acepciones precisas de las palabras para no encontrarnos con las burradas que a veces aparecen en los textos.

Las palabras significan lo que significan, no lo que a nosotros nos apetezca.

Existe otra fase, la documentación para que los escenarios donde movemos a los personajes se correspondan con algo, al menos, verosímil. Y, además, un conocimiento del ser humano básico, que nos permita crear seres inexistentes, pero cuyo corazón lata y que tengan un comportamiento acorde con la realidad.

Verosímil, esa palabrota de la que parece que algunos no han escuchado hablar en su vida.

No me vale, ni a nadie debería valerle, que algo venga bien en la historia para mostrarlo como una verdad absoluta donde sostener una trama, es necesaria una mínima base de realidad para que un personaje no tenga comportamientos absurdos. Y para que esa trama no se caiga cuando una persona con un mínimo de inteligencia se acerque a ella.

A esto es a lo que voy a referirme hoy en este post.

Veréis, cuando planteo una historia, busco situaciones excepcionales en las que colocar a personas normales para, a través de la novela, ver cómo salen de ellas. Sé que muchas veces me arriesgo a que no se entienda muy bien por qué los meto en semejantes líos, pero me apetece salirme del carril (que conozco más de lo que os imagináis) porque estoy muy cansada de los estereotipos.

La chica buena, amable, generosa, abnegada y que actúa como salvadora del malote que en el fondo no lo es tanto, que solo se cubre en una apariencia para protegerse de un pasado tumultuoso.

Dejemos los tópicos para los secundarios, que al fin y al cabo solo son apoyos para los personajes principales. Hagámonos todos el favor de ser menos simples.

Cuando me pongo a crear un personaje que difiera de este comportamiento manido y recurrente, tengo trabajo extra que lleva su tiempo: documentarme. Leer mucho sobre personas de verdad, preguntar a expertos (psicólogos, psiquiatras) o buscar en toda la información que gracias a las nuevas tecnologías tenemos a nuestra disposición en la red. No escribo nada porque sí, porque venga bien es más, cuando alguna vez meto la pata (soy humana), también cuento con lectores cero expertos en la materia que me dicen "esto no" y tengo una facilidad pasmosa para darle a la tecla de suprimir y empezar de nuevo.

No presento nada a los lectores que no haya pasado mil filtros. Quizá por eso no publico de semana en semana, sino de año en año.

Por eso me molesta, y mucho, cuando encuentro un libro en el que los protagonistas no tienen un comportamiento que se ajuste a nada coherente. Puedes hacerlos víctimas de alguna patología, pero tienes que informarte de cómo funciona esta para no decir alguna salvajada, por mucho que después tus fans te aplaudan por ello porque les ha parecido divino de la muerte que un hombre con un trastorno por estrés postraumático, por ejemplo, se recupere de él en diez segundos al ver a una mujer que ha descubierto, casi solo con mirarla, que es el amor de su vida. Y eso que un psiquiatra no ha podido ni sacarle media docena de palabras.

¡Venga ya!

¿Eso es lo que queremos los lectores de romántica? ¿Ese es el camino para que se recupere el respeto por un género que lo está perdiendo a pasos agigantados? Porque, permitidme que os lo diga, no nos lo tienen. Ni a los lectores ni a los que escribimos. Desde fuera se nos ve, a nosotras, las escritoras, como marujas aburridas que no saben hacer otra cosa. A las lectoras, porque se identifica el género solo con mujeres, como personas sin ningún criterio que consumen lo que les echen (igual de feo que suena te lo dicen), siempre y cuando haya mucha "química". Y lo pongo entre comillas porque esa química, desde 2012, solo es mucho sexo. Saturar las novelas de escenas que ni siquiera vienen a cuento para satisfacer una moda que está haciendo más daño que favor.

Es verdad que vende, pero... el precio es muy alto.

No estoy diciendo que yo lo haga bien, al contrario, creo que todavía tengo que aprender millones de cosas, pero también creo que estoy entrando en una fase de desmotivación que va casi tan rápido como la falta de respeto por el género. Porque el esfuerzo, la constancia, la coherencia, la verosimilitud, la paciencia, las revisiones, el documentarse... parece que tienen menos valor que el publicar y publicar, el decir tontadas en poco más de cien folios y lanzarlas con portadas molonas (de piernas o espaldas) que es lo que vende.

Y si llega alguien, como yo, y dice que este no es el camino, que nos respetemos un poco, que nos fijemos en lo bueno que hay, que lo hay y mucho, entonces eres la oveja negra a la que atacar con comentarios negativos incluso antes de que se publiquen las novelas. Incluso teniendo el valor de, sin haber leído más que algunas páginas (o ninguna, lo repito) juzgarlas con una dureza que no detecto en cosas que dan grima.


viernes, 17 de febrero de 2017

ESE VACÍO...



Llevo días sin escribir. Lo he intentado. Cada mañana, en mi paseo con el que inauguro el día, he ido poniendo ideas en orden, trazando un sendero por el que transitar que se dibujaba al ritmo de mis pasos. He ido decidiendo, entre mis pinos, a cuál de las historias empezadas iba a ponerle todos los sentidos. Mientras mis pies se iban hundiendo en la arena, planificaba escenas y decidía diálogos que, una vez en casa, delante del ordenador, se escapaban de mi mente.

Toda la lucidez del paseo se volvía niebla cuando me sentaba delante del teclado.

Por eso, y quizá porque estos días han sido un poco fuera de lo común, al final he optado por ni siquiera intentarlo. He dejado de manera voluntaria que pasen las horas sin dejar constancia de ellas en las palabras entre las que me entretengo.

Un descanso.

Un respiro después de un año en el que he parido dos novelas y cuatro relatos.

Parece lo lógico, darse tiempo cuando uno ha hecho un esfuerzo enorme para recobrar el aliento, pero no sé si es buen síntoma. Escribir es como correr, hay que entrenar cada día porque, si no, se pierde la forma, se te escapa la lucidez a una velocidad muy superior a la que empleaste para llegar a ella. El pulso se torna errático y las palabras no encuentran el acomodo perfecto en las frases.

Y empieza el miedo.

Miedo a no ser capaz, miedo a que todo haya sido solo una etapa vital de las que superas. Miedo al tiempo oscuro entre unas y otras en el que no sabes ni lo que quieres ser. Miedo a que no aparezca algo que te llene y vacío al despedirte de lo que lo había hecho tanto tiempo.

O, tal vez, solo sea que estoy exhausta, que llevo tanto tiempo intentando rendir por encima de mi misma que he llegado a un punto en el que se impone que descanse, que me dé una tregua. Hasta que, sin forzarla, la musa vuelva a soplar con fuerza en mi oído y me invite, de nuevo, a esa fiesta interior que se desboca cuando ella me habla.

Habrá que sentarse entre los pinos, relajarse y esperar.

El tiempo acaba hablando, igual que las musas.

Siempre.

jueves, 16 de febrero de 2017

PARTICIPANTES EN EL SORTEO DE SU CHICO DE ALQUILER EN PAPEL

Reedito esta entrada completa porque yo creo que hoy me he levantado con el pie izquierdo, me he dado un golpe en la cabeza y no reacciono. Os cuento qué ha pasado con este sorteo porque tiene tela.

Tengo configurado el blog de manera que los comentarios de más de catorce días los tenga que moderar. Es así porque las entradas antiguas se me llenaban de spam y de ese modo puedo verlo antes de que se publique. Tiene una pega, si no miro la bandeja de comentarios sin moderar, no me entero de que algunos se quedan ahí que no son basura.

Ya me parecía a mí que participaba poca gente en el sorteo, pero bueno, a veces pasa que no consigues la difusión de una entrada del blog y, si soy sincera, este blog mío tiene un tráfico tan moderado que hasta podía ser.

Pues no, no era. Algunos comentarios estaban ahí, esperando a que yo me diera cuenta de que los tenía ocultos. Ha tenido que venir María José Moreno (gracias, eres lo más) a decirme que ella recordaba haberse apuntado, que mirase a ver si los tenía que moderar.

Cuando lo he visto quería que la tierra me tragase.

Como todo ha sido un desabarajuste, amplío el plazo hasta este viernes para apuntarse al sorteo aquí

El reparto de números queda va así iré editando la entrada si hay nuevos participantes:

Almudena, del 1 al 6.

Agatha, del 7 al 12.

Carmen, del 13 al 18.

María, del 19 al 24.

Laura Sanz, del 25 al 30.

Mari, del 31 al 36.

Maribel Lirio del 37 al 43

María José Moreno del 44 al 50

Madre desesperada del 51 al 57

Mar Jurado del 58 al 64

Mayte Uceda del 65 al 71

Fina del 72 al 78

Laura Comella del 79 al 84

Margalida Ramon del 85 al 89


No sé si me voy a volver a meter en el lío de organizar un sorteo. Bueno, quizá sí, nos reiremos un poco porque, estoy segura, no sabré hacerlo bien a la primera. 

lunes, 13 de febrero de 2017

ENTRE PUNTOS SUSPENSIVOS




Fecha de salida en papel: 15 de febrero.
Formato: bolsillo.
Precio: 7,95€

Sinopsis:

Mario Aguirre, el padre de Paula, lleva desaparecido unos días. Por más que su hija trata de localizarlo, no logra dar con su paradero y por ello busca la ayuda de Javier Muñoz, inspector de policía. Diez años atrás, Javier y Paula mantuvieron una relación que nunca ha acabado del todo. De vez en cuando sellan treguas que duran solo unos días, y de las que los dos salen siempre heridos.

Paula sabe que estar cerca de Javier no es lo más sensato, porque recuperarse después de estar juntos es cada vez más difícil, pero necesita que sea él el que la ayude a encontrar a su padre y no duda en pedírselo. El magnetismo que existe entre ellos es tal que quizá el viaje que emprenden para encontrar a Mario no sea muy buena idea, quizá exponga demasiado sus sentimientos.


Nunca os he pedido un favor, pero esta vez me atrevo. En este blog hace tiempo que estamos como en casa, así que os considero parte de mi familia digital. Sé que muchos tenéis pensado comprar el libro en papel, porque me lo habéis ido contando. Lo entiendo, porque el precio es más que atractivo. Os voy a pedir una cosa. Si de verdad lo tenéis pensado, hacedlo cuanto antes. Los libros duran cada vez menos como novedades, tienen un tiempo muy corto de estancia en las librerías. Enseguida vienen otros que deben ocupar ese espacio y si tienen suerte se quedan un tiempo en la tienda, pero en muchos casos se devuelven y se marchitan esperando no se sabe qué en los almacenes.

Por eso os pido este favor, que si tenéis decidido que lo queréis en papel, no esperéis al verano. Ni siquiera a mayo, porque quizá ya no esté en muchos lugares.

Y ya que nos ponemos, si os gusta, quizá no venga mal que lo comentéis. O que se lo comentéis a vuestra vecina. O que se lo regaléis a alguien por su cumpleaños...

Voy dando ideas.

Por cierto, yo hoy he recibido el primero del mío. Espero que me dé suerte.


Si lo queréis en versión digital, aquí se puede conseguir. 2,84€. Más barato imposible.

sábado, 4 de febrero de 2017

LA HISTORIA DE CAS DE LAURA SANZ



Sinopsis:

De manera accidental, Eli, una chica de clase alta, familia acomodada y portada de revistas, conocerá a Cas, un hombre que no pertenece a su mundo y que no la tratará con guantes de terciopelo, algo a lo que ella está acostumbrada. A pesar de sus diferencias comenzarán una aventura fugaz que pronto se convertirá en algo más. Pero la realidad, las mentiras, algunas malas decisiones y un turbio asunto en el que se verán envueltos lo complicarán todo.

Mis impresiones:

He esperado unos días para hacer esta reseña y no porque no haya leído la novela: al contrario, la leí hace unos días, antes de que Laura Sanz la publicase y, mientras lo hacía, sabía que acabaría aterrizando en el blog. Los que me seguís, sabéis que no hace mucho leí la primera novela de Laura, La chica del pelo azul, una novela de fantasía que plantea un viaje en el tiempo. Me gustó mucho cómo la autora se movía entre las palabras, y me planteé no perderla de vista.

Luego empezó la sucesión de serendipias. Una amiga común. Laura que conoce a mi madre (yo aún no la conozco a ella). Las dos nacimos en Guadalajara...

Yo qué sé, el caso es que acabé leyendo el borrador y sumergiéndome de lleno en esta historia en la que, como bien ha dicho alguien "ni el tipo duro es tan duro, ni la chica frágil es tan frágil". 

Cas es mecánico de motos de una isla. Eli es una asidua de las revistas del corazón, de vacaciones con sus amigas. Viven en dos mundos separados por millones de prejuicios, pero una mala maniobra al aparcar los pone frente a frente y se desata algo insospechado entre los dos. Primero, probablemente, solo se trata de curiosidad. Después, quizá sorpresa por lo que ambos son capaces de sentir por alguien que es casi un desconocido. La novela cuenta una historia de amor con sus vaivenes, con secretos que no se cuentan porque es posible que su romance no llegue a más que un rollo de verano, pero ambos acabarán superados por sus sentimientos.

Alrededor de los protagonistas, más personajes: las amigas de Eli, sus insoportables padres, ese novio, Lalo, que no hay por dónde cogerlo y los hermanos de Cas: Jan y Till, para los que Laura se reserva dos novelas más que nos ha prometido para los próximos meses.

No os voy a contar más de la novela, no procede; solo os diré que es romántica, que no es empalagosa, que asume el riesgo de una protagonista no demasiado convencional (ya sabéis, a mí me gusta el riesgo) y que cumple con creces con lo que promete.

Y ahora os cuento algo más.

Una sorpresa para mí.

Al principio de la novela, en esa página que nos reservamos para las dedicatorias o los agradecimientos, mi nombre.

Me emocionó, no creo merecerme ese honor que hasta ahora no me había concedido nadie. Solo estuve ahí los últimos días, aportando algo no es más que apoyo para no salir flotando o caerte de golpe cuando te sucede lo que le ha pasado a Laura con esta novela: ponerte en el número uno de Amazon al día siguiente de publicarla. Y ahí sigue, una semana después, con mayoría de excelentes opiniones (y alguna, como es normal, un poco regular, pero no le podemos gustar a todo el mundo. Incluso a veces nos ponen pegas que no tiene el libro, pero son gajes del oficio y cosas de estar arriba).

Le deseo lo mejor con esta novela, que siga dándole tanto como esta primera semana. Sé que cuando suceden cosas así, sientes que te crecen alas...

viernes, 3 de febrero de 2017

UN MONSTRUO VIENE A VERME DE PATRICK NESS



Sinopsis (extraída de Amazon):

Siete minutos después de la medianoche, Conor despierta y se encuentra un monstruo en la ventana. Pero no es el monstruo que él esperaba, el de la pesadilla que tiene casi todas las noches desde que su madre empezó el arduo e incansable tratamiento. No, este monstruo es algo diferente, antiguo... Y quiere lo más peligroso de todo: la verdad.

Maliciosa, divertida y conmovedora, Un monstruo viene a verme nos habla de nuestra dificultad para aceptar la pérdida y de los lazos frágiles pero extraordinariamente poderosos que nos unen a la vida.

Mis impresiones:

Este libro no es mío, es un préstamo. Un regalo de otra persona que, al final, he leído yo primero. Supongo que como mucha gente, llegué a tener conciencia de él a través de la película de Bayona (película que no he visto, por cierto). Ha sido una lectura intensa, de esas que despiertan tantas emociones que yo, la que no llora con los libros, se ha descubierto con lagrimones por la cara, quizá porque todos alguna vez nos vemos en la tesitura de vencer al monstruo y no resulta complicado empatizar con Conor, el pequeño protagonista de la historia.

El libro que tengo en mis manos tiene un prólogo del director de cine, un prólogo bellísimo del que algunas frases danzaron mucho rato en mi cabeza.




Un monstruo viene a verme, además de una película, tiene otra historia a su alrededor, una que a mí me sorprendió porque tampoco conocía. Vale, lo pone en la portada, pero hasta que lo leí las palabras de Patrick Ness dentro, no fui consciente de a qué se refería. Esta novela está basada en una idea de otra autora, Siobhan Down, de la que tampoco sabía nada. Como se puede comprobar, mientras leía este libro casi todo era nuevo para mí. Siobhan murió cuando tenía los personajes, el inicio de la novela, pero no le dio tiempo a escribir la que habría sido la quinta de su historial. Patrick Ness recibió el encargo de completar esa novela, pero dudó, porque no sabía si estaría a la altura. No era cuestión de imitar su voz y no lo intentó: solo pensó en escribir algo que a ella le hubiera gustado leer.

(Aquí hago un inciso. Este verano escribí otra de esas novelas que siento impublicables y esto que os cuento me la devolvió a la mente, porque es casi la misma premisa.)

La historia de la novela es sencilla: un tejo, transformado en un árbol monstruoso que cobra vida, le va contando historias a un niño, que no está pasando por su mejor momento. Todas parecen incoherentes a ojos de Conor, historias en las que nada sucede de acuerdo a la lógica y que siempre le acaban enfadando. Sin embargo, a Conor el monstruo no parece darle tanto miedo como la pesadilla que lo persigue desde hace meses y busca refugio en él, es quien acaba convocando su presencia, quizá para no sentirse tan solo. Porque hay algo que le está haciendo crecer a marchas forzadas, su madre está enferma de cáncer y las cosas no pintan nada bien. Él se siente mal, no solo en casa, no solo por la relación que tiene con su abuela o con su padre, figuras por las que no siente tanto apego como por su madre, sino en el colegio, donde no soporta dos cosas: la lástima que demuestran, sobre todo los adultos, y el acoso de Harry y sus amigos.

Sin embargo, la aparente sencillez argumental de esta historia se vuelve de una profundidad emotiva por la manera de estar narrada. Conor no tiene miedo al monstruo que viene a verle cada noche a la misma hora, tiene miedo a su propia pesadilla, una pesadilla de la que no saldrá si no es afrontándola.

Un apunte solo: yo no veía una película mientras leía. Me pasa a veces, que hay libros que son tan visuales, que tienen tantos elementos en los que apoyar la imaginación que encuentro una secuencia de imágenes en mi mente lista para darle la forma de un film. Pues en este caso, no. Quiero ver la película de Bayona porque me resulta curioso cómo ha podido transmitir todo lo que transmiten (vale, me repito, pero llevo un rato pensando en un sinónimo y no me sale) los diálogos entre Conor y el tejo, o con su abuela, o con su madre. Quiero ver si es algo más que efectos especiales (creo que sí, por lo que me han contado).

Pero eso ya será dentro de unos años, cuando la pongan en la tele.

A mí lo de ir al cine me queda muy lejos.

miércoles, 1 de febrero de 2017

MICROMADRUGADA



Siempre digo que la peor manera de acabar una historia es dejarla en puntos suspensivos. Colgando del último, aferrada a él, se queda la esperanza. La de que un día esa persona regrese y nos volvamos a sentir arropados en aquella historia que nos llenó tanto. Pero no te engañes, con esa secuencia imperfecta, con ese final que no sabes si lo ha sido, se marchan también la felicidad completa, las risas tontas, los besos en el pelo y las dichas compartidas.

Los planes.
El futuro.
Los sueños.
Los deseos.

No te engañes.

La vida no es una novela que se pueda reescribir para que todo encaje. La vida fue y los días dulces se marcharon. Se fueron incluso las tormentas y ya no queda nada.
Ese abrigo verde colgado del perchero de unos puntos que, en el final de una historia, nunca deberían ser suspensivos.

Por el bien de tu corazón.