martes, 30 de marzo de 2021

¿QUÉ LIBRO SE PUBLICÓ CUANDO NACISTE? 1991-2000

 Sigo con mis entradas recopilatorias. Me parece interesante saber qué libro se publicó en el año en el que nacimos, aunque solo sea como mera curiosidad. En el caso de los libros de esta década, como ya están más próximos, no voy a ser tan rigurosa con los que aparecen en los temarios de literatura, puesto que son mucho más cambiantes.


1991, Sin noticias de Gurb, Eduardo Mendoza.


Leí las entregas que iban apareciendo en El País y más adelante adquirí esta misma edición de Círculo de Lectores. Este libro, una sátira ambientada en la Barcelona preolímpica me divirtió muchísimo. Todo en esta novela roza el surrealismo, pero hay una gran dosis de realidad y crítica social que en su momento, leída en el contexto del tiempo en el que se escribió, era muy fácil detectar. Y es Mendoza, un genio.


1992, Lo peor de todo, Ray Loriga.

Conocí a Ray Loriga por cuestiones hospitalarias, toda la gente que podía presentarlo en la biblioteca de Azuqueca se había puesto enferma, así que me llamaron para que condujera la charla. El día anterior no sabía nada de él, pero esa misma noche me bebí esta novela y redescubrí en ella que mis ganas de contar historias no habían muerto en la adolescencia, solo estaban dormidas. En la charla me regaló un ejemplar de Héroes que perdí en una mudanza, probablemente nunca me recupere de lo torpe que fui.


1993, El club Dumas, Arturo Pérez Reverte.


Pérez Reverte es un autor que pocas veces defrauda, uno de esos seres extraordinarios que pueden escribir de lo que quieran porque siempre lo acaban resolviendo bien. El club Dumas mezcla aventuras, intriga y literatura. Una novela a la que siempre se puede volver.


1994, Historias del Kronen, José Ángel Mañas.


La revolución que supuso la obra de José Ángel Mañas tiene que ver con la frescura que imprimió al Premio Nadal, esa conexión con la generación que crecía en nuestro país, la que se llamó Generación X. Tiene un ritmo vertiginoso que se acomoda al modo de vida de los personajes y un lenguaje muy próximo para quienes vivieron ese momento.


1995, En mitad de ninguna parte, Julio Llamazares.


Es una recopilación de relatos de este autor que ya es considerado un clásico de nuestra literatura. La sorpresa es la tónica general en ellos, unos relatos que en principio fueron publicados en prensa.


1996, El capitán Alatriste, Arturo y Carlota Pérez Reverte.


No fue la primera novela de Pérez Reverte que leí, pero sí una que me fascinó de principio a fin, esa manera que tuvo de conjugar historia, aventuras, placer por la lectura y frescura pintando un momento clave de nuestra historia. La escribió con su hija Carlota, que ayudó con la documentación. Recuerdo que él decía que en los libros de texto de aquella época apenas se dedicaban dos páginas a un siglo tan fascinante como el Siglo de Oro y quiso que su hija conociera el momento, de ahí el proyecto. Creo que si echase un vistazo al desastre de programas que hay ahora, un cuarto de siglo después, se echaría las manos a la cabeza de verdad.

1997, La hija del caníbal, Rosa Montero.


Una de las novelas más hermosas de Rosa Montero, en la que hace una disección del momento vital de la protagonista, en plena crisis emocional. La desaparición de su marido sirve de excusa para poner frente al espejo y está narrada con un lenguaje muy cuidado, que matiza las personalidades de los distintos personajes.


1998, Atlas de Geografía Humana, Almudena Grandes.


Fue la novela que consagró a Almudena como una de nuestras grandes narradoras de finales del XX y principios del XXI. Cuatro mujeres pasan por las páginas de este libro mostrándonos sus miedos, sus deseos, sus pasiones, sus triunfos y sus fracasos. 


1999, Marina. Carlos Ruiz Zafón.


El libro llegó a casa como lectura obligada para mi hijo en el instituto, mucho después de haber leído La Sombra del viento. Es una novela que mezcla lo real y lo sobrenatural, una novela de autodescubrimiento y aprendizaje de los personajes que sigue fascinando a generaciones diferentes.


2000, La fiesta del chivo, Marío Vargas Llosa.


Una reflexión que enlaza hechos reales con ficticios, una novela persuasiva y vital, donde se derrama la mejor prosa del Premio Nobel, 

miércoles, 24 de marzo de 2021

¿QUÉ LIBRO SE PUBLICÓ CUANDO NACISTE? (1981-1990)

Sigo con mi recopilación de libros publicados en España, esta vez en los ochenta. Algunos son verdaderas joyas de la literatura en castellano.

1981. Los santos inocentes. Miguel Delibes.


La novela del autor vallisoletano tiene una parte formal muy interesante. La componen seis capítulos, cada uno de los cuales lo titula con el nombre de uno de los personajes esenciales de la obra. Cada uno de ellos, además, es una sola oración gramatical y, aunque el lector se acostumbrará a escuchar la voz de los personajes, no hay diálogos tal como aparecen habitualmente en narrativa. Como curiosidad, Delibes dedicó este libro a su amigo Félix Rodríguez de la Fuente, que falleció en 1980.


1982. Las bicicletas son para el verano. Fernando Fernán Gómez.



El autor, nacido en Lima, plantea en esta obra teatral  un conflicto sencillo dentro de un tiempo muy complicado, la Guerra Civil. Escrita en forma de comedia, tiene momentos hilarantes como en de las lentejas, y refleja cómo fue la guerra para la gente que vivía en las grandes ciudades. Se mezcla la dureza del momento con la picaresca española para salir adelante. Llena de sensibilidad y humanidad, es probablemente la mejor obra del autor.

1983. Mazurca para dos muertos. Camilo José Cela.




Esta novela del Premio Nobel gallego es el retablo de unas vidas señaladas por la sexualidad, la barbarie y la violencia física, ligadas al inexorable paso del tiempo.


1984. Letra muerta. Juan José Millás.



Una trama que sugiere más que cuenta es lo que presenta el autor valenciano. Trata sobre una duda de identidad. No es su mejor novela, pero resulta muy interesante.


1985. La taberna fantástica. Alfonso Sastre.



Escrita en el 66 por el autor, no fue estrenada hasta 20 años después, en el Círculo de Bellas Artes de Madrid (precioso lugar, por cierto). Es una tragedia compleja, una toma de conciencia y expiación de culpas, un héroe valleinclanesco con características esperpénticas que se enmarcan en un ambiente renovador.




1986. Burdeos. Soledad Puértolas.



Esta novela es una búsqueda, la de conocerse a sí mismo a través de la soledad. Sus personajes la persiguen y entrecruzan sus destinos para acabar encontrando una verdad basada en la experiencia. 

1987. El invierno en Lisboa. Antonio Muñoz Molina.



Una historia a ritmo de jazz que le valió el Premio Nacional de Literatura al autor de Úbeda. Esta novela es un homenaje al cine negro americano y a esa música. Una novela con ritmo.


1988. Carmen, Carmen. Antonio Gala.



Según el autor andaluz, Carmen, Carmen es un canto a la alegría. A su estreno en el teatro (la protagonista fue Concha Velasco) asistió el propio autor, Rafael Alberti y muchos personajes de la cultura del momento. 


1989. Las edades de Lulú. Almudena Grandes.



Una chica de 15 años llamada Lulú se inicia en el sexo con de Pablo, de 27 años, amigo de su hermano. Es deslenguado, atrevido y le gustan de los conciertos y las charlas anti-sistema. Almudena plantea una tórrida relación entre los dos que se perpetuará a lo largo de los años. Lulú coqueteará con toda clase de prácticas sexuales. Fue Premio La sonrisa Vertical.


1990. Las horas completas. Luis Mateo Díez.



A un peregrino que realiza el Camino de Santiago lo recogen unos curas que van a comer a un pueblo cercano. Es un viaje por la memoria. El gallego Luis Mateo Díez traza en Las horas completas una historia con muchas lecturas en la que aparece la pasión por la cultura popular y el profundo amor por la tierra. Tiene sentido del humor.


martes, 23 de marzo de 2021

¿QUÉ LIBRO SE PUBLICÓ CUANDO NACISTE? (1970-1980)

 Navegando por la red, siguiendo enlaces de aquí y de allá, he tropezado con uno de esos listados de libros que nos llaman la atención, no por ellos, sino por algo que acompaña al titular: los más vendidos de... los mejores de... los que deberías leer de...

Se me ha ocurrido hacer una selección de once libros, publicados todos entre 1970 y 1980, que hace tiempo que forman parte de la literatura académica, que por su calidad llevan décadas ganándose ese lugar. Claro que se publicaron más, pero me quedo con estos, todos publicados en España y todos con algo interesante que decir de su momento.

1970. El inocente, José Ángel Valente.



Este autor ourensano representa la "poesía del silencio". Su poesía nace de lo inmediato o de experiencias interiores, pero lo más destacado de él es cómo trabaja los poemas hasta buscar las resonancias exactas.

1971. Aún no, Francisco Brines.


El valenciano Francisco Brines escribe una poesía intimista que reflexiona sobre el paso del tiempo con un tono melancólico.

1972. La saga/fuga de J.B. Torrente Ballester.



Este coruñés fue miembro de la RAE y Premio Cervantes en 1985. Su obra se mueve entre la novela, el ensayo y el teatro.

1973. Si te dicen que caí. Juan Marsé.



El pasado verano, Juan Marsé fallecía en Barcelona, la misma ciudad que lo vio nacer y que forma parte de su legado literario. Su obra analiza la degradación moral y social, las diferencias de clase, los enfrentamientos sociales a través de técnicas narrativas innovadoras y pasado todo por el filtro de su fina ironía.

1974. Retahilas, Carmen Martín Gaite.


Esta salmantina obtuvo, entre otros premios, el Nadal con su primera novela, Entre visillos. En Retahilas prima la introspección y la reflexión.

1975. La verdad sobre el caso Savolta, Eduardo Mendoza.


Esta fue la primera obra del autor catalán. Se publicó poco antes del fin de la dictadura, y por eso se optó por cambiar el título original: Los soltados de Cataluña. La primera parte de la obra juega con innovaciones literarias, mientras que la segunda se puede decir que es una de las primeras novelas modernas de nuestro panorama literario.

1976. Rosa Chacel. Barrio de Maravillas


La autora vallisoletana publica gran parte de su obra en el exilio. Hace retratos apoyados en una prosa descriptiva y rica, así como unos personajes sólidos. Dijo de sí misma alguna vez que era "inventora de almas".

1977. La detonación. Antonio Buero Vallejo.


El autor alcarreño muestra una actitud de compromiso ético con los más débiles, muchas veces protagonistas de sus obras de teatro. Sufrió la censura, nunca renegó de sus ideas y tampoco quiso renunciar a escribir en su patria. Eso y la necesidad de arrancar las máscaras y buscar la verdad, hace que se puedan encontrar similitudes entre Larra y él mismo en esta obra. 

 
1978. Extramuros, Jesús Fernández Santos.


A este madrileño le sorprendió la Guerra Civil en Segovia, donde pasó unos años con su padre y sus hermanos. Con esta obra ganó el Premio Nacional de Literatura. Transcurre en un convento de clausura y narra la historia de un falso milagro. 

1979. El misterio de la cripta embrujada, Eduardo Mendoza.



No he podido evitar incluir otra historia de Mendoza, una que aún se sigue leyendo en los institutos y que ha sido la iniciación con este autor para bastantes jóvenes lectores.


1980. Historia de Gloria, Gloria Fuertes.





Gloria Fuertes siempre jugó con su biografía, cambiándola, reescribiéndola en un intento de mantener su intimidad. Aunque no se puede decir que toda su producción sea infantil, lo que sí es cierto es que fue en ese campo donde se hizo más popular. Su inclasificable estilo mantiene el equilibrio entre calidad y popularidad, entre intimismo y comunicación.


¿Naciste alguno de estos años? ¿Sabes de otra novela del año de tu nacimiento?
















viernes, 19 de marzo de 2021

UNA NOVELA PARA MAMÁ

Esta mañana estaba revisando la última novela que escribí en 2020 y, de pronto, he soltado una carcajada. Esta novela solo iba a ser para mi madre, fue su regalo de Navidad, así que me dejé llevar. Es espontánea, divertida, loca a ratos. Me tiene con una sonrisa boba en los labios mientras la releo y a veces hasta se me olvida que estoy repasando. Disfruto con lo que les pasa a unos personajes a los que ya he cogido cariño.

La experiencia de escribir historias para una sola persona no es nueva, tengo otra novela que se la escribí a mi amiga Elena (en el verano de 2019) y pienso seguir haciéndolo porque, la verdad, no necesito nada más. Con esto me lo paso muy bien, tenemos tema de conversación y, si tienen antojo de que algo salga en el libro, me las arreglo para que sea así.

¿Se puede pedir más? Yo, al menos, no.

Pero la vida te da sorpresas, ¿verdad? Y yo me llevé una hace un mes. Inesperadamente, la novela de mi madre, la que se iba a quedar en un disco duro y su lector, sí va a tener destino. Será publicada y digo será porque no lo voy a hacer yo sola, no va a ser una autoedición. Los detalles los contaré cuando llegue el momento, porque aún queda bastante, pero ¿verdad que es absolutamente increíble que acabe publicando algo que no tenía previsto ni sacar del cajón? Por eso tengo que echarle un vistazo extra, porque una cosa es para ti y para los tuyos y otra exponerse.

Todavía os estaréis preguntando por qué me he reído.

He hablado de la ausencia de corsés al escribir esta historia. La he escrito con pijama de verano y completamente descalza, aunque en la novela haga más bien frío. No pensé en nada, simplemente me sentaba cada mañana durante una o dos horas y tecleaba la escena que había dejado esbozada el día anterior. De vez en cuando, en los meses que tardé en escribirla, me permitía bromas personales, cosas de esas que solo entiendo yo y, en este caso, mi madre. 

Pero en esta novela también hay otros guiños y se me habían olvidado, así que cuando he llegado a uno de ellos, no he podido por menos que reírme a carcajadas yo sola. Ulises me ha mirado con cara de qué te pasa y yo le he dado un abrazo porque sí, porque es el mejor perro del mundo y porque estaba contenta.

Me gusta esto, hacer lo que quiera, dejar que mis dedos vuelen por el teclado y construyan historias llenas de guiños.

Para los que se lo pregunten: es romántica, es el tipo de novela que le gusta a mi madre. Tiene unos secundarios de lujo y un prota con pinta de dios vikingo. Tiene salseo y todo. Tiene risas y algún pellizquito en el corazón. Y tiene el inmenso amor de una hija a su madre.

No sé cómo devolverle todo lo que me ha dado siempre, y no sé ya cómo soportar este año que la vida nos está obligando a vivir separadas. No sé, quizá le escriba otra novela.

En la foto, Ulises, que no tiene nada que ver, pero mira que es guapo el puñetero. Abrazando a la bruji, que es más guapa todavía. Quizá este año os la acabe enseñando por fin...




miércoles, 17 de marzo de 2021

ENCUENTROS CON LECTORES

 Dentro de unos días tengo un encuentro virtual con un club de lectura (ya os contaré cómo ha ido), donde hablaremos de La colina del almendro. Me encanta porque la situación en la que vivimos ha limitado mucho el contacto con los lectores. 

He estado pensando en algo.

No hace mucho, se me ocurrió invitar a un autor a nuestro club de lectura, el que va parejo al taller de narrativa. La respuesta fue que hace mucho que no va a estos actos (mucho no será, que apenas hace un año de la virtualidad de los encuentros) y que rechazaba amablemente la invitación.

Es su opción, por descontado. Tan válida como cualquiera, que esto no tiene obligaciones, por mucho que a veces nos veamos envueltos en ellas.

Sin embargo, me ha hecho pensar en otra situación, una vez en la que asistí a una charla de Alejandro Palomas en la que éramos media docena (contando niños acompañantes). Le pregunté si no se sentía un poco triste por haber hecho el esfuerzo de ir tras tan pobre respuesta y él me contestó, con la inteligencia de los que de verdad son grandes, que nunca se sabía dónde podría estar un lector que te abría la puerta a otros, multiplicando las posibilidades de que tus palabras llegasen a más gente.

Con eso me quedo, con la respuesta que tiene los pies en el suelo y el corazón en una historia que no es negocio, sino un pedacito de vida que creamos con esfuerzo, tiempo e imaginación. Que cuidamos porque nos importa. Que vivimos, porque forma parte de nuestras vidas.

#FelizMiercoles

sábado, 13 de marzo de 2021

RECUPERARSE




Padezco insomnio desde que tengo memoria. De hecho, muchas de mis noches de infancia se me fueron entre libros: si no me quedaba leyendo hasta que me doblaba el cansancio, acababa despertando de madrugada y enganchada a un libro. Así, con la excusa de no dejar tan solo pasar las horas, crecieron dentro de mi las ganas de contar, de expresarme y de poner en un papel esas historias que me sugerían los libros que iba leyendo.

Después de una etapa en la que el sueño pareció reconciliarse conmigo, vino otra peor, de noches enteras en blanco o, como mucho, de dormir un par de horas. En esas madrugadas de no hace tanto, escribía. Mis novelas avanzaban al ritmo de quien les dedica mucho tiempo, porque lo tenía, porque no dormir multiplica la vida aunque con ello tengas que pagar otros peajes.

Hace un par de años, empecé a dormir otra vez.

Poquito a poco fui sintonizando mi cerebro con el descanso y los ritmos circadianos empezaron a entonar una melodía más saludable y más perfecta. Solo algunas noches se olvidaban de mí y me descuidaban un poco. Este 2021, sin embargo, empezó alterado. Cuestiones de salud que han supuesto un desajuste físico han tocado el sueño, pero ya no escribo de madrugada.

Hoy ha tocado noche en vela, de esas que te sacan de la cama, de las que ni siquiera el mejor libro del mundo puede combatir. He sentido la tentación de encender el portátil, pero no lo he hecho, porque sé que escribir, aunque sea terapéutico, es también adictivo y no quiero volver a pasar noches y noches atrapada entre sus redes. Quiero poner yo las normas y que no sea esto lo que me conduzca. No se puede controlar lo que te limitan los demás, pero todavía podemos ser dueños de nosotros mismos.

 He saltado a la cocina. No tenía hambre, tenía tiempo, así que he abierto el frigorífico con intención de ordenarlo. He tardado dos segundos en cambiar de opinión: cocinaría. Primero, codornices escabechadas. Después, una empanada. Ahora estoy esperando a que se termine y, ya que tengo el horno caliente, valorando hacer un bizcocho.

Todo esto tiene que ver con el título de la entrada, con recuperarse. Poco a poco, porque esto va así, pero ya huelo. ¡Y es delicioso! El mundo sin olfato es inocuo y triste, privado de sensaciones que nos provocan un placer indescriptible. Que nos avisan de peligros. Que nos motivan o nos advierten. Hoy he disfrutado con el olor de la comida mucho más que sé que disfrutaré de comerla. Y, cuando se despierte, voy a abrazar a mi hija y voy a olisquearla sin disimulo.

Nadie sabe lo que he echado eso de menos.

viernes, 12 de marzo de 2021

DOCUMENTARSE

Esta noche no he dormido nada. Me la he pasado buscando información para redondear una historia que tengo escrita desde el verano de 2019. Como hace tiempo que no la toco, hay una última copia a salvo de la defunción de mi portátil, y como hasta dentro de unos días no podré recuperar el resto de lo que tengo, he pensado darle otra vuelta.

El tema de fondo de esta historia es el acoso.

Cuando la escribí, aunque sé bien de lo que estoy hablando, lo dejé en un plano superficial, porque siempre quise dar más potencia a la otra historia, la que queda en primer plano y es más bonita y más optimista. No leemos para aprender, sino para divertirnos, así que, aunque dejase la puerta abierta a alguna reflexión, sería con la humildad de no ir por la vida dando lecciones.

El acoso genera toda una serie de secuelas a quienes lo padecen que no estaba segura de haber plasmado en mi protagonista. Me di cuenta cuando lo he visto de cerca, cuando las emociones me han tocado tan de lleno que no queda más remedio que pararse a pensar.

Mi protagonista no se entretenía en hacerse una pregunta: "¿Qué he hecho?" Porque, aunque el acoso venga muchas veces de la mano de personas claramente desequilibradas, esa es una pregunta que es inevitable, buscamos las razones, la lógica, la causa-efecto que al final conduce a callejones sin salida, porque el narcisismo de otro, sus obsesiones íntimas, su distorsión de la realidad que se acomoda a lo que quiere que sea y no a lo que es, es ingobernable desde fuera.

Y las consecuencias, también.

Cuando empecé la novela, el mismo acoso que recibe mi protagonista lo estaba sufriendo alguien muy cercano. Pero ya sabemos que no es lo mismo ver que vivir ni que contar, porque aunque la realidad sea aterradoramente verosímil, la ficción tiene sus propios mecanismos. Y yo hablo de ficción en mis novelas, aunque detrás siempre haya verdades aterradoramente reales.

Claro, después de la noche en vela, ahora tengo sueño...

jueves, 11 de marzo de 2021

DETRÁS DEL CRISTAL, DE NUEVO EN AMAZON

 



Desde hace unos días vuelve a estar disponible en Amazon mi novela Detrás del cristal. Después de haber recuperado los derechos, he decidido dejarla ahí. Había barajado otras opciones, pero estamos en medio de una crisis económica, seguimos, por las medidas restrictivas que rigen nuestras vidas, sin poder acompañar a los libros en la calle. En ese contexto, no me pareció oportuno ni sensato hacer otra cosa con esta novela, por muy tentador que fuera no hacerlo sola. Pensé que ya hizo su recorrido (y maravillosamente bien, todo hay que decirlo), y ahora solo busco que quien todavía no la conozca y quiera hacerlo pueda, sin tener que recurrir al pirateo.

Sé que es ser muy optimista.

Detrás del cristal entremezcla varias historias. Empieza con un tono de comedia, con distintos personajes que podemos intuir que van a estar relacionados. Después de unos primeros capítulos en los que Ana, la protagonista, toma una decisión que da para un debate, después del tono desenfadado que acompaña a esas páginas, empezamos a intuir que hay otra historia detrás. Una que quizá pasó desapercibida, aunque fuera lo primero que puse delante de los ojos del lector.

Esa fue mi intención, dejarlo a la vista, pero que pareciera poco importante cuando era el centro de todo.

Esta novela, publicada en 2013, pretendía llamar la atención sobre el maltrato. Quería decir con ella que muchas veces lo tenemos delante de nuestras narices y, como la protagonista de la portada, nos cruzamos de brazos ante ello. Por fortuna, las cosas han cambiado muchísimo desde 2013, nos hemos concienciado, aunque estoy segura de que muchas historias las tenemos al lado y seguimos dando la vuelta a la cara, porque no es problema nuestro.

La comedia planteada al principio, por tanto, se pone seria por momentos y hace una reflexión, no profunda, pero sí muy sincera, sobre un tema que entonces me preocupaba y hoy me preocupa todavía más, porque lo estoy viendo muy de cerca. Usé ese tono porque mis influencias literarias beben en el surrealismo, en Valle y en Jardiel Poncela. Y en los vodeviles. Y en el teatro. Y en fuentes que quizá no son las más comunes para una novela romántica. De hecho, la primera novela romántica que leí en mi vida es posterior a la publicación de Detrás del cristal.

La he subido a Amazon, con Kindle Unlimited, para que quienes estén suscritos al programa puedan empezar a leerla gratis y decidan si quieren seguir, aunque en realidad cualquiera que le dé a este enlace puede hacerlo. Ahí están los primeros capítulos. Su precio, 2,89€ en ebook y 14,94€ en papel. 

martes, 9 de marzo de 2021

RECUENTO

Hace un rato estaba viendo en un blog que hacemos poco recuento de nuestros logros, mientras que muchas veces nos paramos a hacerlo de los demás, sintiendo envidia.

Tal vez no le pasa a todo el mundo, solemos pintar la vida como la vemos, pasa por nuestro filtro y acabamos pensando que esa es la única verdad posible, sin cuestionarnos que, tal vez, sea solo la nuestra.

No suelo hacer recuento de mis propios logros, pero estos días, en concreto ayer, sucedió algo que esa entrada de blog me ha recordado. Y, mira por dónde, lo voy a recoger aquí.

Ayer, día de la mujer, La colina del almendro fue seleccionada por la aplicación de libros de Huawei para celebrar el día de la mujer. Es mi logro, pero ayer era un día de todas y la verdad es que preferí contarlo casi de pasada, tuve la sensación de que no venía mucho a cuento cuando era el día que era, con otras cosas que eran más importantes.

Ayer, día de la mujer, también dos de mis novelas fueron seleccionadas como lecturas para el día de la mujer por HarperCollins. De las siete que había separado la editorial, dos eran mías: La colina del almendro y Entre puntos suspensivos. Además, fui la única autora española en esa selección. Otro logro para mí que suma, pequeñas cosas que juntas, son mi biografía.

Única.

Me la he ganado yo sola. Sin débitos que deba pagar porque me he ocupado muy mucho de no endeudarme.

Ayer, en el día de la mujer, día que llevo celebrando más de treinta años de manera activa, me paré a pensar justo en esto. Es lo que tengo muy claro desde hace mucho: la lucha siempre tiene que incluir a uno mismo, ser personal y no debérsela a nadie. Los obstáculos no se solventan solo en manifestaciones masivas ni arengando a las masas, hay que remangarse y trabajar, y eso es lo que hago. Lo que llevo haciendo toda la vida. Por la igualdad efectiva, por romper los techos de cristal y por lograr avances. Esforzándome lo que sea. Aunque sean pequeños, son pasos que allanan el camino para mi hija. 

Terminar número 2 de una promoción universitaria en la que el 85% eran hombres, por ejemplo.

Ayer, día de la mujer, me lamenté de que muchas veces se nos llene la boca con la palabra sororidad, cuando en muchas ocasiones contra quienes más tenemos que luchar es con actitudes bochornosas que parten de mujeres que se hartan de decir que son feministas y después sus actos las desdicen. De eso nos queda también mucho que aprender. Mucho que avanzar.

Sigamos adelante, yo lo voy a hacer. Cordura no me falta. Corazón, mucho menos, es una cosa que no se puede fingir. Cuando se tiene, se nota y cuando no, muchísimo más.

Y voy a seguir sumando, porque para restar ya están otros.

lunes, 8 de marzo de 2021

LA SOCIEDAD LITERARIA DEL PASTEL DE PATATA DE GUERNSEY

O UN LIBRO EXCEPCIONAL LLENO DE DETALLES EXCEPCIONALES.

El título del post era tan largo que he tenido que optar por ponerlo dentro de la entrada porque no cabía. Y es que esta pequeña historia es eso, una excepción tras otra, un libro excepcional.

Permitidme que cuente esas cosas que me fueron llamando la atención.

La primera de ellas es que en la portada aparecen dos nombres. Lo primero que uno piensa es que fue un libro escrito a cuatro manos, algo que no es tan extraordinario, pues hoy en día quien más y quien menos ha escrito con otras personas. Yo misma, al principio de publicar, compuse un relato que está colgado en este blog con un autor. Fue muy divertido, porque teníamos que coordinar las partes, tan satisfactorio que después volví a repetirlo.

Ya no he vuelto a tener tiempo ni a nadie que lo tuviera para acompañarme, pero creo que es una de esas cosas que me gustaría hacer con una novela. Solo por ver qué saldría.

Los dos nombres que aparecen en la portada son Mary Ann Shaffer y Annie Barrows. La primera, editora y bibliotecaria, escribió este único libro que nunca se publicó mientras ella vivió. A terminarlo la ayudó su sobrina Annie, también escritora, y que fue quien puso todo su empeño para que las palabras de su tía no se quedasen en un cajón.

Gracias, Annie, es una verdadera delicia de libro.

Otra de sus cosas excepcionales es que se trata de género epistolar. A veces los autores nos decantamos por introducir cartas en novelas con narrador externo, porque en ellas se puede jugar a dejar que los personajes se expresen con su propia voz. Sin embargo, en menor medida se encuentran libros únicamente construidos a base de cartas. No digo que no existan, claro que los hay, y muchos, pero no es, por lo general y salvo excepciones, el género favorito del público. Eso sí, cuando un libro encuentra el tono en las cartas, son una delicia. Como estas que intercambia Juliet Ashton con los habitantes de Guernsey, una de las islas del Canal. El tono humorístico matiza la dureza del contenido, pues las misivas recuerdan los años de la ocupación nazi. Es una manera de contar las cosas que no se ahorra nada, pero lo enfoca de modo que el lector, aunque sabe que hay muchísimo dolor detrás, acaba leyendo con una sonrisa.

¿Acaso eso no es magia?

De este libro se ha hecho una película. Me parece excepcional porque si fuéramos capaces de contar los libros que se publican al año, nos daríamos cuenta que, porcentualmente, muy pocos acaban en la pantalla. Ni en la grande ni en la pequeña. Para mí, el resultado fue bastante pobre, he sentido mil cosas maravillosas leyendo el libro y con la película estuve a puntito de dormirme en el cine, pero eso es lo de menos. Alguien se sintió tan fascinado por sus palabras que decidió invertir en ellas y convertirlas en una historia visual.

Extraordinario.

No todo el libro son cartas, también se incluyen notas y telegramas, correspondencia mínima que hace avanzar la acción y que sirven también de motor para que el relato no pierda ritmo. A las cartas largas suelen seguirles otras más cortas que te empujan a seguir leyendo. Cuando te quieres dar cuenta, ya no te queda libro entre las manos.

¿Sabiduría de editora? ¿Don? ¿Casualidad? Ni idea, pero el resultado es magnífico.

Los personajes son deliciosos. Yo, que debo ser un poco rara, no consigo poner caras en mi mente a los personajes de ficción. Son emociones, olores, sensaciones. Muchos me gustan porque me recuerdan al mar, a un pastel de chocolate, al olor de mi hija o al amanecer entre los pinos, pero también los hay grises. Uno, en concreto, una mujer de Guernsey llamada Adelaide Addison, podía verla en mi mente: vestido negro, gesto adusto, nariz al techo y paso decidido para imponer su visión. Es la mala entre unos personajes adorables y yo no podía parar de reír cuando aparecía porque, más que mala, me resultaba patética, una inquisidora de pacotilla como muchas de las que nos rodean todavía en la actualidad, de ese tipo de gente que opina que todo el que no tenga su misma opinión sobre las cosas está completamente equivocado.

Genial el retrato.

Y la isla, qué voy a decir de la isla y de su historia, de la particular odisea de sus habitantes en aquellos momentos tan duros. La descripción alterna los recuerdos de los habitantes con la visión de Juliet. Un pasado de playas rodeadas de alambres de espino, otro más lejano de lugares donde sentirse libres. El mar y el cielo que es capaz de transformarlo. El olor y la vida de sus habitantes que encuentran en los libros no solo una manera de escapar de lo que les puede suponer saltarse el toque de queda una noche, sino esa paz y ese consuelo para los tiempos difíciles, esa manera de huir cuando no hay otro lugar al que escapar.

Libros que se disfrutan, que se leen y releen, sin competir a ver quién lleva más o quién lo termina más rápido. Qué tiempos aquellos en los que la vida no era una competencia.

Se lo recomiendo a la gente con sensibilidad y sentido del humor, a los que amen la literatura -hay multitud de referencias literarias- y a quienes disfruten con las historias que no necesitan sangre para reflejar el dolor. Te lo hace llegar de manera muy suave, pero igual de contundente. Lo sientes porque sabes lo que pasó en los primeros años cuarenta y, a veces, yo diría siempre, es más impactante una casa desnuda de paredes que la explosión de la bomba que la dejó así.

Yo encontré una edición de bolsillo que en papel me costó 6,95€. Muy bien invertidos, por cierto.


domingo, 7 de marzo de 2021

DIECISIETE PÁGINAS

Un prólogo.

Un capítulo.

Seis escenas.

Una carta.

Un par de docenas de personajes.

Ocho mil palabras.

Diecisiete páginas.

Un objetivo: 2023.