Esta tarde he sabido que la autora Jennifer L. Armentrout lleva unos días recibiendo insultos de "fans" porque ha escrito una escena que no les ha gustado.
¿En serio?
Siento decirlo, pero eso tiene un diagnóstico psiquiátrico y no es especialmente bueno. Y no me refiero a la autora, por supuesto, me refiero a esas personas que no son capaces de conjugar la pasión lectora con el equilibrio mental y con la educación necesaria para conducirse por la vida. La literatura es ficción pero, sobre todo, pertenece a sus autores. Si a ti como lector no te gusta un final, pasa a otro libro. Y si te desespera, abre un Word y te escribes tu final, el que te hubiera gustado a ti.
Punto.
Nadie te lo va a impedir y, lo más importante, no le haces daño a nadie.
Lo demás es de necesitar ayuda médica urgente, pero además insultar a la autora hasta obligarla a cerrar sus redes sociales es de ser mala persona.
Luego nos echamos las manos a la cabeza si una persona pública se suicida después de leer las barbaridades que dicen de ella en las redes, pero qué poquito le paramos los pies a quienes no dudan en escudarse en perfiles que la mayoría de las veces no tienen ni las narices de poner su nombre y su foto, no sea que alguien pueda saber, en la calle, que no son tan buenas personas como predican.
Por cierto, son los mismos que se ponen hastags solidarios a la mínima que encuentran la ocasión.
Lo dicho, para hacérselo mirar.