jueves, 12 de diciembre de 2019

NO PASA NADA.



Esta mañana, en Twitter, una lectora comentaba que, por más que se esforzaba, no había logrado conectar con una autora. Lo había intentado dos veces y en ninguna de las dos había conseguido entrar en la historia. Y no lo decía como una crítica hacia su literatura, sino con pesar, porque de verdad le hubiera gustado ser capaz de disfrutar leyendo.

Nunca soy de dar una sola oportunidad, porque he comprobado que a veces, aunque una novela no te llegue, otra del autor puede suponer una lectura satisfactoria. Alguien que no te gustó en principio, en otra novela te conmueve. O, también pasa, te gustó, después otra historia no te gusta y a la tercera te rindes a sus pies. Nunca hay que dar nada por sentado (o casi nunca, reconozco que hay novelas que no se enderezan ni a martillazos).

Pero, en ese tuit, me sentí identificada como lectora. Una vez al menos. Di tres oportunidades y la cosa iba a peor con cada una. Y era raro, porque tiene críticas excelentes y legión de fans, pero, por lo que sea, yo no conecto con lo que me cuenta, por mucho que me gustaría hacerlo.

NO
PASA
NADA.

No he corrido a poner que escribe peor que mal, porque seguro que no es cierto. No se me ocurre decir que sus libros sean malos, porque lo que pasa es que no estamos en la misma sintonía.

Y
NO
PASA
NADA.