miércoles, 2 de septiembre de 2020

QUERIDO PAPÁ

 Hoy ha sido un día raro. Hoy ha vuelto a suceder; por extraordinario que suene, he vuelto a publicar otra novela con editorial. Esta es la... deja que cuente... la séptima. La sexta con HarperCollins.

Un porcentaje muy pequeño de autores puede decir eso.

Te lo has vuelto a perder, como todo lo importante que me ha pasado en los últimos años, aunque esta vez no ha sido nada emocionante. Ya sabes, este segundo confinamiento que me tiene atada a casa y este maldito virus que se ha cargado las posibilidades de hacer de esto algo grande. Por lo demás, sé que te gustaría la novela, que nos daría para hablar horas. Es más "masculina" que las otras.

Tú me entiendes.

He tenido a mucha gente a mi lado, a través de las redes, y también han faltado las felicitaciones de los de siempre. A veces quiero creer que las personas cambian, pero qué va. Siempre somos iguales. Los hay que se esfuman en cuanto huelen problemas y los hay que, cuando algo te va bien, desaparecen.

Igual no lo soportan... porque en el último año ya van tres veces.

Pero hoy eso ha pesado mucho menos que otras veces. Este año, en realidad empezó en 2019, he aprendido que la única persona que no me va a dejar sola nunca soy yo. Que la única que siempre me hablará con respeto y se preocupará por mí sin condiciones, soy yo. Y con eso he solucionado un problema enorme que tenía, esa inseguridad que sentía cuando alguien importante para mí me fallaba.

Hoy ya nadie me falla, porque solo una persona puede hacerlo, yo, y no sería inteligente si dejase que eso sucediera. Tú decías que era inteligente. Lista no, pero inteligente sí. Hay una gran diferencia entre una palabra y la otra.

Pues eso, que aquí está mi novela. Que no la he visto aún, porque no me la han mandado y aquí no ha llegado, pero no falta una bruja buena para sujetarla por mí.