DISTINTAS TINTAS, MISMA PASIÓN
Distinguidos autores, queridos amantes de la literatura, y público en general, que nos acompañáis en este día tan especial para las letras en Guadalajara.
Es un honor inaugurar este encuentro que reúne a dos géneros literarios aparentemente opuestos, pero que han sido complementarios desde la mitología: Eros y Tánatos, el amor y la muerte; la novela rosa y la novela negra.
Estos dos géneros exploran los extremos de la condición humana: mientras la novela romántica una busca la unión y el amor, la novela negra nos enfrenta con la destrucción y el lado oscuro que todos tenemos.
La novela rosa, con sus tramas románticas y finales felices, lleva mucho tiempo entre nosotros, pero es después de la Segunda Guerra Mundial, cuando se convierte en una especie de refugio para el alma y experimenta un boom. En un mundo que se había vuelto oscuro y lleno de incertidumbres, ofreció una escapada de la cruda realidad, a mundos donde el amor siempre triunfaba. Su capacidad para conectar con las emociones de los lectores y ofrecer esa evasión de la realidad la convirtieron en un género literario de gran popularidad que ha perdurado hasta nuestros días, con las lógicas modificaciones que implica el progreso de la sociedad. En esos tiempos difíciles, se convirtió en algo terapéutico, ofreciendo emociones impagables: entretenimiento y alivio para momentos de desesperación, consuelo y, sobre todo, esa esperanza en que las cosas mejoren que lleva implícito el imprescindible final feliz.
Hoy conserva ese poder de hacernos soñar con un mundo más amable, de emocionarnos y llegar al corazón.
Pero, además, la novela romántica actual ha sabido ir más allá: en sus páginas encontramos temas como el bullying, los malos tratos, el acoso y la reivindicación de derechos, todo ello sin perder de vista el núcleo de toda historia romántica: el amor. Poco importa si es entre un chico y una chica, dos chicos o dos chicas, pues la novela rosa ha evolucionado con la sociedad, pero manteniéndose fiel a su esencia: ese final esperanzador que es su sello de identidad.
Por otro lado, la novela negra española también ha recorrido un camino que va de la sombra a la luz. De ser considerado un género menor, desde la Transición, ha experimentado una transformación radical, pues algunos autores empezaron a utilizar la novela negra como una herramienta para denunciar los problemas sociales y políticos de la época, mostrando su compromiso social, describiendo en ocasiones una realidad cruda y sin concesiones, reflejando la dureza de la vida en muchas zonas de España. Los protagonistas eran a menudo detectives privados o periodistas que se veían envueltos en tramas oscuras y peligrosas. Recordemos al inolvidable Pepe Carvalho de Manuel Vázquez Montalbán.
Ese cambio sustancial fue reivindicando su papel y, a medida que España avanzaba hacia la democracia, la novela negra siguió pisando fuerte. A partir de los años 90, coincidiendo con el boom de muchas de las editoriales que hoy conocemos, aparecieron subgéneros, ampliando su abanico de temas: el terrorismo, la inmigración, la corrupción política y los crímenes económicos empezaron a frecuentar las tramas.
Hoy en día, tal como le sucede a la novela romántica, la novela negra se funde con otros subgéneros narrativos y es habitual encontrar subramas negras dentro de novelas históricas o románticas, sin ir más lejos.
En la actualidad, la novela negra española goza de excelente salud, con una gran variedad de autores y títulos que atraen a un público cada vez más amplio. Este género ha logrado consolidarse como uno de los más importantes de la literatura española contemporánea.
También conviene señalar, que durante mucho tiempo, tanto la novela romántica como la negra, fueron vistas con cierto desdén por la crítica literaria. La novela rosa se consideraba como una lectura ligera y superficial, "cosa de mujeres", mientras que la novela negra era clasificada como un género menor, para un público popular. Sin embargo, ambos han demostrado su valor literario y su capacidad para abordar temas complejos y universales con gran solvencia.
Ambos ocupan hoy en día un lugar destacado en las librerías y en las listas de ventas, y eso no puede ser solo casualidad.
¿Qué une a estos dos subgéneros narrativos aparentemente tan distintos? Ambos exploran las emociones humanas más profundas: el amor, el deseo, el miedo, la venganza. Ambos nos invitan a reflexionar sobre nuestra sociedad, nuestras relaciones y nuestra propia condición. Y ambos han dejado una huella imborrable en la literatura.
Hoy, la novela rosa y la novela negra gozan de buena salud. Los lectores buscan cada vez más historias que los emocionen, que los hagan pensar y que los transporten a otros mundos. Y estos dos géneros, con su capacidad para combinar entretenimiento y profundidad, satisfacen plenamente estas demandas.
Tradicionalmente el rosa ha sido de chicas y el negro se lo hemos reservado a los chicos, pero eso ya no es así: en este encuentro, las novelas románticas no serán solo cosa de mujeres ni las negras de hombres. Hemos dado un salto cualitativo y aquí, en Guadalajara, tendremos la oportunidad de comprobar la riqueza y la diversidad de la narrativa española actual. Hay mujeres que escriben y leen novela negra, y hombres que escriben y leen romántica.
Vamos a debatir juntos temas literarios de actualidad, desde el profundo respeto que tenemos a la literatura y con el mismo respeto que, poco a poco, estamos consiguiendo de la crítica.
Bienvenidos a Guada en Rosa y Negro, la primera edición espero que de muchas.
Mayte Esteban
Guadalajara, 16 de noviembre de 2024